Otero Abeledo, José. Laxeiro. Lalín (Pontevedra), 23.II.1908 – Vigo (Pontevedra), 21.VI.1996. Pintor.
Nació en la parroquia de Don Ramiro, en el Ayuntamiento pontevedrés de Lalín, y fue el primero de siete hermanos. Su infancia transcurrió en un contexto típicamente rural gallego. A los ocho años ya mostraba una gran facilidad para la fabulación y el dibujo, provocada por las historias que su abuela materna contaba en las noches de invierno alrededor del fuego del hogar. Su maestra, doña Teresa, percatada de su gran facilidad para el dibujo, le regaló pinturas y le habló de los maestros del Museo del Prado como Velázquez, Rubens, Goya, etc.
En 1921 emigró con su familia a La Habana. Trabajaba de día y asistía de noche a las clases de Dibujo del Plantel de Enseñanza Concepción Arenal del Centro Gallego de La Habana. Fue ayudante de escenografía en el Teatro Martí de La Habana, con el maestro catalán Manuel Roy.
En 1925, después de proyectar la vidriera artística en la casa Ballesteros Hnos., regresó a Lalín enfermo de tuberculosis. Se recuperó y tomó la firme decisión de dedicarse a la pintura de forma profesional. Ese mismo año montó una barbería en Lalín y recorrió toda la comarca como barbero ambulante hasta el fin de la década. Fue conocido como el barbero pintor. Dibujaba sin descanso a los clientes y todo tipo de personajes populares. Este período le sirvió para profundizar en el género del retrato. Consiguió una especial habilidad para captar la psicología de sus modelos y este aprendizaje le fue útil en numerosas ocasiones a lo largo de su vida para subsistir mediante la realización de retratos por encargo.
En 1931, becado por el Ayuntamiento de Lalín, viajó a Madrid para estudiar como alumno libre de Bellas Artes en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí conectó de manera especial con los profesores Menéndez, Pizarro y Crespín. Fue un año de intenso aprendizaje.
En 1932 consiguió prolongar su estancia en Madrid, gracias a una beca de la Diputación de Pontevedra. Visitó el Museo del Prado con asiduidad y se integró en las tertulias de café con intelectuales gallegos como Castelao, Otero Pedrayo, Vicente Risco y otros. Asistió también a las tertulias “Granja del Henar”, donde escuchó, entre otros, a García Lorca y Valle-Inclán.
En 1933 regresó a Galicia y participó en la exposición de la Barraca Resol, en Santiago de Compostela, junto a compañeros de generación, como Maside, Colmeiro, Seoane y otros. Éste fue el nacimiento del grupo de Los Renovadores.
Un año más tarde realizó su primera exposición individual en la Facultad de Filosofía y Letras de Santiago de Compostela. Asombraba a intelectuales y críticos y se empezó a hablar de una forma revolucionaria de pintura para la Galicia de aquellos años. Adoptó la “estética granítica”, consistente en una pintura “texturada”, con grandes cantidades de pigmento, pintada a paleta con un cromatismo terroso y oscuro. Su temática era una síntesis de lo sobrenatural y lo mundano, producto de su fascinación por los mitos y las historias populares. La “estética granítica” adoptó influencias de la riquísima tradición escultórica y arquitectónica del medioevo gallego, distanciándose voluntariamente de las influencias mediterráneas y mirando hacia los expresionismos que triunfaban en el norte europeo.
Entre 1937 y 1939 fue soldado forzoso en el frente de Asturias. Trabó una profunda amistad con el poeta gallego Celso Emilio Ferreiro. En 1940 se estableció en Pontevedra, como profesor de Dibujo en el Instituto Valle-Inclán. Pintó el célebre mural El manantial de la vida, que todavía hoy se puede ver en el Café Moderno de Pontevedra.
En 1942 se estableció en Vigo. Son años en los que combinaba su vocación vanguardista con la realización de numerosos retratos hechos por encargo.
Después de una década de residencia en Vigo, con exposiciones en Bilbao, Madrid y Galicia, en 1951 se trasladó a Buenos Aires para participar en una colectiva de artistas gallegos. Se quedó en la capital argentina hasta 1970.
En Buenos Aires se abrió hacia las tendencias internacionales, inscribiéndose definitivamente dentro de las corrientes expresionistas. Radicalizó su estilo, llegando a coquetear con la abstracción y su pintura se simplificó. Trabajó la bidimensionalidad y los colores fueron perdiendo ese oscurantismo definitorio de su etapa granítica para hacerse cada vez más luminosos. Llevó una vida muy activa, constituyendo este período la verdadera madurez del artista. Participó en numerosas exposiciones, pronunció conferencias y se integró en los círculos artísticos argentinos, llegando a ser elegido vicepresidente de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos.
En 1962 participó en la exposición Cincuenta años de pintura figurativa española, organizada por la Galería Charpentier en París. En 1970, después de una gran retrospectiva en la Art Gallery International de Buenos Aires, regresó a España, repartiendo su tiempo entre Madrid, Vigo y su Lalín natal. Se sucedieron numerosas exposiciones y actos de reconocimiento, como la Primera Medalla de la Bienal de Pontevedra en 1973, la Medalla Hojas de Roble del Ayuntamiento de Lalín en 1986, el Pedrón de Ouro del Patronato Rosalía de Castro en 1988, la Medalla Castelao de la Xunta de Galicia en 1989, la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Vigo en 1990, las Medallas Curros Enríquez y Unión Fenosa en 1991. Se realizaron varias exposiciones importantes como la Antológica en la VIII Bienal Nacional de Arte de Pontevedra, la exposición Laxeiro en Argentina (1952- 1970) en el Kiosko Alfonso de La Coruña, o la Antología homenaje a Laxeiro que le dedicó el Colectivo Atlántica en 1981, año en el que el artista donó la Colección Laxeiro a la ciudad de Vigo que hoy día se puede ver en la Fundación que lleva su nombre.
En 1989 proyectó las vidrieras del Parlamento de Galicia; el Auditorio de Galicia se inauguró con una exposición suya y en 1990 diseñó una vajilla para Sargadelos, ilustró los libros Galicia, de Camilo José Cela, y O Enxeñoso cabaleiro Don Quixote da Mancha, una traducción al gallego del libro de Cervantes. En 1991 ilustró O camaleón solteiro, de Camilo José Cela, y proyectó las vidrieras para la sede de la Universidad de Vigo. En 1996 se le dedicó una gran retrospectiva en el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela, y ese mismo año murió en Vigo.
La pintura de Laxeiro tiene un corte definitivamente “atlantista”, observándose coincidencias con movimientos expresionistas americanos, como el expresionismo abstracto y europeos, el informalismo, el Grupo CoBrA, o ya en la década de 1980, los Nuevos Salvajes alemanes que, al igual que Los Renovadores gallegos, predicaron la vuelta al primitivismo mediante una figuración que parece negarse a sí misma, reivindicando la expresividad del gesto que relaja el dibujo hasta convertir al color, aplicado con espesura, en protagonista absoluto. Históricamente, Laxeiro y sus compañeros de generación significan la entrada de la pintura gallega en la contemporaneidad.
Obras de ~: Carnavalada, 1934; Mascarón, 1934; Carrotón de nenos, 1934; O manantial da vida, 1940; Autorretrato, 1941; Concerto, 1945; Trasmundo, 1946; Autorretrato, 1952; Lúa azul, 1953; Traxedia, 1956; Hans de Islandia, 1966; Os deuses, 1970; Cruz, 1970; Maquinaria humana, 1972; A cor, 1974; O moneco pintor, 1977; O moneco que fala, 1982; O arrepentemento do moneco malo, 1985; Homenaxe a Lalín, 1989; Composición, 1990.
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Francisco Javier Pérez Buján