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Beato Celestino José Alonso Villar

Biografía

Alonso Villar, Celestino José. Margolles, Cangas de Onís (Asturias), 15.VI.1862 – La Tejera, Santa Eulalia de Miño, Tineo (Asturias), 18.VIII.1936. Religioso dominico (OP), sacerdote, mártir y beato.

Sus padres, José y Cándida, de espíritu cristiano, lo educaron en una atmósfera religiosa. Esto, unido a una misión predicada por los padres jesuitas en Cangas de Onís cuando contaba con diecisiete años, hizo posible su vocación religiosa. Ingresó en el Convento Dominicano de Corias (Asturias); hizo la profesión en 1881 y fue ordenado sacerdote en 1886. Lector en Teología fue destinado al colegio de Vergara (Guipúzcoa), donde destacó como eminente físico-matemático en el ámbito nacional. En 1904 fue elegido prior de la Comunidad de Corias, donde realizó una gran labor, tanto en el orden material como espiritual. En 1908 fue prior de Vergara, y desde 1912 fue excelente maestro de novicios. Le encargaron luego la fundación de la Casa de Navelgas, donde se quedó de Superior.

En 1930 lo fue de la Casa de La Felguera. Su último destino estuvo en Navelgas, cuyo colegio había fundado en 1929. Destacó como hombre de Dios, de gran espíritu de oración, amante del estudio y muy virtuoso. Austero y mortificado consigo mismo, fue amable y comprensivo con los demás.

Con él estaban en el Colegio de Navelgas, y murieron juntos, los padres Santiago Franco Mayo y Gregorio Díez Pérez, y el hermano Abilio Saiz López.

Santiago Franco Mayo —Santa María del Páramo (León), 28 de marzo de 1905—, de treinta y un años. Ingresó en Corias y profesó en 1921. Estudió Filosofía en Corias y Teología en Salamanca y fue ordenado sacerdote en 1930. Era observante, obediente y buen religioso. Fue profesor en el colegio de Navelgas.

Gregorio Díez Pérez —Gozón de Ucieza (Palencia), 18 de mayo de 1910—, de veintiséis años. Estudió en Las Caldas de Besaya (Cantabria) desde 1922 a 1926.

Novicio en Corias, profesó en 1927 y continuó la Filosofía. Cursó la Teología en Salamanca. Religioso sumamente sencillo, piadoso, extraordinariamente trabajador, muy servicial y buen compañero, fue ordenado de presbítero en Ávila en 1934.

Abilio Saiz López —Montejo de Bricia (Burgos), 2 de febrero de 1894—, de cuarenta y dos años. En su pueblo natal fue carpintero. Visitando el santuario de Nuestra Señora de Montesclaros, clarificó su vocación religiosa. Tomó el hábito de hermano cooperador en Corias y profesó en 1931. Serio, observante, piadoso, desempeñó el oficio de panadero. En Navelgas fue cocinero y encargado del ganado. Religioso excelente.

Hasta el 7 de agosto de 1936 no se produjeron en el pueblo alteraciones llamativas a pesar de no percibirse la calma acostumbrada. Dicho día, un comisario fue al colegio y pidió que a las seis de la tarde se presentase un religioso. Lo hizo el padre Celestino como superior de la casa, mientras sus hermanos lo acompañaron con el rezo del rosario. Impusieron una aportación económica al convento, en que estaban todavía los alumnos aspirantes a la vida religiosa, y el padre Celestino volvió a casa. Pero el 12 de agosto fue apresado junto al padre Gregorio Díez y los ocuparon en trabajos forzados en el puente de la Tejera, a pesar de su edad. Tenía setenta y cuatro años. Los dejaron volver al convento y el día 15; cuando se disponían a celebrar con los niños la fiesta de la Asunción de la Virgen, un vecino les comunicó que había orden de apresarlos. El 16 de agosto fueron detenidos los padres Celestino y Gregorio y el hermano Abilio, quedando los niños solos. Más tarde se unió a ellos el padre Santiago Franco, detenido en Conto. Sacados de la cárcel la noche del 17 de agosto, fueron fusilados en La Tejera, Santa Eulalia de Miño, Tineo (Asturias), junto con el párroco de Santullano de Ponte (Tineo), Eduardo Álvarez. El padre Celestino siempre pedía a la Virgen morir con el hábito. “Ánimo hijos, que veremos a Cristo Rey”, fueron sus palabras. Los acribillaron a balazos y al día siguiente llevaron sus cuerpos en una camioneta al cementerio.

Cinco dominicos de la Comunidad de Corias fueron también asesinados. Tres en El Pinar de Lada, de Sama de Langreo (Asturias), el 31 de agosto de 1936, son: Miguel Menéndez García —San Julián de Quintana, Belmonte de Miranda (Asturias), 29 de julio de 1885—, de cincuenta y un años. De niño fue pastor de ganados. Huérfano de padre a los doce años, un tío sacerdote lo llevó a la escuela apostólica de Corias, donde descubrió su vocación religiosa. Profesó en 1902. Pasó a Padrón (La Coruña) para estudiar Filosofía. Hizo la Teología y recibió el presbiterado en Salamanca. Se dedicó con gran éxito a la enseñanza en Vergara (Guipúzcoa).

En 1923 fue destinado a Corias y posteriormente a San Esteban de Salamanca como maestro de novicios. En 1929 fue de rector a Vergara, y después a Corias como profesor de la escuela apostólica.

José María Palacio Montes —Bimenes (Asturias), 9 de noviembre de 1901—, de treinta y cuatro años. Huérfano de padre, se hizo cargo de él su abuelo. Ingresó en la escuela de Corias y profesó en 1917. Estudió Teología en Salamanca y fue ordenado presbítero en 1925. Obtuvo el título de lector y fue a Las Caldas de Besaya. En 1926 hizo el servicio militar en Larache y luego fue profesor en Corias y en Salamanca. Publicó una obra titulada Enchiridion sobre la propiedad, que llamó mucho la atención y escribió artículos en las revistas La Vida Sobrenatural y La Ciencia Tomista. Para reponer sus fuerzas, en junio de 1936 lo enviaron a Corias. Él presentía que iba a la muerte.

Isidro Ordóñez Díez —Campo-hermoso (León), 15 de mayo de 1909—, de veintisiete años. Ingresó en Corias en 1920 y profesó en 1926. Hizo la Teología en Salamanca y recibió el presbiterado en 1932. Terminó los estudios en Salamanca, donde fue ayudante del maestro de novicios y sacristán. Lo destinaron luego a Corias, como profesor y procurador.

Estos tres padres dominicos fueron encarcelados en el mismo convento y, después de tremendas torturas, que sufrieron de modo ejemplar, el 19 de agosto de 1936 los trasladaron a Sama de Langreo, donde fueron asesinados el día 31.

Los dos dominicos de la Comunidad de Corias que fallecieron, también en Sama, el 20 de septiembre, son: Cristóbal Iturriaga-Echevarría Irazola —Abadiano (Vizcaya), 11 de julio de 1915—, de veintiún años. En 1927 ingresó en Las Caldas de Besaya, pero pidió ser admitido como hermano cooperador. Profesó en San Esteban de Salamanca en 1934. Lo destinaron a Corias donde tuvo a su cargo la panadería. Religioso santo, de extraordinaria ejemplaridad.

Pedro (Santiago) Vega Ponce —Mayorga de Campos (Valladolid), 26 de julio de 1902—, de treinta y cuatro años. De familia muy pobre, trabajó duramente en la infancia. No fue a la escuela. Con las monjas dominicas de Mayorga descubrió su vocación e ingresó en Corias como hermano cooperador. Tomó el hábito en 1935. Fue aprobado por unanimidad para hacer la profesión religiosa, pero no la pudo realizar al sorprenderle la revolución.

Ambos religiosos sufrieron la cárcel y las torturas en compañía de sus compañeros de la comunidad de Corias. Pero fueron asesinados en El Pinar de Lada, de Sama de Langreo, en la noche del 19 al 20 de septiembre porque, escapados de la cárcel con motivo de un bombardeo, fueron de nuevo apresados y martirizados.

Finalmente, un dominico de La Felguera falleció a primeros de septiembre de 1937, José María Laguía Puerto —Albarracín (Teruel), 12 de marzo de 1888—, de cuarenta y nueve años. Descubrió su vocación con las monjas dominicas de su pueblo. Ingresó en Corias como hermano cooperador, “porque sabía que en la orden dominicana había habido muchos hermanos santos”. Profesó en 1909. Portero del convento, irradiaba amabilidad. Lo destinaron al colegio de Vergara (Guipúzcoa) y después a Las Caldas de Besaya, donde atendió la enfermería, lavandería y sacristía. Iniciada la fundación de la casa de La Felguera (Asturias) en 1930, fue destinado a la misma.

Atendió la escuela de párvulos y destacó por la paciencia, la delicadeza y la bondad.

Obligada a dispersarse la comunidad de La Felguera en julio de 1936, vivió cinco meses escondido en una casa amiga, siendo ejemplo de todos. Después halló otro domicilio, hasta el 30 de julio de 1937 en que fue apresado, conducido al comité de investigación y encarcelado en Sama de Langreo. Lo llevaron después a Gijón, a la cárcel improvisada en la iglesia de los jesuitas, y lo obligaron a trabajos en una carretera.

A primeros de septiembre de 1937, lo condujeron a La Felguera y luego a Tudela de Veguín; de allí, al cementerio del Salvador de Oviedo, donde, en una fosa común, apareció su cadáver con el rosario.

Estos nueve religiosos dominicos, seis padres y cuatro hermanos, fueron beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.

 

Bibl.: L. Alonso Getino, Los Mártires Dominicos de la cruzada española, Salamanca, 1950, págs. 353 y ss.; A. Garralda García, La persecución religiosa del clero en Asturias, I. Martirios, 1934 y 1936-37, Avilés, 1977, págs. 310-314; M.ª E. González Rodríguez (ed.), Quiénes son y de dónde vienen. 498 mártires del siglo xx en España, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 291-298; Hablar hoy de martirio y de santidad, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 145-206; “28 de octubre de 2007. Beatificación de 462 Religiosos y Religiosas Mártires de España, Vosotros sois la luz del mundo”, en Folletos Con Él. Testimonio y Testigos, 282 (octubre, 2007); José A. Martínez Puche (coord.), Mártires Dominicos españoles. 1936, Madrid, Edibesa, 2007, págs. 170-180; R. Cuadrado Tapia, Mártires Dominicos palentinos beatificados el 28 de octubre de 2007, Burgos, Monte Carmelo, 2007.

 

María Encarnación González Rodríguez

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