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Ramón Carande Thovar

Biografía

Carande Thovar, Ramón. Palencia, 4.V.1887 – Almendral (Badajoz), 1.IX.1986. Economista, histo­riador.

Fue hijo de Manuel Carande Galán, natural de Ca­rrión de los Condes, abogado en ejercicio, con bufete abierto, afiliado al partido republicano que lideraba Manuel Ruiz Zorrilla. Fue firmante del Manifiesto de la Conjunción Republicano-Socialista, el 1 de ju­lio de 1910. La madre de Ramón Carande fue Ascen­sión Thovar, por la que heredó las dehesas de Capela y Valmojado, en el término municipal de Almendral (Badajoz). La dehesa de Capela tenía una casa, edi­ficada por Manuel Carande, abuelo materno de Ramón Carande, en la que solía pasar los veranos, y a la que se desplazaba, desde Sevilla, en otras épocas del año. Asunción Thovar falleció cuando el niño Ramón contaba sólo siete años. Su padre perdió a su mujer y a tres hijos en sólo treinta meses. No se volvió a casar. Dedicó el resto de su vida a su trabajo como abogado. En 1895 fijó su residencia en Carrión de los Condes y vivió en casa de su madre, Nicolasa Galand, de ori­gen francés.

Ramón Carande realizó sus estudios de bachille­rato, interno, en el colegio privado de San Sebastián, en Reinosa. Pasó un año en Santander, para regre­sar con el colegio a Carrión. El examen de grado lo hizo en la ciudad cántabra en julio de 1902. Posteriormente marcha a París, en donde permaneció dos años en un colegio de los padres marianistas. Al re­gresar a España, comenzó los estudios de la licencia­tura en Derecho, en la Universidad de Madrid, en 1903. Entre sus profesores, el que más influyó en él fue Giner de los Ríos, de quien decía haber recibido, como todos los alumnos que asistían a sus clases, va­lores “nobilísimos de la educación y la enseñanza”, y de un ideal elevado de conducta. Recordaba siempre que Giner, en sus clases, solía hablar de las gentes, de las costumbres, de la historia y de las tierras de Es­paña, de los trabajos de los artesanos, de los trajes, leyendas, cantos y danzas populares. También de las viejas ciudades, de sus iglesias y catedrales, del pai­saje estepario y de las “sierras majestuosas”. En estas evocaciones de Giner, comparadas con las que hacía de otros países, “ganaban enjundia las alabanzas de lo español”. También solía leer, y hacía leer a sus alum­nos, textos de Luis Vives, de Suárez, del Padre Ma­riana, de Luis de Molina, de Gracián, de Quevedo, de Feijoo, de Donoso Cortés, que “él comentaba y esclarecía”. Parece que, de entre los escritores de co­mienzos del siglo XX, los que más citaba eran Joaquín Costa, Eduardo de Hinojosa, Pedro García Dorado Montero, no todos ellos próximos al ideario de Gi­ner. Carande, al terminar su licenciatura en Derecho, hizo los cursos del doctorado. Se graduó el 27 de ju­nio de 1910, con una tesis, publicada en Madrid en 1916, con el título Notas para un estudio de la natura­leza económica del trabajo.

El 24 de febrero de 1911 solicitó una pensión de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investiga­ciones Científicas con el fin de seguir cursos en las universidades de Berlín, Leipzig y Viena. En mayo del mismo año, concedida la pensión, pasó a Mú­nich y allí comenzó a asistir a las clases y seminarios de los profesores Brentano, Leonhard y Vogelstein. El semestre de invierno lo pasó en Berlín para se­guir los cursos de los profesores Wagner, Schmoller, Bortkiewicz y Oppenheimer. También continuó el curso que daba Sombart en la Escuela de Comercio.

Al regresar a España, por consejo de Flores de Le­mus, hizo oposiciones a cátedra de Economía Polí­tica, y obtuvo la de la facultad de Derecho en la re­cién fundada Universidad de Murcia. Tomó posesión el 15 de diciembre de 1916. Enseguida fue nombrado decano de aquella facultad. Aunque se encontraba bien en Murcia, en 1918, mediante permuta, pasó a desempeñar la misma cátedra en la Universidad de Sevilla. La vida en la ciudad, la mesura de sus gen­tes, la tranquilidad con que se vivía, sin agitaciones, sin prisas, enamoraron, con el tiempo, a Ramón Ca­rande. Sin embargo, a los pocos años de estar en Sevi­lla, mostraba su insatisfacción como profesor de Economía Política y Hacienda Pública. Por consejo de Flores de Lemus, pensó en dedicarse a la historia de la economía, para lo que se consideró conveniente que solicitara una pensión de la Junta, aunque sufragando él los gastos. Se trataba de que pudiera beneficiarse de la excelencia, con el fin de permanecer en Alemania durante un año, lo que se le concedió. Asistió a los cursos que daban en Friburgo Von Below y Finke, y estudió allí Paleografía y Diplomática y Latín me­dieval. Siguió las directrices de Von Below sobre el origen y la fundación de ciudades en la Edad Me­dia. Al regresar a España, comenzó a interesarse por la economía castellana en la Baja Edad Media, por lo que consultó documentos en los archivos municipal y catedralicio de Sevilla para reunir información so­bre la economía y el gobierno de la ciudad, según las enseñanzas recibidas de Von Below. El artículo que publicó en el Anuario de Historia del Derecho Español, en 1925, con el título “Sevilla, fortaleza y mercado”, fue resultado de aquellas investigaciones. Por enton­ces, publicó reseñas de varios libros, entre las que des­taca la de Territorium und Stadt, de Von Below, en el primer tomo del Anuario, en 1924. Participó en la Semana de Historia del Derecho, celebrada en Ma­drid en 1932, con un trabajo que tituló El Obispo, el concejo y los regidores de Palencia (1352-1422). Aportación documental sobre el gobierno de una ciudad en la Edad Media, resultado de sus investigaciones en los archivos de la ciudad. Lo publicó en la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Ma­drid. Además de escribir en el Anuario de Historia del Derecho, publicó reseñas en otras revistas. No le pa­saron inadvertidos el importante libro de Earl Ha­milton, American Treasure and the Price Revolution in Spain (1501-1650), que reseñó en el primer nú­mero de la revista Tierra Firme, en 1935, ni el que Carmelo Viñas y Mey tituló El problema de la tierra en la España de los siglos XVI-XVII, publicado en Ma­drid, en 1941, al que dedicó páginas de dura crítica en Escorial, en 1942, y a las que contestó el autor en la misma revista en el número siguiente.

Ramón Carande se casó, en 1924, con María Rosa de la Torre Millares, en las Palmas de Gran Canaria. Tuvieron dos hijos: Ramón y Bernardo Víctor.

Siendo ministro de Instrucción Pública Elías Tormo, fue nombrado Ramón Carande rector de la Univer­sidad de Sevilla. Desempeñó el rectorado hasta poco antes de la proclamación de la República. No era hombre de partido, aunque sí estuvo afiliado a la Unión General de Trabajadores (UGT), desde la que colaboró con Manuel Núñez de Arenas en la Escuela Nueva que éste había fundado. También perteneció a la Agrupación al Servicio de la República.

Al recibir el nombramiento de consejero perma­nente de Estado en abril de 1931, se trasladó a Ma­drid con su familia. Parece que estuvo propuesto para ministro de Comunicaciones. Nombrado asesor del Banco Urquijo en 1932, con Agustín Viñuales, di­mitió como consejero de Estado el 10 de noviembre de aquel año. Fue consejero, como representante del Banco, en CAMPSA, en la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España y en la del Ferroca­rril Tánger-Fez. Durante los años 1931 a 1936, vivió holgadamente en Madrid, sin que su colabora­ción con el Banco Urquijo le impidiera continuar sus lecturas sobre la economía de Castilla durante la Baja Edad Media.

Desde el comienzo de la Guerra Civil estuvo se­parado de su mujer e hijos. Permaneció en Madrid. Su casa fue saqueada y destruidos los papeles en que había reunido información sobre la economía en la época Trastámara. Las notas que había tomado de sus lecturas y de documentos que había consultado en los archivos de Palencia, Santander, Badajoz, Segovia, Toledo y Salamanca quedaron sólo en su recuerdo y le permitieron escribir las páginas que él consideraba “reliquias de un libro proyectado”, a las que dio el título La economía y la expansión ultramarina bajo el gobierno de los Reyes Católicos publicadas en 1969.

Al terminar la guerra, solicitó ser reintegrado a su cátedra de Economía Política en la Universidad de Sevilla, sin obtener respuesta. No fueron suficientes las declaraciones que hicieron a su favor sus grandes amigos Antonio Ballesteros Beretta y Melchor Fernández Almagro. Tampoco fue eficaz para el rein­greso que su ex alumno en la Universidad de Sevilla, Pedro Gamero del Castillo, ministro sin Cartera y vi­cesecretario general de Falange Española desde agosto de 1939 hasta el 19 de mayo de 1941, le hiciera con­sejero nacional de esta organización. Con el nuevo cargo no varió en nada la actitud de Carande, ni sus convicciones a favor de las libertades políticas. Sí le salvaguardó este nombramiento de pesquisas a las que hubiera de someterse de no contar con cargo seme­jante. Una vez propuesto, tuvo que aceptar, pues, de rechazarlo, se hubiera significado con peligro de en­carcelamiento y proceso.

Quizá debido a la pérdida, en el saqueo de su casa, de los materiales reunidos, dejó de ser medievalista. No sabía exactamente la causa del abandono de los estudios sobre los siglos XIII y XIV, época que había explorado “muy a gusto”, siguiendo la afición de sus maestros Finke y Von Below. También le había esti­mulado a aquellos estudios, en lo concerniente a los últimos años del siglo XIV, la lectura de obras de Hui­zinga, a quien calificaba de “historiador primoroso y delicado”. El hecho es que, en el otoño de 1940, de­cidió estudiar el reinado del Emperador, después de una cuarta lectura del libro de Ehrenber, Das Zeitalter der Fugger. Durante la excedencia forzosa se dedicó a investigar en los archivos la documentación que le permitió escribir su obra Carlos V y sus banqueros. Así lo expresó en el prólogo del tomo primero, firmado en “Sevilla – Valmojado, 1940 – agosto, 1943”: “por no haber sido todavía atendida” su demanda “para reingresar en el servicio docente”. La excedencia le había permitido “intensificar el trabajo y acelerar la aparición del libro”. Decidió estudiar las relaciones de Carlos V con los Fugger y con otros banqueros, para lo que comenzó a examinar documentos que conserva el Archivo de Indias para ver si las remesas llegadas de América servían de garantía y de señuelo a asientos concertados previamente. Las averiguaciones hechas en Sevilla precedieron a la consulta de fon­dos documentales en el Archivo General de Siman­cas, en el que decía haber sentido “la desproporción abrumadora de un hombre solitario y la inmensidad de las ringleras de legajos inexplorados”. A pesar de esta desproporción, logró obtener de las fuentes lo bá­sico para trazar el cuadro institucional y presentar el de la economía y la organización y funcionamiento de la Hacienda castellana en tiempos del Emperador.

Para el estudio de la economía castellana, utilizó las publicaciones existentes. Manifestaba, en 1943, al editar el tomo primero de Carlos V y sus banque­ros, que había pretendido “extraer de los documentos publicados algo más que pasajes literales”. Con ser pocas las obras existentes, decía entonces que había desechado parte, por preferir examinar directamente los documentos en que se fundaban, o por haber sido escritas con planteamientos del día, censurando a quienes, en el siglo XVI, “no las compartían, ni las conjeturaban”. El paso del tiempo no ha envejecido el texto de los capítulos del primer tomo de Carlos V y sus banqueros dedicados a la población, al pastoreo y a la lana, a la labranza, a la industria, a “monedas, precios y beneficios”, al comercio privilegiado, a la marina, a la por él denominada “encrucijada mer­cantilista”, a las ferias y a las “Indias en la retina de la sociedad española”. Estos capítulos permanecen como piezas maestras, inigualadas en cuanto a preci­sión expositiva, a inteligencia en los planteamientos y a novedad en las conclusiones. Así, y como ejemplo significativo, cabe citar su tesis sobre que no hubo en Castilla inspiración mercantilista ni rigor de sistema, ya que la prohibición de exportar moneda —la pro­hibición de las sacas— era, en el siglo XVI, una reli­quia medieval, consecuencia todavía de la escasez de oro y plata. Durante el reinado de Carlos V, cuando faltaron recursos para pagar a los acreedores, no fue posible contener la exportación de metales preciosos. También fue continua la exportación de lana, mate­ria prima que pudiera pensarse convenía manufacturar. También fue continua la exportación de lana, mate­ria prima que pudiera pensarse convenía manufacturar. Ramón Carande los situó en su Galería porque, cuando pensó en dedicarles un li­bro, sólo quedaba el recuerdo de estos personajes en la memoria de unos pocos supervivientes. Consiguió así perpetuar la estela de aquellos fugitivos del recuerdo que jamás habían pretendido que se hablara de ellos, ni esperaban que se les rememorase.

La obra Carlos V y sus banqueros, los trabajos de­dicados a otras épocas y problemas, las investigacio­nes que hizo en los últimos años de su vida —referi­das al estudio de las remesas de la Iglesia española a Roma, en la época del Emperador, para el libro cuyo título ya tenía, Los dineros de San Pedro—, pero que no logró completar, muestran que Ramón Carande era un historiador de vocación, con saberes humanís­ticos enriquecedores y con estilo que merece su lu­gar en la historia de la literatura española. Él quiso definirse como historiador en las que juzgaba eran sus limitaciones: sus maestros, todos ellos eminentes, pertenecían al bon vieux temps —Brentano, Schmo­ller, Sombart, Díez Canseco, Finke, Von Below—, ya no estaban “de moda”. Aunque, entre ellos, no estu­viesen todos de acuerdo, como había mostrado Von Below al impugnar “con acerada penetración” afir­maciones de Schmoller y Sombart, Carande se man­tenía fiel a sus enseñanzas. Cuando escribía, invocaba, con “delectación literal”, pasajes de las fuentes que utilizaba, a pesar de que, a veces, pudieran parecer anecdóticos. Él los juzgaba reveladores. Al valorar, trataba de atenerse a criterios de la época en que ocurrían los hechos, para evitar lo que hoy suele denomi­narse “presentismo”. Sus planteamientos, su lucidez, su independencia de juicio, su afán de no adjetivar, su capacidad de trabajo dieron como resultado una obra imperecedera, lección permanente de quienes se dedican al estudio del pasado.

El 23 de octubre de 1981 fue nombrado hijo pre­dilecto de Palencia. Medalla de Oro de la provincia de Sevilla e hijo predilecto de Andalucía en 1983, fue investido doctor honoris causa por las universidades de Lille, Colonia, Berlín, Complutense de Madrid, Valladolid y Salamanca. En 1985 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.

 

Obras de ~: P. de Tourtoulon, Los principios filosóficos de la Historia del Derecho, trad. de ~, Madrid, Imprenta de Inda­lecio Calleja, 1909; Principales direcciones de la Ciencia de la Economía Política en Alemania y en Austria, 1911-1912 (inéd., presentado a la Junta para Ampliación de Estudios e Investiga­ciones Científicas en 1911-1912); Notas para un estudio sobre la naturaleza económica del trabajo, tesis doctoral leída el 27 de julio de 1910, Madrid, Imprenta Felipe Peña Cruz, 1916; M. Tugan-Baranowsky, El socialismo moderno, trad. de ~, Madrid, Editorial Reus, 1921; “Carta de un subarrendador de rentas reales. Badajoz, 1287”, en el Anuario de Historia del De­recho Español (AHDE) (Madrid), 1 (1924); “Sevilla, fortaleza y mercado. Algunas instituciones de la ciudad en el siglo XIV, especialmente estudiadas en sus privilegios, ordenamientos y cuentas”, en AHDE, 2 (1925) (publicado, en edición exenta, bajo el título de Sevilla, fortaleza y mercado. Las tierras, las gen­tes y la administración de la ciudad en el siglo XIV, Sevilla, Publi­caciones de la Universidad, 1972; (3.ª ed., Sevilla, 1982; 4.ª ed., Sevilla, Libanó, 2001); E. Mayer, Historia de las insti­tuciones sociales y políticas de España y Portugal durante los si­glos V a XIV, trad. de ~, Publicaciones del Anuario de Historia del Derecho Español, Madrid, Tipografía de la Revista de Ar­chivos, 1926; E. Finke, La mujer en la Edad Media, trad. de ~, Madrid, Revista de Occidente, 1926; “Jorge Federico Knapp”, en AHDE, 3 (1926); “Pedro de Luna, en Peñíscola”, en Revista de Occidente (ROc), 34 (1926); “J. von Below”, en AHDE, 4 (1927); “Repoblación del castillo de Badajoz (1408)”, en Re­vista del Centro de Estudios Extremeños (RCEE), Badajoz (1927); “El obispo, el concejo y los regidores de Palencia (1352-1422). Aportación documental sobre el gobierno de una ciudad en la Edad Media”, en Revista de la Biblioteca, Ar­chivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid (Madrid), 1932; “Bases de una política económica de reconstrucción”, en Revista de Estudios Políticos (Madrid), 1 (1941), págs. 43-81; “La encrucijada mercantilista”, en Moneda y Crédito (MyC) (Ma­drid), 3 (1942); Carlos V y sus banqueros, 1516-1556. La vida económica de España en una fase de su hegemonía, Madrid, Re­vista de Occidente, 1943 (2.ª ed. corregida y aumentada, Ma­drid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1965); “El Impe­rio de Carlos V. (Comentarios a Peter Rasow)”, en Boletín Bibliográfico (Instituto Alemán de Cultura, Madrid), XII, 1-2 (1944); “Cartas de mercaderes (en torno a 1575)”, en MyC, 9 (1944); “Las llevaderas alcabalas”, en MyC, 13 (1945); “Ba­llesteros en Hacienda (1823-1832)”, en MyC, 14 (1945); “Prólogo” a P. Rasow, El mundo político de Carlos V, Madrid, Afrodisio Aguado, 1945; “The Bank of England cumple 252 años. (Rapsodia sobre temas de Chapman, sin variaciones)”, en MyC, 16 (1946); “Larguezas de las Cortes”, en MyC, 20 (1947); La lúcida obstinación de Cajal, Sevilla, Imprenta Suá­rez, 1948; Discurso leído en la solemne apertura del curso 1948-1949, Sevilla, Imprenta Suárez, 1948; Carlos V y sus banque­ros. II. La Hacienda Real de Castilla, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1949; “La huella económica de las capitales hispano-musulmanas”, en MyC, 29 (1949); El crédito de Castilla en el precio de la política imperial, discurso de in­greso en la Real Academia de la Historia leído en el acto de su recepción pública el día 18 de diciembre de 1949, Madrid, Rivadeneyra, 1949 (reeditado por la Editorial Civitas, Ma­drid, 1996); “La economía de Nápoles bajo Carlos V”, en MyC, 36 (1951); “Gobernantes y gobernados en la Hacienda de Castilla (1536-1556)”, en Arbor (Madrid), 62 (1951); “Co­mercio, banca y crédito medievales según De Roover”, en MyC, 40 (1952); La economía y la expansión de España bajo el gobierno de los Reyes Católicos, Madrid, Imprenta Maes­tre, 1952; “Valery y Mallarmé [de H. Mondor, Vie de Ma­llarmé]”, trad. de ~, en Aljibe, Sevilla, 3 (1952); “Un banquero de Felipe II en Medina del Campo”, en MyC, 49 (1954); Regino Escaro de Nogal (seud.), “Charlot y Chaplin”, en Libélula (Sevilla), 3 (1954); “Das westindische Gold und die Kreditpolitik Karls V”, en Gesammelte Aufsätze zur Kulturges­chichte Spaniens, Münster, Westfalia, 1955; “Catálogo de la colección de manuscritos e impresos de ciencias económicas y jurídicas de don Juan Sempere Guarinos”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH) (Madrid), CXXXI, 2 (1956); El despotismo ilustrado de los Amigos del País, conferencia pro­nunciada en la facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales de Bilbao el 25 de abril de 1956, Valladolid, Uni­versidad de Valladolid, 1956; “Informe de Olavide sobre la Ley Agraria”, en BRAH, CXXXIX, 1 (1956), págs. 357-462; “Lección de jubilación. Pronunciada en la Universidad de Se­villa, el día 17 de mayo de 1957”, en MyC, 61 (1957); con H. Lapeyre, Relaciones comerciales en el Mediterráneo durante el siglo XVI, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1957; “Prólogo” a M. Capella y A. Matilla Tascón, Los Cinco Gremios Mayores de Madrid, Madrid, Cámara de Comer­cio, 1957; “Antonio Pérez, reaparecido”, en Pliegos sueltos sobre el Emperador Carlos V, Duque y Marqués, Valencia, Edición Bibliográfica, 1958; “El puerto de Málaga y la lana de Me­norca, en la Edad Media. (Dos estudios de F. Melis)”, en MyC, 64 (1958); “Carlos V: viajes, cartas y deudas”, en VV. AA., Charles Quint et son temps, Paris, Centre National de la Re­cherche Scientifique, 1959; “Aurelio fugitivo”, en Capela (Al­mendral, Badajoz), n.º 6 (1959); “Arturo Duperier”, en Ca­pela, n.º 7 (1959); “Agustín Viñuales”, en Capela, n.º 8 (1960); “María de Hungría en el mercado de Amberes”, en VV. AA., Karl V. Der Kaiser und seine Zeit, Colonia, Editorial Böhlau, 1960; “Los moriscos de Henri Lapeyre, los de Julio Caro y algún morisco más”, en MyC, 78 (1961); “Mercaderes, artesanos y paños en Castilla. (Segovia, 1518-1550)”, en Ho­menaje a los Setenta años de Peter Rasow. Historische Forschun­gen und Probleme, Wiesbaden, Editorial Franz Steiner, 1961; “Tres secretos suyos”, en Homenaje y recuerdo a Gregorio Ma­rañón (1887-1960), en Papeles de Son Armadans, n.º monogr., XX, 60 (1961), pág. 299; “Zum problem einer Wirtschaftsgeschichte Spaniens”, en Historische Zeitschrift (Múnich), CXCII, 2 (1961); “El atrayente y ambicioso Fran­cisco de los Cobos”, en BRAH, CXLIX, 2 (1961); “Prólogo” a G. Herrero Martínez de Azcoitia, La población palentina en los siglos XVI y XVII, Palencia, Institución Tello Téllez de Me­neses, 1961; “Felipe Cortines Morube”, en Ínsula, Madrid, 185 (1962); “Francisco de los Cobos (1470?-1547)”, en Anna­les. Economies. Sociétés. Civilisations (Paris), 1 (1962); “Soli­mán no llega a Viena (1532) y de España sale un tesoro, reci­bido de Francisco I”, en Studi in onore di Amintore Fanfani, Milán, Giuffré, 1962; “El sorprendido y sorprendente Adriano VI, Papa”, en Homenaje a Johannes Vincke, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962; For­tuny, 14. Residencia, México, 1963; “Isaac del Vando Villar”, en Ínsula, 208 (1964); “Maravall ante las Comunidades”, en ROc, Segunda época, 16 (1964); “Don Francisco en la Univer­sidad”, en Ínsula, 218 (1965); “Déficit crónico. (Fragmento de Carlos V y sus banqueros)”, en G. Franco, Historia de la Econo­mía por los grandes maestros, Madrid, Aguilar, 1965; “José Ba­rinaga Mata (1890-1965)”, en Ínsula, 220 (1966); “Un vás­tago tardío de la Ilustración: José Castillejo (1877-1945)”, en Mélanges a la mémoire de Jean Sarrailh, París, Centre de Re­cherches de l’Institut d’Études Hispaniques, 1966; “Prólogo” a Ceca y Banca de Toledo. 1515 y 1551, Madrid, Joyas Biblio­gráficas, 1966; Carlos V y sus banqueros. III. Los caminos del oro y de la plata. (Deuda exterior y tesoros ultramarinos), Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1967 (2.ª ed., abreviada, de la obra conjunta, en dos tomos, Barcelona, Crítica, 1977; 3.ª ed., en tres tomos, Barcelona, Crítica y Junta de Castilla y León, 1987; hay una traducción al italiano, Génova, Marietti, 1987; 4.ª ed., abreviada, Barcelona, Crítica, 2000); “Gastos, créditos y deudas en Italia (1515-1556)”, en el Homenaje a Richard Konetzke, Colonia, Böhlau, 1967; “La tirantez del cré­dito en Augsburgo y Nuremberg (febrero-abril, 1552)”, en el Homenaje al Profesor Giménez Fernández, Sevilla, 1967; “El destino de los tesoros ultramarinos en la Hacienda del Empe­rador (1520-1556)”, en MyC, 101 (1967); “Azcárate en sus últimos años”, en Ínsula, 253 (1967); “Alice Bache Gould. (Homenaje a una centenaria)”, en BRAH, CLXIII, 1 (1968); “Prólogo a Galería de raros”, en Ínsula, 263 (1968); “Uno de mis raros: Luis García Bilbao”, en ROc, 72 (1969); Siete estu­dios de Historia de España, Barcelona, Ariel, 1969 (2.ª ed., 1971; 3.ª ed., 1976); “Don Manuel, visto y oído”, en BRAH, CLXVI, 1 (1970); “Una tertulia al pie de la Selva Negra”, en Homenaje a Xavier Zubiri, Madrid, Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1970; “Maestros de Economía en Berlín y en Munich (1911-1913)”, en Homenaje al Profesor Carriazo, Se­villa, Universidad, 1972; “Prólogo” a R. Pérez Delgado, Murillo, Madrid, Ediciones Giner, 1972; “Prólogo” a J. M. Barnadas, Charcas (1535-1556). Orígenes históricos de una sociedad colonial, La Paz, 1972; “Dos mercedes de doña Juana a Francisco de los Cobos”, en Homenaje a José Antonio Rubio Sacristán de MyC, 128-129 (1974); “Prólogo” a E. So­ria Medina, La Sociedad Económica de Amigos del País de Osuna, Sevilla, Diputación Provincial, 1975; “Nuestro don Antonio Flores de Lemus (en el recuerdo de un discípulo su­perviviente)”, en Hacienda Pública Española, Madrid, 42-43 (1976), págs. 23-25; Una escolaridad con vacaciones y cuatro maestros, Madrid, Banco Urquijo, 1977; “Don Francisco Gi­ner de los Ríos en la Universidad”, en VV. 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Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, marqués de Castrillón

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