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Carmen Pizarro y Ramírez

Biografía

Pizarro y Ramírez, Carmen. Condesa de las Navas (IV). Lucena (Córdoba), 28.V.1814 – Gibraleón (Huelva), 26.X.1882. Benefactora, filántropa.

Hija legítima mayor de Juana Ramona Ramírez y Maldonado, II condesa de las Navas, natural de Lucena, y de Luis Antonio Pizarro y Ramírez, natural de Medina del Campo, político revolucionario demócrata y liberal. Precisamente, las ideas políticas del progenitor y su vida azarosa influyeron, en cierto modo y medida, en la manera de ser y de conducirse durante la vida de su hija. Su permanencia en Francia, por el destierro de su padre, durante el decenio absolutista, le proporcionó una extrema y fina elegancia en el comportamiento y en el vestir, dando fe de esto un bello retrato que le hizo el pintor sevillano Romero, luciendo sus joyas y con banda de Noble Dama de María Luisa. Por ello mismo, tenía un buen conocimiento del francés y de la cocina del país vecino, lo que hizo que su casa de la calle de El Peso se convirtiera en una auténtica escuela de buenas cocineras para las mujeres del pueblo de Lucena. Montaba a caballo de joven y cultivaba con acierto la pintura.

No resulta extraño, pues, que durante algún tiempo se le confiara la educación de las hijas del duque de Montpensier y, también, en Sevilla, estuviera encargada del Cuarto de las hijas de Isabel II. A pesar de su larga estancia en Francia, alardeaba a todas horas de española y era muy amante de lo lucentino, desde la Virgen de Araceli a los típicos velones.

El 14 de junio de 1836, contrajo matrimonio en Madrid, donde residía por entonces la familia debido al ejercicio político de su padre, con Juan Gualberto de Quesada y Vial, IV conde de Donadío de Casasola en el Campo, natural de Santiago de Chile, teniente coronel del Ejército y procurador en Cortes por Jaén, a quien llamaron el “Apolo del Congreso”. Pero estuvo casada solamente cuarenta y un días, pues su marido, que era entonces jefe político de Málaga, fue asesinado en dicha ciudad durante las acciones revolucionarias que siguieron a los sucesos de La Granja, en verano de 1836. El 7 de diciembre de 1836 solicitó a las Cortes una pensión de viudedad y embarazada como estaba, Carmen Pizarro, fue depositada en casa de un juez porque el condado de Donadío era poseedor de un importante vínculo, hasta que en Valencia nació póstumamente su única hija y heredera, Juana Gualberto de Quesada y Pizarro, madre del V conde de las Navas, Juan Gualberto López-Valdemoro de Quesada.

Al fallecer su hermano mayor y único varón, en 1849, le sucedió en el título nobiliario, pero la IV condesa de las Navas pasó a la historia por su condición de benefactora. Según su nieto, el V conde de las Navas, bibliotecario Mayor de S. M. Alfonso XIII y académico, “Era doña Carmen alta, delgada, muy morena, la nariz aguileña, manos y pies largos y delgados, la boca fresquísima y con admirable e igual dentadura, que conservó completa y blanca hasta la muerte; más de 68 años. Muy viva de genio, graciosísima, independiente y tan generosa de su hacienda que rayaba en despilfarrada. Sin darse cuenta de ello profesó ideas comunistas. Decía que sus bienes eran de los pobres, y solía predicárselo”. En efecto, una vez que se encontraba ausente de Lucena, un grupo numerosos de personas necesitadas fue a coger habas verdes en el ruedo de Lucena. Cuando se enteró que habían sido prendidos por la benemérita, volvió apresuradamente a Lucena y manifestó que había autorizado la recolección de las habas.

Fue la principal responsable de que se instalasen en Lucena las Carmelitas de la Caridad, debido a su preocupación por la enseñanza, pues por aquel entonces de 1870, la fundación de Pelagia de Castro dedicada a la enseñanza de las niñas pobres se hallaba muy deteriorada.

Además, empleaba las mañanas en visitar a los pobres y enfermos y, en épocas malas, organizaba comedores públicos y rifas de beneficencia en las ferias.

Su intervención fue decisiva en el asentamiento en Lucena de las Siervas de María para regentar el hospital de San Juan de Dios, quienes, en 1879, pusieron fin a una etapa de decaimiento de esta institución sanitaria. En una ocasión, entre los presos se desarrolló una epidemia, siendo varios trasladados a dicho hospital para ser atendidos personalmente por la condesa de las Navas.

Fue patrona de la fundación del patronato para dotación de doncellas creado por su antepasado Andrés de Rueda Rico, arcediano de Castro. En un inventario de la iglesia franciscana de Madre de Dios del año 1885 se indica que Carmen Pizarro cuidaba de la capilla de San José, situada al principio del lateral del evangelio.

Cuando falleció, El Liberal recogió la noticia de la siguiente manera: “Ha fallecido en Gibraleón la condesa de Las Navas, a quien el colegio de carmelitas, el hospital de San Juan de Dios y el hospicio de San José y otras varias fundaciones benéficas de Lucena deben su existencia, así como los pobres, innumerables auxilios de todo género y hasta su asistencia personal los enfermos más repugnantes. El Ayuntamiento de esta importante ciudad de la provincia de Córdoba honrará su memoria, poniendo el nombre de la ilustre bienhechora, ‘Condesa Carmen Pizarro’ a la calle Mesón Alto o Mesoncillo de esta población para que sirva de recuerdo imperecedero de la que tanto se desveló por esta Ciudad y para estímulo de la actual generación y de las venideras”. Un mes después, El Egabrense indica que “fue modelo de ilustres damas y de señoras cristianas, dotada de claro talento, y adornada de no común ilustración, se hizo acreedora al respeto, a las distinciones, al cariño y a la gratitud de cuantos tuvieron la dicha de tratarla.

Sus más señaladas virtudes fueron la humildad y la caridad cristiana, distinguiéndose con admiración y aplauso universal por su vida retirada del fasto de las sociedades y por sus obras de caridad a favor de todos los necesitados, que nunca acudieron en vano a los tiernos sentimientos de su grande y generoso corazón”.

 

Bibl.: [“Necrológica de Carmen Pizarro y Ramírez, Condesa de las Navas”], en El Liberal (Madrid), 3 de noviembre de 1882; [“Necrológica de Carmen Pizarro y Ramírez, Condesa de las Navas”], en El Egabrense (Cabra, Córdoba), 26 de noviembre de 1882; J. G. López-Valdemoro de Quesada, Conde de las Navas, Lucentinos ilustres (serie de 9 artículos), en Ideal (Lucena), Año II, enero-abril de 1934; L. F. Palma Robles, Feminismo y acción social en el condado de las Navas (conferencia pronunciada el 23 de marzo de 2007 en el salón de plenos del Ayuntamiento de Lucena con ocasión del homenaje tributado a la condesa Carmen Pizarro y Ramírez), Lucena, 2007; J. L. Malho Fernández y D. Malho Galán, Don Diego Maldonado, camarero del arzobispo Fonseca: vida, casa y mayorazgo, Salamanca, Caja Duero, 2007 (Colección Temas Locales).

 

José María Aguilar Ortiz

 

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