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Mauricio Rodríguez de Berlanga

Biografía

Rodríguez de Berlanga, Mauricio. Cádiz, 22.IX.1758 – Sevilla, 6.IV.1837. Mariscal de campo de Ingenieros.

Ingresó en el Ejército el 17 de julio de 1790 como cadete del Regimiento de Infantería Fijo de Orán, en cuya Academia Militar de Matemáticas realizó los estudios reglamentarios. Sirvió inicialmente como ingeniero voluntario en la citada plaza hasta su ingreso en el Cuerpo de Ingenieros como ayudante y subteniente en febrero de 1791. Participaba en la defensa de la plaza, durante el sitio puesto por el bey de Mascará en ese mismo año. Continuaba su “mérito” en Orán hasta su evacuación en 1792, al entregarse la plaza, por acuerdo con el bey de Argel, Hassan Bajá.

En marzo de 1792 era destinado a la Dirección de Ingenieros de Andalucía, y en el mismo mes, pero de 1794, al Ejército de Cataluña, con el que participó en la Guerra del Rosellón o de la Convención. En la citada campaña realizaba numerosas obras de defensa, pasando posteriormente a la plaza de Hostalrich, encargado de los trabajos de fortificación. En 1795 era destinado a la plaza de Barcelona, volviendo más tarde a su anterior destino en la Dirección del Cuerpo en Andalucía.

En el reconocimiento realizado por el entonces teniente e ingeniero extraordinario Mauricio Rodríguez de Berlanga en 1796 de las poblaciones de Ayamonte, Sanlúcar de Guadiana, Puebla de Guzmán y Paymogo (Huelva), se menciona que la defensa de estos pueblos estaba formada por los asentamientos de artillería y los propios vecinos. En el caso de Puebla de Guzmán especificaba que no se había dotado de Artillería, pero sí de fusiles, por lo que, junto a los vecinos y “ayudado de algunos destacamentos de Ynfanteria y Cavalleria, podra defender mui bien sus hogares”.

A mediados de 1797 solicitaba pasar destinado al Río de la Plata, aunque no embarcó hasta noviembre de 1798, estando empleado en ese intervalo en la frontera con Portugal. En junio de 1802 formó parte del tribunal examinador de la Academia de Náutica de Buenos Aires, establecida por el Real Consulado. En 1794 se había creado el Real Consulado de Buenos Aires, corporación de carácter mercantil que, entre sus obligaciones, debía establecer una Academia de Náutica, que se organizaba el 5 de octubre de 1799. Sin ser castrense por su funcionamiento ni finalidades, la Academia de Náutica fue ámbito de acción docente para los ingenieros militares, ya que su primer director fue el ingeniero voluntario Pedro Cerviño y, además, contaba con varios ingenieros militares como profesores: José Gracia Martínez de Cáceres, Antonio Durante y Mauricio Rodríguez de Berlanga, junto al capitán de navío ingeniero Martín Boneo. La academia fue posteriormente denominada “Academia de Matemáticas” y dejó de funcionar en 1808.

Rodríguez de Berlanga se encontraba en Buenos Aires cuando la insurrección de 1810. En noviembre del siguiente año formó parte del Estado Mayor organizado en la plaza, como sargento mayor de brigada en representación del Cuerpo de Ingenieros y en octubre de 1814 se embarcaba para Río de Janeiro, llegando a Cádiz en febrero de 1815. Separado del servicio, según la acusación, por no haber intentado volver con anterioridad, “permaneciendo bajo la dominación del Gobierno revolucionario”, en diciembre de 1818 era rehabilitado por una R. O. de Fernando VII y repuesto en su empleo.

Destinado en junio de 1819 a la Costa de Granada, estaba en Málaga en 1823 cuando entraban en la plaza “Los Cien Mil Hijos de San Luis”, para reponer a Fernando VII en el absolutismo, presentándose a los mandos de dichas tropas que le confirmaban en su destino. En abril de 1824 pasaba a servir a la plaza de Ceuta, donde además de desempeñar el cargo de jefe de la Comandancia de Ingenieros, fue teniente del rey y presidió la Comisión Militar de la plaza. En julio de 1826 era designado jefe de la Comandancia de Ingenieros de Granada y en mayo de 1834 era promovido a mariscal de campo, pasando a la situación de cuartel, a petición propia, en dicha plaza.

Con anterioridad, en 1803 daba a conocer sus Reflexiones que debe tener presente el Governador de una plaza sitiada. El manuscrito es una recopilación hecha por Berlanga de numerosos documentos relacionados con la ingeniería militar durante la segunda mitad del siglo XVIII. Ofrece una amplísima visión de los problemas con los que se enfrentaban los ingenieros españoles durante la segunda mitad del siglo citado. Los documentos, datados desde 1750 aproximadamente hasta principios de 1800, están relacionados en un amplio índice. La mayoría de ellos, escritos por Berlanga, incluyendo algunos textos de otros autores que él consideraba útiles. Al igual que el texto, todas las láminas están realizadas por él mismo. Sus Reflexiones tienen una sección teórica y técnica sobre medidas, pensamientos teóricos sobre la defensa de sitios, detalles relacionados con la alimentación y abastecimiento de los sitiados. Describe, ilustrándola con una lámina, la instalación de pararrayos en los polvorines para evitar que estallaran accidentalmente por la caída de un rayo, representando una de las primeras referencias a los pararrayos en España.

El manuscrito contiene también unos tratados e ilustraciones sobre la cuestión de la conquista de Gibraltar. Encargado de evaluar la situación defensiva de las fortalezas españolas alrededor de las fronteras con Portugal y Francia, ofrece información sobre la situación defensiva de España de la época (Ayamonte, Puebla de Sanabria, Puebla de Guzmán, Tortosa, Lérida, Figueras, Rosas, etc.). Berlanga también se encargó de llevar a cabo muchas de las reformas que necesitaban las fortificaciones, informando sobre las características de las diferentes fortalezas y sobre las características de las poblaciones donde se encontraban las mismas e incluso de su historia. También de su época en América habla de la situación de las defensas de Buenos Aires y de Montevideo.

El 24 de marzo de 1830 Mauricio Rodríguez de Berlanga firmaba en Granada un extenso y detallado informe sobre el estado de las fortificaciones de la “costa de Granada”, que incluía las costas almeriense y malagueña, además de las granadinas. Sin agotar la cuestión, en el informe señalaba entre otros puntos revisados, que desde 1827 sólo se habían restaurado el castillo de San Pedro, parte de la muralla de Almería donde se seguía trabajando, algunas torres en diferentes partidos, y se estaba construyendo desde los cimientos el Fuerte de San Telmo, inmediato a dicha ciudad. Respecto al sector malagueño, se habían recompuesto el fuerte de Santa Catalina, las baterías de San Felipe, San Nicolás y San José y el castillo de Torremolinos y se estaba reparando en dicha fecha la batería de San Carlos.

Del castillo de Adra, informaba que era de planta antigua y podía contener seis cañones de a 24 libras y dos compañías de infantería, pero necesitaba reparos que presupuestó en 3.000 reales de vellón, aconsejando la construcción de una batería en la Peña de Quiroga. Respecto al castillo de San Miguel de Almuñécar, decía que no ofrecía fuegos rasantes por lo que era conveniente complementarlo con una batería baja. En cuanto al castillo de San Luis de Estepona, de planta irregular con el frente del mar en ángulo con dos cubos en sus extremos, aconsejaba su rehabilitación, a pesar de haberse construido casas y almacenes entre ella y el mar.

En la costa de Granada, el castillo de La Rábita estaba bastante deteriorado, pero había de conservarse por no disponer de presupuesto para construir una fortificación de nueva planta en la playa, como proponía. En el cabo de Gata, el fuerte de San José, Berlanga anotó que tenía nueve cañones clavados en tierra y tres más inútiles y el fuerte de San Pedro, puerto y aguadero del litoral del cabo de Gata, señalaba que podía montar cuatro cañones de gran calibre, pero no tenía ninguno de servicio y había cinco de hierro clavados en las piedras de la playa.

 

Obras de ~: Reflexiones que debe tener presente el Governador de una plaza sitiadac. 1803; Informe de Mauricio Rodríguez de Berlanga sobre el estado de las fortificaciones de la costa de Cádiz, 24 de marzo de 1830.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Exp. personal.

H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Universidad, 1983; J. C. Hernández, “Gerónimo Amici y los proyectos de cuarteles para el regimiento de caballería de Andalucía, en la provincia de Huelva”, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII. Historia del Arte, 4 (1991), págs. 239-264; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; M. G. Cano Révora, Cádiz y el Real Cuerpo de Ingenieros Militares (1697-1847). Utilidad y Firmeza, Cádiz, Universidad, 1994; A. Gil Albarracín, Documentos sobre la Defensa de la Costa del Reino de Granada (1497-1857), Barcelona, Ingoprint, 2004; A. Martín-Lanuza Martínez, Diccionario Biográfico del Generalato Español. Reinados de Carlos IV y Fernando VII (1788-1833), Madrid, Foro para el Estudio de la Historia Militar de España, 2012; J. C. Perez Arrieu, “Los Ingenieros Militares desde la Colonia hasta 1930”, en Centro de Estudios Grl Mosconi, junio de 2016 [en línea], disponible en http://www.ceptm.iue.edu.ar/pdf/losIngenierosMilitaresHasta1930.pdf.; A. Gil Albarracín, “Destrucción y reconstrucción del dispositivo defensivo en el litoral andaluz durante la primera mitad del siglo XIX”, conferencia en Progreso y evolución de las armas, fortificaciones y buques de guerra, durante el siglo XIX (desde la guerra de la independencia al reinado de Alfonso XII) [en línea], disponible en http://www.aforca.org/jornadas/pon06_12.doc.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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