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Antonio Claudio Álvarez de Quiñones

Biografía

Álvarez de Quiñones, Antonio Claudio. Alcalá de Henares (Madrid), 1674 – Bogotá (Colombia), 21.X.1736. Arzobispo de Santo Domingo y de Santafé de Bogotá.

Natural de Alcalá de Henares, realizó sus estudios universitarios de Derecho Canónico en su Universidad como colegial del Colegio Mayor de San Ildefonso, obteniendo los grados de licenciado y doctor en Cánones, además de opositar y ganar una cátedra de Derecho Canónico en la propia Universidad de Alcalá de Henares. En la información genealógica que se hace para la obtención del grado de licenciado en Cánones, fechada en “la ciudad de Alcalá de Henares en 5 días del mes de junio del año 1700”, se habla de una edad de veintiséis años para el futuro licenciado y los tres testigos que responden a las cuatro preguntas formuladas le señalan como “natural de la dicha ciudad”, y como hijo legítimo de Antonio Quiñones y de Catalina García, siendo su padre y abuelos paternos naturales de Quintanilla, en la diócesis de León, y su madre y abuelos maternos naturales de las villas de Santorcaz y Hontanar, en la diócesis de Toledo, todos ellos “cristianos viejos, limpios de toda mala raza, de judíos o moros”, y ninguno “castigado por la Santa Inquisición”.

Contó en los inicios de su carrera con el apoyo de su tío Francisco Álvarez de Quiñones —ex colegial del Mayor de San Ildefonso—, quien fuera obispo de Sigüenza, arzobispo de Mesina (Italia), obispo electo de Zaragoza y virrey y capitán general de Aragón. Nombrado canónigo en la colegiata de Berlanga de Duero, pasó a ser provisor y vicario general a la catedral de Sigüenza, y en 1712 fue nombrado arzobispo de Santo Domingo, destino americano en el que sustituía en este arzobispado a fray Francisco del Rincón, estudiante de Bolonia y maestro en Teología, quien había sido trasladado al obispado de Caracas.

De 1712 a 1716, como arzobispo de Santo Domingo, se ocupó de la provisión de las prebendas de su catedral, en virtud de una real cédula, puesto que las bulas no se le habían despachado, a causa de las dificultades entre Roma y la Corte de Madrid. Las bulas llegaron a su destino años después, en 1717.

Una vez preconizado y despachadas las ejecutoriales, el arzobispo pasó a Cuba para su consagración a manos del obispo de aquella diócesis, recibiendo la plenitud del sacerdocio el día 1 de mayo de 1718. Su regreso a Santo Domingo se produjo tres años después al haber estado ese tiempo aquejado de un herpes y la dolencia obligarle al descanso. En una arquidiócesis sumida en la pobreza y con una población muy disminuida, en el gobierno de su diócesis el arzobispo sólo intervino en la parroquia de San Carlos de Borromeo de Tenerife —fundada en 1684 por emigrantes canarios en terrenos cedidos por el Rey— y en 1722 visitó el santuario de Higüey.

En 1724 se le propuso para sustituir a fray Francisco del Rincón en el arzobispado de Santafé de Bogotá, recibiendo las bulas en 1725. Su entrada en el nuevo destino se retrasó, de nuevo por la enfermedad, hasta 1731. Su labor a lo largo de cinco años de mandato supuso, entre otras, la dotación de cuatro becas en el Colegio-Seminario de San Bartolomé y de dos en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, ambos en la capital; no dejar iglesia o ermita sin porción o dádiva; la donación de las casas lindantes con las Reales Casas de Moneda para sede perpetua del palacio Arzobispal, hoy sede del Museo Botero, o el encargo de la ejecución de una rica custodia para la catedral, conocida como “La Preciosa”. Actuaciones que provocaron quejas de los oidores ante Felipe V, “por los grandes excesos en orden a los excesivos dineros que lleva y en otras cosas irregulares con estado”.

Murió en 1736, habiendo designado albacea y fideicomisario tenedor de bienes a su amigo José de Quintana y Acevedo, oidor de la Audiencia de Santafé de Bogotá, quien dado lo cuantioso de los bienes encontró dificultades para la ejecución del testamento, en el que no se olvidó de su ciudad natal, Alcalá de Henares, ni de la universidad “en cuyo Colegio de San Ildefonso cursó”, confiando el encargo de distintas imposiciones “al Sr. Rector del Colegio Mayor de San Ildefonso y al Abad de San Justo y Pastor”.

 

Bibl.: C. Nouel, Historia Eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Primada de América, t. I, Roma, Oficina Poligráfica Italiana, 1913; G. Hernández de Alba, Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santa Fe de Bogotá. Libro Segundo, Bogotá, Editorial Centro, 1938-1940; J. Abel Salazar, Los estudios eclesiásticos superiores en el Nuevo Reino de Granada (1563-1810), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1946; J. de Rújula y de Ochotorena, Índice de los colegiales del Mayor de San Ildefonso y Menores de Alcalá, Madrid, CSIC, 1946; J. Restrepo Posada, Arquidiócesis de Bogotá. Datos biográficos de sus prelados, t. I (1564-1819), Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1961; J. Restrepo Posada, “Partidas de bautismo de los arzobispos de Bogotá”, en Boletín de Historia y Antigüedades, 663-665 (1970), págs. 89-104; C. Nouel, Historia Eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Primada de América, t. III, Episcopologio dominicano, por Fray Cipriano de Utrera, Santo Domingo, 1979; J. M. Pacheco, La iglesia bajo el regalismo de los Borbones. Siglo xviii. Libro Primero: De Felipe V a Carlos III. Historia Eclesiástica. Tomo 3. Historia Extensa de Colombia, Bogotá, Ediciones Lerner, 1986; M. Casado Arboniés, “Dos arzobispados americanos para el estudiante de Alcalá don Antonio Claudio Álvarez de Quiñones”, en Estudios de Historia Social y Económica de América, 7 (1991), págs. 268-283; P. M. Alonso Marañón, M. Casado Arboniés e I. Ruiz Rodríguez, Las Universidades de Alcalá y Sigüenza y su proyección institucional americana: legalidad, modelo y estudiantes universitarios en el Nuevo Mundo, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1997.

 

Manuel Casado Arboniés

Relación con otros personajes del DBE

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