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Arnao Guillén de Brocar

Biografía

Brocar, Arnao Guillén de. ¿Brocq o Lo Brocar? (Francia), m. s. XV – ?, 7.XI.1523 ant. Impresor, editor.

Presumiblemente de origen francés, oriundo de Brocq o Lo Brocar, diócesis de Lescar, en la comarca de Orthez, al oeste de Pau, tal vez realizase su aprendizaje en algún taller de imprenta de Toulouse. Su actividad como maestro impresor, editor y librero se desarrolló en Pamplona, Logroño, Alcalá de Henares, Valladolid y Toledo, entre los años 1490 y 1523.

Se ha castellanizado su nombre, como en el caso de tantos impresores extranjeros, pero en los colofones y documentos, Arnao Guillén figura de otras varias formas: Arnaud, Arnalt, Arnauld y Arnaoguillen y Arnaldusguillermus. Su mujer se llamó María de Zozaya, y se conoce el nombre de sus tres hijos: María, Juan y Pedro. Hacia 1518, María casó con Miguel de Eguía, que trabajaba en el taller de Arnao Guillén de Brocar, matrimonio del que nacieron dos hijos, Jerónimo y María; hacia 1531, ya viudo, Miguel de Eguía casó con Lucía de Rosas y Verio. Un documento conservado en el Archivo Capitular de Pamplona, de agosto de 1548, contiene unas reclamaciones de Jerónimo de Eguía contra su madrastra. Según ese documento, Arnao Guillén de Brocar dio a su hija María dos mil ducados de dote, le dejó al morir el patronato sobre una capilla que había fundado en Santa María de Valcuerna, monasterio benedictino a las afueras de Logroño, y la hacía heredera de unas casas que poseía en dicha ciudad y, además, de tres prensas de imprimir con sus correspondientes cajas de tipos, material que su marido vendió a sus cuñados, Juan y Pedro de Brocar, en 100 ducados. Gracias al testamento de Juan de Brocar, de 9 de marzo de 1552, se conoce otro pequeño detalle: “Mando que se mire el testamento de mi Señor e Padre Arnau Guillén de Brocar [...] y miren si manda en él que pasen desde Sigüenza a Sant Bartolomé de Lupiana el cuerpo de María de Zozaya mi Señora y Madre y se cumpla el testamento [...]”.

Se desconocen las causas de su llegada a Pamplona, aunque es presumible una invitación expresa. Durante sus primeros años de actividad, que van del año 1490 (el primer colofón con data plena es el del Manuale secundum consuetudinem Ecclesie Pampilonensis, de 15 de diciembre) a 1501 (el último colofón con data plena recuerda el día 7 de agosto, y corresponde a unas Constitutiones provinciales provincie cesaraugustane, con otros varios textos que las acompañan), aunque se sospecha que su permanencia en Pamplona pudo prolongarse algún tiempo más, se dedicó especialmente a la impresión de libros litúrgicos, pero en su producción conocida, que alcanza la cifra de veintinueve ediciones, se incluye el Epílogo en medicina de Johannes de Ketham, una traducción del Liber physionomiae de Michael Scotus, textos escolásticos y filosóficos, unas Fabulae de Esopo, una bula de indulgencias a favor de la catedral de Pamplona, devocionarios y la Crónica Troyana de Guido delle Colonne.

No se conoce la fecha en que abandona Pamplona y se traslada a Logroño. Nadie ha indicado qué causa concreta motivó ese cambio de residencia. Lo cierto es que una edición de las Elegantiae de Agostino Dati declara en su colofón que Arnao Guillén de Brocar ha concluido la impresión, en esa ciudad, el 17 de septiembre de 1502. En este nuevo taller se muestra mucho más activo que en el anterior. Se conocen hoy ochenta y tres ediciones logroñesas, que se van sucediendo hasta el año 1517, lo cual quiere decir que ese taller continúa funcionando, cuando ya lo hace también, a pleno rendimiento, el complutense, cuya actividad está documentada desde 1511. Pero el maestro impresor permanece, sin duda, de continuo en Alcalá. En esa villa estará ya siempre su casa; en otras ciudades tiene sencillamente negocios. El maestro impresor no va y viene de ciudad en ciudad, no se trata de un impresor ambulante, no necesita ir de acá para allá buscando clientela. Al contrario, dará trabajo a otros impresores, porque en ciertos períodos no dan más de sí ni el tiempo ni las manos de sus operarios. De todas formas, a pesar de lo dicho, en el colofón de la Obra de agricultura, de Gabriel Alonso de Herrera, fechado el 8 de junio de 1513, declara que es “cibdadano de Logroño”, cuando a su vez asegura que ha concluido esa impresión “en la villa de Alcalá de Henares”. En una solicitud elevada por Arnao al cardenal Adriano de Utrech, regente de Castilla, para rogarle que interceda ante el deán y el cabildo de la catedral de Mondoñedo para que le paguen unos breviarios que se le adeudan, deuda que se cancela el 15 de julio de 1521, Arnao se presenta como “librero, vecino de la ciudad de Logroño”.

En el conjunto de su producción logroñesa, junto a la importante presencia de textos religiosos y sin que falten textos litúrgicos, literarios, médicos y obras populares, sorprende la significativa representación de textos de Antonio de Nebrija. Es presumible que el arzobispo toledano Francisco Jiménez de Cisneros, en un encuentro con el gran humanista en Salamanca, en 1506, no perdiese la ocasión de preguntarle por algún buen impresor. Sin titubear lo más mínimo, Antonio de Nebrija debió de pronunciar el nombre de Arnao Guillén de Brocar, quien se convierte así en el segundo impresor de Alcalá de Henares. Se mantendrá al frente del taller complutense hasta el mismo momento de su muerte, como indica su yerno, Miguel de Eguía, en el colofón incorporado a la edición de la Erudita in Daviticos psalmos expositio de M. Angrini, cuyo segundo volumen se finaliza el 23 de enero de 1524, y en el que se declara que la impresión fue comenzada por su suegro, en esa fecha ya difunto.

Se conoce en qué medida esa recomendación de su nombre y de su buen hacer de impresor, y la subsiguiente llamada de Cisneros para que pusiese en funcionamiento un taller en Alcalá de Henares, afectaron a los planes de Arnao gracias a un privilegio otorgado por Fernando el Católico en Madrid, el 7 de enero de 1511, para la impresión de varias obras, y gracias a una certificación de la tasa de esos trabajos, con data en Burgos, el 24 de octubre de 1511, siendo así que algunas de las obras tasadas nunca se ha logrado confirmar que hayan visto la luz.

El taller de Alcalá de Henares inicia su andadura al servicio de las reformas, intereses y gustos de Cisneros. Esa historia comienza con una edición del Tratado compuesto por el [...] Tostado obispo de Ávila [...] al illustre señor el conde don Álvaro de Stuñiga sobre la forma que avíe de tener en el oyr de la missa, con colofón del 26 de febrero de 1511. En el conjunto de la producción de este taller existen ediciones de obras significativas destinadas a mantener vivos los afanes reformistas de franciscanos y dominicos: la Devotisima exposición sobre el psalmo de Miserere mei Deus de Girolamo Savonarola, las Vidas de santa Catalina de Siena, de Juana de Orvieto y de Margarita de Castello, traducidas por el célebre dominico Antonio de la Peña, y luego la Obra de las epístolas y oraciones de la misma santa Catalina. Existe concomitancia entre estos movimientos reformadores y el lulismo y no sorprenderán, por tanto, las ediciones del Libellus de amico et amato, de Logicalia parva, del tratado De anima rationale, las dos últimas preparadas por Nicolás de Paz y Sureda. La preocupación de los arzobispos toledanos, primeramente de Cisneros pero mantenida por su sucesor Guillermo de Croy, por proveer a las parroquias de libros litúrgicos, salta a la vista al examinar el catálogo de las ediciones realizadas en el taller de Arnao, llegando el maestro en un determinado momento a vencer todas las dificultades que la impresión de la música planteó a los primitivos talleres y a acometer la impresión de una espléndida serie de Cantorales.

En ese contexto editorial y comercial, brevísimamente esbozado, verá la luz la Biblia Políglota Complutense. El trabajo de esos años fue agotador. Arnao Guillén de Brocar mantenía relaciones amistosas y comerciales con talleres de Burgos, Salamanca, Zaragoza y Sevilla. El impresor Fadrique de Basilea, por ejemplo, ha pasado un mal momento en Burgos. A partir del mes de junio de 1509 parece que ha superado la crisis. Le vendrán muy bien los encargos que desde Alcalá le hace su colega entre los años 1512 y 1518 —cuando ya del taller era dueño Alonso de Melgar—: a costa de Arnao se imprimen en Burgos un Missale toletanum, el Dictionarium de Antonio de Nebrija y bastantes ediciones de los textos escolares que habitualmente ofrecía el taller alcalaíno, aunque debieron de ser muchas más de las que se conocen. Se tiene noticia de un total de ciento diecisiete ediciones realizadas por Arnao en su taller de Alcalá de Henares.

La edición de la Políglota y consecuentemente el nombre de su impresor ocupan un lugar de honor en la historia de la tipografía griega, debido a la belleza y originalidad de los tipos empleados para la impresión del Nuevo Testamento. También los tipos hebraicos empleados en su taller son especialmente bellos y se ha insinuado la posibilidad de que se realizaran a la vista de un modelo manuscrito español, tal vez con la participación directa de Alfonso de Zamora a petición del maestro impresor.

Fue muy intensa la actividad impresora en Valladolid, en el recinto del monasterio jerónimo de Nuestra Señora de Prado, en relación con las bulas de indulgencias. El impresor Diego de Gumiel fue el inmediato antecesor de Arnao como estampador responsable de la producción de las bulas en dicho monasterio, ocupación que abandonó antes de julio de 1513 para trasladarse a Valencia. El momento lo aprovechó Brocar creando allí lo que puede considerarse una sucursal de su taller alcalaíno. Se trata de un taller instalado en el propio monasterio, pues el control de esos delicados y rentables impresos así lo exigía, pero que no impidió al maestro impresor utilizar ese espacio igualmente para realizar algunas estampaciones propias, diecinueve se conocen de los años 1514 a 1520. Desde Valladolid envía el 5 de mayo de 1517 una carta al cardenal Cisneros para solicitarle intervenga ante Carlos V frente a los intentos del librero Gaspar Alemán por disfrutar de un privilegio que es suyo, pues dice: “Yo como vuestra reverendísima señoría sabe me he puesto en hartos trabajos y peligros de mi persona y perdición de hartos bienes por servir al Rey y a la reyna nuestro señores de gloriosa memoria y en recompensa de mis trabajos El Rey me fizo tan señalada merçed de la primera cruzada y vuestra reuerendísima señoría me fizo tan señalada merced por toda mi vida de qualquier cruzada que viniese”. La sucursal vallisoletana continuó activa hasta la muerte de Guillén, y la tarea siguió en manos de su yerno y sucesor, Miguel de Eguía, al frente de los diversos talleres.

Los primeros tiempos de la imprenta en Toledo están directamente relacionados también con la producción de bulas. Las prensas estaban en este caso instaladas en el monasterio dominico de San Pedro Mártir. El taller toledano de Arnao es, pues, igualmente, una sucursal de su taller de Alcalá y trabaja al servicio, e instalado en el recinto, del monasterio. Allí se encuentra al menos desde 1518, ya que la edición del Arcipreste de Talavera que fabla de los vicios de las malas mugeres. E complisiones de los hombres lleva colofón de 26 de julio de ese año. La coincidencia cronológica de su actividad como impresor de la bula en el monasterio vallisoletano y en el toledano, aparte de lo que puede deducirse de algunos otros documentos conocidos, permite pensar que se había producido una interesante novedad. La costumbre antigua era que ambos monasterios actuasen de forma independiente. Arnao disfruta, a partir de un determinado momento y por concesión de Carlos V, como se ha visto, de un privilegio vitalicio general para la impresión de las bulas. También en el caso de la sucursal toledana emplea sus operarios y su instrumental para imprimir otro tipo de textos, y también en este caso continuará funcionando el taller a nombre de su yerno.

En 1522 lograba de Carlos V, en favor propio, de su yerno y de sus hijos, la prórroga por ocho años de los privilegios editoriales de que disfrutaba. Una cédula otorgada en Valladolid, el 4 de julio de 1523, permitió al impresor hacer frente a la pretensión, casi lograda, de los hijos de Antonio de Nebrija, Sancho y Sebastián de disfrutar los pingües beneficios de la exclusiva de impresión de las obras de su difunto padre. Esta fuente esencial de ingresos de Arnao Guillén de Brocar estuvo siempre unida a la derivada del disfrute del privilegio de la impresión de bulas. En la reclamación antes recordada de Jerónimo de Eguía, su nieto, contra la segunda mujer de Miguel de Eguía, se descubre la importancia de ambas fuentes de ingresos, de las que se benefició igualmente este último, pues “el dicho Miguel de Eguía gozó seis años del previlegio de las Bulas y de otro previlegio de las Artes de Gramática del Antonio once años, en los cuales ganó la mayor parte de su hacienda”.

En una Cédula Real, fechada en Pamplona el 7 de noviembre de 1523, existente en el Archivo General de Simancas, Cámara de Castilla, 225, que confirma a favor de los citados Miguel de Eguía y sus cuñados Juan y Pedro de Brocar las exclusivas editoriales prorrogadas a favor de Arnao Guillén de Brocar el 12 de septiembre de 1522, se indica que el maestro impresor ya ha fallecido. Otorgó testamento en Burgos, pero se desconoce el lugar de su muerte.

 

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Julián Martín Abad