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José Gutiérrez de la Concha

Biografía

Gutiérrez de la Concha, José. Esles, Valle del Cayón (Cantabria), 2.X.1760 – Cabeza de Tigre, Cruz Alta, Córdoba (Argentina), 26.VIII.1816. Marino, gobernador.

Era hijo de María Mazos de Guences y de Jacinto Gutiérrez de la Concha. Cursó estudios de náutica y sentó plaza en Cádiz, en calidad de guardiamarina, en 1775. Fue ascendido a alférez de fragata en 1777, y a alférez de navío en 1781. Por su actuación en las campañas contra Argel, a las órdenes del general Barceló, se lo promovió a teniente de fragata en 1784.

Navegó mucho por los océanos y el mar Mediterráneo e hizo numerosos viajes a América septentrional, visitando Puerto Rico, La Habana, Veracruz y Cartagena de Indias. Integró una expedición científica que intentaba dar la vuelta al mundo con las corbetas Descubierta y Atrevida, que zarpó de Cádiz en 1789, rumbo al Río de la Plata. Tras realizar múltiples estudios hidrográficos, penetraron en el Pacífico, cuyas costas recorrieron hasta Acapulco, pasando a través de ese océano hasta las islas Filipinas. Luego regresaron a Lima, y desde allí descendieron por las costas meridionales, dirigiéndose a Buenos Aires, donde Gutiérrez de la Concha desembarcó. El 25 de enero de 1795 recibió los despachos de capitán de fragata. Por disposición de sus superiores, integró la comisión demarcadora de límites de las colonias españolas con las portuguesas.

Regresó a España en el bergantín Palomo, en 1802, donde el Gobierno le encargó preparar la nueva edición del curso de matemáticas de Gabriel Ciscar. A mediados de 1803 se le encomendaron negociaciones en el Río de la Plata, y en diciembre del mismo año partió de Cádiz en la fragata Astrea con destino a Montevideo. Concluida su misión, fue designado comandante del apostadero de la Ensenada de Barragán.

Por Real Orden de 31 de agosto de 1806 fue elegido gobernador intendente de la provincia de Córdoba del Tucumán. Por su intervención en las Invasiones Inglesas, donde actuó al lado de Liniers, fue ascendido a capitán de navío. En la defensa de Buenos Aires, actuó en las gloriosas jornadas del 5 y 6 de julio de 1807, contribuyendo al rechazo del invasor por segunda vez, y obligándolo a capitular. En esa oportunidad estuvo al mando de cuatrocientos ochenta y dos hombres del Real Cuerpo de Marina, pertenecientes a los buques que Liniers hizo entrar por el Riachuelo.

Mereció ser promovido a brigadier de la Armada el 2 de diciembre de 1807. Concluida la campaña, volvió a hacerse cargo de la gobernación.

Conocía perfectamente la lucha política de las fracciones cordobesas, y creyó poder conciliarlas. Desde que se hizo cargo de sus funciones, el 28 de diciembre de 1807, sus esfuerzos se dirigieron hacia ese objetivo.

Se encontró con un Cabildo receloso y con una Universidad dominada por el deán Funes, que se hallaba en pugna con el Cabildo eclesiástico. El ambiente no era de paz en el ámbito universitario; al apoderarse los clérigos de la Universidad, con el respaldo del dictamen virreinal, hicieron actos de injuria a los franciscanos.

El gobernador no pudo evitar fricciones con los Funes, familia prestigiosa en la provincia.

Por otro lado, en Córdoba, la rencilla doméstica acaparaba la atención de las esferas gubernativas y sociales.

Cuando Liniers fue relevado en el cargo de virrey, por sospechar de su origen francés, y reemplazado por Cisneros, en 1809, marchó a la provincia que gobernaba su amigo y colaborador a reunirse con su familia, a pesar de que el propio Cisneros hubiera preferido que se retirara a España o se trasladara a Mendoza. Se sumaba así otra preocupación al gobernador, cuyo rozamiento con el Cabildo era casi constante. Se ahondó en ocasión de designarse un diputado ante la Suprema Junta Central Gubernativa de España e Indias. El alcalde ordinario argumentó que el gobernador no debía presidir la asamblea. La cuestión fue consultada al virrey Cisneros, que optó por que se hiciera una nueva elección. Instó a escoger entre una terna formada por el deán Funes, su hermano Ambrosio y el oidor honorario de la Audiencia de Buenos Aires, Miguel Gregorio de Zamalloa. La suerte favoreció al primero, aunque los acontecimientos revolucionarios frustrarían su viaje a la Península Ibérica.

Ocurridos los acontecimientos de mayo de 1810 en Buenos Aires, Liniers y Gutiérrez de la Concha convocaron a las principales autoridades civiles, militares y eclesiásticas de la región, que resolvieron organizar la resistencia contra los revolucionarios porteños. Tras un encumbrado enfrentamiento entre las dos posturas revolucionarias, la de Saavedra, presidente de la Junta de Gobierno Provisional, y la de Mariano Moreno, su secretario, la Junta de Buenos Aires despachó el 6 de julio de 1810, al Ejército Auxiliar a las órdenes de Ortiz de Ocampo. La resolución de tomar prisioneros y ejecutar a los principales organizadores de la resistencia fue firmada por Moreno y aplicada de inmediato.

El general revolucionario Antonio González de Balcarce puso prisioneros a los cabecillas de la resistencia, mientras tanto, la Junta comisionaba al doctor Juan José Castelli, para que aplicara y cumpliera la pena capital impuesta a los traidores. Los líderes de la resistencia revolucionaria fueron fusilados en Cruz Alta, camino hacia la ciudad de Córdoba, en el paraje llamado Monte de los Papagayos, el 26 de agosto de 1810. José Gutiérrez de la Concha fue fusilado junto a su fiel amigo Santiago de Liniers, el coronel Allende, Victorino Rodríguez y Joaquín Moreno; logró salvar su vida el obispo Orellana, que fue trasladado preso a la Guardia de Luján. Con la inicial de los apellidos de los ajusticiados se formó el anagrama “Clamor”, que perduró en el sentimiento popular, como un reproche a la drástica medida ordenada por la Junta. Los restos de Gutiérrez de la Concha fueron trasladados a España en 1862 y sepultados en el Panteón de Marinos Ilustres de Cádiz.

Estaba casado con Rosa de la Quintana y Aoiz, miembro de una distinguida familia de la elite porteña.

Tras su fallecimiento, contrajo segundas nupcias con Petrona de Irigoyen y de la Quintana, con la que tuvo cuatro hijos. Fue propietario de una prestigiosa biblioteca y mapoteca, que fue embargada junto a otros bienes por la Junta de Buenos Aires. Por Decreto de 22 de agosto de 1810, se confiscó la biblioteca que pasó a integrar la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Dos de sus hijos, Juan José y Manuel, que nacieron en la ciudad de Córdoba, fueron llevados a Madrid por su madre en 1814. Allí realizaron una próspera carrera militar y llegaron a desempeñar los más altos cargos en el Ejército español y en el Gobierno Civil. Manuel abrazó la causa de Isabel II al morir el rey Fernando VII, formando parte activa en las guerras carlistas.

 

Bibl.: P. Cabrera, Tesoros del pasado argentino. Cultura y beneficencia durante la Colonia, t. II, Córdoba, Est. Gráf. La Elzeviriana, 1925, págs. 97-114; Ulterioridades del drama de Cruz Alta. Cartas inéditas de doña Petrona de Irigoyen, viuda de Gutiérrez de la Concha, una de las víctimas, Córdoba, 1930, págs. 4-6; H. R. Ratto, Hombres de mar en la historia argentina, Buenos Aires, Peuser, 1934, pág. 65; J. Yaben, Biografías argentinas y sudamericanas, t. III, Buenos Aires, Talleres Gráficos de A. Conteras, 1938, págs. 36-37; E. Udaondo, Diccionario biográfico colonial argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, pág. 429; E. C. Ortega, La primera pena de muerte resuelta por la Junta de Mayo. La tragedia de Cruz Alta y su problema histórico, Buenos Aires, Eudeba, 1954; V. O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (1750-1930), t. III, Buenos Aires, Elche, 1971, págs. 522-523; E. Bischoff, Historia de la provincia de Córdoba, t. I, Buenos Aires, Plus Ultra, 1979, págs. 144-152.

 

Sandra Fabiana Olivero

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