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Enrique García-Herreros Codesido

Biografía

García-Herreros Codesido, Enrique. Enrique Herreros. Madrid, 29.XII.1903 – Santander (Cantabria), 18.IX.1977. Dibujante, escritor, deportista y empresario.

Hijo único de Abelardo García-Herreros y Blanca Codesido, nació en la calle de San Andrés del barrio madrileño de Chamberí. Como él mismo confesó con tierno humor, la carencia de hermanos le llevó a ser “un niño tristísimo que se divertía yendo a la piscina y al cine”. A pesar de haber estudiado Arquitectura e Ingeniería Industrial, significativamente serán esos dos caminos —el deporte y el cine— los que conformen su trayectoria profesional y humana.

A finales de la década de 1920 comenzó a practicar el alpinismo, afiliándose en 1931 a la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara y en 1932 ingresó en su Grupo de Alta Montaña, que fue el primero en constituirse en España. En esa época abrió numerosas vías de escalada en La Pedriza y Gredos, vías abiertas con un material rudimentario pero que, a pesar del tiempo transcurrido, constituyen hoy día vías clásicas. En todo caso, fue de los primeros alpinistas en utilizar en el centro de España clavos para escalada, haciéndolo en sus vías del Torreón de los Galayos, en Gredos y Las Buitreras, en La Pedriza del Manzanares. Además, se convirtió en uno de los tres primeros escaladores que alcanzaron y pernoctaron en la cumbre del Naranjo de Bulnes el 8 de agosto de 1933. Todas sus actividades alpinas tuvieron reflejo en la revista de alpinismo Peñalara, de la que fue colaborador.

Gracias al deporte conoció a su esposa, la cordobesa nacida en Lucena, Ernestina Maenza Fernández Calvo, quien fue campeona española de esquí en 1935 y 1940, y olímpica en 1936.

En su faceta cinematográfica, García-Herreros cultivó todos los registros. Fue director, actor, dramaturgo y, sobre todo, un gran empresario y publicista. En 1931 se incorporó a Selecciones Filmófono, que luego se transformó en Organización Filmófono, con grandes lanzamientos, como la película Chu Chin Chow de Walter Forde, en 1934, al tiempo que diseñaba los carteles de películas como el futurista de La línea general de Sergei M. Eisenstein en 1929 o toda la serie de René Clair a partir de 1930.

Permaneció en Filmófono hasta 1936 para entrar en Distribuidora Dipenfa. Para entonces su fama de empresario era tal que se le llegó a conocer como “el mago de la publicidad”, un calificativo digno del hombre que lanzó al éxito internacional a Sara Montiel y tuteló la carrera de una gran dama del teatro como Nati Mistral. No en vano, estudiaba perfectamente a sus intérpretes, como demostró entre 1934 y 1936, realizando la serie “Retratos de actores” en la revista Cinegrama.

Como director de cine rodó dos interesantes documentales en 1941: Un mundo olvidado: La Pedriza y Al pie del Almanzor, que evidenciaban su pasión por el montañismo. Convertido ya en Quique Herreros para la industria del cine, fue actor en películas de amigos suyos que, durante el trienio de 1943-1945, le solían incluir en los repartos. Entre otros, contaron con él directores como Rafael Gil en sus películas Eloísa está debajo de un almendro (1943), El fantasma y doña Juanita (1944), El Clavo (1944); Luis Sáenz de Heredia le dirigió en El destino se disculpa, en 1944; y, al año siguiente, actuó en Cinco lobitos, película de Ladislao Vadja, y en La vida en un hilo bajo las órdenes de Edgar Neville —para quien ya se había puesto delante de las cámaras en 1932 en su película ¡Yo quiero que me lleven a Hollywood!—. En 1946 y 1947 dirigió sus dos únicos largometrajes con guión propio: María Fernanda, la Jerezana, interpretada por Nati Mistral, que repitió junto a Fernando Fernán Gómez en La muralla feliz, dejando además inéditos su comedia en tres actos Si no atardeciera y Los Diarios de Abelardo y Eloíso. Después, volvió a ponerse un par de veces a las órdenes de Rafael Gil en sus películas Don Quijote de la Mancha y De Madrid al cielo, en 1948 y 1952, respectivamente, algo que ya no haría hasta 1959 para Tulio Demicheli en su película Carmen, la de Ronda, y, en 1964 en la película Le voleur de Tibidabo de Maurice Ronet, realizando un papel extenso.

Pero, sin duda, su mayor éxito artístico lo consiguió como dibujante. Sus inicios se vinculan a las revistas Cosquillas, Muchas gracias y Miss, emblemas gráficos de la sicalipsis de los “felices años veinte”, donde convivían maestros de la literatura erótica, como Pedro de Répide o Álvaro Retana, con recién llegados como Miguel Mihura. Sin embargo, Enrique Herreros comprendió pronto que aquel mundo de comicidad apicarada y trazo grueso no encajaba con la innovación que perseguía, y en 1924 entró en la revista Buen Humor, dirigida por Pedro Antonio Villahermosa Sileno, donde se reencontró con Mihura y conoció a Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio y, sobre todo, a Ramón Gómez de la Serna. Gracias a ellos entró en contacto con Edgar Neville, Antonio de Lara Tono y Antonio Roble, formándose un grupo de escritores definidos años después por el académico José López Rubio como “La otra Generación del 27”. Es decir, los prosistas, dibujantes y dramaturgos que tras las huellas de Ortega y Gasset y su La deshumanización del arte y el humor inverosímil de Gómez de la Serna nacido en la vanguardia artística de la posguerra europea, buscaban una perspectiva distinta de plasmar la literatura y la vida, alejada del realismo decimonónico y del chiste verbal.

Durante la Guerra Civil formó parte de La Ametralladora, una revista creada en 1937 en la zona nacional con un tono agresivo —que se autodenominaba “El semanario de los soldados”— y que gracias a la dirección de Mihura, a los dibujos de Herreros y a los textos de Álvaro de la Iglesia y de Tono, evolucionó hacia un humor más intelectual. La vida de La Ametralladora concluyó el 21 de marzo de 1939, unos días antes de terminar la contienda, y en la efemérides de ésta, dos años más tarde, el 1 de abril de 1941, se convirtió en La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más inteligente”.

Con su humor absurdo, su oblicua sátira social y una excelente nómina de colaboradores desde Fernández Flórez hasta Chumy Chúmez, la publicación se mantuvo hasta 1978. Durante esos años, Herreros efectuó dos mil trescientos tres dibujos, ochocientas siete portadas y cuarenta y cinco contraportadas, en los que destacaron sus “Estampas españolas” con su tipo de “paleto” y su grafismo ingenuo de señora rolliza en perfiles oscuros, tragicómico trasunto de la España de la época.

En 1960 participó en los inicios de La Gaceta Ilustrada y siempre mantuvo una particular devoción por la figura de Don Quijote, ilustrando tres versiones de la novela bajo perspectivas completamente distintas influenciadas por Goya, Velázquez o el cubismo, al tiempo que llegó a coleccionar más de quinientas ediciones de la obra de Cervantes.

Enrique Herreros dibujó hasta el final de su vida y como tal, además de pintor y grabador y apasionado impulsor del collage en España, colgó sus obras en cuarenta y cinco exposiciones, entre individuales y colectivas, desde que expuso por vez primera en el Salón de la Asociación de la Prensa de Madrid, el 25 de abril de 1942.

Paralelamente, mantuvo con ahínco su afición por el montañismo, ocupando cargos directivos en organizaciones alpinas, como presidente de la Escuela Castellana de Alta Montaña, así como de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, entre 1968 y 1971. De hecho, falleció como consecuencia de un accidente sucedido en un todoterreno en los puertos de Aliva del macizo central de los Picos de Europa, siendo reconocida su labor a título póstumo con la Medalla al Mérito Deportivo.

Este hombre polifacético de amplio recorrido, pintor, dibujante, grabador, fotógrafo, escritor, bibliófilo, director de cine, actor circunstancial, publicista y humorista, montañero, alpinista y esquiador, poseyó múltiples premios a sus méritos deportivos y artísticos, incluso con unos jardines en Madrid que llevan su nombre, aunque tal vez su mejor recompensa haya sido despertar la sonrisa del lector que sigue acercándose a sus viñetas de La Codorniz, siempre recuperada en las librerías, en los archivos y en el recuerdo de los amantes de aquel nuevo humor que hizo más felices a los españoles del siglo XX. En enero de 2004, la Comunidad de Madrid inauguró una exposición antológica de su obra que, de forma itinerante, recorrió desde la capital todas las poblaciones más importantes de la comarca madrileña.

 

Obras de ~: ¿Quiere usted aprender a torear?, Madrid, Afrodisio Aguado, 1944; El sábado a la sierra, Madrid, Comunidad de Madrid-Real Sociedad Española de Alpinismo de Peñalara, 2004 (2.ª ed., 2010).

Ilustrador: P. Muñoz Seca, La venganza de Don Mendo, pról. de J. Benavente, Madrid, Afrodisio Aguado, 1943; W. Fernández Flórez, El toro, el torero y el gato, Madrid, Aguilar, 1948; O. Wilde, El retrato de Dorian Gray, Madrid, Afrodisio Aguado, 1951; M. de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, Madrid, Editora Nacional, 1966 (Madrid, Edaf, 1999; Madrid, Edaf, 2002).

Filmografía: dir. en: La Pedriza (cortometraje), 1941; Al pie del Almanzor (cortometraje), 1941; María Fernanda, la Jerezana, 1946; La muralla feliz, 1947. Actor en: E. Neville (dir.), ¡Yo quiero que me lleven a Hollywood!, 1932; R. Gil (dir.), Eloísa está debajo de un almendro, 1943; El fantasma y doña Juanita, 1944; El Clavo, 1944; L. Sáenz de Heredia (dir.), El destino se disculpa, 1944; L. Vadja (dir.), Cinco lobitos, 1945; E. Neville (dir.), La vida en un hilo, 1945; F. Alonso Casares (dir.), Espronceda, 1945; R. Gil (dir.), Don Quijote de la Mancha, 1948; De Madrid al cielo, 1952; T. Demicheli (dir.), Carmen, la de Ronda, 1959; M. Ronet (dir.), Le voleur de Tibidabo, 1964.

 

Bibl.: VV. AA., Enrique Herreros. Exposición antológica, 1903-1977, catálogo de exposición, Madrid, Centro Cultural Conde Duque, 1983; Á. Armero, Una aventura americana. Españoles en Hollywood, Madrid, Compañía Literaria, 1995; J. M.ª López Ruiz, La vida alegre. Historia de las revistas humorísticas, festivas y satíricas publicadas en la Villa y Corte de Madrid, Madrid, Compañía Literaria, 1995; VV. AA., Donación Enrique Herreros, catálogo de exposición, Madrid, Museo Municipal, 1995; VV. AA., La Codorniz. Antología (1941- 1978), selecc. de J. M. Salcedo, Madrid, EDAF, 1998, 3 vols.; J. L. Borau, “Herreros, Enrique (Enrique García-Herreros Codesino)”, en Diccionario del cine español, Madrid, Alianza Editorial-Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, 1998, págs. 452-453; J. M.ª López Ruiz, Los pecados de la carne: crónicas de las publicaciones eróticas españolas, Madrid, Temas de Hoy, 2001; E. García-Herreros y Maenza y N. Mistral, 35 estampas eróticas de Enrique García-Herreros Codesido, Madrid, EDAF, 2003; A. Llera, El humor verbal y visual de La Codorniz, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003; E. Grano de Oro-González, La otra generación del 27. El Humor nuevo español y La Codorniz primera, Madrid, Polifemo, 2004; VV. AA., Los Quijotes de Enrique Herreros, Madrid, Museo Municipal de Arte Contemporáneo, 2005; E. García-Herreros y Maenza, La Codorniz de Enrique Herreros, Madrid, EDAF, 2005; VV. AA., Los carteles de cine de Enrique García-Herreros Codesido, Madrid, EDAF, 2009.

 

Enrique García-Herreros y Maenza, María José Conde Guerri y Tomás Arribas Martínez

Relación con otros personajes del DBE

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