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Ramón de la Sagra Périz

Biografía

Sagra Périz, Ramón de la. La Coruña, 8.IV.1798 – Neufchatel (Suiza), 25.V.1871. Naturalista, político y economista.

Cursó sus estudios en La Coruña, en la Escuela de Náutica, para posteriormente ingresar en el Ejército y en la Academia de Cadetes de Fonseca, en Santiago de Compostela. En 1819 se trasladó a Madrid en cuya Universidad terminó su carrera en Ciencias Naturales. Posteriormente fue destinado a la Fábrica de Tabacos de Santander.

Socialista utópico, seguidor de Fourier, Saint-Simon y el barón de Colins —uno de los intelectuales que más influencia ejerció en el pensamiento de La Sagra, a quien había conocido en Cuba, donde Colins residió entre 1818 y 1930— defendió la creación de un orden social racional basado en la educación y no en la revolución y abogó por la propiedad colectiva. Preocupado por la evolución de la sociedad, por la moral, la justicia y la libertad, se definió como un reformador social y defendió todas aquellas medidas que derivasen en la regeneración social y moral, por lo que parte de su obra se centró en el estudio de las mejoras sociales y de las instituciones, de forma particular en la reforma penitenciaria. En su proyecto social estaban implícitos los cambios económicos y educativos que tenían que producirse, principalmente el impulso y mejoramiento de la industria, la reforma del sistema agrícola, el desarrollo de las comunicaciones y de los sistemas de crédito y la puesta en marcha de sistemas educativos que contemplasen la adecuación de las enseñanzas a las necesidades del país, sobre todo en función de su industria y economía.

Científico y naturalista destacado fue miembro de distintas instituciones académicas como la Academia de Ciencias Sociales y Políticas de París, la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz, la Sociedad de Agricultura de Nueva York, entre otras. En España fue colaborador de varios periódicos, como El Conservador, que fundó en Madrid junto a un grupo de amigos, en su mayoría liberales, El Seminario Pintoresco Español, El Corresponsal, entre 1839 y 1841, El Clamor Público, desde 1846 a 1858, El Porvenir del que fue editor junto a Antolín Faraldo, y la revista Guía del Comercio, la cual fundó. En su círculo de amistades e interlocutores intelectuales se encontraban hombres prestigiosos, como el ya citado barón de Colins, Proudhon, Michel Chevalier, José Antonio Saco, De Candolle, Alexander von Humboldt, Esteban Sairó, Valentín Foronda, entre otros.

La voluntad de la Dirección General de Estudios del Reino de promover viajes de naturalistas a Cuba, Puerto Rico y Filipinas, sus contactos en los círculos políticos de Madrid (uno de sus valedores fue Leonardo Santos Suárez) y las buenas relaciones que La Sagra estableció en Cuba con Tomás Gener, cuando estuvo visitando la factoría de tabacos de La Habana en 1821, motivaron la creación de una Cátedra de Historia Natural en esta ciudad y su designación para ocuparla en 1822. Con este fin, en 1823 partió a Cuba en cuya capital residió hasta 1835 al frente de la Cátedra que en la práctica fue de Botánica Agrícola y director del Jardín Botánico de La Habana desde 1827.

Desde su llegada y hasta que comenzó sus tareas como profesor en octubre de 1824, Ramón de la Sagra elaboró diferentes informes sobre el Jardín Botánico de La Habana. Tras ellos se encuentra una concepción diferente de la botánica y de la ciencia agrícola. Las grandes reformas que debían acometerse afectaban tanto a la estructura del jardín como a la naturaleza y función del mismo, ya que en adelante pasaría a ser un lugar de estudio, ensayo e investigación, un vivero y un espacio de aclimatación. Propuestas éstas, como la de la aclimatación, que respondían a las directrices dadas por la Dirección General de Estudios.

Junto a los estudios de botánica y los ensayos históricos, económicos y geográficos que elaboró, La Sagra destinó parte de su tiempo a analizar el estado de la agricultura en Cuba y la manera de fomentarla con métodos racionales y científicos siguiendo el modelo de Gran Bretaña y Francia. Sus ideas avanzadas y sus logros los fue publicando en La Habana a partir de 1827 en la revista que él creó, Los Anales de Ciencias, Agricultura, Comercio y Artes, que recogen los principales adelantos modernos que tenían lugar en todos los ramos. Entre sus méritos también hay que mencionar la creación de la Institución Agrónoma en La Habana en 1829.

Propuso novedosos métodos científicos y técnicos para el cultivo de los principales productos de la economía cubana, la caña, el café y el tabaco, la separación del sector agrícola del fabril en la producción de azúcar, a la vez que insistió en la necesidad de diversificar la agricultura como una manera de salir del monocultivo, abrir nuevas ramas que fomentasen tanto la economía como el comercio, sobre todo interno, y la población. Para lograr la diversificación señalaba entre otros cultivos, la nuez moscada, la canela, nuevas especies de caña de azúcar, la vainilla, el alcanfor, el mabolo, las piñas, el café leroi y el de Batavia, el clavo, el añil, el zapote, el nopal de cochinilla, la pimienta negra, el algodón, el moral, etc. Su propuesta económica llevaba implícita otra de carácter social al hacer depender la transformación técnica de la agricultura del cambio previo del sistema de trabajo.

En sus trabajos sobre la manera de fomentar y modernizar la agricultura cubana es interesante y avanzado para la época el planteamiento que La Sagra hizo sobre la utilización de mano de obra esclava y la conveniencia de irla remplazando por brazos libres, condición indispensable para llevar a cabo el proceso de modernización de la industria azucarera. En su obra subyace el tema de la esclavitud como uno de los factores que impedían el desarrollo de Cuba: Historia económico-política y estadística de la isla de Cuba, o sea de sus progresos en la población, la agricultura, el comercio y las rentas (La Habana, 1831); Historia física, política y natural de la isla de Cuba (París-Madrid, 1832-1861), son algunos ejemplos.

Los intereses económicos y políticos entrecruzados en la mayor de las Antillas y sus ideas le ocasionaron la animadversión y el enfrentamiento con la elite cubana, tanto con los azucareros como con el sector reformista. A pesar de que algunos de sus proyectos para reformar la economía de Cuba fueron similares a los del grupo de liberales ilustrados que desde el reformismo idearon un futuro diferente para la isla, como José Antonio Saco o Francisco Frías, el conde de Pozos Dulces, la posición frente a algunas cuestiones políticas y culturales motivó el enfrentamiento con algunos de los intelectuales criollos, como el mencionado Saco. Por otra parte, su posición contraria al trabajo esclavo le ocasionó la enemistad de los azucareros y de algunos representantes del gobierno cuya postura creyeron contraria a los intereses de España.

Como reconocimiento a la labor desarrollada en Cuba en favor del estudio y propagación de las ciencias naturales, en 1830 Ramón de la Sagra recibió el nombramiento de botánico de Su Majestad. En 1835 La Sagra partía de La Habana rumbo a Estados Unidos y posteriormente a Europa con una gran experiencia y un amplio cúmulo de saberes pensando ya en su gran libro, Historia física, política y natural de la isla de Cuba (1837-1861). Una vez en París, en octubre de 1836, comenzó a escribir sobre la economía y el comercio de Cuba, defendiendo la concesión de leyes especiales para la colonia. Su conocimiento de esta isla y sus buenos contactos con diputados moderados hicieron de él un personaje muy adecuado para defender los intereses de este grupo en las Cortes, en las que ingresó como diputado en 1838. Su nuevo puesto le obligó a regresar en 1837 a España, a la vez que en Francia era nombrado correspondiente a la sección quinta de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

En España compatibilizó sus tareas de político, ensayista y científico; dictó conferencias en distintas instituciones, entre ellas en el Ateneo de Madrid, continuó publicando y colaboró con los gobiernos liberales desde 1837 a 1842, siendo diputado a las Cortes en 1838 y 1840 (por La Coruña) y en 1854 (por Lugo). Aprovechó su cargo para concretar su proyecto social y económico; trabajó en una comisión encargada de la enseñanza, la asistencia y la beneficencia, cayendo dentro de sus competencias desde el estudio de los sistemas de instrucción a los problemas derivados de la prostitución y la mendicidad, y los proyectos de reforma social y moral de los delincuentes.

Su oposición al absolutismo, su socialismo racional, sus escritos de la década de 1840 sobre cuestiones económicas y sociales, como la esclavitud y la necesidad de introducir el trabajo asalariado en Cuba le distanciaron del gobierno. Su crítica a la Ley de Ayuntamientos, de abril de 1840, por considerar que entrañaba un modelo centralizado que dejaba sin autonomía a las provincias le separó temporalmente del escenario político español. Desencantado de la política y más preocupado por la cuestión social, en 1843 se dirigió a París dispuesto a difundir el socialismo racional. Para La Sagra el socialismo era el único sistema que aseguraba el orden y la justicia. Buscador incansable del orden social, la justicia y la libertad, en la evolución de su pensamiento se observa el paso desde el liberalismo, del pensador reformista al socialismo racional y, en sus últimos años, a un fuerte misticismo religioso. En esta transición, las reformas sociales y económicas fueron tomando importancia frente a las institucionales que defendía en sus primeros años, acercándose a los paradigmas de los protosocialistas como P. Leroux, M. Chevalier, H. Arhens, L. de Potter, Quetelet, etc.

Fue a partir de 1840 cuando decidió variar sus actividades a la vez que iniciaba un giro en su pensamiento. En las Lecciones de Economía Social dadas en el Ateneo científico y literario de Madrid (1840) expuso su doctrina social y lo que él definió como socialismo racional. En esta etapa decisiva en su evolución intelectual, viajó por Europa, Bélgica, Holanda y Francia reencontrándose con el barón de Colins y entablando amistad con pensadores como Michel Chevalier, Proudhon, Dupectieux, Considerant, L. Blanc, Engels y Arhens, entre otros. Finalmente se instaló en Francia (1843-1859) para observar de manera directa los cambios y reformas que se estaban aplicando a su sociedad y por considerar que era el medio intelectual más adecuado en el que exponer y divulgar su socialismo racional, ser comprendido y trabajar en colaboración con otros pensadores. Colaboró en diferentes instituciones y escribió en diferentes periódicos, como La Democratie Pacifique, dirigido por Michel Chevalier; a mediados de la década de 1840 se fue distanciando del barón de Colins y acercándose más a las ideas de Proudhon, con quien colaboró, entre 1848 y 1849, en la fundación del Banco del Pueblo y en el periódico Le Peuple. A finales de 1849 La Sagra fue expulsado de Francia.

De vuelta a España, en 1854 se presentó como diputado por el Partido Moderado, puesto que ocupó tan sólo hasta 1856. Sus polémicas intervenciones, la prédica de sus ideas y las críticas vertidas al gobierno y a los diputados en Los Aforismos sociales con su aplicación a España le obligaron a retirarse de la vida política, a la que regresó brevemente tras ser nombrado en 1866 miembro de la Junta encargada de estudiar “Las reformas proyectadas para Cuba y Puerto Rico”. Sus ideas contrarias a la esclavitud, expuestas en el Informe sobre la esclavitud, publicado en Nueva York, causaron su expulsión de dicha Comisión.

En 1856 regresaba a Francia, en donde continuó sus proyectos editoriales referentes a la historia de Cuba —por lo que viajó a Cuba a fin de recaudar fondos para su publicación— y colaboró en revistas como La Razón Católica y el Albun de lo bueno y de lo bello. En la última etapa de su vida La Sagra se enfrentó a problemas económicos que fue esquivando con colaboraciones en distintos periódicos y, tras 1867, con su designación como encargado del consulado de Uruguay en París. Durante su estancia en París editó su monumental y valiosa obra sobre Cuba. Su concepción integrada de la ciencia, de la naturaleza y del mundo se vertió en su vasta obra científica en la que de manera transversal ofreció una visión sintética y global. Esta característica se aprecia con claridad en sus libros sobre Cuba en los que reúne y combina diferentes y numerosos aspectos del conocimiento, desde los sociales, culturales, económicos, demográficos, geográficos y estadísticos, a los más puramente científicos como los botánicos, biológicos, agrícolas, etc. En 1871 murió en la localidad suiza de Neufchatel.

 

Obras de ~: Principios Fundamentales para servir de introducción a la Escuela Botánica-Agrícola del Jardín Botánico de La Habana. Dispuestos para la Cátedra del Establecimiento por su profesor Don [...], La Habana, Imprenta La Amistad, 1824; Oración inaugural a la Cátedra de Mineralogía y Geología abierta en obsequio de la juventud habanera el día 18 de noviembre de 1826, La Habana, Imprenta de P. N. Palmer e Hijo, 1826; Manual de Botánica-Médica è industrial para el uso de los habitantes de la isla de Cuba y demás Antillas estractado de la Flora-Médica de las Antillas que actualmente publica en París M. E. Descourtilz, La Habana, Imprenta Pedro N. Palmer è Hijo, 1827; Memoria sobre la necesidad de ensanchar la esfera de la Agricultura cubana con nuevos cultivos de vegetales así indígenas como exóticos y cuales son los mas convenientes, La Habana, 20 de mayo de 1827; Memorias para servir de introducción a la Horticultura cubana, Nueva York, Lanuza, Mendia y C., 1827; “Estracto de la última correspondencia del Jardín Botánico de la Habana”, en Anales de Ciencias, Agricultura, Comercio y Artes (La Habana), I (1827-1828), págs. 15-17; Historia económica-política y estadística de la Isla de Cuba; ó sea de sus progresos en la población, la agricultura, el comercio y las rentas, La Habana, Imprenta de las Viudas de Arazoza y Soler, 1831; Cartilla para el cultivo del cacao en la Isla de Cuba, La Habana, Imprenta del Gobierno y Capitanía General, 1833; Tablas necrológicas del cólera-morbus en la ciudad de La Habana y sus arrabales formadas a escitación [sic] del Escmo [sic] Señor Intendente de Ejército conde de Villanueva, La Habana, Imprenta del Gobierno, Capitanía General y Real Sociedad Patriótica, 1833; “De los instrumentos aratorios usados en la Institución agrónoma”, en Memorias de la Institución Agrónoma de La Habana (MIALH), Memoria segunda, La Habana, Imprenta de Palmer, 1834; “Del cultivo y fabricación del añil en la Isla de Cuba”, en MIALH, Memoria tercera, La Habana, Imprenta de Palmer, 1834; “Sobre el cultivo de la morera y la crianza del gusano de la seda en La Habana”, en MIALH, Memoria cuarta, La Habana, Imprenta de Palmer, 1834; Histoire physique et politique de l’lle de Cuba, París, Arthus Bertrand, 1844, 2 vols.; Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, París, A. Bertrand, 1845, 14 vols.; Aforismos sociales: introdución á la ciencia social, Madrid, Imprenta del Colegio de Sordo-Mudos, 1849; Flora cubana: introducción, París, Librería de Arthus Bertrand, 1856; Le mal et la remède; Aphorismes sociaux; Profesion de foi, Paris, Typ. Renon et Maulde, 1859; Historia física, económico-política, intelectual y moral de la isla de Cuba, Paris, Hachette, 1861; Cuba: 1860. Selección de artículos sobre agricultura cubana, La Habana, Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1963.

 

Bibl.: A. Elorza, Socialismo utópico español, Madrid, Alianza, 1970; A. García-Carranza (comp.), Índices Analíticos de los Anales de Don Ramón de la Sagra, La Habana, Biblioteca Nacional José Martí, 1970; J. Maluquer, El socialismo en España: 1833-1868, Barcelona, Crítica, 1977; [J. M.ª] L[ópez] P[iñero], “La Sagra, Ramón de”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Ediciones Península, 1983, pág. 515; L. González Guitián, Ramón de la Sagra: utopía y reforma penitenciaria, Sada, Ediciós do Castro, 1985; A. Cambrón Infante, El socialismo racional de Ramón de La Sagra, La Coruña, Deputación Provincial, 1989; A. Cambrón Infante, “Una defensa liberal de los derechos fundamentales: Ramón de La Sagra y el problema de la esclavitud en Cuba” y M. A. Puig- Samper, “Ramón de la Sagra, director del Jardín Botánico de La Habana”, en Ramón de la Sagra y Cuba, La Coruña, Ediciós do Castro, 1992, págs. 149-166 y págs. 61-80, respect.; A. Cambrón Infante, Ramón de La Sagra. El poder de la razón, La Coruña, Ayuntamiento, Editorial Vía Láctea, 1994; E. Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles. vol. I. Una introducción al pensamiento económico, Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 1999, págs. 11-13, 27 y 189; M. A. Puig-Samper y M. Valero, El Jardín Botánico de La Habana, Madrid, Ediciones Doce Calles, 2000; S. Giner, E. Lamo de Espinosa y C. Torres (eds.), Diccionario de Sociología, Madrid, Alianza Editorial, 2002, pág. 666.

 

Consuelo Naranjo Orovio

 

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