Genadio de Astorga, San. ?, m. s. ix – c. 935. Obispo, fundador monástico.
Tuvo Genadio una prolongada vida, en la que conoció los reinados de Alfonso III, García I, Alfonso IV y Ramiro II.
Fue monje en el monasterio de Ageo (Ayoó de Vidriales, Zamora), pasando en la última década del siglo ix a repoblar y restaurar el monasterio de San Pedro de Montes, en el Bierzo; en la aventura le acompañaban doce compañeros del monasterio zamorano, entre los que se encontraban Fortis y Salomón, que fueron sucesores correlativos de Genadio en la silla episcopal astorgana. El paso hacia el valle del Silencio se realizó el año 892, y el 895 estaba restaurado el monasterio y la vida en comunidad siendo designado como abad Genadio. Inmediatamente fue favorecido por el entonces obispo Ranulfo y por Ordoño II (en ese momento, solamente rey de Galicia), quien le concedió un amplio coto en torno al monasterio, libros litúrgicos y alhajas para el culto.
El año 909 Alfonso III efectuó una visita a Montes, en la que, a base de ruegos y presiones, convenció a Genadio para que ocupara la silla episcopal de Astorga; la rebelión de Vermudo el Ciego y la tiranía que había implantado en la capital de la diócesis extorsionaba grandemente la vida religiosa. Obedeciendo al Rey, Genadio mismo dice que fue arrastrado al pontificado, incorporándose también a la Corte, pues así lo confirman varios documentos reales. De este “acto de fuerzo espiritual” puede proceder la famosa “arqueta de San Genadio” que Alfonso y su esposa Jimena donaron al obispo, tenida por los expertos como pieza señera del arte suntuario.
Alejado del trono Alfonso, Genadio mantuvo gran ascendencia sobre sus hijos y herederos García y Ordoño.
Un año después, en 910 falleció el rey Alfonso en Zamora y fue enterrado en la catedral de Astorga; precisamente en el sepulcro paleocristiano que hoy se custodia en el Museo Arqueológico Nacional.
Genadio estuvo en la consagración de San Miguel de Escalada, en el año 913, según reza la lápida conmemorativa.
El 919, acaso el 920, sorpresivamente Genadio renunció al episcopado, según atestigua su discípulo e hijo espiritual Salomón; abandonó la sede para dedicarse a la vida monástica. No atendió a los ruegos y súplicas de Ordoño II, a quien aconsejó que nombrara como sustituto para la sede a su discípulo y compañero desde Ageo, el abad Fortis. Genadio se retiró al Bierzo, al valle del Silencio, haciendo vida de anacoreta en una zona escarpada, donde hoy persiste la llamada “cueva de San Genadio”.
San Genadio llevó a cabo una sobresaliente labor en la fundación de monasterios o la restauración de la vida monástica en otros, entre los que se pueden citar San Pedro de Montes, Santiago de Peñalba, San Andrés de Montes, Santa Lucía de Castañeda, San Pedro Castañero, Compludo, San Martín de Castañeda o San Alejandro; edificó ermitas y oratorios como las de Santo Tomás, de la Cruz, San Martín y San Cipriano; fundó villas y repobló sus cotos como la de Santa María y la de San Juan, o granjas como la de San Esteban. Merece especial atención el destino de su biblioteca, pues en puridad se puede decir que san Genadio fundó e instauró la primera biblioteca ambulante. A su muerte donó sus libros para que se usaran en todos los monasterios de la zona llamada “Tebaida berciana”, intercambiándose cada cierto tiempo.
Fue sepultado en Peñalba y en el siglo xvi la duquesa de Alba sustrajo sus restos de la iglesia, los trasladó a Villafranca y posteriormente al monasterio de la Laura, en Valladolid.
Bibl.: E. Flórez, España Sagrada, vol. XVI, Madrid, Oficina de A. Martín-Imprenta de José Rodríguez, 1762, págs. 129- 148; A. Berjón, Nuevo lucífero, Astorga, Est. Tipográfico de N. Hidalgo, 1903, págs. 47-220; P. Rodríguez, Episcopologio Asturicense II, Astorga, Porfirio López, 1907, págs. 33-48; “Las fundaciones de San Genadio”, en Archivos Leoneses, IXX (1956), págs. 55-118; A. Quintana, El obispado de Astorga en los siglos ix y x, Astorga, 1968, págs. 65-216; “San Genadio y su época”, en El monacato en la Diócesis de Astorga durante la edad media: Astorga, 15, 16 y 17 de diciembre de 1994: actas del congreso, Astorga, Ayuntamiento, 1995, págs. 51-63.
Martín Martínez Martínez