Bayard Cortés, José. Badila. Tortosa (Tarragona), 19.III.1858 – Madrid, 28.II.1906. Torero, picador.
José María de Cossío y el anónimo autor de un texto biográfico publicado en la revista El Ruedo indican que nació en Tortosa, si bien Luis Nieto señala, probablemente debido a una mala transcripción (pues su texto sigue de manera evidente, lo mismo que el presente, a Cossío), que Badila vino al mundo en Tolosa.
Este picador de leyenda, uno de los más famosos de la historia de la tauromaquia, era hijo de padre francés y de madre española. De niño aprendió el oficio de tapicero, aunque muy pronto se aficionó al toreo “oyendo las conversaciones taurinas sostenidas por su padre y el picador Francisco Calderón [nacido en Alcalá de Guadaira y que se convertiría más adelante en el protector de Badila], que eran muy amigos”, según Cossío. Toreó por primera vez en 1870, en Santander, a las órdenes de Gonzalo Mora. Y añade Cossío: “Por Curro Calderón conoce a Frascuelo, a fines de 1876, y pasa al lado del famoso diestro granadino como criado. Advirtió Salvador las nuevas aficiones de Badila, y rogado por el gran picador amigo del padre del chiquillo, que deseaba que éste pudiese cultivar sus aficiones, le recomendó a Gonzalo Mora, quien inmediatamente le llevó a trabajar consigo en las escasas corridas que toreaba el viejo diestro. Con trajes de Francisco Calderón, excesivamente anchos para su cuerpo de adolescente, empezó a ejercitarse con los toros, demostrando una habilidad natural para el manejo de los caballos —que Calderón llevó a la perfección con sus enseñanzas y sus consejos— y distinguiéndose por su valentía y su elegante figura.
Con el pretencioso y frecuente apodo de ‘Brazo de hierro’ se presentaba a picar en la cuadrilla de Gonzalo Mora, que un día, en una reunión de toreros, viendo a su joven picador triste y silencioso, le dijo: ‘Vamos, hombre, di algo; estás ahí tan callado que parece que te tragaste el rabo de la badila’. Hizo gracia la frase; sus compañeros comenzaron a llamarlo, bromeando, Badila, y por Badila, y no por el otro apodo, ha pasado a la historia del toreo”.
Se presentó con acierto en Madrid el 5 de noviembre de 1876, en una novillada que torearon Felipe García y Ángel Pastor (por entonces ya matadores de toros), y en la que Badila hizo las funciones de reserva (una categoría de los picadores antiguos, ya desaparecida, lo mismo que la ceremonia de alternativa que éstos también tomaban). Según la revista El Toreo, “un joven picador llamado Badila puso una vara que fue de las mejores de la tarde”. A partir de la temporada siguiente torea mucho en Madrid, sin dejar de trabajar también para Frascuelo, al que incluso hacía de mozo de espadas. Ejerciendo esta función subalterna, el 15 de abril de 1877 le hizo quite al diestro granadino, apartándole del peligro, que no obstante resultó herido, según Pérez López. Añade Cossío: “Esta acción la agradeció Frascuelo tanto, que redimió a Badila del servicio militar”.
Según Cossío, se presentó en Madrid en corrida de toros el 26 de enero de 1878; sin embargo, Pérez López no le nombra en la detallada descripción de toreros (rejoneadores, matadores y subalternos de a pie y de a caballo) que actuaron en esa Corrida Real. Ese mismo año ya comenzó a torear en la cuadrilla de Frascuelo. El 1 de junio de 1869 tomó en Madrid la alternativa de picador de toros, trabajando en tanda con Calderón. En 1881 se colocó en la cuadrilla de Ángel Pastor, formando pareja con Agujetas, otro excelente varilarguero. El 18 de diciembre de ese mismo año rejoneó y toreó a pie un novillo en Madrid. Daniel Perea, dibujante de la revista La Lidia, dejó varios grabados en los que se le ve banderilleando a caballo y a pie. Gran aficionado a la ópera, Badila acudía con frecuencia elegantemente vestido a las representaciones, y hablaba con conocimiento y mesura de músicas, libretos e intérpretes. Como aficionado, en La Habana cantó en teatros e intervino en los denominados “juguetes cómicos”.
Otros matadores con los que toreó en los años siguientes fueron el culto y distinguido espada Luis Mazzantini (con quien empezó de novillero y en cuya cuadrilla siguió varios años, una vez que éste tomó la alternativa); Frascuelo (en 1890 picó los seis toros que ese matador lidió en la corrida de su despedida, y banderilleó a caballo alguno de ellos); El Gallo, Fabrilo, Faíco, Minuto... aunque en general en los años de su juventud prefirió no ajustarse en cuadrilla fija, sino torear suelto una gran cantidad de festejos cada temporada. Pasados esos años se colocó, entre otros, con Algabeño, Reverte y Antonio Montes. El 24 de septiembre de 1905 picó por última vez en Madrid.
En la mañana del 28 de febrero, se le encontró muerto en su domicilio madrileño a consecuencia “de una congestión cerebral”, añade Cossío, que reconoce haber seguido para realizar su biografía la que con anterioridad había realizado El Bachiller González de Ribera. Según El Ruedo, el motivo de la muerte fue una conmoción cerebral.
Según El Bachiller, “la figura de Badila es de las que el tiempo engrandecerá, por más que no lo necesite ni la aureola del pasado pueda aumentar sus méritos.
Tiene, aparte de personalidad brillante, personalidad propia. Hay en él un algo diferencial de los demás.
Picador, rejoneador, aficionado a torear a pie, alanceador, innovador práctico y elegante de la indumentaria profesional de los de su clase [en este sentido, Badila fue un reformador del traje de los picadores, pues enmendó la protección de hierro que cubre sus piernas —la llamada mona—, y varió la chaquetilla y la calzona], cantante, cómico, torero de a caballo aplaudido frenéticamente en España, en Portugal, en Francia, en Argelia, en Cuba, en Méjico y en Montevideo, pasará al mañana envuelto en las auras de la celebridad y su nombre será, como ya lo es, un nombre glorioso en el historial de la fiesta de toros”.
Bibl.: J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. 3, Madrid, Espasa Calpe, 1943, págs. 97-100; Redacción, “José Bayard, ‘Badila’”, en El Ruedo (Prensa y Radio del Movimiento), n.º 85 (7 de febrero de 1946); R. Hernández, Historia de la plaza de toros de Madrid (1874-1934), Madrid, Prensa Castellana, 1955; L. Nieto Manjón, La Lidia. Modelo de periodismo, Madrid, Espasa Calpe, 1993, págs. 176 y 185; L. F. Barona Hernández y A. E. Cuesta López, Suerte de vara, Valencia, Diputación Provincial, 1999; M. Feiner, Toreros de plata. Historias y vivencias de cuadrillas, Madrid, Espasa, 2004, págs. 25, 60, 61, 75, 77 y 82; V. Pérez López, Anales de la plaza de toros de Madrid (1874-1934), t. I (vols. 1 y 2) y t. II (vol. 3), Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2004 y 2006; J. M. Martínez Parras, El Rejoneo, Sevilla, Junta de Andalucía, 2006, pág. 64 (col. Cuadernos de Aula Taurina).
José Luis Ramón Carrión