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María Victoria Casares Pérez

Biografía

Casares Pérez, María Victoria. María Casares. La Coruña, 21.XI.1922 – Alloue (Francia), 22.XI.1996. Actriz.

Aunque nacida en España, fue una de las más excepcionales intérpretes que tuvo el teatro francés en la segunda mitad del siglo xx. Era la hija menor de Santiago Casares Quiroga, presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República española y ministro de la Guerra al estallar la contienda civil. Abandonó España en compañía de su madre, Gloria Pérez, en noviembre de 1936, para exiliarse en Francia.

Cursó estudios en el Liceo Victor Duruy de París, para después ingresar en el Conservatoire National de Musique et d’Art Dramatique. Debuta en el teatro con veinte años interpretando el papel de Deirdre en la obra de Synge Deidre des Douleurs, en el Théâtre des Mathurins, con un reconocimiento unánime por parte de la crítica que ve ya en ella a la futura gran trágica. El acontecimiento tiene lugar en 1943 y, a partir de entonces, no dejará de representar a los grandes autores que se estrenan en Francia. Asimismo comienza su andadura en el cine encarnando uno de los papeles principales en la película Les enfants du paradis, de Carné. El cine la reclama tanto como el teatro, siguiendo a esta película otros títulos como Les Dames du Bois de Boulogne, de Bresson; La Chartreuse de Parme, de Christian-Jacque, u Orphée, de Cocteau, y otros tantos que le valdrán en 1988 un César con la felicitación personal de François Mitterand, entonces presidente de la República francesa. De todas formas, no se siente a gusto ante las cámaras y privilegiará siempre el teatro.

Pronto se convierte en la actriz más cotizada de los escenarios franceses, incluso durante la ocupación alemana. Fue entonces cuando conoció a Albert Camus, de quien estrena Le Malentendu. Quedará para el Nobel la intérprete y la amante predilectas, la que llamará L’Unique y que será como un trozo de su tierra perdida. A su lado y terminada la Guerra Mundial luchará a favor de los exiliados republicanos en muchos actos organizados en la capital francesa. Albert Camus —otro exiliado— fue, después de su padre, el único referente afectivo de la actriz. Al perder a los dos se entregará total y absolutamente al trabajo, a las actuaciones cada vez más atrevidas para las que agotaba a todos los actores durante los ensayos. Cuando Jean Vilar crea el Théâtre National Populaire (TNP) lo seguirá un tiempo en la empresa y será entonces la inolvidable Lady Macbeth del Festival d’Avignon o la castiza Chimène frente a un espléndido Rodrigue, su compañero y fugaz amante Gérard Philipe. Algun día será reconocida como la reina de Avignon. También la reclaman en Moscú, Montreal y América Latina. De hecho, actuará por vez primera en su lengua materna en Buenos Aires con el drama de Federico García Lorca Yerma.

Bajo la batuta de los mejores directores de la escena francesa como Chéreau, Lavelli, Gillibert, Sobel, trabaja incansablemente y en varios lugares del mundo.

En los escenarios parece habitada por una energía sobrehumana, incluso llegará a actuar en dos obras distintas al mismo tiempo, pasando de un escenario al otro en Elle, de Jean Genet, y en el Tartuffe de Molière.

Habiendo muerto Franco, regresará a España, en 1976, para protagonizar en Madrid el montaje teatral de El Adefesio de Rafael Alberti. Su presencia en la capital española provocó una gran expectación, pero la instrumentalización que se hizo de su persona y de su apellido la decepcionó y sólo volvió a su país natal para rodar Monte Bajo, pero no vino a recoger el premio otorgado por su actuación. Incluso, a su regreso a Francia se planteó por primera vez optar por la nacionalidad gala. Sin embargo, nunca dejaría de considerarse española, española en Francia y francesa en España, como repitió tantas veces, y así lo recogió en sus memorias que escribió a la vuelta de su viaje a España. De hecho, casi en su lecho de muerte firma un contrato para una pieza del español José Sanchis Sinisterra. A pesar de habérsele declarado su grave enfermedad, continuará trabajando, pues al igual que Molière sueña con morir en el escenario. Había recibido del Gobierno francés el Premio Nacional de Teatro, al tiempo que una sala del teatro de La Colline, en París, se bautizaba con su nombre, y en España se le otorga la Medalla al Mérito en las Bellas Artes. Reconocida como la Sarah Bernhardt de la segunda mitad del siglo xx, pues el tiempo pasa, los géneros y las modas se marchitan, pero ella permanece, Maria Casarès encarna con su sola presencia más de medio siglo de teatro y cine franceses.

 

Obras de ~: Residente privilegiada, Barcelona, Argos Vergara, 1981.

Actriz en: M. Carné (dir.), Les enfants du paradis, 1943; R. Bresson (dir.), Las damas del bosque de Bolonia, 1944; J. Cocteau (dir.), Orfeo, 1950; G. Paskaljevic (dir.), La otra América, 1995.

 

Bibl.: I. Gil, “El teatro se queda sin la voz rota de María Casares”, en El Mundo, 23 de noviembre de 1996, pág. 41; O. Martí, Muere María Casares, gran trágica del teatro, en El País, 23 de diciembre de 1996, pág. 27; M.-H. Carbonel y J. Figuero, Maria Casares l’étrangère, Paris, Fayard, 2005.

 

Marie Hélène Carbonel y Antonio Castro Jiménez