Ayuda

Theodor Reding von Biberegg

Imagen
Biografía

Reding von Biberegg, Theodor. Schwyz (Suiza), 3.VII.1755 – Tarragona, 23.IV.1809. Teniente general del Ejército español y capitán general del Principado de Cataluña.

Primogénito del capitán Theodor Antón Reding, barón Reding von Biberegg y de Magdalena Freuller. En el seno de su familia de profundas raíces católicas y de larga tradición militar, recibe una esmerada educación en la que se le inculca la práctica de las virtudes tanto religiosas como castrenses, y también el amor a su Patria y a su Cantón, del que su familia se sentía responsable.

A los catorce años, después de morir su madre, viajó a España para iniciarse en la carrera de las armas, en el Regimiento de Infantería de su mismo nombre, uno de los que su familia mantenía al servicio del Rey.

Desde esa fecha hasta su muerte, únicamente se tomó dos permisos semestrales en los que regresó a Suiza, permaneciendo el resto de su tiempo prestando sus servicios en su regimiento. Se puede, pues, afirmar, que siempre vivió en España y que su biografía es su Hoja de Servicios.

Durante su dilatado servicio participó en todos los conflictos bélicos que España vivió en su época, pues dada la merecida buena fama que tenía su regimiento, no es sorprendente que estuviera siempre en primera línea. Alcanzó el empleo de capitán propietario de su compañía el 29 de octubre de 1772 (a los diecisiete años).

El día 25 de octubre de 1778, en el primer permiso semestral, caso con María Josefa Philippine Reding, natural de Schwyz, hija del mariscal Josef Ulrich Reding, que le dio una hija en 1779 llamada María Josefa y un hijo en 1785 de nombre José Bonifacio Teodoro.

Ascendió a sargento mayor el 6 de octubre de 1780, si bien en este empleo permaneció poco tiempo, pues alcanzó el grado de teniente coronel el 18 de septiembre de 1781. Con este nuevo empleo y estando en el sitio del Castillo de San Felipe, lo enviaron “a Barcelona para tomar el mando del 2.º Batallón, por lo que no pudo estar presente en la rendición del Castillo”.

Ascendió a coronel el 30 de septiembre de 1788 tomando el mando del regimiento de su nombre que tenía el n.º 3. Cabe aclarar que los Regimientos Suizos se conocían por el apellido de su coronel. Pero en este caso se le conoció como Regimiento de “Reding el viejo”, debido a que posteriormente el Regimiento n.º 2 tuvo un coronel que también se llamaba Reding (aunque no era de su familia, y se le llamó el joven.

Con este mando participó en la guerra del Rosellón “en el Cuartel General de Irún desde el 20 de marzo de 1793, haciendo el servicio de campaña correspondiente a su empleo y graduación”. El 23 de abril del mismo año, con el primer batallón, sostuvo a las fuerzas que pasaron el río Bidasoa y clavaron una Batería enemiga. “Así mismo se halló mandando a otro Batallón el 1º de mayo en los montes enemigos inmediatos a Vera mientras fue atacado el campamento de Sara”. Resultó herido en esta campaña, y por los méritos conseguidos fue ascendido a brigadier por el rey el 10 de octubre de 1793.

“El 22 de junio estuvo igualmente mandando en el citado paso de la Barca conteniendo el ataque de los enemigos. En la función del 23 de julio a las inmediaciones de Orduña Pueblo de Francia de la que salió herido en el brazo izquierdo”. Como consecuencia de esta herida perdió una parte del hueso del codo, por lo que cabe suponer que le pudo quedar alguna limitación funcional en dicha articulación.

“También estuvo mandando el Regimiento en la acción del 5 de Febrero de 94 ocurrida en el Campo Enemigo. Haciendo el Servicio de General de Día el 16 de Junio presenció la Descuvierta; y con la Tropa de Guerrilla rechazó a los enemigos que vinieron con fuerzas superiores; se halló en la función de otro día y en la del 23 del mismo mes mandando el Regimiento.

Estuvo por espacio de mes y medio al mando del ala izquierda del Cuartel de Irún y en la retirada de él y la de Tolosa el 1º y 9 de agosto de otro año”.

En el curso de estas acciones, cuando cubría la primera retirada, cayó prisionero de guerra, pero tras unas pocas horas consiguió escapar con la ayuda de unos soldados vizcaínos. Su conducta personal y la de su regimiento merecieron una elogiosa mención de su general en jefe, Enmanuel Álvarez, que finalizaba: “[...] me encontrarán siempre dispuesto a recomendar a este valiente regimiento a la benevolencia del Rey”.

También se otorgó a todos una condecoración colectiva con el lema “Valor y Constancia”. A Teodoro se le concedió además el ascenso a general de división.

La firma de la Paz de Basilea debió de ofrecer un horizonte de tranquilidad, lo que permitió a Reding revisar las capitulaciones de los regimientos suizos. Su bien ganado prestigio personal, como la buena fama de su Unidad, avalada por el general Álvarez en la mención antes aludida, le facilitó la renovación de las capitulaciones en 1795, para los dos regimientos del Cantón de Schwyz (n.º 3 Reding y n.º 4 Beschtart) por un período de treinta años.

Posiblemente a partir de este momento, el nuevo general de división dispuso de más tiempo para dedicarse a su familia. Teodoro Reding tuvo tres hermanos y cuatro hermanas. Entre los varones, el que le sigue en edad, Nazario (1759-1825) vino a España también al Regimiento, en cuyo mando sucedió a Teodoro, siendo designado con carácter efectivo en este cargo el 14 de mayo de 1806 (entonces era frecuente que ejercieran los mandos con carácter interino, mientras la titularidad la mantenía el anterior jefe, aunque hubiera ascendido a empleos superiores). Alcanzó el grado de teniente general y el Gobierno de Baleares y finalmente encargado de los negocios de España en Suiza. A la muerte de Teodoro, asumió como testamentario las responsabilidades de su entierro y demás gestiones. El siguiente, tercero de los hermanos, Rodolfo (1761-1792), capitán de los Guardias Suizos de Luis XVI, participó en la defensa de la Bastilla, y fue asesinado en la Abadía de París. El último de los cuatro hermanos, Aloys (1765-1818), también estuvo en España en el regimiento con sus hermanos, quedando su educación a cargo de Teodoro. Llegó a teniente coronel, pero cuando murió el padre en 1794, se fue a Schwyz para hacerse cargo de la dirección de la familia.

En 1798 acaudilló la sublevación de algunos cantones contra Napoleón. En 1801 fue nombrado primer Landamman (presidente de la Dieta) de Suiza.

Existe un interesante epistolario de Teodoro con su familia, en el que se desprende el cariño y el interés que mantiene con todos los suyos. También está pendiente de los avatares del cantón y de sus gentes, para los que en algún momento hizo una colecta entre los oficiales de los dos regimientos para enviar recursos en alguna situación precaria. En vida de su padre se dirige a él con especial respeto, dándole cuenta de sus vicisitudes y las de sus hermanos que están con él. A la muerte de éste escribe con frecuencia a su hermano menor, al que llama cariñosamente Aloisi (Luisito), interesándose por los turbulentos acontecimientos por los que atraviesa Suiza y las noticias familiares.

En 1805, cuando está finalizando la Guerra de las Naranjas, en la que él tomó parte en el sitio de Olivenza, y en la que alcanzó el grado de mariscal, escribió: “[...] Mi intención es que cuando termine la guerra pediré un Gobierno o mi retiro en el Reino de Granada, y en cualquier caso morir en España [...]”.

Se entiende que espera un período de tranquilidad en la historia de España, que le permita encontrar el merecido descanso a una vida tan intensa y activa como la suya. Sorprende que a la edad de cincuenta años, que tenía en esas fechas, ya pensara en esa fase de inactividad final de la vida e incluso de la propia muerte. Se puede interpretar que su profundo sentido religioso le invitara a prepararse para ese inevitable momento. Pero lo más relevante es el deseo de morir en España, que manifiesta con una frase tan espontánea como rotunda, que no deja dudas de su afecto a su segunda Patria.

Pero no sabe que aún le queda por vivir los momentos más intensos de su vida. España comienza a agitarse a partir del tratado de Fontainebleau en 1807. El compromiso de permitir el paso del ejército francés por el territorio nacional, para dirigirse a Portugal, se está utilizando por Napoleón como un pretexto para introducir sus divisiones en España, e ir apoderándose de las principales ciudades. El pueblo español, que pronto adivina las intenciones del Emperador, se revuelve contra el invasor y la agitación va subiendo de tono.

El 16 de marzo de 1808, fecha de la última carta conocida, la situación ya es crítica. Al siguiente día se produjo el Motín de Aranjuez, con las consecuencias que se conocen, y poco después, el 2 de mayo ya se declara la guerra abierta entre los españoles y las tropas napoleónicas. Se seleccionan unos párrafos de esta carta dirigida a Alois: “[...] estamos justamente ahora en el momento crítico donde yo creo que se va a decidir de una vez el destino de España. Lo sucedido en Barcelona, Pamplona y San Sebastián [...] Ahora se dice que todos los puertos de mar serán ocupados por tropas francesas y los Gobernantes españoles, serán sustituidos [...] También tengo que decirte que el desorden va en aumento, y ha llegado a tal grado que ni se puede mandar ni obedecer. De esta triste verdad estoy tan convencido que no me agradaría empleo alguno en toda España [...]”. En este testimonio sobre la confusa situación española, hay que destacar la última frase que revela su firme determinación de no colaborar en absoluto con los franceses. Esta actitud tiene especial significado puesto que se sabe por las actas regimentales que, con anterioridad, los agentes napoleónicos intentaron seducir y atraer al servicio del Emperador a todos los regimientos suizos y, es de suponer que al propio mariscal con mayor interés, aunque no se ha encontrado ninguna prueba o testimonio de los último.

El día 1 de junio de 1808 el general Pierre Dupont de l’Etang, al mando de su 2.º Cuerpo de Observación de la Gironde, atraviesa el desfiladero de Despeñaperros adentrándose en Andalucía. Su destino final era Cádiz, donde permanecían bloqueados algunos barcos franceses supervivientes de Trafalgar. Pero también tenía la misión de apoderarse de Andalucía, mediante unas acciones que Napoleón juzgaba muy fáciles.

Al tener noticia de esta incursión, los capitanes generales de Sevilla y Granada se aprestaron a movilizar las unidades disponibles para oponerse a los franceses.

El primero designó como jefe de su ejército al teniente general Javier Castaños, y el segundo nombró jefe de las pocas unidades que pudo reunir al mariscal Reding. Ambos ejércitos se reunieron posteriormente y tomó el mando supremo el general Castaños. Se hizo una organización de todas aquellas fuerzas, en cuatro divisiones y correspondió el mando de la primera a Reding como más antiguo.

Entre tanto, el general Dupont había llegado hasta Córdoba, donde entró a saco, pero se detuvo preocupado por las informaciones que le llegaban sobre los ejércitos españoles, y también por haber quedado incomunicado con Madrid. A mediados de junio se replegó a la plaza de Andújar, por considerarla idónea para esperar los refuerzos que había pedido, pero que Napoleón consideraba innecesarios.

Los mandos españoles se reunieron en Porcuna en los primeros días de julio, y decidieron la maniobra para atacar a Dupont, que en resumen consistía en fijar la posición de Andújar por el frente, mientras la División de Reding desde Mengíbar penetraba hasta Bailén, para caer sobre Andújar en la retaguardia francesa.

Después de dos intentos infructuosos, Castaños comprendió la dificultad y el riesgo de penetrar en el centro del despliegue enemigo para una sola División.

Por ello, le agregó la 2.ª División que mandaba el marqués de Coupigny. Como más antiguo tomó Reding el mando de ambas, y el día 18 de julio de 1808 llegó a Bailén haciendo su entrada por la mañana, y dejando descansar a sus fuerzas hasta la madrugada siguiente (con las temperaturas de aquellas fechas en Andalucía, los movimientos se hacían por la noche o en los crepúsculos).

Enterado Dupont de la ocupación de Bailén por las fuerzas españolas, comprendió la peligrosa situación en que le ponía la maniobra española que lo dejaría entre dos fuegos. Su reacción fue inmediata y esa misma noche levantó el campo sigilosamente y se dirigió hacia Bailén con la intención de abrirse paso y reunirse con el resto de sus fuerzas que se encontraban en las proximidades de Despeñaperros.

Sobre las 02.30 del día 19 de julio de 1808 la vanguardia de la columna francesa tuvo un combate de encuentro con la vanguardia española que se había adelantado unos kilómetros mientras estaban organizando la columna para marchar sobre Andújar. Los mandos españoles pronto comprendieron que se enfrentaban a todas las fuerzas que Dupont tenía en Andújar.

Ante esa evidencia Reding dispuso que sus fuerzas desplegaran en las inmediaciones de la población, cerrando el paso por el Camino Real. Se empeñó el combate inmediatamente, y las fuerzas francesas fueron entrando en fuego a medida que iban llegando.

Sobre las doce de mediodía los franceses no habían logrado mover la línea española y el gran número de bajas, el calor, la fatiga y la sed obligaron a Dupont a solicitar la suspensión de armas, que Reding concedió inmediatamente, pero con la condición de tratar con el general Castaños que se encontraba en las proximidades de Andújar. Por esta capitulación se llegó a la rendición del Ejército francés, quedando todos sus miembros prisioneros de guerra.

Esta relevante victoria de las tropas españolas tuvo una gran resonancia en toda Europa por ser la primera ocasión en la que un ejército napoleónico se rendía y entregaba sus armas. Se dice que Napoleón al conocer el desastre exclamó: “Partout où je vais en Europe, je trouve un Reding en face de moi”.

El vencedor de la batalla estuvo durante el mes de agosto en Madrid, donde se reconstituía el Gobierno español tras la salida de la Corte francesa. Se le concedió el ascenso a teniente general y posiblemente se trató de las acciones que pocos meses después se iban a iniciar. Se sabe con certeza que el día 14 de septiembre de 1808 se presentó en Málaga sin previo anuncio, como corresponde a su carácter sencillo. Pronto se corrió la voz por la ciudad, y no tardaron en aparecer para cumplimentarle y recibirle todos los estamentos civiles, militares, religiosos, nobiliarios, gremiales [...] y por supuesto el pueblo llano que le aclamó con delirio.

En el intercambio de salutaciones y parabienes, tuvo Reding una palabras de agradecimiento, que se transcriben literalmente por el acertado análisis que contienen: “Agradezco en mi corazón las sinceras expresiones con que V.S. Ilma. se digna honrar la memoria de la batalla de Baylen; en ella fui uno de los esforzados militares, que con amor y patriotismo desearon sacrificarse por la Patria; fui testigo del valor de todos, y de las hazañas de cada uno; en aquel día dimos el primer paso hacia nuestra independencia, y hacia la libertad de nuestro augusto y amado Soberano el Sr. D.

Fernando VII.: todavía quedan muchos que dar con perseverancia heroica, para llegar al término deseado.

”Nunca lo lograremos sin la unión estrecha de todos los órdenes del Estado; el sacerdote, el soldado, el magistrado civil, todas las autoridades hemos de conspirar al mismo fin, posponiendo todos los intereses momentáneos y particulares: el enemigo con quien las habemos es tan poderoso como malvado; y en la maldad solo es comparable a sí mismo: no hay termino medio entre nuestra esclavitud, y nuestra independencia; la guerra es necesaria hasta vencer, ó morir libres, que debe ser nuestra divisa”.

El día 1 de octubre de 1808 Floridablanca firmó en Madrid un oficio ordenando que la división que mandaba el teniente general Reding partiera urgentemente a socorrer al Principado de Cataluña. A finales del siguiente mes hizo su presentación en Cataluña, la División con su general al frente. En esas fechas ya se encontraba el general Gouvion Saint Cyr con tres divisiones en el Ampurdán. Pero una serie de desaciertos del general Vives, entonces capitán general del Principado, propiciaron la pérdida de la plaza de Rosas y las derrotas de Llinás y Molíns, a mediados de diciembre.

Estos acontecimientos condujeron a su dimisión.

A petición de las autoridades locales, y recogiendo la voluntad del pueblo fue nombrado Reding, en el mes de enero, capitán general de Cataluña. Tomó este Mando teniendo su sede en Tarragona, desde donde se dedicó a la tarea urgente de reorganizar su ejército.

Con algunas unidades que se le incorporaron reunió un total de más de veintiséis mil hombres pero se vio obligado a adoptar un desastroso despliegue por la dispersión que le exigían las autoridades civiles, que sólo pensaban en la protección de sus propiedades.

Las consecuencias fueron que Saint Cyr, atacó sucesivamente aquellas posiciones tan separadas, desalojando a los generales Castro e Iranzo que quedaron en precario en aquella zona que dominaban los franceses.

Ante esta situación decidió Reding hacer una inverosímil salida personal, con menos de mil hombres para recuperar aquellas fuerzas, con lo que logró reunir unos diez mil hombres. Cuando se replegaba a Tarragona tuvo un encuentro con el enemigo a la altura de Valls el 15 de abril de 1809, que dio lugar a la batalla de este nombre. Como consecuencia de una serie de circunstancias adversas, incluyendo la desobediencia, se produjo la derrota de los españoles que se dispersaron y terminaron en Tarragona. El propio Reding recibió seis heridas de sable y esperó para entrar en la plaza a que lo hubieran hecho todas las unidades.

En aquellas fechas ya se había extendido una fuerte epidemia de tifus en aquella sobrepoblada ciudad.

Cuando convaleció de sus heridas, el propio Reding se dedicó a la visita a los hospitales donde contrajo la enfermedad. Falleció el día 23 y en la partida de defunción se especifica que recibió los Santos Sacramentos y que fue inhumado en la fosa común.

La personalidad de Teodoro Reding se destaca por su dedicación a la profesión militar, que ejerció con gran exactitud y dedicación en casi la totalidad de su vida. La disciplina y el cumplimiento de su deber, fueron normas invariables de su conducta. También destacó por el sentido de la justicia y la benevolencia que ejerció constantemente en el trato con sus subordinados.

Otro rasgo determinante fue su religiosidad que le hizo aceptar las contrariedades con notable mansedumbre y también preocuparse por los más indefensos.

Practicó frecuentemente la caridad con sus recursos particulares. Su trato personal era afable y cordial con todo el mundo. Se dice que hablaba un español con gracejo andaluz y su actitud de modestia y sencillez le llevaba a responder cuando elogiaban sus méritos militares, que se consideraba “un mediano granadero”.

Generalmente suscitó afectos entre las personas que le rodearon. Su cultura era notable. Dominaba el alemán, español, francés, italiano e inglés. Manifestó en algunos momentos una cierta tendencia al pesimismo, aunque las malas predicciones suyas fueron lamentablemente certeras.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Hoja de Servicios del Brigadier D. Teodoro de Reding (diciembre de 1791); Archivo Cantonal de Schwyz (Suiza), Papeles de Reding; Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid), Colección Documental del Fraile, vol.-39.

F. X. Cabanes, Historia de las Operaciones del Exercito de Cataluña en la Guerra de la Usurpación, Primera Campaña, Tarragona, 1815 (Reimpr.); Lebens-Geschichte Des Freiherrn Theodor Reding gedruckt bey Ignaz Thüring und Sohn, Luzern, 1817; L. Gouvion Saint Cyr, Journal des Operations de l’Armée de Catalogne en 1808-1809, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Militar, 1821; Comte. A. Grasset, La Guerre d’Espagne, Paris, Sv.Historique de l’Amée, Chateau de Vincennes, c. 1822; L. Neuhaus, Los Regimientos Suizos al Servicio de España, Mitteilungen des Historichen Vereins des Kantons Schwyz, Cuad. 53, Biblioteca de Friburgo (Suiza), 1961; Dr. Séller, Theodor von Reding 1755-1809, Mitteeilungen des H. V. K. S. Cuad. 54, Archivo Cantonal de Schwyz (Suiza), 1961; A. Blanch, Historia de la Guerra de la Independencia, Barcelona, Ed. Frontis, 1968; J. M.ª Recasens Comas, “La Epidemia de la fiebre tifoidea del año 1809 en Tarragona”, en Revista Técnica de la Propiedad Urbana, n.º 22 (1971); D. Ventura y Solé, Batalla de Valls, Pont de Goi, 25 de febrer 1809, Tarragona, Biblioteca de la Universidad, 1983; A. Oliva Marra-López, Teodoro Reding en la España de su tiempo, Málaga, Diputación Provincial, 2002; J. Gómez Arteche, Guerra de la Independencia, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Militar, 2003.

 

Ignacio Cervelló Buranés