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Miguel Hernández Gilabert

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Biografía

Hernández Gilabert, Miguel. Orihuela (Alicante), 30.X.1910 – Alicante, 28.III.1942. Poeta.

Nació Miguel Hernández en una humilde casa de la calle San Juan en la ciudad alicantina de Orihuela, sede episcopal y próxima a Murcia. A los cuatro años de edad se trasladó su familia a una casa algo más amplia situada en la calle Arriba donde su padre, pastor y tratante de ganado, podía contar con un aprisco donde guardar el rebaño de cabras y ovejas. El oficio paterno influyó de forma decisiva en la infancia y juventud de Hernández, quien se vio obligado a ayudar a su padre en el pastoreo abandonando los estudios que había iniciado en el colegio de Santo Domingo, regentado por los jesuitas. Esta situación le llevó a tener una formación casi autodidacta ayudado, especialmente, por el sacerdote Luis Almarcha, quien le facilitó el acceso y utilización de la biblioteca de su domicilio situado a escasos metros de la vivienda familiar de Hernández.

Aunque hay constancia de que empezó sus primeras creaciones poéticas a la edad de dieciséis años, se dio a conocer en el mundo literario con el poema “Pastoril” publicado en el periódico local El Pueblo de Orihuela el 13 de enero de 1930, cuando Miguel contaba con diecinueve años de edad. En otros periódicos locales y regionales siguieron apareciendo, a lo largo de los siguientes años, otras colaboraciones poéticas cuyos principales temas estaban inspirados en las sensaciones del joven pastor en su contacto con la naturaleza. Miguel colaboró también en la gestación y edición de la revista oriolana El gallo crisis, fundada en 1934 por su antiguo compañero del colegio de Santo Domingo, José Marín, más conocido como Ramón Sijé (anagrama formado a partir del nombre y primer apellido real), quien, junto con Manuel Molina, Jesús Poveda, Jesús Murcia, Antonio Gilabert y los hermanos Carlos y Efrén Fenoll formaban el denominado Grupo de Orihuela que celebraba sus tertulias literarias en la tahona regentada por los padres de los hermanos Fenoll.

A las pocas semanas de cumplir la mayoría de edad —establecida entonces a los veintiún años— se trasladó a Madrid en busca del apoyo y reconocimiento a su labor poética que no encontraba en su propia tierra.

Este primer contacto con la capital de España no tuvo los resultados que el joven poeta esperaba, excepto unos reportajes publicados en las revistas madrileñas La Gaceta literaria y Estampa. A su regreso a Orihuela publicó, en enero de 1933, su primer libro, Perito en lunas. En este primer poemario, compuesto por cuarenta y dos octavas reales en las que la luna —con su carga metafórica— es el eje central del libro, recoge Hernández la influencia de Góngora, cuyo tricentenario de su muerte se había celebrado en 1927.

Asimismo, Miguel Hernández se inició en un nuevo género: el teatro, con la publicación del auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, en los números de julio, agosto y septiembre de 1934 en la revista madrileña Cruz y Raya, dirigida por José Bergamín. Ese mismo año escribió, en Orihuela, la obra teatral El torero más valiente, a la que el propio autor subtitula como “Tragedia española”, y que está inspirada en la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías.

En 1935 escribió una nueva obra de teatro, Los hijos de la piedra, inspirada en la huelga de los mineros asturianos en octubre de 1934. Asimismo, en 1937, la editorial Nuestro Pueblo, de Valencia, publicó la pieza teatral El labrador de más aire. En esta obra, escrita en poesía, se presenta una tragedia amorosa y social desarrollada en un mundo rural.

Durante las nuevas estancias de Miguel Hernández en Madrid, desde 1934 hasta 1936, fue consolidando una intensa relación con los poetas —y más tarde Premios Nobel de Literatura— Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez, quienes le ofrecieron su incondicional apoyo y sincera amistad. Asimismo, colaboró con José María Cossío en la preparación de la enciclopedia Los toros, y participó en las Misiones Pedagógicas, dirigidas por Enrique Azcoaga, José Antonio Maravall y Eduardo Llosent. Sus nuevas experiencias y amistades en Madrid le produjeron una transformación en sus planteamientos religiosos y políticos conduciéndole a una nueva postura crítica frente a sus orígenes católicos y conservadores.

La editorial madrileña Héroe, dirigida por Manuel Altolaguirre, publicó el 24 de enero de 1936 la obra El rayo que no cesa, compuesta por veintisiete sonetos, dos poemas largos y una elegía —incluida cuando ya se estaba imprimiendo el libro— en recuerdo emocionado a su amigo Ramón Sijé, fallecido el 24 de diciembre de 1935, a la temprana edad de veintidós años. En este libro se aúna el amor y la pena como leit-motiv que cruza —como un rayo— todo el poemario cargado de simbolismos y metáforas que pretenden transmitir el amor atormentado del poeta a través de figuras como el toro, el mar, el cuchillo, el rayo, etc.

Al iniciarse la Guerra Civil, Miguel Hernández se alistó como voluntario en el V Regimiento el 18 de septiembre de 1936 siendo destinado al madrileño pueblo de Cubas como zapador para la construcción de trincheras y fortificaciones. Posteriormente fue nombrado Comisario de Cultura en la 1.ª Compañía del batallón del Campesino colaborando activamente en distintas publicaciones como El Mono Azul, dirigida por Alberti, Ayuda, La Voz del Combatiente, Nueva Cultura, Altavoz del Frente, Hora de España, etc. Asimismo participó en los frentes de Andalucía y Extremadura así como en la toma del santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, en Jaén.

El 9 de marzo de 1937 se celebró en Orihuela el matrimonio civil entre Miguel Hernández y Josefina Manresa, la joven que conoció el poeta en 1933 y que inspiró gran parte de su creación poética. La alegría que supuso para la pareja el nacimiento de su primer hijo, Manuel Ramón, el 19 de diciembre de 1937, se vio pronto ensombrecida por su temprana muerte a los diez meses de edad. El segundo hijo, Manuel Miguel nació el 4 de enero de 1939. A este hijo dedicó Hernández sus famosas “Nanas de la cebolla” desde la prisión madrileña de la calle Torrijos.

Miguel Hernández, junto con André Malraux, Antonio Machado, Octavio Paz y otros escritores e intelectuales, participó activamente en el II Congreso Internacional de Intelectuales en Defensa de la Cultura que se celebró en julio de 1937 en Valencia, firmando la ponencia colectiva presentada en dicho Congreso.

El 28 de agosto de 1937 partió hacia Moscú para asistir al V Festival de Teatro Soviético formando parte de la delegación oficial de la República Española. En el verano de 1937 la editorial del Socorro Rojo publicó en Valencia su libro de guerra Viento del pueblo. En este libro, dedicado a Vicente Aleixandre, se recogen diversos poemas escritos durante la etapa bélica y publicados en distintos periódicos del frente. El tono épico de este poemario sirve para expresar los sentimientos de denuncia y rechazo a los horrores de la guerra y la exaltación de los valores y entrega de los defensores del ejército republicano. En este libro se incluyen dos elegías, dedicada una a Federico García Lorca y la otra a Pablo de la Torriente, brigadista de origen cubano que murió en la Guerra Civil Española.

Durante la etapa bélica publicó Miguel Hernández varias obras cortas de teatro recogidas en la edición publicada en 1937 por la editorial Nuestro Pueblo, de Valencia, bajo el título: Teatro en la guerra, que contiene cuatro piezas en prosa: La cola, El hombrecito, El refugiado y Los sentados que relatan escenas cotidianas en la retaguardia. En el drama en cuatro actos Pastor de la muerte, compuesto en verso a finales de 1937, relata Miguel Hernández, con ciertas connotaciones autobiográficas, los diez primeros meses de conflicto bélico. Con esta obra dramática consiguió Miguel Hernández un accésit en el Concurso Nacional de Literatura de 1938.

El segundo libro que escribió Miguel Hernández durante la Guerra Civil, El hombre acecha, no pudo ver la luz en vida del poeta ya que la entrada del ejército de Franco en Valencia, en 1939, impidió la publicación de esta obra que se encontraba ya en la imprenta.

En este poemario, dedicado a Pablo Neruda, se recogen gran parte de las composiciones escritas por Hernández a lo largo del conflicto bélico y publicadas, en su mayoría, en distintos medios de comunicación.

Se pueden leer en esta obra poemas como “Llamo al toro de España”, “El hambre”, “El herido”, “Las cárceles”, “Llamo a los poetas”, etc.

La finalización de la Guerra Civil en 1939 supuso el inicio de un largo calvario de cárceles para el poeta oriolano. Detenido el 4 de mayo de 1939, cuando intentaba cruzar la frontera portuguesa, fue entregado a la policía española, que le retuvo en Rosal de la Frontera, en la provincia de Huelva, pasando unos días después a la prisión de Sevilla para ser, posteriormente, trasladado a Madrid donde ingresó el 18 de mayo a la prisión situada en la calle Torrijos, actualmente Conde de Peñalver. A pesar de haberse incoado el Sumario 21.001 por el juez especial de Prensa, fue puesto en libertad, de forma imprevista, el 15 de septiembre de 1939, bien por las presiones ejercidas por distintos intelectuales o bien por algún error administrativo. Sin embargo, el 29 del mismo mes volvió a ser detenido cuando se encontraba en Orihuela visitando a su familia.

Tras permanecer dos meses en el penal habilitado en el seminario de su ciudad natal, volvió a ser trasladado a Madrid donde ingresó en la prisión situada en un antiguo convento en la plaza del Conde de Toreno. En esta prisión coincidió con su amigo Antonio Buero Vallejo, quien le realizó un conocido retrato a carboncillo.

El 18 de enero de 1940 se celebró en Madrid el Consejo de Guerra en el que se condenó a Miguel Hernández a pena de muerte “como autor de un delito de adhesión a la rebelión”. Cinco meses después se conmutó la pena capital por la de treinta años y un día de prisión. Desde el 22 de septiembre al 29 de noviembre de 1940 permaneció Miguel Hernández en la prisión provincial de Palencia donde contrajo diversas enfermedades bronquiales y pulmonares. El 29 de noviembre ingresó en el penal de Ocaña, en la provincia de Toledo, para pasar, finalmente, al reformatorio de adultos de Alicante donde ingresó el 29 de junio de 1941.

Durante esta etapa carcelaria, Hernández no abandonó su creación poética que fue plasmando en un cuaderno donde recogió sus vivencias y que, posteriormente, se publicó bajo el título de Cancionero y romancero de ausencias. En este último libro, escrito con un intenso tono intimista y que no vio su publicación en vida, refleja el poeta sus sentimientos ante la ausencia del hijo fallecido y la ausencia de la libertad.

Tras una larga y dolorosa enfermedad, murió Miguel Hernández en la cárcel de Alicante en la madrugada del día 28 de marzo de 1942 a la edad de treinta y un años, siendo enterrado en el cementerio de Nuestra Señora de los Remedios de la ciudad alicantina, donde reposa junto a los restos de su esposa Josefina Manresa y su hijo Manuel Miguel.

Muchas son las manifestaciones realizadas por diversas personas que conocieron y convivieron con Miguel Hernández, pero valgan como muestra las expresadas por tres poetas a los que él consideró como sus mejores maestros y amigos: “En el último número de la Revista de Occidente, publica Miguel Hernández, el estraordinario [sic] muchacho de Orihuela, una loca elejía [sic] a la muerte de su Ramón Sijé y 6 sonetos desconcertantes. Todos los amigos de la ‘poesía pura’ deben buscar y leer estos poemas vivos” (Juan Ramón Jiménez). “En un fuerte verano seco de Madrid, del Madrid anterior a la guerra, me encontré por primera vez con Miguel Hernández. Lo vi de inmediato como parte dura y permanente de nuestra gran poesía. [...] En mis años de poeta, y de poeta errante, puedo decir que la vida no me ha dado contemplar un fenómeno de igual vocación y de eléctrica sabiduría verbal” (Pablo Neruda). “Había que ver a Miguel con su tez propagada, [...] henchido el pecho y voz de él. He oído a muchos poetas decir sus versos. Pocos me han dado esta sensación tan completa del hombre expresado en el acto, desde la desnuda garganta” (Vicente Aleixandre).

 

Obras de ~: Perito en lunas, Murcia, 1933 (Perito en lunas. El rayo que no cesa, ed. de A. Sánchez Vidal, Madrid, Alhambra, 1976); Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras (auto sacramental), revista Cruz y Raya (Madrid), n.os16-18 (1934); El torero más valiente (teatro), en revista El gallo crisis (Orihuela), n.os3-4 (1934) (ed de A. Sánchez Vidal, Madrid, Alianza, 1987); El rayo que no cesa, Madrid, Héroe, 1936 (ed. de J. Cano Ballesta, Madrid, Espasa Calpe, 1988); Viento del pueblo, Valencia, Socorro Rojo, 1937 (ed. de J. Cano Ballesta, Madrid, Cátedra, 1989); El labrador de más aire (teatro), Valencia, Nuestro Pueblo, 1937; Teatro en la guerra, Valencia, Nuestro Pueblo, 1937; El hombre acecha, Valencia, 1939 (ed. facs. L. de Luis y J. Urrutia, Santander, Ediciones de la Casona de Tudanca, 1981); Cancionero y romancero de ausencias, Alicante, 1941 (El hombre acecha. Cancionero y romancero de ausencias, ed. de L. de Luis y J. Urrutia, Madrid, Cátedra, 1984; Cuaderno del Cancionero y romancero de ausencias, ed. facs. de J. C. Rovira, Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1985); Obra escogida, pról. de A. del Hoyo, Madrid, Aguilar, 1952; Obras completas, ed. de E. Romero, Losada, Buenos Aires, 1960; Obra poética completa, intr., estudios y notas de L. de Luis y J. Urrutia, ed. de F. Esteve, Madrid, Zero-Zyx, 1976; Poemas sociales, de guerra y muerte, ed. de L. de Luis, Madrid, Alianza, 1977; Poesías completas, ed. de A. Sánchez Vidal, Madrid, Aguilar, 1979; Epistolario, ed. de A. Sánchez Vidal, Madrid, 1986; Obra completa, ed. crítica de A. Sánchez Vidal, J. C. Rovira con la colaboración de C. Alemany, Madrid, 1992; Antología poética, ed. de J. L. Ferris, Madrid, Espasa, 2000; Antología comentada, ed. de F. Esteve y J. Riquelme, Madrid, Ediciones de La Torre, 2003; Obras completas, introd. de A. Sánchez Vidal, anotaciones de C. Alemany, Madrid, Espasa Calpe, 2010, 2 vols.

 

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Francisco Esteve Ramírez