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Francisco Larrando de Mauleón

Biografía

Larrando de Mauleón, Francisco. Mediana (Zaragoza), 28.X.1644 – Zaragoza, 1736. Militar, mariscal de campo e ingeniero director.

Fue discípulo del padre Jacobo Kresa (cosmógrafo del rey) que dictaba clases de matemáticas en el Colegio Imperial de Madrid (más tarde adscrito al llamado Seminario de Nobles), regido por los padres jesuitas. El citado centro contaba con 17 cátedras mayores; dos de matemáticas y una de “Re militari”. Fueron sus profesores los jesuitas Francisco Isasi, Andrés Tocquet, Jorge Poza, Hugo Sempilius y, en 1670, el P. Zaragoza ayudado por Juan Carlos Andosilla. A la muerte de Zaragoza le sustituyó el austriaco Manuel Jacobo Kresa, cuyo ayudante era Francisco Larrando de Mauleón.

Larrando fue algún tiempo (1694-1698) profesor de la Academia de Matemáticas de Barcelona (antecedente de la que crearía en 1720 Jorge Próspero de Verboom), organizada por el capitán general en 1686 con 20 alumnos, en el palacio de los Virreyes de Barcelona. Para su creación se pidió un informe a Fernández de Medrano (ingeniero director de la Real y Militar Academia de Bruselas) sobre las materias de estudio y su funcionamiento.

Mauleón en ese tiempo había asistido al asedio de Palamós y al de Hostalrich en 1694 (“siendo uno de los que delinearon los ataques;  y a cuya disposición se le dio el año seiscientos noventa y seis fortificar el Castillo de aquella Villa, que lo ejecutó en muy buena forma, dexandolo con sus parapetos de tierra y fagina, estrada encubierta y empalizada”). También al de Castellfolit, siempre simultaneándolo con su ocupación académica, ya que también a partir de 1693 estuvo durante tres años y veintiún días “en la Compañía y Tercio de españoles del Maestro de Campo Don Juan de Acuña, en virtud de Cédula de su Majestad de veintitrés de diciembre de l693, para servir y exercer su profesión en lo práctico de la Matemática”. Por ello decía más tarde Mauleón que “del tiempo que no ha zido ocupado y sin faltar a la obligación de los terzios donde ha servido, en públicas Academias ha enseñado mas de cinco años las mathemáticas a los militares sin mas intereses que el grande que se seguía al servicio de VM de una ciencia q. es el fundamento de todas las operaciones de guerra”.

Tomó parte en la defensa de Barcelona durante el sitio realizado por los franceses en junio de 1697, participando en una salida que hizo su tercio contra el enemigo, y defendiendo con 150 hombres el foso del baluarte del Portal Nuevo. Igualmente protegió, el 2 de agosto, la brecha sobre la muralla del citado portal, y al volar “una de nuestras minas, cayó la mitad de una de las dos Torres…aviendo recibido en el discurso del sitio y otras Campañas, diferentes heridas”. En 1699 fue propuesto nuevamente como profesor de la nueva Academia de Matemáticas que habría de abrirse en Barcelona, aunque finalmente se nombraría al ingeniero D. José de Mendoza y Sandoval.

En 1702 tomaba parte en las Cortes de Zaragoza presididas por la reina como lugarteniente del reino, pues el rey estaba en las campañas de Italia. Realizadas en abril, los aragoneses solo concedieron un subsidio de 100.000 pesos para necesidades de la Guerra de Sucesión española (1702-1715).

Nuevamente en 1704 el capitán Mauleón sirvió en el Ejército formado para el sitio de la plaza de Gibraltar “cerca de la persona del Capitán General, Marqués de Villadarias, por hallarse muy adelantado en la profession de Ingeniero”. Mauleón se ocupó de trabajos en las baterías contra la plaza, con gran riesgo de su vida, ya que “al ser muy excesivos los fuegos del enemigo”, salió herido cuatro veces, “las dos de dos pedradas de los Morteros del Enemigo, una de un valazo de Fusil, y la última de un astillazo que despidió de un tablón una vala de Artillería”. De él daba informes muy favorables el marqués de Aytona, teniente general de dicho Ejército.

En 1705 marchaba a Barcelona para hacerse cargo de las fortificaciones de Montjuich. Refiriéndose a Mauleón, el virrey el 10 de marzo decía: “[a]l Yngeniero he dado orden de que la primera excabación sea la del interior de este fuerte para fabricar Almacenes, cuarteles para infantería y Zisternas”. En septiembre de ese año defendía de nuevo Barcelona frente a los ejércitos aliados del archiduque, que el 17 de ese mes lograban ocupar el fuerte, haciendo prisionera a su guarnición. El ingeniero Mauleón, que quedaba como tal prisionero en Valencia, fue puesto en libertad en 1707, incorporándose al Ejército preparado para operar nuevamente en Cataluña.

En efecto, en ese último año volvía el rey Felipe V a intentar la recuperación de Barcelona, a la que ponía sitio con Noailles como jefe del Ejército: “El ingeniero francés, al frente de los trabajos de sitio murió de un balazo, reemplazole con ventaja un ingeniero aragonés llamado Don Francisco Mauleón”.

Gracias a su dirección, el marqués de Aytona lograba tomar las obras exteriores del castillo y “hacer doscientos prisioneros ingleses con cinco piezas de artillería”. Mauleón había presentado un dictamen al rey sobre la forma adecuada de realizar el ataque, que no fue seguido; aunque en Montjuich “cuando sé executó la idea” fue conseguida su toma. Posteriormente se retiraron las tropas reales sin consumar el asalto a la plaza, al acudir la potente armada enemiga, incorporándose Mauleón a Zaragoza, donde se le concedió el empleo de “Yngeniero Mayor de la Aljafería y demás plazas de aquel Reyno”.

El 31 de enero de 1708 se hallaba preso en el castillo de Monroy, pues debió ser denunciado por cobrar supuestamente diversas cantidades de doblones a varios individuos y lugares. Pero en abril alegaba el ingeniero que esos “cargos los he probado ser falsos con papel de testimonios auténticos con juramtº de cada pueblo donde se me hazía el cargo, y en la parte de haber percibido el dinero he probado la bondad de haber sido con orden y aberse empleado en svº de su Mag. Y aber gastado para la defensa de las fronteras de Valencia en el tiempo q. han estado a mi cargo mas de 1.500 escudos más de lo q. ha percibido….q. todos los havía empleado en servicio del Rey para defender las fronteras”.

Debió de ser exonerado, ya que en mayo de 1708 recibía la orden de incorporarse al Ejército del duque de Orleáns, que ponía sitio a Tortosa, donde una vez efectuados los pertinentes reconocimientos, informaba que “luego que vista esta Plaza tuve por desacierto el que los enemigos ubieren hecho el disparate de poner una guarnición tan grande y de buena calidad, por que dicha Plaza está dominada de diferentes partes por lo que no se puede dentro tener fortificación de buena defensa amas que los ataques se pueden comenzar de muy cerca de la muralla”. En junio, con 1.200 trabajadores hacía una gran paralela con dos comunicaciones “a 150 toesas de la Plaza”.

Rendida Tortosa, quedaba encargado de la dirección de nuevas obras y las de reparo de sus fortificaciones, pidiendo uno o dos ayudantes por el gran trabajo a realizar y anunciando el envío de un plano de la plaza. En agosto, siempre de 1708, Larrando de Mauleón caía enfermo y marchaba a Fraga para después acudir a Zaragoza. Restablecido rápidamente, escribía a Grimaldi exponiéndole la idea de establecer una Academia de Matemáticas bajo su dirección, y que había tomado casa en Zaragoza, señalando que “mi casa será desde que me restituya a esta ciudad Academia de Mathemáticas en la parte que más importare al servicio de su Magd.”

A primeros de 1709, estaba en Lérida atendiendo a sus fortificaciones, consiguiendo que la defensa estuviese adelantada por todas partes y “si tiene lo suficiente el Gobernador, puede mantenerla en un prolongado sitio”. Desde allí fue destinado a Monzón como gobernador interino e ingeniero de sus defensas, llevando a cabo un amplio plan de reconstrucción de las mismas. Las fortificaciones de la citada plaza, se realizarían con arreglo a lo proyectado por Mauleón según el plano que fue enviado a S.M. por el conde de Aguilar. A las defensas de Monzón, añadía un reducto en el padrastro al castillo, que era la montaña de Santa Quiteria. También enviaba otro plano en el año 1710, firmado en enero por el ingeniero Ignacio Sala, para hacer constar que había dejado terminadas las murallas a prueba de bomba, además de cuarteles, almacenes y hornos de pan, faltando solo concluir la obra de Santa Quiteria y su comunicación, que había que perfeccionar.

A finales de 1710 fue enviado de nuevo para la fortificación de Lérida, “por orden de S.M. como Ingeniero mayr. de aquellas fortificaciones”, pero en enero de 1711 comunicaba el gobernador Vallejo que “en las fortificaciones no se trabaja por no haber medios ni disposición para ello”. Siguiendo en la campaña de Cataluña, en 1711, “executó el puente de Alfaraz de la tarde a la mañana pª pasar la Ynfantería al sitio de Balaguer”, que fue posteriormente tomado, así como poco después Cervera.

El 17 de abril de 1711, se creaba el Cuerpo de Ingenieros, bajo la dirección del ingeniero general D. Jorge Próspero de Verboom. Dentro del plan general, para Aragón se relacionaban 15 ingenieros, mientras que Mauleón fue añadido algo más tarde. En febrero de 1712 estaba Mauleón en Martorell curándose de un balazo que había recibido en el ataque al castillo de Castellví. De allí pasaba a Zaragoza, donde se hacía cargo nuevamente de las obras de la Aljafería, de la que era ingeniero titular. Finalmente se integraba en el Real Cuerpo de Ingenieros, cuestión confirmada por escrito del ingeniero general Verboom a Bedmar en 4 de julio: “y teniendo su Magestad al Coronel Don Francisco Mauleón con título de Yngeniero mayor del Reino de Aragón, que es el que se corresponde a el de Director, éste podrá residir en Zaragoza y tener a su cargo todas las plazas de Aragón y los Yngenieros que se hallasen en él”.

En septiembre de 1713 desde el campo de Barcelona, Verboom pedía a Grimaldi en una carta que hiciera venir al ingeniero Mauleón y a “los demás que se hallan sin la menor ocupación en Aragón y Tortosa”. Al resistir Barcelona, hubo que fortificar diferentes puntos, como el fuerte de la playa del Llobregat contra Montjuich, para asegurar el desembarco de víveres y pertrechos de guerra, otro en la de Levante para apoyar la izquierda del ejército y cerrar paso al enemigo; y algunos en el centro para cortar las avenidas de las montañas, más los de Montjuich más arriba, donde los enemigos asentaban sus baterías. Durante el sitio, la zona de trabajo correspondiente a los ingenieros fue dividida en dos sectores. El izquierdo para los franceses, al mando del teniente general Antoine Le Prestre Dupuy-Vauban (sobrino de Sébastien Le Prestre, Marqués de Vauban, el gran Ingeniero francés), y el derecho, a los ingenieros españoles mandados por Verboom. El sitio, en el que había de tener un papel preponderante Mauleón, terminó tras el asalto general del 11 de septiembre de 1714.

En 1718 se encontraba como ingeniero director de las obras de fortificación de Pamplona, donde construyó un almacén de pólvora y varios cuarteles, además de realizar un proyecto para la construcción de un hospital militar y otro proyecto general de fortificación de la plaza. En ese mismo año, Mauleón pedía el relevo en las obras de Pamplona por encontrarse indispuesto para trabajar para el servicio del rey, recomendando como sucesor al ingeniero Sala. Pero el 13 de julio de 1718 se le ordenaba que siguiera en Pamplona hasta finalizar las obras de la ciudadela. En los años que estuvo Mauleón en Pamplona, entre otras obras realizadas por él, cabe señalar las del revellín de la Taconera y banquetas y parapetos de las murallas. A partir de 1720 también empezó a actuar en Pamplona el ingeniero Ignacio Sala, para continuar los proyectos de Mauleón y redacción de otros nuevos.

Después de una prolongada estancia en esa ciudad, volvía a Zaragoza como ingeniero director, continuando su trabajo proyectado el año 1726, consistente en un almacén de pólvora en el monte Torrero de Zaragoza, y a partir de esa fecha, otros dos almacenes de pólvora en las inmediaciones de Zaragoza y sus respectivos cuerpos de guardia; fuera de esa plaza, un proyecto de reducto y cabeza de puente en Fraga; un plano de Barbastro para un cuartel de Caballería con tres escuadrones; en 1731 un plano del río Cinca, que había mudado su curso, amenazando con sus avenidas arrasar la cabeza de puente de Fraga, y cortar la importante comunicación con Barcelona; y finalmente, dos años después, un nuevo plano del Cinca en la proximidad de Fraga, “en el que se manifiesta la ruina de su puente…, con la nueva madre que se proyecta”.

En 1736 fallecía en Zaragoza, siendo mariscal de campo e ingeniero director del reino de Aragón.

 

Obras de ~: Elementos de Euclides, 1698; Estoque de las guerras, y arte militarprimera y segunda parte, repartiendo y dividiendo en cada una cuatro tratados militares y matemáticos, etc., con modelos, y planes y diseños, 2 ts. en 8ª, Barcelona, en casa de Cormellas por Tornas Loriente, 1699.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exps. personales.

J. Almirante, Bibliografía Militar de España, Madrid, 1876; H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y Ediciones de la Universidad, 1983; F. Andújar Castillo, “La educación de los militares en la España del siglo XVIII”, en Chronica nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada, 19 (1991), págs. 31-56; J. M. Muñoz Corbalán, Los Ingenieros Militares de Flandes a España (1691-1718), Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; F. J. León Tello y M.ª. M. V. Sanz Sanz, Estética y teoría de la arquitectura en los tratados españoles del siglo XVIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1994; M. G. Cano Révora, Cádiz y el Real Cuerpo de Ingenieros Militares (1697-1847). Utilidad y Firmeza, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1994; J. A. Galindo Díaz, El conocimiento constructivo de los ingenieros militares del siglo XVIII. Un estudio sobre la formalización del saber técnico a través de los tratados de arquitectura militar, tesis doctoral, Barcelona, Universidad Politécnica de Cataluña, 1996; V. Echarri Iribarren, Las Murallas y la Ciudadela de Pamplona, Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, 2000; C. Laorden Ramos, “Los Ingenieros españoles en la creación del Arma”, en Memorial del Arma de Ingenieros, 75 (2005), págs. 63-103; R. Luque Ramírez, “Entre lo clásico y lo barroco: la Ilustración y los ingenieros españoles en el siglo XVIII”, en Isla de Arriarán, XXXII (2008), págs. 59-92; C. Laorden Ramos, Fortificaciones en Cataluña, Tortosa y Bajo Ebro, Madrid, Ministerio de Defensa, 2010; P. Mora Piris, “Tratados y tratadistas de fortificación: siglos XVI al XVIII”, en J. C. Posada Simeón y P. Peñalver Gómez (coords.), Cartografía histórica en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2010, págs. 120-147.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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