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Esteban de Dorantes

Biografía

Dorantes, Esteban de. Estebanico, Estebanillo. Azamor (Marruecos), p. s. XVI – Estados Unidos, s. m. s. XVI. Esclavo, conquistador.

Esclavo negro de Andrés Dorantes y más tarde del virrey de México Antonio de Mendoza. Uno de los cuatro supervivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez a La Florida (Andrés Dorantes, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo y Esteban). Conocido también como Estebanico o Estebanillo, fue, de acuerdo a la documentación existente, el que más contacto y relación tuvo con los indígenas durante los casi nueve años que duró su viaje por Norteamérica (1527-1536) desde su salida de España. Esteban representa una parte importantísima de todo el rosario de invenciones y mentiras que estos supervivientes tuvieron que contar para salir con algún fruto de su largo peregrinaje por tierras de Norteamérica. Algunos conseguirán en parte sus propósitos. Cabeza de Vaca logrará pasar a la historia como él mismo se retrata en su obra: un santo varón, un mártir de la causa cristiana que en cuanto pueda se vestirá de conquistador para ejercer como tal en el Río de la Plata, con resultados mucho más adversos que los conseguidos en su experiencia norteamericana. Esteban, burlará con maestría a su nuevo amo, Antonio de Mendoza, virrey de México, y al encargado de verificar sus mentiras, fray Marcos de Niza, y así conseguirá su deseada libertad entre los indios. Fue en gran parte la información sobre lo que supuestamente “vieron” los supervivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez la causante del enorme revuelo que se levantó en el virreinato de la Nueva España, y que tuvo como resultado el envío de fray Marcos de Niza primero y de Francisco Vázquez de Coronado después en busca de las fabulosas siete ciudades de Cíbola. Sería de gran valor tener acceso al testimonio-fábula ofrecido por Alvar Núñez y sus compañeros al virrey Antonio de Mendoza sobre estos territorios. Tanto la información ofrecida al virrey en México como la posterior relación conjunta dada por estos cuatro supervivientes, así como la presentada en la obra de Cabeza de Vaca, Naufragios, tienen como objetivo hacer indispensables a los protagonistas para poder explotar al máximo las tierras por ellos descubiertas. El virrey de México, Antonio de Mendoza, muestra su optimismo por haberse podido poner en contacto con el amo de Esteban y superviviente de la misma expedición, Andrés Dorantes, que le llamará para negociar con él el viaje a Cíbola. Sin embargo, y después de que el virrey hablase de gastar “tres mill y quinientos ó cuatro mill pesos”, Andrés Dorantes desaparece sin motivo ni razón aparentes. Probablemente fuese el miedo a que toda la farsa de las ciudades fabulosas fuese descubierta y él se encontrase en medio de toda la trama.

Algunos estudiosos todavía hacen conjeturas sobre dónde, cuándo y cómo tuvo lugar la muerte de Esteban.

Como se sabe, Cortés fue el primero en llamar mentiroso a fray Marcos, incluso antes de que se demostrase la falsedad de su testimonio. No son menos importantes, no obstante, las instrucciones que el virrey Antonio de Mendoza dio a fray Marcos, entre otras cosas, porque nunca llegarán a cumplirse: “[ll] evaréis con vos á Esteban de Dorantes por guía, al cual mando que obedezca en todo y por todo lo que vos le mandáredes, como á mi misma persona: y no haciéndolo así, que incurra en mal caso y en las penas que caen los que no obesdecen á las personas que tienen poder de S. M. para poderles mandar” (Colección de Documentos Inéditos 3: 325-351). Pero Esteban, que iba en compañía de indios libertos, nunca obedeció.

No tenía nada que perder. Esteban había pasado de ser el esclavo de Dorantes a serlo del virrey, y no vislumbraba en ningún momento su libertad. Sólo recibía amenazas en caso de no cumplir lo que el virrey, su nuevo amo, le ordenaba. Sus amigos indios, con los que se podía comunicar mejor que nadie por conocer su lengua, se encargaron muy bien de representar la farsa de su muerte hasta cerciorarse de que, el cándido y no particularmente valiente fray Marcos volvía a dar cuenta al virrey, no menos cándido, y al obispo Juan de Zumárraga de las “fabulosas” ciudades que él decía que había visto. Recuérdese lo que dice Alvar Núñez en el capítulo 31 de Naufragios en referencia a los indios de esta zona y de quién de los cuatro supervivientes era el mejor informado y el que tenía más contacto y trato personal con los indígenas.

La supuesta muerte de Esteban fue utilizada por él y por sus amigos indios para que éste consiguiese su libertad y para que fray Marcos no pasase adelante y descubriese el fraude de las Siete Ciudades. En otras palabras, todos los testimonios o referencias a la muerte de Esteban son desde el principio, espurios y de segunda mano. El documento más importante sobre este punto no es otro que la misma Relación del franciscano fray Marcos de Niza. Sus órdenes al ingenioso Esteban de “que no pasase adelante, sino que volviese en persona”, fueron las últimas en darle, ya que no le volvería a ver nunca más y por ello nunca podrá confirmar con él sus historias. Esteban, sin embargo, no se va a contentar con una simple escapada por territorios con los que ya estaba familiarizado y junto con amigos indios a los que ya conocía y con los que tenía una gran experiencia. Va a conseguir hacer ver, al amedrentado fray Marcos, ciudades más grandes que México; hará creer al fraile en animales que sólo tienen un cuerno y tendrá la genial desfachatez de decirle que “desde que se apartó de mí, nunca había tomado á los indios en ninguna mentira” (Archivo General de Indias [AGI], Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 6v.). Cuando los indios vuelven con la nueva de la muerte de Esteban, fray Marcos aparenta tener alguna reserva sobre su veracidad y escribe: “[c] on las cuales nuevas, algunos de los indios que iban conmigo comenzaron a llorar, yo con las ruines nuevas temí perderme, y no temí tanto perder la vida, como no poder volver a dar aviso de la grandeza de la tierra, donde Dios Nuestro Señor puede ser tan servido y su santa feé ensalzada y acrescentando el patrimonio Real de S. M.” (AGI, Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 7v.). Toda la garantía de la supuesta muerte de Esteban se limitará a una hipotética suposición que le contaron los mensajeros indios: “creemos que le flecharon cómo a los demás que iban con él, que no escaparon más de nosotros” (AGI, Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 8r.). Parece que las picardías de los personajes del Lazarillo, del Buscón y del Guzmán de Alfarache, quedan raquíticas cuando las comparamos con las de este astutísimo Estebanico que alimentaba una y otra vez la imaginación del padre francés. De la misma manera que muchos han creído en la veracidad de las historias de los Naufragios, otros no han dudado un momento en la veracidad de la muerte de Esteban. Pero en el único instante en donde se encuentra cierta sinceridad en las palabras de fray Marcos es cuando reconoce su impotencia frente a la incertidumbre tras la supuesta muerte de Esteban: “[t]odavía, lo mejor que pude, procuré de amansallos y quitalles el temor, aunque no estaba yo sin necesidad de quien a mi me lo quitase” (AGI, Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 8r.). Un poco más adelante vuelve a transmitir su zozobra: “[y]o, visto lo que los indios decían, y el mal aparejo que había para proseguir mi jornada como deseaba, no dexé de sentir su pérdida y la mía, y Dios es testigo de cuanto quisiera tener a quién pedir consejo y parescer, porque confieso que a mí me faltaba” (AGI, Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 8r.). Si es cierto que el miedo distorsiona la realidad, éste es un buen caso.

Esteban se había salido con la suya y fray Marcos volverá a México a dar cuenta a sus superiores de la descripción de Cíbola, un espejismo “mayor que la ciudad de México” provocado por el temor a ser matado y por las enormes prisas que tenía por volver. Desde la distancia en que se encontraba, suficiente como para no verlas, tomó posesión de “todas las siete ciudades” (AGI, Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 8v.).

Luego regresará a México y testificará ante las máximas autoridades su “increíble” descubrimiento “para que S. M. sea informado de la verdad [...] y presentó ante S. S. y ante los dichos escribanos y testigos yuso escripto, esta instrucción y relacion firmada de su nombre y sellada con el sello general de las Indias, la cual tiene nueve hojas, con esta que van nuestros signos; y dixo y afirmó y certificó ser verdad lo contenido en la dicha instrucción y relación, y pasar lo en ella contenido, para que S. M. sea informado de la verdad de lo que en ella se hace mención” (AGI, Patronato 20, n. 5, ramo 10, fol. 9v.). La fascinante figura de Esteban y su misteriosa desaparición y libertad, que consigue gracias a una elaborada y sutil serie de mentiras, será un factor más en la configuración de toda la trama de la historia narrada por Cabeza de Vaca y sus compañeros. No deja de tener mérito el éxito personal de un hombre que siendo esclavo fue capaz de llevar al fracaso una costosísima expedición gracias a los magistrales “cuentos” empleados en hacer ver un espejismo a un fraile capaz de confundir un simple poblado de casas de adobe con la mayor de las ciudades imaginables. Buen maestro tuvo Esteban en Alvar Núñez Cabeza de Vaca, en el arte de contar “historias”. También cabe la posibilidad de que Hernán Cortés se hubiese confabulado con estos supervivientes y contribuido para que contasen estas historias de las riquezas de Quivira y Cíbola para así poder burlarse de su competidor el virrey de México al ver la inutilidad de las expediciones que a continuación se realizaron y que llegaron hasta lo que hoy es Kansas en Estados Unidos.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Patronato, 20, n. 5, ramo 10, fols. 6v., 7v., 8r., 9v.

A. Núñez Cabeza de Vaca, La Relación y Comentarios del gouernador Alvar Nuñez Cabeça de Vaca, de lo acaecido en las dos jornadas que hizo a las Indias, Valladolid, 1555; Colección de Documentos Inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en América y Oceanía, sacado de los archivos del Reino y muy especialmente del de Indias [CDI], Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, J. M. Pérez, Imprenta Española, 1864-1884; M. de la Mota y Padilla, Historia de la Conquista del Reino de la Nueva Galicia [escrita en 1742], Guadalajara (México), 1920; H. R. Wagner, The Spanish Southwest 1542-1794, Albuquerque, The Quivira Society, 1937; C. O. Sauer, Sixteenth Century North America, Berkeley, University of California Press, 1971; C. Mora, Las siete ciudades de Cíbola, Sevilla, Alfar, 1992; B. Obregón, Historia de los descubrimientos de Nueva España. Sevilla, Alfar, 1997; J. F. Maura, “Nuevas interpretaciones sobre las aventuras de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Esteban de Dorantes, y Fray Marcos de Niza”, en Revista de Estudios Hispánicos (2002), págs. 129-154; “Nuevas aportaciones documentales para la biografía de Alvar Núñez Cabeza de Vaca”, en Bulletin Hispanique, 2 (2004), págs. 645-685.

 

Juan Francisco Maura

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