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Beato José Aparicio Sanz

Biografía

Aparicio Sanz, José. Enguera (Valencia), 12.III.1893 – Paterna (Valencia), 29.XII.1936. Sacerdote diocesano, mártir, beato.

Estudió bachillerato en las Escuelas Pías de Valencia e ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas.

Recibió el presbiterado en 1916. Su primer cargo fue la Vicaría de Benali (Valencia). Pasó después a Santa María de Oliva (Valencia) como coadjutor, destacándose por la caridad con que atendió a los enfermos de epidemia de gripe de 1918. Fue después a Benifallim (Alicante) y a Luchente (Valencia), donde publicó escritos de espiritualidad y mística e hizo un centro de irradiación eucarística del lugar santificado por el milagro de los Corporales de Daroca. Nombrado arcipreste de su población natal, fue éste su último encargo pastoral.

Recluido en su casa en los días difíciles de julio de 1936, continuó atendiendo a sus feligreses. Pero el 11 de octubre fue detenido y llevado al seminario de Valencia convertido en checa. Junto con él fueron llevados su coadjutor, Enrique Juan Requena y varios seglares. Animó a sus compañeros, pidiendo a todos que perdonasen a sus enemigos. De allí pasaron al Gobierno Civil y el 13 del mismo mes los recluyeron en la Cárcel Modelo. El 29 de diciembre lo sacaron con otros treinta y cinco detenidos, entre ellos ocho sacerdotes. Durante el camino hacia el Picadero de Paterna, les habló del cielo y les alentó a que perdonaran.

Llegados al lugar de la ejecución, preguntó por el que les iba a matar y le abrazó, le perdonó en nombre de todos. Ofreció su vida por los demás, porque había muchos padres de familia, pero no lo aceptaron. Pidió permiso para dirigir la palabra a todos sus compañeros y se lo concedieron. Les animó a hacer pública profesión de fe cristiana y les habló de la dicha tan grande que les esperaba al morir. Se arrodillaron, les dio la absolución y la bendición papal, les recomendó el alma y gritó: “¡Viva Cristo Rey!”.

Todos repitieron este grito y sonó la descarga. Tenía cuarenta y tres años. Sus restos se veneran en la capilla del Santísimo de la parroquia de Enguera.

Enrique Juan Requena —Ayelo de Malferit (Valencia), 2.III.1907—. Estudió en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas y en el Seminario Conciliar de Valencia. Fue ordenado presbítero en 1930 y nombrado Coadjutor de Enguera (Valencia), cargo en el que sufrió el asesinato con su párroco y otros sacerdotes el 29 de diciembre de 1936. Como ellos, cayó perdonando a sus enemigos y gritando “¡Viva Cristo Rey!”. Tenía veintinueve años. Sus restos se veneran en el templo parroquial de Ayelo de Malferit.

Fueron también mártires los sacerdotes de la diócesis de Valencia: Fernando González Añón —Turís (Valencia), 17.II.1886 – Picasent (Valencia), 27.VIII.1936—. Acabados los estudios de perito mercantil, ingresó en el seminario. Fue ordenado presbítero en 1913. El pueblo de Alcácer (Valencia) fue su primer destino.

Ejerció después en Macastre (Valencia) y, como capellán de la Hidroeléctrica, en el Salto de Rambla Seca (Valencia). Estuvo de cura regente en Anna (Valencia) y en la parroquia de San Juan de la Ribera, de Valencia. En 1931 fue trasladado a su pueblo, Turís.

Poco antes de los acontecimientos de julio de 1936 fue detenido por no consentir los atropellos cometidos contra la iglesia y otros lugares sagrados de Turís.

En la fiesta de la Inmaculada de 1934, día en que fueron asesinados los seglares católicos de Valencia, Perles y Perpiñá, hizo un ofrecimiento a la Virgen que repitió en estos días: “Madre de Dios de los Dolores, si queréis mi sangre para salvar a Turís, tomadla”.

El 27 de agosto de 1936 fue obligado a dejar la casa rectoral y fusilado en la carretera de Picasent a Turís, a siete kilómetros de aquel pueblo, en su término municipal. Uno de sus agresores decía: “Después de unos tiros en el vientre, revolcándose por el suelo, aún gritaba: perdónalos, Señor. ¡Viva Cristo Rey!”. Tenía cincuenta años.

Juan Ventura Solsona —Villahermosa del Río (Castellón), 1875 – Castillo de Villamalefa (Castellón), 17.IX.1936—. Huérfano de padre y el mayor de once hermanos, consiguió una beca para estudiar en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de Valencia, y se incorporó a la Hermandad Sacerdotal de Operarios Diocesanos. Se ordenó presbítero en 1901 y fue enviado a México, al Seminario de Cuernavaca, donde actuó como vicerrector y profesor hasta 1909.

De vuelta a España, fue administrador del seminario de Cuenca el curso 1909-1910, estuvo unos meses en el seminario de Toledo y pasó al Colegio Español de Roma, del que en 1914 fue nombrado vicerrector.

En 1919 lo trasladaron al seminario de Barcelona como director espiritual, hasta 1923. La falta de salud no le permitió continuar en la hermandad y solicitó ser admitido en la archidiócesis de Valencia en 1926, adjudicándole una parroquia en la barriada del Cabañal.

En enero de 1936, con sesenta años y siempre delicado de salud, pasó a ser párroco en Villahermosa del Río, su pueblo natal. A mediados de julio, hizo un viaje a Valencia y allí le sorprendió la guerra. Fue detenido en el Cabañal y obtuvo la libertad. El 2 de agosto unos milicianos clausuraron la iglesia; él se escondió durante quince días, pero para no comprometer a sus protectores, el 8 de septiembre se presentó al Comité, confiando en su buena voluntad. Pero la noche del 17 de septiembre lo detuvieron saliendo por la carretera de Teruel a Castellón. En el término de Castillo de Villamalefa (Castellón), le hicieron bajar del coche y les pidió que le dejasen decir unas palabras.

Con toda serenidad les dirigió a los que le iban a matar palabras de amor y de perdón. Tras unas descargas de fusil, cayó muerto en el acto. Sus restos se veneran en la parroquia de Villahermosa del Río.

José Ruiz Bruixola —Foyos (Valencia), 30.III.1857 – Gilet (Valencia), 28.X.1936—. En 1878 ingresó en el seminario de Valencia y recibió la ordenación de presbítero en 1882. Fue nombrado primero coadjutor y luego párroco de Cuart de Poblet (Valencia).

Más tarde, beneficiado de San Nicolás Obispo y San Pedro Mártir, de Valencia y después cura ecónomo de la parroquia de Santa Catalina y San Agustín de Valencia, donde permaneció por algunos años, siendo considerado el padre de los pobres. Pasó luego como cura ecónomo a San Esteban Protomártir de Valencia.

Perteneció a la venerable Escuela de Cristo, cuyo fin primordial era alcanzar la perfección frecuentando los sacramentos, visitando hospitales y cárceles, y ejerciendo distintos actos de piedad y caridad. En 1923 fue nombrado párroco de San Nicolás, de Valencia.

Apenas estalló la revolución, fue obligado a abandonar su casa y buscó refugio en su pueblo natal, donde permaneció tres meses en casa de unos sobrinos. En la noche del 28 de octubre de 1936, unos milicianos se lo llevaron junto con otras personas y los recluyeron en una casa, donde exhortó a todos a aceptar su destino.

Les condujeron luego a Gilet (Valencia), lugar de la ejecución, quedando él el último para animarles y sostenerles. Contaba setenta y nueve años. Sus restos se veneran en el Cementerio Parroquial de Foyos, junto con los de otros mártires de la población.

Ramón Martí Soriano —Burjasot (Valencia), 7.X.1902 – Bétera (Valencia), 27.VIII.1936—. Entró en el Seminario de Valencia, donde fue fámulo del rector y oficial de la Secretaría de Estudios. Fue ordenado presbítero en 1926 y nombrado coadjutor de Vallada (Valencia), donde vivió con caridad heroica. El Viernes Santo de 1936 fue obligado por el alcalde a abandonar su parroquia y marchó a su pueblo natal, quedando como capellán de las monjas Trinitarias. El 27 de agosto fue detenido y, llevado al comité, intentaron arrancarle una confesión que les permitiese salvarlo. Le dijeron: “Si reniegas de Jesucristo, te perdonamos y te daremos un buen empleo en el ayuntamiento; de lo contrario, ya sabes lo que te toca”. Ese mismo día, por la noche, junto con otros muchos detenidos, fue trasladado en un coche por la carretera de Godella a Bétera (Valencia). En el camino volvieron a tentarle: “Si reniegas, te salvamos la vida”. En la misma carretera cayó ametrallado. Tenía treinta y tres años. Sus restos se veneran en la parroquia de Vallada.

Joaquín Vilanova Camallonga —Onteniente (Valencia), 6.X.1888 – Ollería (Valencia), 29.VII.1936—. Ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de Valencia y en1920 fue ordenado presbítero y nombrado regente de Cuatretondeta (Alicante) y, al poco, coadjutor de Ibi (Alicante), donde ejerció el resto de su vida ministerial. Su actividad fue muy intensa en la catequesis, confesión, dirección espiritual y atención a los pobres y enfermos. El 24 de julio de 1936 recibió la orden de cerrar la iglesia y entregar las llaves y el 29 lo conminaron a que saliese del pueblo y se trasladase a Onteniente, su ciudad natal. Pero allí fue detenido y le maltrataron —le agujerearon una mano con un clavo— en un campo en el término municipal de Ollería (Valencia). Tenía cuarenta y siete años. Sus restos se veneran en la parroquia de la Transfiguración del Señor de Ibi.

Enrique Morant Pellicer —Bellreguart (Valencia), 13.X.1908 – Jaraco (Valencia), 4.X.1936—. Cursó el bachillerato en las Escuelas Pías de Gandía.Se trasladó a Madrid, donde inició los estudios de Arquitectura, pero enseguida pasó al seminario.

En sus vacaciones, fundó la Legión Católica, preludio de la Acción Católica. Ordenado presbítero en 1933, tomó posesión de la parroquia de Bárig (Valencia), donde desarrolló gran actividad apostólica.

Después de las elecciones de febrero de 1936, por las calumnias de que fue objeto, salió de Bárig, obligado por el ayuntamiento. Al marchar a su casa natal, fue nombrado Director del Patronato del Grao de Valencia. El 3 de octubre lo detuvieron.

Al día siguiente lo ejecutaron en el término municipal de Jaraco (Valencia). Tenía veintisiete años. Sus restos mortales reposan en la iglesia parroquial de Bellreguart.

Carmelo Sastre Sastre —Pego (Alicante), 21.XII.1890 – Piles (Valencia), 15.VIII.1936—. Ingresó en el seminario de Valencia y fue ordenado sacerdote en 1919. Se le encomendó Margarida (Alicante) y, al poco, Villalonga (Valencia), en donde realizó una extraordinaria labor apostólica. Pasados cuatro años, lo destinaron a Tabernes de Valldigna (Valencia). Posteriormente desempeñó una vicaría en Oliva (Valencia) y, por último, fue párroco de Piles (Valencia), donde sus actividades apostólicas se vieron obstaculizadas por el ambiente de hostilidad hacia todo lo religioso. El 18 de julio de 1936 le sellaron la iglesia y le prohibieron salir de su casa.

El día 13 de agosto lo detuvieron y se lo llevaron al ayuntamiento, donde estuvo hasta el día 15 por la noche. Este día lo condujeron al lugar conocido como la “cruz de Palma de Gandía”, donde lo asesinaron.

Murió gritando “¡Viva Cristo Rey!” y perdonando a los asesinos. Tenía cuarenta y cinco años.

Sus restos se veneran en el templo parroquial de Piles (Valencia).

Estos sacerdotes fueron beatificados por Juan Pablo II, en Roma, el 11 de marzo de 2001.

 

Bibl.: R. Alventosa García, Mártires de la fe. Héroes de la patria. Don José Aparicio y Sanz, Arcipreste de Enguera, Valencia, La Semana Gráfica, 1940; J. Zahonero Vivó, Sacerdotes mártires. Archidiócesis de Valencia, 1936-1939, Valencia, Editorial Marfil, 1951 (Alcoy, 1957); V. Cárcel Orti, Historia de la Iglesia en Valencia, t. II, Valencia, Arzobispado de Valencia, 1986; V. Gabarda Cebellan, La represión en la retaguardia republicana. País Valenciano 1936-1939, Valencia, Ediciones Alfonso el Magnánimo, 1996; V. Cárcel Orti y R. Fita Revert, Mártires Valencianos del Siglo XX, Valencia, Edicep, 1998; R. Fita Revert, Mártires de Cristo de la Archidiócesis de Valencia, Valencia, Delegación Diocesana para las Causas de los Santos de la Archidiócesis de Valencia, 1999; Boletín Oficial del Arzobispado de Valencia. Número extraordinario. Beatificación de los Mártires. 11 de marzo de 2001, Época IV, vol. 14 (2001), n.º 3240; A. Ferri Chulio, “Beato Fernando González Añón”, en VV. AA., Año cristiano VIII, agosto, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 2005, págs. 987-991; “Beato José Aparicio Sanz”, en VV. AA., Año cristiano XII, diciembre, Madrid, (BAC), 2006, págs. 726-732; M.ª E. González Rodríguez, Los primeros 479 santos y beatos mártires del siglo XX en España. Quiénes son y de dónde vienen, Madrid, Edice, 2008, págs. 327-336.

 

María Encarnación González Rodríguez

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