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Beata María del Carmen Zaragoza Zaragoza

Biografía

Zaragoza Zaragoza, María del Carmen. Villajoyosa (Alicante), 1.VI.1888 –Vallirana (Barcelona), 8.VIII.1936. Religiosa dominica (OP), beata.

Su padre, Sebastián, era capitán de la Marina mercante, lo que explica los múltiples destinos y residencias de la familia. Vivió durante la niñez en torno al mar Cantábrico: Santoña, San Vicente de la Barquera (Santander) y Algorta (Vizcaya). A los quince años regresaron a Levante: Villajoyosa (Alicante), donde permaneció hasta los veinticuatro. Allí perteneció a la Asociación de Hijas de María. Se trasladaron luego a Barcelona, donde continuó llevando una vida cristiana muy ejemplar, ayudando en el hogar de la numerosa familia de nueve hermanos. La dirigía espiritualmente un padre dominico. Cumplidos sus deberes encontraba tiempo para dedicarse a obras de caridad en favor de los pobres ancianos, huérfanos y enfermos recogidos en asilos y hospitales.

Atraída por la vida religiosa, después de vencer la oposición de su padre, logró ingresar el 29 de julio de 1916 en la Comunidad Dominicana de Santa Catalina de Barcelona, situada en la calle Mallorca, hoy perteneciente a la Congregación de la Enseñanza de la Inmaculada. Era una institución fundada en 1522 con dominicas llegadas de Palermo (Sicilia) para educar a la niñez y juventud femenina barcelonesa. Vistió el hábito en 1917 y profesó el 18 de febrero de 1918. Poco más tarde entró también en este convento su prima María Rosa Aldover Martí, que después fue asesinada junto a ella.

En la comunidad cuidaba con esmero del jardín. Dada su gran habilidad para la costura, fue destinada al oficio de ropera y portera del colegio, desde donde hizo mucho bien a las alumnas y familias. Cuidaba también de las clases de las niñas. Mostró particular devoción a la Santísima Virgen a quien invocaba bajo el título de Madre de los Desamparados. Un hermano suyo fue sacerdote en la diócesis de Valencia y párroco de Benimaclet.

Antonia Adrover Martí, beata María Rosa Adrover Martí —San Roque (Cádiz), 22.VII1888 – Vallirana (Barcelona), 8.VIII.1936—. Religiosa Dominica, beata, era prima de María del Carmen. Muy niña todavía se trasladó con sus padres a Vilanova i la Geltrú (Barcelona) y después a Tortosa (Tarragona). Cuando tenía ocho años, se fueron a Villajoyosa (Alicante). Su padre, Vicente Adrover Zaragoza, era ayudante militar de marina y primo de la madre de María del Carmen Zaragoza, asesinada con ella. Era la mayor de tres hermanos que quedaron pronto huérfanos de padre y madre. Por esta causa se vieron sometidos a grandes penalidades que soportaron con fortaleza. María Rosa, al igual que María del Carmen Zaragoza, formó parte del grupo de Hijas de María. En 1915, a los veintisiete años, fue a Barcelona al amparo de una tía suya. Estuvo trabajando en un taller de costura y como señorita de compañía de los Condes de Güell. Ingresó en el Convento de Santa Catalina el 5 de agosto de 1920, donde su prima María del Carmen había ingresado cuatro años antes. Vistió el hábito en 1921. Nada más profesar, en 1924, fue nombrada sacristana de la iglesia y se le asignó una clase para las niñas pobres.

El 18 de julio de 1936, ante la persecución religiosa, se tuvo que dispersar la comunidad. Las religiosas abandonaron el beaterio refugiándose en casas que les habían ofrecido acogida. Ya desde el comienzo de la Segunda República en 1931 habían vivido en constante zozobra y hasta tuvieron que salir del convento algunos días. Las dos primas, María del Carmen y María Rosa, se refugiaron primero en una casa de la calle Roger de Flor. Desde allí pudieron ver el asalto e incendio de su convento. Temiendo un registro, se fueron a casa de un farmacéutico, y vivieron en el nuevo refugio.

El 7 de agosto por la mañana, recibieron la visita de la priora, sor Josefina Artigas, que les dio ánimos y las aconsejó trasladarse con su familia a Valencia, dándolas dinero para el viaje. Como el doctor de la casa donde se hospedaban sufrió un registro en la farmacia, llamó por teléfono a su esposa para avisar la posibilidad de un registro en la casa. Para no comprometer a nadie, las religiosas salieron a la calle y se fueron a la estación a tomar un tren hacia Valencia. Pero las descubrieron y las obligaron a bajar. En la noche del 7 al 8 de agosto, las llevaron por la carretera de Molins del Rey a Valencia, hasta un lugar conocido por el bosque del Lladoner en el término de Vallirana. Allí, junto a la cruz del obispo Strauch, fueron fusiladas y abandonados sus cadáveres en la carretera. Ambas tenían cuarenta y ocho años de edad. Trasladados los cuerpos al cementerio del pueblo, les cortaron algún trozo de las ropas marcadas con iniciales, guardándose parte en el Ayuntamiento y parte en el Palacio de Justicia de Barcelona. Sus restos fueron sepultados en dos fosas individuales en el cementerio de Vallirana. En julio de 1942 se exhumaron los restos y se trasladaron al Colegio de Barcelona, en la calle Mallorca, en cuya cripta fueron depositados. En el lugar donde fueron asesinadas se levantó un pequeño mausoleo, muy visible desde la carretera de Molins del Rey a Valencia y la comunidad del beaterio edificó una casa-colegio en Vallirana en 1955.

Estas dos religiosas fueron beatificadas en Roma el 28 de octubre de 2007.

 

Bibl.: J. Sanabre Sanromá, Martirologio de la Iglesia en la Diócesis de Barcelona durante la persecu-ción religiosa 1936- 1939, Barcelona, Librería Religiosa, 1943, pág. 291; G. Rodríguez Fernández, El hábito y la cruz, Madrid, Edibesa, 2006, págs. 235-239; M.ª E. González Rodríguez (ed), Quiénes son y de dónde vienen. 498 mártires del siglo XX en España, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 60-61; Hablar hoy de martirio y de santidad, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 145-206; Confer, 28 de octubre de 2007. Beatificación de 462 Religiosos y Religiosas Mártires de España, “Vosotros sois la luz del mundo”, “Folletos Con Él. Testimonio y Testigos”, n.º 282 (octubre de 2007); J. A. Martínez Puche (coord.), Mártires Dominicos españoles.1936, Madrid, Edibesa, 2007, págs. 241-245.

 

María Encarnación González Rodríguez

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