Ruiz de Ulibarri y Leyva, Juan. ?, p. m. s. XVI – 1596 post. Copista.
Poco, por no decir nada, es lo que se sabe de este personaje. Sin embargo, su importancia va mucho más allá de lo que se plasma en estas líneas.
Ha pasado a la Historia porque en 1596 fue el que copió el Poema del Cid, en la versión del siglo XIV que había en Vivar. En el incipit y en el finis de su trabajo dio algunos datos de su vida que son con los que se ha conformado la investigación hasta ahora.
Era, en efecto, criado de Gil Ramírez de Arellano, uno de los personajes más influyentes en el mundo político de Lerma. Él fue quien le mandó hacer la mencionada copia del cantar épico. Sin embargo, Ulibarri, e igualmente Ramírez de Arellano, constituyen a finales del siglo XVI una pareja de buscadores documentales de primer orden. Eran tiempos de ir de viaje tras las pistas de manuscritos, privilegios, sepulturas y otros vestigios de un pasado poco conocido, o conocido sobre todo por historias legendarias que había que purgar. Esa es la revolución metodológica que apoya desde El Escorial Felipe II y que ejecuta Ambrosio de Morales para escribir una veraz Historia de España. Para ello, mandaron los interrogatorios de las muy mal llamadas (e innecesariamente llamadas) Relaciones Topográficas. Para ello, viajó lo que viajó Ambrosio de Morales.
Ese ambiente es el que da entrada en el mundo histórico de Juan Ruiz de Ulibarri, porque copió en Burgos el manuscrito del Poema del Cid que estaba en Vivar. Pero no es la única copia que lleva a cabo de textos antiguos. Lo que hizo se conserva en la Biblioteca Nacional y en la Real Academia de la Historia, a veces mal identificado o sin identificar.
La relación de localidades, conventos, monasterios o municipios que visitó entre 1594 y 1596 es muy prolija: Santa María de Valbuena (en Peñafiel, Valladolid, y hoy sede de la Fundación “Edades del Hombre”), San Salvador de Oña (en Burgos, a 60 kms. al norte de Vivar), San Pedro de Arlanza (en Hortigüela, al sur de Burgos, cerca de Covarrubias, por donde estuvo Ambrosio de Morales), San Miguel de Escalada (cerca de Mansilla de Mulas, León), San Pedro de Montes (cerca de Ponferrada, León), Lorenzana (o San Salvador de Villanueva, León), San Pedro de Eslonza (en San Martín de Valdetuéjar, también en León)... En 22 de mayo de 1596, le mandó Gil Ramírez de Arellano a Calahorra y Logroño. De allí a Amurrio; se ignora cuándo se desplazó al monasterio de San Francisco de Vitoria; luego, el 20 de octubre en Burgos (a donde le llevaron el manuscrito de Vivar); en noviembre, en Aguilar de Campóo. Allí describió el monasterio de Santa María la Real. Anecdóticamente, hay que señalar que cada vez que encontraba un documento cidiano, lo apostillaba al margen.
Esta fue la sintética historia de este hombre, servidor de Gil Ramírez de Arellano que dejó su primera pista, y hasta hoy única, en un texto de desorbitada importancia para la historia de la cultura española, no sólo castellana: “Yo, Juan Ruiz de Ulibarri y Leyba saqué esta historia de su original, el qual queda en el archibo del Conçejo de Bibar. En Burgos a veinte días del mes de octubre de 1596 años”.
Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, [“Papeles de Gil Ramírez de Arellano” (por ende de los Ulibarri)], Índices de la Colección, vols. 42 y 43; mss. en Biblioteca Nacional de España (Madrid), sign. Ms. 704 y 841.
R. Pidal y Bernardo de Quirós, Los Cantares de Mio Cid: noticias viejas y mozas del Códice único que los contiene y que hoy se reproduce íntegramente por medio de la fototipia por su guardador ~, Madrid [Blass], 1947; A. Alvar Ezquerra, Cuatro mil kilómetros tras las estelas de El Cid. Alegrías y turbaciones de un cuarentón, Madrid, Iberia Cards, 2007.
Alfredo Alvar Ezquerra
