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Domingo Ram Lanaja

Biografía

Ram Lanaja, Domingo. Alcañiz (Teruel), ú. t. s. XIV – Roma (Italia), 25.IV.1445. Obispo de Huesca y Lérida, arzobispo de Tarragona, cardenal, teólogo, jurista, canonista, procurador en Cortes, embajador.

Originario de una familia nobiliaria, descendiente de la casa solariega que había fundado el ilustre Pedro Ram, otrora Justicia de Alcañiz nombrado por real provisión del monarca aragonés Alfonso I el Batallador. Natural de Alcañiz e hijo de Blas Ram y Dulce Lanaja, ambos de abolengo nobiliario. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, aunque se especula con que éste se produjo en el último tercio del siglo XIV. Según Francisco Diego de Aínsa, era insigne teólogo; para otros historiadores era doctor en Derecho Civil, mientras que J. Zurita lo considera un letrado famoso en ambos Derechos. Accedió al rango de prior curado de su villa natal en 1394, siendo promovido un año más tarde a prior de la iglesia metropolitana de San Salvador de Zaragoza. Asistió como procurador a las Cortes de la capital del Reino, recibiendo en audiencia a los embajadores del conde de Foix. Asistió, como referendario del papa Benedicto XIII, a los concilios de Perpiñán y Pisa (1409), siendo alzado al rango episcopal en la sede de Huesca en 1410.

Su influjo político no fue desdeñable, al punto de que fue uno de los personajes de mayor relieve, tras micer Vicente Ferrer, en el célebre Compromiso de Caspe, que significó la instauración de la dinastía Trastámara en Aragón. Así, discurriendo el año 1411, en las sesiones preparatorias del cónclave, el Parlamento de Alcañiz requirió al Papa Luna para que este obispo se ocupara de custodiar la villa y castillo de Caspe — tal súplica le es transmitida por Alonso de Luna y Pedro Ruiz de Bordalva, jurados de Zaragoza—, entre tanto se celebraban las solemnes sesiones, pues la congregación estaba necesitada de prelados.

Su papel no se limitó a esta salvaguarda, ya que formó parte de la tríada de magistrados nombrados en representación del Reino —en compañía del cartujo Francisco de Aranda y del letrado Berenguer de Bardaxí—, interviniendo activamente en las deliberaciones que condujeron al nombramiento del infante Fernando de Antequera, votando favorablemente su candidatura — basándose en argumentos de Derecho foral, canónico y en los usos y costumbres, que en el Reino poseían la misma fuerza que los preceptos legales—, consagrándole y ungiéndole como rey de Aragón el 11 de febrero de 1414 en ceremonia solemne celebrada en la iglesia metropolitana de San Salvador, en presencia del Justicia Mayor, Juan Ximénez Cerdán.

Su currículo profesional prosigue en 1415 con su designación como obispo de Lérida. El que fuera su vicario general durante este mandato, Alonso de Borja, alcanzará el Pontificado con el nombre de Calixto III. Asimismo, en 1434 ocupó la sede arzobispal de Tarragona.

En cuanto al gobierno de las diócesis que hubo de pastorear, estableció las horas y el orden en que debían celebrarse los oficios divinos en Huesca y en 1424 dictó una importante Constitución sobre el régimen interno de la Catedral ilerdense. En la metropolitana de Tarragona trató de reparar la muralla de la ciudad y construir un acueducto para aliviar la escasez de agua. Asimismo, impulsó la construcción de la bóveda ojival del claustro de la Catedral de Huesca.  Intervino activamente en la política internacional como miembro de diversas legaciones. Así, integró la embajada que en Nápoles concertó el enlace del infante Juan de Aragón con la reina Juana (1415), figurando también en la delegación que Alfonso V enviara al Papa solicitando la investidura del Reino de Nápoles (1435). En cuanto compromisario real acudió a las sesiones del concilio de Basilea en 1439.

Su connatural inteligencia y perspicacia le hicieron acreedor de empresas que revestían cierta complejidad como los acuerdos firmados con los reyes de Castilla y Navarra para dilucidar sus diferencias, figurando entre los negociadores que alcanzaron las treguas de Mejano (1430) y Ágreda (1431-1432).

Suscrito el acuerdo, partió a Roma, donde alcanzó el capelo cardenalicio —en esta ocasión era ya presbítero y no diácono, con el título de San Juan y San Pablo— de manos del papa Martín V, el 10 de marzo de 1430. Su ascenso en los honores eclesiásticos no cesó, por cuanto el 25 de agosto de 1434 fue promovido a arzobispo de Tarragona. Asaltándole la muerte en la capital de la Cristiandad, fue enterrado con todos los honores en la basílica de San Juan de Letrán, donde actualmente se custodian sus restos.

 

Bibl.: R. del Arco y Garay, “El obispo de Huesca D. Domingo Ram y el compromiso de Caspe”, Linajes de Aragón, 5 (1914), págs. 257-263; D. Peñart Peñart, “Episcopologio de Huesca”, en Aragonia Sacra, XVI-XVII (2001-2003), pág. 69; E. Sarasa Sánchez, “Domingo Ram. Un alcañizano ilustre”, en Boletín del Centro de Estudios Bajoaragoneses, 9-10 (2005), págs. 61-73.

 

Miguel Ángel Motis Dolader

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