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María Ana de Jesús Guerrero Torija

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Biografía

Guerrero Torija, María Ana de Jesús. Madrid, 17.IV.1867 – 23.I.1928. Actriz.

Nacida en el seno de una familia relacionada con el mundo artístico, pues su padre, Ramón Guerrero, reputado decorador y mueblista, trabajaba para alguno de los coliseos madrileños y mantenía relaciones amistosas con los actores más destacados del último tercio del siglo XIX, manifestó María su deseo de dedicarse a la escena una vez acabados los estudios que cursó en el colegio de San Luis de los Franceses.

Considerando sus padres que poco o nada aprendería en el conservatorio de Música y Declamación, consiguieron que una gloria dramática como la actriz Teodora Lamadrid, ya retirada de la escena, le diera clases particulares. Con ella aprendió a decir el verso clásico y el de los dramas románticos, y ella fue con quien durante años ensayó las obras que había de representar la joven actriz.

La amistad entre Ramón Guerrero y el actor y director de la compañía del madrileño teatro de la Comedia, Emilio Mario —cuyo verdadero nombre era Mario López Chaves—, facilitó el ingreso de María Guerrero como dama joven en el elenco que trabajaba en aquel coliseo. En el año de su debut artístico (1885) se inauguró el teatro de la Princesa, a cuyo escenario fue llamado Mario por su prestigiosa trayectoria artística. Y en ese teatro madrileño —actual María Guerrero— salió por primera vez a escena la joven el 28 de octubre de 1885 en la representación de la obra de Miguel Echegaray Sin familia.

Su primer éxito lo consiguió el 13 de marzo de 1890 con la opereta cómica francesa Mam’zelle Nitouche, arreglada a la escena española por Mariano Pina Domínguez. Esto confirmó la idea que Emilio Mario tenía de la actriz, a la que veía bien sólo en el género cómico. No contenta con este encasillamiento, pasó como primera actriz al teatro Español de Madrid en la temporada siguiente (1890-1891), trabajando junto a Donato Jiménez y Ricardo Calvo Revilla, hermano del gran Rafael. Cosechó allí dos grandes éxitos con El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina, y con Don Juan Tenorio, de Zorrilla. Finalizado este año cómico, marchó a París para aprender al lado de Constant Coquelin, primer actor de la Comedie Française. Cuando regresó a Madrid a finales de enero de 1892, ingresó de nuevo en la compañía del teatro de la Comedia, dirigida por Emilio Mario, como primera actriz. En su escenario triunfó con Realidad (15 de marzo de 1892), La loca de la casa (16 de enero de 1893) y La de San Quintín (27 de enero de 1894), de Galdós, mientras que José Echegaray, su gran valedor desde esta época, compuso para ella Sic vos non vobis (6 de abril de 1892) y Mariana (5 de diciembre de 1892).

La labor realizada durante estos años en el escenario de la Comedia convenció a los autores comprometidos con la renovación escénica y social de que tenían en ella a la actriz que necesitaban para conseguir sus fines. El apoyo de Galdós, Echegaray, Guimerá o Clarín impulsó a la Guerrero a convertirse, además, en empresaria. Se despidió, en el verano de 1894, de la compañía de Emilio Mario y consiguió la adjudicación por espacio de diez años del teatro Español, propiedad del Ayuntamiento de Madrid.

Desde este momento se fijó María Guerrero un objetivo que marcaría toda su carrera artística: la regeneración y renovación del teatro español. Una doble vía se impuso para ello: la representación de los autores áureos, a los que dedicó los “lunes clásicos”, y la puesta en escena de los dramaturgos españoles coetáneos, cuyas obras estrenó en los “viernes de moda”.

Destacó desde sus primeros pasos como primera actriz y empresaria no sólo por sus interpretaciones, sino, además, por las cuidadas puestas en escena. En esta tarea fue decisiva la figura de Fernando Díaz de Mendoza, de nobiliaria estirpe, quien, además de primer actor del teatro Español, se convirtió el 10 de enero de 1896 en su esposo. A partir de esta fecha las biografías artísticas de uno y otro son inseparables.

Fruto de este matrimonio fueron dos hijos, que seguirían la saga artística familiar: Luis Fernando, conocido familiarmente como Fernandito, que nació el 5 de marzo de 1897, y Carlos Fernando, que lo hizo el 4 de septiembre de 1898.

Al poco de nacer Luis Fernando, emprendió el matrimonio una serie ininterrumpida de giras por Hispanoamérica con el objeto de dar a conocer la producción dramática nacional, tanto clásica como contemporánea. No escatimaron esfuerzos ni gastos en esta empresa ultramarina, pues, junto a los numerosos baúles que transportaban el vestuario, iban embalados los lienzos de los decorados.

Para su presentación en tierras americanas eligieron la ciudad argentina de Buenos Aires, en cuyo teatro Odeón debutó la compañía el 26 de mayo de 1897 con La niña boba, refundición de La dama boba de Lope de Vega. Dos textos clásicos más ofrecieron a los argentinos: El desdén con el desdén, de Moreto, y El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina. El resto del repertorio se dedicó a los autores españoles contemporáneos, siendo Echegaray el más representado (El estigma, Mariana, Mancha que limpia y El gran galeoto), seguido de Galdós (La de San Quintín y La loca de la casa), Ayala (Consuelo), Sellés (La mujer de Loth), Guimerá (Tierra baja) y Feliu y Codina (La Dolores).

El éxito artístico y económico de esta primera gira, que comprendió otras ciudades del interior de Argentina, abrió el camino para las que realizó la actriz en años sucesivos a otros puntos de la América central y del sur (México, Cuba, etc.). Esta labor de dar a conocer el teatro español en otros países de lengua no hispana llevó a María Guerrero a París en 1898, a donde regresó para participar durante la Exposición Universal de 1900. También en América del Norte pudieron disfrutar en 1926 de su arte.

Las largas temporadas en los países americanos acarreaban el incumplimiento del contrato de arriendo del teatro Español con el Ayuntamiento de Madrid.

Para salvar este escollo y tener mayor libertad a la hora de programar su trabajo, el matrimonio Guerrero-Díaz de Mendoza adquirió en 1908 el madrileño teatro de la Princesa, coliseo donde la actriz había debutado en 1885.

Años más tarde (1918) se embarcaron en la construcción, con materiales enviados desde la Península, del teatro Cervantes en Buenos Aires. Para la solemne inauguración del coliseo (5 de noviembre de 1921), el matrimonio Guerrero-Mendoza volvió a programar La niña boba, obra con la que habían comenzado sus representaciones en Argentina casi veinticinco años antes. Llevados por el amor a su profesión no midieron el riesgo económico que suponía la construcción del Cervantes y, así, en 1926, se llegó a la subasta pública del edificio, que fue adquirido por el Banco de la Nación argentina.

La última actuación de María Guerrero, ya muy enferma, tuvo lugar en el teatro Calderón de Madrid el 14 de enero de 1928, haciendo Doña Diabla de Fernández Ardavín. Pocos días después, el 23 de enero, fallecía la actriz. En su larga carrera artística abarcó todos los géneros y a los autores más representativos de la escena española, desde Echegaray, Guimerá o Galdós, hasta Benavente, Valle-Inclán, Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa, Pedro Muñoz Seca, los hermanos Álvarez Quintero o los hermanos Machado.

 

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Carmen Menéndez Onrubia

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