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Daniel Anguiano Mangado

Biografía

Anguiano Mangado, Daniel. Haro (Logroño), 1882 – México, 1964. Político socialista y comunista.

Empleado de ferrocarril, empezó militando en las filas del Partido Republicano Federal. En 1905, se adhirió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Llegó a presidente de la Federación ferroviaria de la Unión General de Trabajadores (UGT) y desde ahí pasó a ocupar puestos de confianza muy cerca de Pablo Iglesias, de quien se convirtió en secretario particular.

En la Comisión ejecutiva de UGT de 1916, elegida por el XII Congreso, ostentó el cargo de vicesecretario, y el de secretario-tesorero en la Ejecutiva siguiente, elegida dos años después por el XIII Congreso.

La razón de esta confianza vino, entre otras cosas, de su pertenencia al Comité mixto, UGT-PSOE que organizó la huelga revolucionaria —que se quería “pacífica”— de agosto de 1917. Dicha huelga se proponía derrocar el Gobierno constitucional del conservador Eduardo Dato, aprovechando para ello el movimiento de las Juntas militares, para desencadenar así un proceso constituyente que diera al traste con la Monarquía liberal de la Restauración. Aquel Comité estaba compuesto por Julián Besteiro y Andrés Saborit (en nombre del PSOE) y por Francisco Largo Caballero y Anguiano, por la UGT. El conflicto específico del sindicato ferroviario y su iniciativa de convocar la huelga fueron determinantes en el conflicto, y de ah, el papel de Anguiano. Detenido el Comité y juzgados por lo militar sus integrantes, fueron condenados a cadena perpetua y encarcelados en el penal de Cartagena. La campaña de amnistía para los condenados se tradujo en un impulso político que logró su amnistía por la vía electoral.

Así, después de casi cuarenta años, el número de diputados socialistas en las Cortes pasó de uno a seis, gracias a las elecciones llamadas “de la renovación”, de febrero de 1918, que convocó un Gobierno de concentración, dirigido por el liberal García Prieto.

Anguiano salió elegido por Valencia.

Además de diputado y dirigente de UGT, Anguiano era miembro del Comité nacional del PSOE desde el X Congreso (1912). El XI, reunido en 1918, lo reeligió para la Ejecutiva. Esta promoción no impidió, sin embargo, su decepción ante los resultados de la alianza con los republicanos para derrocar la Monarquía constitucional, ni su desengaño ante la evidencia de que la victoria aliada en la Guerra Mundial tampoco implicaría la revolución política en España.

Entonces, y como otros socialistas partidarios de la alianza con los republicanos y defensores de la causa aliada en el conflicto europeo, volvió sus ojos hacia la Revolución rusa y el bolchevismo, juzgados inicialmente con escasa simpatía. Entre otras cosas, la nueva Internacional Comunista podía ser el mejor recurso con el que enfrentarse a la agresiva competencia revolucionaria con la que el sindicalismo de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) venía disputándole el terreno al socialismo en sus propios feudos, entre los años 1918 y 1921. Fue en ese estado de ánimo como Anguiano entró en contacto, a finales de diciembre de 1919, con los primeros enviados de la Internacional Comunista a España: el ruso Mijail Borodin y el mexicano Manuel Ramírez.

Mediante dicha relación, Anguiano preparó, no sin gran parsimonia y muchos titubeos, la escisión “tercerista” del PSOE, que daría lugar, en abril de 1921, al Partido Comunista Obrero Español (PCOE). Un año antes había tenido lugar la escisión de un grupo de jóvenes radicales de las Juventudes socialistas, a los que el compañero de Borodin, Ramírez, empujó a crear el Partido Comunista Español (PCE).

La misión del nuevo partido consistió en hostilizar sistemáticamente por “oportunismo” y “centrismo” a los partidarios de la Internacional Comunista dentro del PSOE, entre ellos, a Anguiano. Éste había sido comisionado por el primero de los Congresos extraordinarios celebrados por el socialismo español, en diciembre de 1919, para decidir su orientación internacional. Viajó así, junto a Julián Besteiro, a la conferencia de la Internacional Socialista en Rotterdam, que tuvo lugar el mes de febrero siguiente. Fue detenido en la frontera holandesa, como portador de una carta de Borodin, en la que se solicitaba dinero del Buró de Ámsterdam de la Internacional Comunista para sus defensores en España. Anguiano se vio obligado entonces a dejar su puesto en la Ejecutiva del PSOE, pero su influencia entre los terceristas y sus contactos con la Internacional Comunista volvieron a convertirlo en enviado del segundo Congreso extraordinario del PSOE, esta vez a Moscú, acompañando a Fernando de los Ríos. Este segundo Congreso extraordinario había votado, en junio de 1920, una adhesión condicionada a la Internacional Comunista.

Anguiano y de los Ríos llegaron a Moscú sólo para comprobar —como se imaginaban— la incompatibilidad entre las reservas organizativas de los socialistas españoles, tendentes a preservar su independencia política, y las veintiuna condiciones que, por las mismas fechas que el congreso socialista español, había votado la Internacional Comunista en su segundo Congreso. Aquellas condiciones establecían una centralización férrea y una tutela política absoluta de los nuevos partidos comunistas desde Moscú.

A su vuelta del viaje a Rusia, que incluyó una entrevista con el propio Lenin, los terceristas madrileños se sintieron profundamente decepcionados cuando Anguiano manifestó sus reservas sobre la dureza y exclusividad de la dictadura del partido bolchevique, y se mostró inclinado a que la dictadura del proletariado la ejercieran también “las masas”, pues pensaba que eso la suavizaría. Los jóvenes comunistas del PC español, por su parte, lo cubrieron de insultos por estas matizaciones críticas. Aunque figuró entre los dirigentes del nuevo PCOE, Anguiano se alejó muy pronto del PCE. Sin embargo, sus simpatías comunistas no desaparecieron del todo, pues, durante la Guerra Civil, perteneció a la Ejecutiva de UGT encabezada por Ramón González Peña, que fue ministro de Justicia en el segundo y último Gobierno Negrín y colaboraba con el PCE. Exilado en Francia, terminó sus días en México, luego de residir en otros varios países europeos y americanos.

 

Bibl.: L. Arranz Notario, “Los primeros pasos de la Internacional Comunista en España”, en La política exterior de España en el siglo xx, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), 1997, págs. 39-51; J. Avilés Farré, La fe que vino de Rusia, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999.

 

Luis Arranz Notario

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