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Carlos Castilla del Pino

Biografía

Castilla del Pino, Carlos. San Roque (Cádiz), 15.X.1922 – Córdoba, 15.V.2009. Psiquiatra y escritor.

Nacido en el seno de una familia monárquica y conservadora (su padre fue alcalde de San Roque), Castilla del Pino estudió el bachillerato en Ronda, La Línea de la Concepción y Sevilla (donde los escolapios lo expulsaron del colegio, en 1938, por “soberbia con reincidencia”). Tuvo más trascendencia para su formación intelectual la amistad de un anciano epígono de la Institución Libre de Enseñanza, Federico Ruiz Castilla, que desde su infancia le inició en la lectura de ensayistas y literatos, prestándole libros de su biblioteca, pidiéndole que los resumiese por escrito, comentándole sus propias lecturas y convirtiéndose en el gran maestro personal de un muchacho ávido de saber. Premonitoriamente, el primer libro que Ruiz Castilla le dio a leer fue Recuerdos de mi vida, de Ramón y Cajal, que será una figura emblemática para Castilla del Pino durante toda su vida. Le siguieron obras de Ortega, Marañón, Azorín, Baroja, Clarín, La Bruyère, Kant, Vives...

El inicio de la Guerra Civil supuso para aquel muchacho de trece años una vivencia que le marcaría de por vida (tal como narrará, de forma impresionante, en el primer volumen de sus memorias, Pretérito Imperfecto, 1997). El 27 de julio de 1936 tiene que recoger en las calles de San Roque los cadáveres de tres tíos y un primo hermano asesinados por milicianos de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), que a su vez son fusilados pocas horas después por falangistas y regulares que reconquistan el pueblo.

Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Madrid en 1946, se doctoró al año siguiente con la tesis titulada Fisiología y Patología de la percepción óptica del movimiento. Ya en 1943 se vinculó como alumno interno al departamento de Psiquiatría del Hospital Provincial de Madrid, dirigido por Juan José López Ibor, junto al que realizará su especialización en psiquiatría.

Su etapa formativa se desarrolló en los años cuarenta en Madrid, donde se interesó profundamente por tres aspectos de la neuropsiquiatría: 1) las bases neurológicas de las enfermedades mentales, que estudió con maestros como Manuel Peraita y lo que entonces quedaba del Instituto Cajal; 2) la psicopatología de orientación fenomenológica que fomentaba el profesor López Ibor; 3) la clínica psiquiátrica elaborada por autores clásicos, como Kraepelin, Bleuler o Jaspers, a los que Castilla lee de forma autodidacta y cuyas ideas aplica y contrasta con los enfermos que atiende diariamente. El depauperado ambiente cultural de la posguerra madrileña fue el escenario en que aquel joven psiquiatra siguió buscando lecturas científicas y culturales, orientación intelectual y compañeros con los que dialogar.

Se casó en 1950 y tuvo siete hijos, de los que fallecieron cinco.

Sus primeros artículos científicos los dedicó a cuestiones neuropsiquiátricas y psicopatológicas; recopilará los más importantes en el volumen Cuarenta años de Psiquiatría (1987). En 1949 ganó por oposición la plaza de director del Dispensario de Psiquiatría e Higiene Mental de Córdoba. Su ideología antifranquista y agnóstica, su temperamento independiente y sus circunstancias históricas, políticas y académicas hicieron que la trayectoria profesional de Castilla del Pino se desarrollase en los márgenes de la psiquiatría oficial española. Tras el rechazo que sufrió en sus intentos de acceder a una cátedra de la especialidad, su respuesta a la hostilidad académica fue la concentración en una ambiciosa obra científica personal quese alimenta de tres fuentes esenciales: 1) el contacto permanente con los pacientes; 2) el estudio directo de la bibliografía internacional más rigurosa sobre los avances de las ciencias psiquiátricas, de las ciencias sociales y de las disciplinas humanísticas; 3) el diálogo constante con los colaboradores y discípulos que nunca dejaron de buscar su magisterio. A partir de 1949, en Córdoba, éstas fueron las condiciones en que se desarrolló su trabajo.

Su formación psiquiátrica inicial estuvo condicionada por la psiquiatría fenomenológica (tal como era entendida en el entorno de López Ibor). Pero más tarde intentó superar de forma crítica la fenomenología, rechazó la analítica existencial y se abrió tanto a los avances de la psiquiatría orgánica como a las corrientes psicoanalíticas y sociogenéticas. La psicoterapia se articula con el análisis contextual, ya que los mecanismos psicodinámicos adquieren un sentido más pleno cuando se encuadra su análisis en el entorno social en el que se producen. Sus lecturas sobre sociología, antropología, psicoanálisis y marxismo le condujeron a la elaboración de una “antropología dialéctica”. Entre sus libros de este período se encuentran: Un estudio sobre la depresión. Fundamentos de antropología dialéctica (1966); El humanismo “imposible”. Estructura social y frustración (1968); La culpa (1968); Dialéctica de la persona, dialéctica de la situación (1968); Naturaleza del saber (1970); Vieja y nueva Psiquiatría (1971); Patografías: Neurosis de angustia.

Impotencia sexual (1972).

La faceta social de su trabajo médico y su experiencia personal le llevaron a un compromiso político que —en los últimos años del franquismo y en los primeros de la transición— hizo de él una figura pública de referencia para la izquierda española. Sus libros Psicoanálisis y marxismo (1969), La incomunicación (1970), Sexualidad y represión (1971) o Cuatro ensayos sobre la mujer (1971) se convirtieron en lectura obligada para todo intelectual progresista. Su actividad como conferenciante y su presencia en los medios de comunicación era constante por entonces. En la España de los años sesenta y setenta, Castilla del Pino, vinculado al Partido Comunista, representó un paradigma del intelectual políticamente comprometido.

Desde finales de los años sesenta pasa a primer plano en la obra de Castilla el interés por el lenguaje.

Según su planteamiento, la vida social (en la que se desarrolla la existencia humana y en la que irrumpe la enfermedad mental) es una red de relaciones interpersonales.

Cada una de esas relaciones nos obliga a realizar interpretaciones de las conductas que se puede observar en nuestros semejantes, con el fin de conjeturar de forma adecuada sus motivaciones. Todo acto de conducta puede ser considerado como un discurso interpretable y entre ellos el discurso hablado es particularmente importante, aunque no sea el único. El problema que se tendrá ante cada interlocutor —y los clínicos ante cada paciente— es el de realizar interpretaciones acertadas. La evolución intelectual de Castilla del Pino le llevó a buscar los fundamentos de esa interpretación en la lingüística, y en particular en la hermenéutica del lenguaje, la disciplina que permite comprender la significación de los actos de conducta para inferir a partir de ellos las motivaciones del sujeto.

Toda esta trayectoria le condujo, en las últimas décadas, a su intento más maduro de elaborar una ciencia de la conducta y del sujeto que la realiza. La denomina “psico(pato)logía” porque intenta englobar tanto la psicología del sujeto sano como la patológica.

Esta ciencia aspira a ser el corpus teórico que sirva de base a la práctica psiquiátrica. Se apoya en la mencionada idea de que todo acto de conducta (a diferencia de los puramente fisiológicos) tiene sentido, por lo que el psicopatólogo tendrá que interpretar el sentido del discurso (verbal y extraverbal) del paciente como primer paso para poder ayudarle terapéuticamente.

Castilla piensa que la psiquiatría sigue enfrentándose a fenómenos como el delirio con criterios diagnósticos intuitivos y ambiguos, que deben ser superados mediante un análisis riguroso de su base lógica, su estructura formal y su significación. Desde esta perspectiva, las conductas psicóticas son actos comunicativos que se expresan mediante formulaciones lingüísticas, por lo que son estas formulaciones las que resultan directamente accesibles al clínico. Por consiguiente, Castilla introduce su propia terminología psicopatológica y no habla ya —en sus textos más técnicos— de ilusiones, alucinaciones y delirios, sino de varios tipos de ilusemas, alucinemas y deliremas, que son sus formulaciones verbales. Su proyecto, como se ha dicho, es la construcción de una nueva psico(pato)logía científica, y sus ciencias de referencia son las ciencias del lenguaje.

Son significativas de esta etapa obras como Introducción a la hermenéutica del lenguaje (1972); Introducción a la psiquiatría (1978-1979, 2 vols.); Teoría de la alucinación. Una investigación de teoría psico(pato)-lógica (1984); Celos, locura, muerte (1995); El delirio, un error necesario (Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, 1998); y Teoría de los sentimientos (2000). Fue profesor interino en la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba desde 1977 y catedrático extraordinario de Psiquiatría Dinámica y Social desde 1983 hasta su jubilación en 1987.

En 1989, tras separarse de su primera mujer, se unió a Celia Fernández Prieto, profesora titular de Teoría de la Literatura en la Universidad de Córdoba.

Desde 1987 organizó en los Cursos de Verano de San Roque un seminario sobre antropología de la conducta que dio lugar a una importante serie de volúmenes dirigidos por él: El discurso de la mentira (1988); Teoría del personaje (1989); De la intimidad (1989); El silencio (1992); La obscenidad (1993); La envidia (1994); La extravagancia (1995); La sospecha (1998); El odio (2002).

En reconocimiento a su labor científica, la Junta de Andalucía creó en 1988 el Aula Castilla del Pino, que posteriormente dio lugar a la Fundación Carlos Castilla del Pino, desde la que dirigió un amplio programa de becas, seminarios y congresos psiquiátricos.

Junto a su obra profesional desarrolló una importante labor como ensayista sobre temas culturales, sociales y literarios. Una amplia selección de estos trabajos fue publicada con el título Temas. Hombre, Cultura y Sociedad (1989) y una monografía con el de Cordura y locura en Cervantes (2005). En tono más literario publicó una narración de fondo autobiográfico, Discurso de Onofre (1976), y una novela sobre el tema del delirio, Una alacena tapiada (1991). Su obra más importante en este apartado ensayístico y narrativo es su autobiografía en dos volúmenes: Pretérito imperfecto (IX Premio Comillas de Biografía, Autobiografía y Memorias, 1997) y Casa del Olivo (2004).

Fue profesor invitado en múltiples universidades nacionales y extranjeras. Doctor honoris causa por la Universidad de San Marcos (Lima, Perú, 1981), por la Universidad Autónoma de Madrid (1999) y por la Universidad de Cádiz (2004). En el ámbito andaluz ha merecido una docena de títulos honoríficos. Fue galardonado también, en 2002, con la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Asimismo, en 2004 ingresó en la Real Academia Española con el discurso titulado Reflexión, reflexionar, reflexivo.

La obra psiquiátrica de Castilla del Pino muestra que las valiosas contribuciones de la psiquiatría biológica no excluyen —sino que requieren— las aportaciones complementarias del psicoanálisis, la epistemología, la sociología, la hermenéutica del lenguaje, la lógica o la antropología. “Un psiquiatra escolástico es cualquier cosa menos un psiquiatra actual”, escribía Castilla del Pino ya en 1968. Su obra está considerada como un potente ejemplo de apertura intelectual en la compleja tarea de superar las perspectivas parciales y reduccionistas para elaborar una concepción integral y coherentemente articulada del funcionamiento normal y alterado del cerebro humano, del sujeto humano y de la conducta humana. Una difícil, pero necesaria, integración de las diferentes disciplinas que la tradición germánica llamaba ciencias de la naturaleza y ciencia del espíritu, las que hoy llamamos ciencias biológicas, ciencias sociales y humanidades.

 

Obras de ~: Un estudio sobre la depresión. Fundamentos de antropología dialéctica, Barcelona, Península, 1966 (10.ª ed., 2002); El humanismo “imposible”. Estructura social y frustración, Madrid, Ciencia Nueva, 1968 (5.ª ed., 1972); La culpa, Madrid, Revista de Occidente, 1968 (4.ª ed., 1981); Dialéctica de la persona, dialéctica de la situación, Barcelona, Península, 1968 (6.ª ed., 1992); Psicoanálisis y marxismo, Madrid, Alianza, 1969 (5.ª ed., 1981); Naturaleza del saber, Madrid, Taurus, 1970 (2.ª ed., 1972); La incomunicación, Barcelona, Península, 1970 (14.ª ed., 2001); Cuatro ensayos sobre la mujer, Madrid, Alianza, 1971 (10.ª ed., 1989); Sexualidad y represión, Madrid, Ayuso, 1971 (7.ª ed., 1978); Vieja y nueva Psiquiatría, Madrid, Seminario y Ediciones, 1971 (2.ª ed., 1978); Patografías: Neurosis de angustia. Impotencia sexual, Madrid, Siglo XXI, 1972 (4.ª ed., 2002); Introducción a la hermenéutica del lenguaje, Barcelona, Península, 1972 (3.ª ed., 1975); Introducción al masoquismo, Madrid, Alianza, 1973 (3.ª ed., 1983); Discurso de Onofre, Barcelona, Península, 1976 (2.ª ed., 1999); Introducción a la psiquiatría, Madrid, Alianza, 1978-1979, 2 vols. (4.ª ed., 1991-1993); Teoría de la alucinación. Una investigación de teoría psico(pato)lógica, Madrid, Alianza, 1984; Cuarenta años de Psiquiatría, Madrid, Alianza, 1987; Temas. Hombre, Cultura y Sociedad, Barcelona, Península, 1989 (2.ª ed., 2002); Una alacena tapiada, Barcelona, Península, 1991 (3.ª ed., 1991); Celos, locura, muerte, Madrid, Temas de Hoy, 1995; Pretérito imperfecto, Barcelona, Tusquets, 1997 (6.ª ed., 2004); El delirio, un error necesario, Oviedo, Nobel, 1998; Teoría de los sentimientos, Barcelona, Tusquets, 2000 (7.ª ed., 2005); Casa del Olivo. Autobiografía (1949-2003), Barcelona, Tusquets, 2004 (3.ª ed., 2005); Reflexión, reflexionar, reflexivo: discurso leído el día 7 de marzo de 2004 en su recepción pública [...], Madrid, Real Academia Española, 2004; Cordura y locura en Cervantes, Barcelona, Península, 2005.

 

Bibl.: J. R. Solé Puig, “Psiquiatría y lingüística. A propósito de la psico(pato)logía de Castilla del Pino”, en Revista del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, VII (1980), págs. 173-190; B. Vicente, A. Monteiro, J. Liappas y F. A. Jenner, “Castilla del Pino’s Contribution to a Scientific Psychopathology”, en Psychopathology, 22 (1989), págs. 35-41; VV. AA., “Carlos Castilla del Pino. La construcción de una psiquiatría científica”, en Anthropos. Revista de documentación científica de la cultura, n.º monogr., 121 (1991); J. M. Valls Blanco y R. Luque Luque, “Breve introducción a la obra psiquiátrica de Castilla del Pino”, en Psiquiatría Pública, 5 (1993), págs. 3-10; A. Díez Patricio, “La obra psiquiátrica de Castilla del Pino”, en Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 17 (1997), págs. 11-36; J. Lázaro, “Carlos Castilla del Pino: la medicina del sujeto”, en JANO, Medicina y Humanidades, LXIII (2002), págs. 1124-1128; VV. AA., Homenaje a Carlos Castilla del Pino en su 80 cumpleaños, Córdoba, Fundación Castilla del Pino, 2002; J. Lázaro, “Laudatio de Carlos Castilla del Pino”, en Homenaje a Carlos Castilla del Pino: palabras pronunciadas en ocasión de la entrega de la medalla de honor de la UIMP a don ~ […], Santander, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 2003, págs. 19- 33; J. L. Pinillos, “Contestación” a C. Castillo del Pino, Reflexión, reflexionar, reflexivo: discurso leído el día 7 de marzo de 2004 en su recepción pública [...], op. cit.; A. Caballé, Carlos Castilla del Pino: Cinco conversaciones sobre la psiquiatría, la felicidad, la memoria, los libros, Barcelona, Península, 2005.

 

José Lázaro