Laguna y Calderón de la Barca, Gregorio. Badajoz, 1764 – Madrid, 17.IV.1826. Diputado, militar.
Tras servir un tiempo en la Armada pasó a formar parte de un escuadrón de Caballería del Ejército de Cataluña (1794-1795) en el que luchó en la Guerra de la Convención. En 1801 intervino en Portugal, en la llamada Guerra de las Naranjas. Mariscal de campo de Caballería en 1808, durante la Guerra de la Independencia participó sobre todo en la campaña de Cataluña y también en la de Extremadura.
Organizador del Regimiento de Carabineros de María Luisa, huyó de Madrid el 2 de mayo de 1808, marchando a Badajoz, donde, en unión del general Gallizo, organizó aquel ejército. Diputado por la ciudad de Badajoz en las Cortes Generales y Extraordinarias (1810-1813), fue elegido el 20 de julio de 1810 por los veintiséis electores, en el Ayuntamiento de Badajoz, según la Instrucción del 1 de enero para las ciudades de voto en Cortes. El 27 de julio se le otorgó su poder, que le fue ratificado por la comisión de poderes el 18 de septiembre, jurando y tomando posesión de su cargo de diputado el día 24.
Tuvo una discreta participación activa en las Cortes, interviniendo en cuestiones tales como jubilaciones y cesantías, proyecto de Constitución, causa del ex regente Lardizábal, libertad de imprenta, recursos de los ejércitos, etc. Pero donde más intervino fue en los debates sobre cuestiones militares, en asuntos tales como el Estado Mayor del Ejército, ascensos, exención del servicio de armas, Junta Suprema de Guerra, etc. Formó parte de la comisión de Guerra, compuesta de diez diputados (4 de octubre de 1810) y también de la misma comisión, esta vez reducida a cinco (17 de octubre de 1810). Como en la sesión del 3 de abril de 1811 el diputado valenciano José Martínez pusiera en duda la capacidad profesional de los generales españoles, Laguna, en descargo de ellos, expuso las grandes dificultades por las que atravesaban las tropas debido a la acuciante falta de medios, expresando de forma vehemente que “en España hay más de doce generales capaces de dar cien vueltas a los Mariscales del Imperio [...] lo que necesitamos es dinero, pues sin dinero ningún soldado es valiente; un general que no lo tiene suficiente no puede salir bien de sus empresas. Haya dinero, dinero, dinero, y tres veces dinero, que entonces habrá buenos ejércitos y mejores generales”. Por su parte, las Cortes acordaron que constase una mención honorífica a favor de su persona por haber entregado 500 reales al comandante de las partidas patrióticas de Navarra, que mandaba Juan Miguel Galduroz (13 de enero de 1811). Asimismo, también formó parte de la Comisión de Premios, compuesta de cinco diputados (8 de febrero de 1811). Las Cortes le concedieron cuatro meses de licencia para ir a tomar baños en la provincia de Beira, en Portugal (25 de enero de 1812). De un pensamiento cercano al absolutismo radical, en el periódico El Diario de la Tarde (10 de enero de 1812) se podía leer que “ha rehusado se lleve a efecto la suscripción abierta para su retrato”. Protestó enérgicamente ante las Cortes por el Decreto de 6 de enero de 1813 que trataba sobre las facultades y responsabilidades de los generales en jefe de los ejércitos, ya que lo consideraba claramente lesivo para la autoridad de los altos mandos militares y sí, en cambio, injustamente a favor de los jefes políticos, provocando, de paso, en torno suyo una auténtica respuesta de solidaridad corporativa, que se tradujo en un buen número de ideas y quejas. Dicha intervención parlamentaria suya se publicó precisamente bajo el título de Discurso que el Mariscal de Campo de los Ejércitos D. Gregorio Laguna, dijo en el Congreso el 8 de septiembre de 1813. Este discurso fue impreso por sus propios jefes y oficiales, que componían la Primera División de Infantería del Cuarto Ejército (Pirineos) y, como dice el Diccionario Biográfico de la Guerra de la Independencia, “dedicado al general, ilustre y veterano militar, organizador del Regimiento de Carabineros de María Luisa, que tanto se distinguió en la Guerra de la Independencia”. Fue alcalde de Badajoz y se distinguió como fervoroso partidario del absolutismo. Aun así, no gozaba de verbo expresivo, como él mismo llegara a reconocer, al decir que “quisiera estar dotado con la afluencia y facilidad de producirse de un señor Argüelles, Mejía y otros dignos científicos compañeros que se reúnen en este Augusto Congreso y agregada a ella, la serenidad y cachaza del señor Aner”. Fue uno de los firmantes de la Constitución, alojándose en Cádiz en la calle de San Francisco Javier, n.º 171. Regidor perpetuo de la ciudad de Badajoz, estaba también en posesión de la Gran Cruz de San Hermenegildo. Tras la Revolución de 1820, pasó a la conspiración continua para el restablecimiento de Fernando VII como Monarca absoluto.
Detenido a raíz de los sucesos de Madrid de julio de 1822, fue procesado y condenado a siete años de prisión, a la vez que era expulsado del Ejército.
Encarcelado en Málaga, logró fugarse y exiliarse en Francia, de donde regresó en 1823 formando parte del contingente de tropas del duque de Angulema. A la caída del Trienio Liberal, el Rey le nombró capitán general de Extremadura y en 1826, virrey de Navarra.
Sin embargo, no llegó a tomar posesión de dicho cargo, pues murió en Madrid unos días antes.
Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, Legislatura 1810-1813, leg. 1, exp. 11; Archivo Histórico Provincial Cádiz, notaría 4, protocolo 953, fol. 63.
Congreso de los Diputados, Diario de sesiones de las Cortes Generales y Extraordinarias, Madrid, Imprenta de J. A. García, 1870; R. Comenge, Antología de las Cortes de Cádiz, t. II, Madrid, Est. Tipográfico Hijos de J. A. García, 1910, pág. 737; F. Moya Jiménez y C. Rey Joly, El Ejército y la Marina en las Cortes de Cádiz, Cádiz, Tipografía Comercial, 1912, pág. 216; VV. AA., Diccionario biográfico de la Guerra de la Independencia, 1808-1814. Referencias y notas comentadas de obras impresas, documentos y manuscritos de autores nacionales y extranjeros, que tratan de asuntos militares, históricos, políticos, religiosos, económicos, etc. Relacionados con dicha Guerra y su época, t. II, Madrid, 1948, pág. 148; R. Blanco Valdes, Rey, Cortes y fuerza armada en los orígenes de la España Liberal, 1808-1823, Madrid-Valencia, Institució Valenciana d’Estudis i Investigació-Siglo XXI de España, 1988, pág. 290; J. Cepeda Gómez, El Ejército en la Política Española (1787-1843), Madrid, Fundación Universitaria Española, 1990, pág. 161; A. Gil Novales (dir.), Diccionario Biográfico del Trienio Liberal, Madrid, El Museo Universal, 1991, pág. 356; J. M.ª García León, Los diputados doceañistas, t. I, Cádiz, Ayuntamiento, 2006, págs. 388-390; M. Urquijo Goitia (dir.), Diccionario Biográfico de parlamentarios españoles. 1810-1814, Madrid, Cortes Generales, 2010 (CD-Rom).
José María García León