Ayuda

José de Letamendi y Manjarrés

Imagen
Biografía

Letamendi y Manjarrés, José de. Barcelona, 11.III.1828 – Madrid, 6.VII.1897. Médico, filósofo, antropólogo.

Nació en Barcelona, ciudad en la que pasó la mayor parte de su existencia histórica. Era hijo de José de Letamendi y Borés, comisario de Guerra vascongado destinado a Barcelona. A los ocho meses de vida el biografiado quedó huérfano de padre, recibiendo su primera educación de su madre, de origen riojano, y de su tío el catedrático barcelonés Gil y Borés. Los primeros estudios de Gramática y Retórica los realizó en el seminario conciliar de Barcelona entre 1838 y 1842. Más tarde pasó a estudiar durante tres años Filosofía en la Universidad de Barcelona. Entre otras vicisitudes, se sabe que dictaba enseñanza privada de Matemáticas a los veintitrés años, y que cursó la licenciatura de Medicina entre 1845 a 1852, demostrando una sorprendente capacidad intelectual. Muy pronto quedó vinculado a la Facultad de Medicina de Barcelona, pues en 1854 desempeñaba el puesto de auxiliar en la cátedra de Anatomía de la Universidad de Barcelona, docencia que culminó el 4 de septiembre de 1857 al obtener, mediante oposición, la cátedra de Anatomía en esta Universidad.

Estos años, entre 1854 y 1857, fueron de intenso entusiasmo por el estudio de la Anatomía, como lo prueba haber descubierto en 1853 el semisaco posterior en la membrana del humor acuoso en los perros.

Letamendi supo compaginar la labor docente con la actividad profesional, pues en 1854 ocupaba la plaza de médico titular de Sant Gervasi, y en 1855 desempeñaba la inspección médica del distrito cuarto de Barcelona con motivo de la epidemia de cólera; dirigió asimismo en estos años el Hospital de Hostafrancs durante el brote epidémico de 1855. Doctorado en 1857 con el trabajo ¿Es cierto que la medicina interna no progresa? (Barcelona, 1857), inició una intensa actividad de publicista que no abandonó a lo largo de toda su vida. Su actividad intelectual le llevó a ocupar puestos de relevancia en el ámbito barcelonés, como mantenedor de los Juegos Florales de 1872.

Era Letamendi y Manjarrés miembro de las más prestigiosas sociedades científicas catalanas, como la Real Academia de Medicina, y el Ateneo Barcelonés, institución esta última de la que ostentó la Presidencia.

La múltiple inquietud intelectual de Letamendi le llevó a realizar un Informe en 1862 sobre el “Ictineo”, especie de submarino fabricado por Monturiol, y en el que se sumergió en el muelle de Barcelona.

Un nuevo brote colérico le llevó a ocuparse en 1865 de la dirección del Hospital de Hostafrancs para contagiados de la epidemia. Al año siguiente en 1866, dada su relación con las esferas gubernativas, presidió la inauguración del Instituto Médico de Barcelona, fundado por el médico y psiquiatra catalán Juan Giné y Partagás. Asimismo Letamendi participó en diversos proyectos, como la fundación en 1868 en colaboración con el doctor Santiago Casas de un Establecimiento Terapéutico de clara orientación vitalista.

Superados los años de la Revolución de septiembre de 1868, solicitó Letamendi la cátedra de la Universidad de Madrid en 1870, que no le fue otorgada. Sin embargo, ocho años más tarde, en 1878 obtuvo la deseada plaza universitaria en la capital del reino, siendo nombrado catedrático de Patología General de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, centro en el que llegó a ostentar el cargo de decano.

De sus inquietudes y actividades políticas se puede reseñar que fue conservador, siendo designado senador por Tarragona. Asimismo su talante conservador explica que interviniera con un discurso inaugural el 2 de mayo de 1882 en el Centro Médico Reformista con el tema Orígenes de la nueva doctrina médica individualista, que suponía un reto ante el avance del positivismo experimental. La actitud conservadora, cuando no retrógrada, de Letamendi le llevó a postular un ideario vitalista, de corte romántico, incluso a rechazar la aportación metodológica y experimentalista de la medicina de laboratorio propugnada por Claude Bernard.

La obra escrita de José de Letamendi, amplia y reiterativa, secuaz del romanticismo filosófico-médico alemán, se inscribe en las pautas del vitalismo heredado de los años finales del siglo xviii y primera mitad del xix. La brillantez y agudeza de sus exposiciones no mengua la clara servidumbre a la filosofía natural alemana. De brillante oratoria y lenguaje ampuloso, mostró una clara preferencia por las generalizaciones, cuyo desfase con respecto al naciente positivismo le brindó numerosas polémicas, la más ardorosa de las cuales corresponde a la llamada “fórmula de la vida” que enzarzó a Letamendi con Ramón Turró en las páginas de la revista El Siglo Médico, en la década de 1880. Médico y filósofo al mismo tiempo, José de Letamendi intentó, quizá con escasa fortuna, aplicar la especulación romántica a la medicina. En este sentido Letamendi considera que “la Medicina es la Ciencia que trata de la aplicación de la filosofía universal a la conservación de la salud y su restablecimiento”.

La primera aproximación a la obra letamendiana sorprende por la diversidad de temas y materias, entre sí dispares, a los cuales consagró su múltiple labor intelectual y de publicista. Muchos de sus escritos son completamente ajenos a la medicina; en unos casos dio a conocer sus ensayos e ideas sobre musicología, como el trabajo Juicio póstumo sobre Ricardo Wagner (1883), o La aparición de Ricardo Wagner deducida de la naturaleza del Arte teatral (1878), y el titulado La Música del Porvenir y el Porvenir de mi Patria (1884).

Esta actitud romántica le llevó incluso a componer escritos musicales, como la Misa de Requiem a grande orquesta a El Escorial (1889), en otras ocasiones sus trabajos versaban sobre estética, como el titulado Valor del canon horaciano. Sus incursiones en el campo de la creación pictórica y literaria parecen alentar un frenesí romántico; en otras, su talante generalizador y especulativo le llevó a digresiones, al parecer con escasa fortuna, como trabajos sobre política, jurídica y económica. Letamendi aparece con un desaforado afán de publicista, incurriendo en proyectos de dudoso rigor como la memoria titulada Medios para mejorar la situación económica de España (1869) o el Reparo al Proyecto de Bases de Código Penal (1887).

Esta múltiple curiosidad, rayana en el ensayismo, motivó su dedicación a temáticas muy diversas, incluso se sabe que escribió poesías en catalán, de muy mediocre interés, como el poema que tituló Lo Sobrevivent, o su largo alegato pronunciado en la fiesta de los Juegos Florales de Barcelona de 1872 (“Discurs pronunciat en la festa dels jochs florals d’enguany per lo president del Consistori, 5 de maig de 1872”). Esta ingente obra, de difícil lectura, fue recogida en las voluminosas Obras Completas (no médicas) publicadas por su discípulo Rafael Forns (Madrid, 1890-1907, 5 vols.), y reimpresas en Madrid entre 1901 y 1907.

Entre su obra médica debe destacarse el Curso de Patología general, basada en el principio individualista o unitario (Madrid, 1883-1889, 3 vols.), y la dedicada a la clínica el Curso de clínica general o canon perpetuo de la práctica médica (Madrid, 1894, 2 vols.). Asimismo en la obra de José de Letamendi se dan cita numerosos escritos que ocupan una posición equidistante entre el ensayismo, la antropología y la medicina. Éste es el caso de algunos opúsculos como el Discurso sobre la naturaleza y origen del hombre (Barcelona, 1867), que reúne amplias teorizaciones antropológicas de José de Letamendi. Asimismo y pese a su título incluye numerosos materiales sobre antropología filosófica el Plan de Reforma de la Patología General y su Clínica (Madrid, 1878), más evidente es el contenido de los artículos que comprende el Curso de Antropología integral (Barcelona, 1895). Entre las obras de Letamendi, la que con mayor crudeza expresa su rechazo al positivismo experimental fue sin duda la titulada Orígenes de las nuevas doctrinas médico-individualistas o unitarias (Madrid, 1882), en la que apostilla la obra de Claude Bernard y el método experimental con rechazo y acritud.

El ideario doctrinal de José de Letamendi responde a una concepción romántico-especulativa de la medicina y la ciencia. Entre los antecedentes y fuentes de las que se nutre su pensamiento filosófico-médico deben citarse el vitalismo browniano de finales del siglo xviii, y la fisiognómica, así como el vitalismo de Montpellier y la obra de G. E. Sthal. Con estos precedentes el influjo de la Naturphilosophie alemana impregna toda la obra de José de Letamendi. Este médico, filósofo y antropólogo catalán responde a una versión tardía y anacrónica del romanticismo y vitalismo europeo de los años iniciales del siglo xix. Las similitudes y afinidades conceptuales entre letamendismo y brownismo son más que evidentes en el libro Patología General de José de Letamendi, especialmente de los términos incitabilidad e incitación base del sistema browniano.

Dos elementos románticos, la fisionomía o ‘fisiognómica’, perduran en el pensamiento letamendiano.

En la obra del médico barcelonés, la Clínica General aboga en favor de Lavater y las doctrinas fisiognómicas. Letamendi, asimismo, no sólo se refiere a Lavater, incluso proyectó redactar un tratado sobre esta materia que no llegó a publicar. Al lado del brownismo y la fisionomía, el tercer elemento básico en la obra de Letamendi fue la nosotaxia y el vitalismo de los años finales de la Ilustración. A lo largo de su Patología General, el médico-filósofo alude en varias ocasiones a la patología nosotáxica-natural del Setecientos. En los capítulos de esta obra “Criterio para una clasificación natural de las enfermedades”, con acento personal es perceptible el influjo antes citado.

En la obra de José de Letamendi se dan cita los supuestos de la medicina romántica como la idea de polaridad natural. En este sentido Letamendi, influido por Goethe y Schelling, concibe la naturaleza dotada de polaridad positiva y negativa, como la electricidad, la atracción y repulsión magnética; Letamendi, secuaz desfasado del romanticismo, sitúa el Sol, el día, la actividad y la virilidad en el polo positivo, en cambio su opuesto el polo negativo comprende la noche, la Luna, la tierra, el reposo y la feminidad. Estructura polar y al mismo tiempo ascendente y evolutiva de la Naturaleza. Estas ideas se recogen en la obra letamendiana Discurso sobre la naturaleza del Hombre (1867).

A partir de estos supuestos románticos, el autor elaboró las concepciones antropológicas y médicas de su ideario científico. Esta postura, en abierto enfrentamiento al positivismo triunfante de la segunda mitad del siglo xix, salpicó de polémicas su actividad intelectual.

Especial relieve tiene la que enfrentó a Letamendi con Ramón Turró.

 

Obras de ~: ¿Es cierto que la Medicina no progresa?, Madrid, 1857; Discurso sobre los elementos generales de ciencia con aplicación al método de Medicina: oración inaugural leída con motivo de la instalación del Instituto Médico de Barcelona, Barcelona, Narciso Ramírez y Cía., 1866; Acta de inauguración del Instituto Médico de Barcelona: Comprende la reseña histórica de su creación, por [...] D. Juan Ginés y el discurso sobre los elementos generales de ciencia, con aplicación al método en medicina, leído por ~, Barcelona, Est. Tipográfico de Narciso Ramírez, 1866; Ensayo teórico-práctico sobre los medios de mejorar la situación económica de España (discurso pronunciado el día 23 de abril de 1869 en el Ateneo Catalán por su presidente), Barcelona, Imprenta de Celestino Verdaguer, 1869; Discurso del Sr. de Letamendi (para celebrar inauguracion de la sociedad Fomento de la Producción Española), ¿Barcelona?, ¿1869?; Discurso inaugural del Fomento de la Producción española, pronunciado por ~ (11 de junio de 1876), Barcelona, Tipografía de L. Dome, 1876; Plan de reforma de la Patología general y su clínica, Madrid, Aurelio F. Alaria, 1878; Origines de la nueva doctrina médica individualista ó unitaria: Discurso, Madrid, 1882; La criminalidad ante la ciencia. Discurso, Madrid, 1883; Curso de Patología general, basada en el principio individualista ó unitario, Madrid, E. Cuesta, 1883-1889; Discursos (sobre el concepto social de la división del trabajo en Medicina y la unidad de la ciencia médica leidos en la Real Academia de Medicina), Madrid, 1888; Curso de Clinica general ó Canon perpétuo de la practica médica, Madrid, 1894; Obras completas de ~, publicadas por R. Forns, Madrid, Tipografía de F. Rodríguez-Ojeda, 1907.

 

Bibl.: S. Palafox Marqués, “La historia de la medicina en José de Letamendi”, en Archivos Iberoamericanos de Historia de la Medicina (AIHM) (Madrid), I (1949), págs. 375-386; “Vida, semblanza y obra del doctor Letamendi”, en AIHM, III (1951), págs. 441-473; “La antropología normal en la obra de Letamendi”, en AIHM, V (1953), págs. 73-126; “La antropología médica en la obra de Letamendi”, en AIHM, VI (1954), págs. 211-281; “La historia de la medicina en la obra del doctor Letamendi”, en AIHM, IX (1957), págs. 395-406; “Las ideas médico-pedagógicas del doctro Letamendi”, en AIHM, XII (1960), págs. 201-248; “El principio del panhermafroditismo en 1893” y “Psico-somática y somato-psíquica en la nosodimia letamendiana”, en VV. AA., Actas del I Congreso Español de Historia de la Medicina, Madrid, 1963, págs. 435-439 y 41-43, respect.; R. Sarró Burbano, El sistema mecánicoantropológico de José de Letamendi (discurso de recepción del académico electo; discurso de contestación del académico de número Dr. Alfredo Rocha Carlotta), Barcelona, Real Academia de Medicina de Barcelona, 1963; R. Forns, Letamendi, Barcelona, Imprenta Agustín Núñez, 1965; J. Riera Palmero, Idealisme i positivisme en la Medicina Catalana del Segle xix, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1973.

 

Juan Riera Palmero

Personajes similares