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Mariana de Velasco y Ayala

Biografía

Velasco y Ayala, Mariana de. ?, p. m. s. XVII – Sevilla, 3.I.1699. Comendadora de la Orden de Santiago y gobernadora de Orán.

Fue la hija primogénita del matrimonio formado por Bernardino de Velasco Rojas y Ayala, capitán de la guardia de Flandes, VII conde de Fuensalida, y su primera esposa Isabel de Velasco Benavides y Mendoza, VI marquesa de Frómista, dama de la reina Isabel de Borbón, por lo que fue dotada con 2000 ducados de plata concedidos mediante Real Cédula de 8 de agosto de 1634, para ayudar a sufragar los gastos habidos tras su matrimonio, celebrado el 11 de noviembre de 1633.

Una de sus hermanas, Isabel, fue inmortalizada en Las Meninas de Velázquez, situándola detrás y a la izquierda de la infanta Margarita, era menina de la reina Mariana desde el 26 de diciembre de 1649, año del casamiento de la Reina. Fue nombrada dama de la Reina y con tal título asistió en 1657 al bautizo del príncipe heredero, Felipe Próspero. Falleció en 1659, tres años después de finalizar el pintor la ejecución del cuadro.

Mariana contrajo matrimonio con Pedro Andrés Guzmán y Portocarrero, caballero de Santiago y comendador de Montizón y Chiclana por merced de Felipe IV. No se conoce la fecha exacta pero sí la existencia de una carta de dote a nombre de Mariana con fecha de 30 de noviembre de 1657, en la que se le concedía una cuantía de 12.971 reales y la autorización de los capítulos matrimoniales en ese mismo año por el Monarca, así como la constancia de que en 1658 su marido solicitó del Rey la consignación de una renta de viudedad para su esposa y las rentas provenientes de los diezmos de las encomiendas, en el caso de que Mariana le sobreviviese, como así ocurrió.

En 1678 el matrimonio se trasladó a Orán donde el marqués se incorporó a su puesto como gobernador de la mencionada plaza y la de Mazalquivir, cargo que ocupó hasta su muerte. Falleció el 9 de marzo de 1681, tras realizar una salida de castigo para paliar la hostigación de que estaban siendo objeto algunas de las parcialidades amigas de la plaza española, al igual que muchos de los que le acompañaban. Los asaltantes se apoderaron de su cadáver, exhibiendo su cabeza clavada en una pica. Su viuda la rescató tras pagar a cambio una gran cantidad de oro para enterrarla en el Convento de la Algaba. La guarnición la nombró gobernadora de la plaza, que defendió hasta la llegada del nuevo capitán general el 12 de abril de ese mismo año. Para ello llamó en su ayuda al alcaide de Mazalquivir, Alonso de Angulo y al veedor Miguel Sufre.

Ese mismo año regresó a España, instalándose en Sevilla, donde tomó los hábitos en la casa profesa de los jesuitas en la capital hispalense. En vista de la falta de medios en que había quedado y en recuerdo de los méritos de su marido, Carlos II le concedió que siguiera al frente de la encomienda de Montizón y Chiclana de la que éste había sido titular, con la salvedad de que continuara pasando la renta de 1000 ducados asignados de por vida a su suegra, la marquesa Antonia Portocarrero. No obstante esta concesión necesitó ser autorizada por el pontífice Inocencio XI, ya que las comendadoras de Santiago seguían la regla de san Agustín. El Papa autorizó la dispensa mediante la promulgación de una bula el 3 de octubre de 1681, tras lo cual el Rey la nombró comendadora el 3 de septiembre del año siguiente, nombramiento que fue refrendado por el magistrado José Veitia y ante los miembros del Consejo de Órdenes Melchor de Cevallos, Luis de Cañas y Silva y el conde de Montezuma.

Los últimos años de su vida los pasó recluida en el Convento, donde falleció el 3 de enero de 1699, siendo enterrada en la iglesia de la Universidad de Sevilla, que se encontraba situada en los terrenos de la casa profesa de la Orden.

 

Bibl.: L. de Salazar y Castro, Pruebas de la historia de la casa de Lara, vol. II, Madrid, Imprenta Real, 1694; D. Ortiz de Zúñiga, Annales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, Madrid, Imprenta Real, 1795; L. Galindo y Vera, Historia, vicisitudes y política tradicional de España respecto de sus posesiones en las costas de África, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1884; A. Martín Villa, Reseña histórica de la Universidad de Sevilla y descripción de su iglesia, Sevilla, Imprenta de Enrique Rasco, 1886; F. J. Sánchez Cantón, Velázquez, Las meninas y sus personajes, Barcelona, Editorial Juventud, 1943; L. de Salazar y Castro, Los comendadores de la Orden de Santiago en Castilla, vol. I, Madrid, Patronato de la Biblioteca Nacional, 1949; Real Academia de la Historia, Catálogo de la “Colección Pellicer”, antes de nominada “Grandezas de España”, t. I, Madrid, Real Academia de la Historia, 1957; M. Agulló y Cobo, Documentos sobre escultores, entalladores y ensambladores de los siglos XVI al XVIII, Valladolid, Universidad, 1978; E. de Cárdenas Piera, Memoriales de títulos nobiliarios e hidalgos para obtener facultad y consignar renta de viudedad. Siglos XVII, XVIII y XIX, Madrid, Hidalguía, 1989; G. Sánchez Doncel, Presencia de España en Orán, 1509-1792, Toledo, Estudio Teológico de San Idelfonso, 1991; J. M. de Mena, Historia de Sevilla, Barcelona, Plaza y Janés, 2000; C. Merino Gayubas, Genealogía del Solar de Guzmán, Burgos, Diputación Provincial, 2001; J. Cartaya Baños, ‘“No se expresare en los títulos el precio en que compraron’: Los fundadores de la Maestranza de Caballería de Sevilla y la venta de títulos nobiliarios durante el reinado de Carlos II”, en Historia y Genealogía (Universidad de Córdoba), n.º II (2012).

 

Carmen Cuesta Mellado