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Aníbal González y Álvarez-Ossorio

Biografía

González y Álvarez-Ossorio, Aníbal. Sevilla, 10.VI.1876 – 31.V.1929. Arquitecto.

Fue el primero de los tres hijos del matrimonio formado por José González Espejo y Catalina Álvarez- Ossorio y Pizarro. Se tituló como arquitecto en 1902 en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, superando la reválida de sus estudios con el número uno de su promoción. Su formación respondió a los fundamentos tradicionales entonces imperantes, provenientes del origen académico de ese título, y que se puede constatar por la naturaleza de sus trabajos escolares que se han conservado. Figuras clave de esa formación fueron Ricardo Velázquez Bosco y Vicente Lampérez y Romea, arquitectos esenciales del panorama español de entonces.

Su vocación arquitectónica se manifestó tempranamente y se vio acrecentada con los años. Daban prueba de ello tanto su biblioteca como sus viajes, siempre vinculados a los intereses disciplinares, y se aprecia con plena nitidez en el éxito de sus estudios y en su temprana actividad, aun cuando era estudiante, en el pabellón que llevó a cabo en la Exposición de Pequeñas Industrias que, en 1901, se celebró en el Retiro madrileño. Al siguiente año realizaría un anteproyecto para Palacio de Exposiciones de Bellas Artes en los sevillanos jardines del Cristina. También en ese año de 1902 redactó una Memoria acerca de la reorganización del servicio de incendios de Sevilla, que presentó al alcalde de la ciudad, siendo acompañado por Nicolás Luca de Tena, a cuya familia estaba ligado por lazos familiares, lo que resultaría ser decisivo para su vinculación tanto a la sociedad y las instituciones sevillanas como a los gobiernos del reinado de Alfonso XIII. Por otra parte, su matrimonio con Ana Gómez Millán, hija del constructor y maestro de obras José Gómez Otero, significaría su conexión con una de las sagas arquitectónicas más prolíficas de Sevilla.

Los arquitectos activos entonces eran pocos, y la disposición y cualidades que adornaban al joven González, le habilitaron, junto con las circunstancias referidas, para una pronta fortuna en el ejercicio de la arquitectura. De inmediato se le encargó llevar a término un proyecto de cárcel celular, y estuvo en disposición de iniciar sus primeros encargos privados de diverso tipo, especialmente viviendas, que le ocuparon ya durante la primera década del novecientos. Así, las casas de la calle Alfonso XII y Almirante Ulloa; la reforma del edificio de la calle Monsalves, la de Martín Villa esquina a Santa María de Gracia; la desaparecida central térmica del Prado de San Sebastián y la subcentral de la calle Feria, para la naciente Compañía Sevillana de Electricidad, o la fábrica de la calle Torneo, hoy rehabilitada como Instituto de Fomento de Andalucía; el grupo escolar Reina Victoria en Triana; panteones en el cementerio de San Fernando, o sus primeros proyectos en Aracena debidos a su vínculo con la familia Sánchez- Dalp, como el casino Arias Montano.

En esa primera década no permaneció ajeno a las corrientes innovadoras que entonces afloraban en Europa, y que en España se reconocen en el modernismo catalán. Algunas de las obras citadas lo manifiestan, pero tal experimentación estilística se inscribía dentro de las habilidades que su formación y la cultura predominante configuraban bajo un eclecticismo historicista, en el que, como un estilo más, llevó a muchos de los arquitectos jóvenes de entonces a ensayar formas que pudieran identificarse con el espíritu de los tiempos nuevos. No obstante, el carácter conservador de las ideas subyacía, y la obra de Aníbal González estaba destinada a figurar destacadamente dentro del panorama nacional de la arquitectura de intención tradicional que, más allá del historicismo, contribuyó a procurar una salida a la crisis del noventa y ocho en el filón de las identidades diversas de los pueblos de España, dando lugar a lo que se conoce como regionalismo, teniendo en la arquitectura una de sus manifestaciones más notables, especialmente en la dualidad del norte y del sur de la Península, la arquitectura montañesa y vasca, por una parte, y por otra lo que vino en denominarse “estilo sevillano”, en el que Aníbal González se reconoció y fue reconocido en toda España, por más que otros arquitectos locales, como Juan Talavera o José Espiau, contribuyeran igualmente a fortalecerlo.

Esa construcción cultural, si fuera de Sevilla produjo admiración, en la ciudad propició una rara identificación social con la arquitectura. Y para ello, el acontecimiento que lo canalizó fue la Exposición Iberoamericana, celebrada en 1929 pero iniciada como objetivo ciudadano veinte años antes, tras los festejos “España en Sevilla”, organizados en la primavera de 1909, y a cuya conclusión lanzaría la idea Luis Rodríguez Caso. El objetivo de una Exposición Hispano- Americana, como fue originalmente denominada, se traduciría en un concurso convocado en 1911, y del que resultaría ganador Aníbal González, bien es cierto que con una muy escasa participación, ausentes los demás arquitectos sevillanos.

Su vida, que se vio truncada poco antes de que tuviera lugar la inauguración del certamen, el 31 de mayo de 1929, quedó vinculada al proyecto general y a las obras que resultarían más relevantes: la plaza de América y la plaza de España. Supo compaginar una amplísima actividad profesional, centrada en Sevilla, pero con ejemplos diseminados por distintas poblaciones, especialmente de la baja Andalucía, aunque también fuera de ella, como el edificio proyectado para ABC en la Castellana de Madrid, cuya fachada sobrevive como muestra definitiva de la admiración y apoyo que siempre encontró en la familia Luca de Tena.

Su trayectoria en Sevilla es difícil de resumir: proyectos urbanísticos (como el del cortijo Maestrescuela, que originaría el barrio de Nervión); viviendas aisladas en áreas de crecimiento de la ciudad (en el Porvenir o en la Palmera); casas familiares urbanas (por ejemplo, en la calle de San José esquina a Conde de Ibarra, calle de Almansa esquina a Galera o calle de Monsalves esquina a Almirante Ulloa); numerosas casas de renta (paseo de Colón, cuesta del Rosario, calles Cuna, Cuesta del Rosario, Tetuán, Francos o actual avenida de la Constitución); “casas baratas” (Portaceli, Ramón y Cajal o avenida de Miraflores); edificios religiosos (para la Compañía de Jesús en la calle de Trajano, la capillita de la Virgen del Carmen en el Altozano o la basílica de la Inmaculada Milagrosa cuya construcción se interrumpió tras su fallecimiento); panteones (como los de los Luca de Tena, Peyré o González) y otros muchos proyectos y obras, que se pueden cerrar con la referencia a la reforma de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería y su sede en el paseo de Colón. Una serie ingente que, junto a la de otros arquitectos regionalistas, cambió la fisonomía de Sevilla, en ocasiones mediante las alteraciones de aperturas interiores, desde la Campana a la Avenida, en incrementos de alturas y cambios de tipos formales del caserío que, en conjunto, significó una renovación intensa de la ciudad.

Hay que volver a la Exposición Iberoamericana para comprender sintéticamente la evolución producida en la arquitectura de Aníbal González y completar la glosa de este sevillano. Basta comparar el proyecto premiado en 1911 con los desarrollados posteriormente, incluido el frustrado de la Universidad Hispano Americana, tercera de las grandes obras que se pretendió vincular a la Exposición. Sobre todo, basta comparar la arquitectura de la plaza de América (1911-1919: Pabellón de Arte Antiguo, Pabellón Real y Pabellón de Bellas Artes, con sus jardines) con la de la plaza de España (1914-1928), para apreciar la transición de una concepción pintoresca a otra más monumental; por más que en ambas se contengan las habilidades del dominio ecléctico de los estilos del pasado español y en ambas se desarrollen las aplicaciones múltiples de los oficios y artesanías tradicionales recuperados y potenciados al amparo de las prolongadas obras de la Exposición. De manera que si tuviésemos que elegir un desenlace de su evolución, quizá éste radicara en el virtuosismo con que se desenvolvieron las obras de Aníbal González, en especial las aplicaciones del ladrillo en limpio y su talla.

La donación a la ciudad de la mayor parte de los jardines desarrollados por los duques de Montpensier y la acertadísima intervención de J. C. N. Forestier, renombrado jardinero y urbanista parisino, en la configuración del parque de María Luisa, constituyen el acontecimiento matriz para el desencadenamiento de la transformación urbana que comportó la Exposición Iberoamericana. Lo que finalmente fue el certamen, por el impulso final producido bajo la dictadura de Primo de Rivera, contravino la idea unitaria que Aníbal González había soñado completar. Pero, por más que aquella quiebra trajera la desilusión, la enfermedad y la muerte de nuestro arquitecto, al apreciar hoy el interés de muchas de las obras proyectadas por otros arquitectos (el casino de la Exposición y el teatro Lope de Vega, de Vicente Traver, o varios pabellones americanos, como los de Argentina de Noel, Chile de Martínez, Perú de Piqueras o México de Amábilis), ello no impide percibir la identidad sustancial que se reconoce a la Exposición de 1929 tres cuartos de siglo después.

En años de fuerte convulsión social, el fallido atentado contra Aníbal González en 1920 debe ser leído en clave de su extraordinaria relevancia como figura pública. Lamentable en cualquier caso, ese acto respondía a la rara popularidad del arquitecto, intensificándose la identificación de la ciudad con él durante la década final de su vida. Poco antes de morir pronunciaba su conferencia, impresa entonces, sobre La Giralda; el máximo símbolo arquitectónico de Sevilla era descrito con su verbo comedido. La manifestación de duelo popular que le acompañó a su muerte, sólo comparable entonces con la de los ídolos de la tauromaquia, contribuyó a otorgarle la aureola de mito contemporáneo de la ciudad.

Puede afirmarse que Aníbal González es el arquitecto más estimado en Sevilla a lo largo del siglo XX.

La consideración popular por sus obras, especialmente las de la Exposición Iberoamericana de 1929, se manifiesta en el modo como se han integrado en el paisaje urbano comúnmente reconocido, y en la valoración que de ellas hacen tanto los sevillanos como los forasteros que visitan la ciudad.

 

Obras de ~: Casas (ahora oficinas, academia y residencia), calles de Alfonso XII y Almirante Ulloa, Sevilla, 1905-1906; Reforma de casa-palacio (ahora dependencias de la Junta de Andalucía), calle de Monsalves, Sevilla, 1906-1908; Grupo escolar Reina Victoria (hoy José María del Campo), en calle de Pagés del Corro, Sevilla, 1906-1909; Edificio de viviendas y comercio (ahora oficina bancaria), calle de Martín Villa, n.º 6, esquina a Santa María de Gracia, Sevilla, 1907-1908; Fábrica (ahora sede del Instituto de Fomento de Andalucía), calles Torneo, Mendigorría y Álvaro de Bazán, Sevilla, 1908-1910 y 1919-1920 (ampliación); Casino Arias Montano, calles Mesones y Javier Sánchez Dalp, Aracena (Huelva), 1909-1910; Ayuntamiento, Aracena (Huelva), 1910-1911; Edificio de viviendas, plaza de Villasís y calles Cuna, Francisco de Pelsmaecker y Vargas Campos, Sevilla, 1911-1912; Palacio de Arte Antiguo de la Exposición Ibero Americana (ahora Museo de Artes y Costumbres Populares), plaza de América, Sevilla, 1911-1914; Pabellón Real de la Exposición Ibero Americana (ahora dependencias municipales), plaza de América, Sevilla, 1911-1916; Pabellón de Bellas Artes de la Exposición Ibero Americana (ahora Museo Arqueológico), plaza de América, Sevilla, 1911-1919; Panteón de Cayetano Luca de Tena (hoy López-Solé), cementerio de San Fernando, Sevilla, 1912; Casa (ahora Banco Popular Español), avenida de la Constitución, n.º 16, Sevilla, 1912-1914; Edificio de viviendas, paseo de Colón y calles Núñez de Balboa y Santander, Sevilla, 1912-1918; Edificio de viviendas y comercio, avenida de la Constitución, n.º 6, y calle Fernández y González, Sevilla, 1913-1914; Reformas de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería, paseo de Colón, Sevilla, 1914-1915 y 1927; Plaza de España de la Exposición Ibero Americana (ahora Capitanía General de la Región Militar, Delegación del Gobierno en Andalucía, Subdelegación del Gobierno en Sevilla, y otras dependencias de la Administración Central y Autonómica), parque de María Luisa, Sevilla, 1914-1928; Edificio de viviendas y comercios, calles Tetuán, Rioja y Muñoz Olivé, Sevilla, 1915-1917; Casa (ahora oficinas), avenida de la Constitución, esquina a García de Vinuesa, Sevilla, 1915-1917; Casa, plaza de Refinadores, Sevilla, 1915-1919; Edificio de viviendas, calles Mateos Gago y pasaje de Vila, Sevilla, 1916-1918; Casa, calles Mateos Gago y Mesón del Moro, Sevilla, 1916-1918; Edificio para la Compañía de Jesús y capilla de los Luises, calle Trajano, Sevilla, 1917-1920; Edificaciones en la finca Monte San Miguel, Aracena (Huelva), 1918; Panteón de Sánchez Dalp, cementerio de San Fernando, Sevilla, 1918; Hotel San Sebastián, luego Biarritz (ahora edificio de oficinas), calles Martín Villa y Vargas Campos, Sevilla, 1918-1920; Edificio Los Caminos, calles Francos y Álvarez Quintero, Sevilla, 1919-1927; Chalet (ahora, reformado y ampliado, clínica Nuestra Señora de Fátima), glorieta de México, Sevilla, 1920-1923; Edificio de viviendas y cine Trajano, calles Amor de Dios y Trajano, Sevilla, 1920-1923; Casas baratas, avenida Ramón y Cajal, Sevilla, 1921-1922; Lavadero público, Aracena (Huelva), 1921-1926; Antesala de la Gruta de las Maravillas, Aracena (Huelva), 1922-1923; Grupo de chalets Aracenilla, carretera de Alájar, Aracena (Huelva), 1922-1926; Glorieta de Benito Mas y Prat, parque de María Luisa, Sevilla, 1924; Capilla de la Virgen del Carmen, Altozano, Sevilla, 1924-1928; Chalet Luca de Tena (luego sede regional del BBVA), avenida de la Palmera, Sevilla, 1925-1926; Ampliación del edificio Blanco y Negro/ABC (ahora centro comercial), paseo de la Castellana, Madrid, 1925-1928; Glorieta de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, parque de María Luisa, Sevilla, 1926; Edificio de viviendas (ahora oficina de información turística de la Junta de Andalucía), calle Santo Tomás, esquina a avenida de la Constitución, Sevilla, 1926-1927; Ampliación de casa, calle Monsalves esquina a Almirante Ulloa, Sevilla, 1927; Edificio El Gallo Azul, calle Ancha esquina a Ramón y Cajal y Santa María, Jerez de la Frontera (Cádiz), 1927-1928; Sede de la Real Maestranza de Caballería, paseo de Colón, Sevilla, 1927- 1930; Sede de la Compañía Ybarra, calle Menéndez Pelayo, Sevilla, 1927-1930 (terminado por Aurelio Gómez Millán); Edificio de viviendas y locales, plaza de las Tendillas, Córdoba, 1928 (terminado por Aurelio Gómez Millán); Estación de Ferrocarril, Jerez de la Frontera (Cádiz), 1928.

Escritos: Memoria acerca de la reorganización del servicio contra incendios de Sevilla, Madrid, 1902; “Memoria de D. Aníbal González”, en el n.º monográfico “Por la Exposición. El concurso de arquitectos”, La Exposición (Sevilla), 4 (24 de septiembre de 1911), y en Arquitectura y Construcción, 235 (febrero de 1912), págs. 34-54; “El Palacio de las Dueñas. Casa Ducal de Alba (en Sevilla)”, en La Casa Antigua Española, catálogo de exposición, Madrid, febrero de 1914, págs. 73-79; con L. Rucabado, “Orientaciones para el resurgimiento de una arquitectura nacional”, en La Construcción Moderna, 8, 9, 10 y 11 (1916), págs. 125-128, 139- 144, 155-160 y 175-176; “La Torre de San Marcos”, en La Exposición (Sevilla), 104 (17 de marzo de 1917); La Giralda, Sevilla, 1929.

 

Bibl.: V. Lampérez, “Informe sobre concesión de la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII, a D. Aníbal González, arquitecto de Sevilla”, en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 2.ª época, 55 (30 de septiembre de 1920); V. de Pereda, “Aníbal González, la Exposición Iberoamericana y Sevilla”, en Raza Española, 87-88 (marzo-abril de 1926), págs. 5-12; A. Guichot y Sierra, Desde Diego Riaño hasta Aníbal González. Constitución de Escuela del Estilo Arquitectónico Sevillano, Sevilla, 1928; VV. AA., Libro de Oro Ibero- Americano, catálogo monumental de la Exposición de Sevilla, Santander, Unión Iberoamericana, 1930; V. Pérez Escolano y A. Cuaresma, “La arquitectura de Aníbal González”, en Hogar y Arquitectura, 82 (mayo-junio de 1969), págs. 9-126; V. Pérez Escolano, Aníbal González. Arquitecto (1876-1929), Sevilla, Diputación Provincial, 1973 (reed. 1996); A. Villar Movellán, Arquitectura del modernismo en Sevilla, Sevilla, Diputación Provincial, 1973; Introducción a la arquitectura regionalista. El modelo sevillano, Córdoba, Universidad, 1978; Arquitectura del Regionalismo en Sevilla, 1900-1935, Sevilla, Diputación Provincial, 1979; “Aníbal González y Álvarez- Ossorio”, en J. M.ª Javierre y M. Á. Vázquez Medel (coords.), Gran Enciclopedia de Andalucía, vol. IV, Sevilla, Junta de Andalucía, 1979, págs. 1751-1753; M. Trillo de Leyva, La Exposición Iberoamericana. La transformación urbana de Sevilla, Sevilla, Ayuntamiento, 1980; A. González Cordón, Vivienda y Ciudad. Sevilla 1849-1929, Sevilla, Ayuntamiento, 1985; P. Navascués Palacio, “Regionalismo y arquitectura en España (1900-1930), en A&V, 3 (1986), págs. 28-35; A. Braojos, V. Pérez Escolano y A. Villar Movellán, La Exposición Iberoamericana de 1929. Fondos de la Hemeroteca Municipal de Sevilla, Sevilla, El Monte, 1987; A. Isac, Eclecticismo y pensamiento arquitectónico en España. Discursos, revistas, congresos 1846-1919, Granada, Diputación, 1987; E. Lemus López, La Exposición Ibero-Americana a través de la prensa (1923-1929), Sevilla, Mercasevilla, 1987; J. Hernández Díaz, “Informes y propuestas sobre monumentos andaluces. Sevilla (Capital). CXLII. Plaza de España”, en Boletín de Bellas Artes, 2.ª época, XVI (1988), págs. 186-187; V. Pérez Escolano, “El Parque de María Luisa de Sevilla”, en Fragmentos, 15-16 (1989), págs. 106-122; A. Braojos Garrido, La imagen aérea de la Sevilla de Alfonso XIII (formas y perspectivas del recinto urbano), Sevilla, Ayuntamiento y Capitanía General, 1990; V. Pérez Escolano, “Siviglia e Barcellona. Le Esposizioni di 1929 in Spagna”, en VV. AA., “Le esposizioni del ’900 in Italia e nel mondo”, en Quaderni Di, 11 (1990), págs. 51-60; S. Assassin, Séville. L’Exposition Ibéro-américaine 1929-1930, Paris, IFA/ Norma, 1992; A. Braojos Garrido, Alfonso XIII y la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, Sevilla, Universidad, 1992; P. Navascués Palacio, Arquitectura española (1808- 1914), en J. Pijoán (dir.), Summa artis: historia general del Arte, t. XXXV, Madrid, Espasa Calpe, 1993; A. Villar Movellán, “La invención de una ciudad. Sevilla 1869-1936”, en VV. AA., Iconografía de Sevilla 1869-1936, Sevilla, Focus, 1993, págs. 201-241; E. Rodríguez Bernal, Historia de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929, Sevilla, Ayuntamiento, 1994; M. A. Baldellou y A. Capitel, Arquitectura española del siglo XX, en J. Pijoán (dir.), Summa artis: historia general del Arte, t. XL, Madrid, Espasa Calpe, 1996; A. Díaz Zambrano, La arquitectura de Aníbal González en Aracena, Huelva, Diputación, 1996; F. J. Rodríguez Barberán, Los cementerios de Sevilla contemporánea. Análisis histórico y artístico (1900-1950), Sevilla, Diputación Provincial, 1996; A. Urrutia, Arquitectura española siglo XX, Madrid, Cátedra, 1997; F. Halcón Álvarez- Ossorio, “Aníbal González y la reforma de la Plaza de Toros de Sevilla”, en Revista de Estudios Taurinos, 8 (1998), págs. 137- 156; V. Pérez Escolano, “Dibujos y planos de Aníbal González”, en VV. AA., Aníbal González. Arquitecto. 50 imágenes de su obra, Sevilla, FIDAS-COAS, 2002, págs. 11-36.

 

Víctor Pérez Escolano