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Antonio Gaudí Cornet

Biografía

Gaudí Cornet, Antonio. Reus (Tarragona), 25.VI.1852 – Barcelona, 10.VI.1926. Arquitecto.

A las nueve y media de la mañana del miércoles 25 de junio de 1852 nació Antonio Gaudí Cornet, probablemente en la casa señalada con el n.º 4 de la calle de San Vicente, con fachada posterior a la calle de la Amargura, n.º 23, de la ciudad de Reus. Así lo afirmó el primer biógrafo de Gaudí al comienzo de su libro, desmintiendo las afirmaciones acerca del nacimiento en la casa de la calle de San Juan junto a la plaza de Prim, domicilio de los padres de Gaudí (Ràfols, 1929). La casa de la calle San Vicente era la de la abuela materna de Gaudí y es sabido que las mujeres, en aquellos tiempos, iban a parir a casa de su madre. Muchos años después surgió la hipótesis del nacimiento en el Mas de la Calderera, propiedad del padre de Gaudí, en Riudoms, a cuatro kilómetros de Reus. El único documento oficial existente de 1852 es la partida de bautismo de la iglesia de San Pedro de Reus que menciona la fecha pero no el lugar de nacimiento. Por escrito Gaudí siempre dijo ser hijo de Reus, incluso cuando en 1925 fundó un beneficio en la parroquia de San Jaime de Riudoms, estampó su firma en un documento en cuya cabecera dice ser hijo de Reus, residente en Barcelona. Por otra parte, de palabra dijo en diversas ocasiones: “Yo soy de Riudoms”.

Su padre, Francisco Gaudí Serra, de Riudoms, era un artesano, calderero y batidor de cobre, y su madre, Antonia Cornet Bertrán, de Reus, era también de familia de caldereros. A Gaudí le impusieron los nombres de Antón, no Antonio, Plácido y Guillermo por su madre, su padrino y el santo del día. El 10 de septiembre de 1853 fue confirmado también en San Pedro de Reus por el obispo de Puerto Rico, monseñor Gil Esteve. Concurrió de adolescente a la escuela del maestro Francisco Berenguer de Reus y entre 1863 y 1868 cursó el bachillerato en los escolapios en el antiguo convento de San Francisco. Habida cuenta de su enorme personalidad desarrollada posteriormente en el campo de la arquitectura, no es de extrañar que fuera un estudiante no demasiado aplicado o, mejor dicho aplicado y mucho, en las asignaturas más próximas a su particular modo de pensar. Con sus compañeros de colegio participó como incipiente escenógrafo en el montaje de representaciones escénicas de El puñal del godo Don Juan Tenorio, de José Zorrilla. Hizo sus pinitos periodísticos ilustrando con toscos grabados al boj una revista manuscrita de doce ejemplares por tirada titulada El Arlequín, localizada entre los documentos de su gran amigo Eduardo Toda Güell. Haciendo un sacrificio importante, Francisco Gaudí mandó en 1869 a sus hijos Francisco y Antonio a Barcelona para estudiar Medicina, el primero, y Arquitectura, el segundo. Francisco, nacido el 27 de mayo de 1851, recibió el título el 12 de marzo de 1873, pero falleció a consecuencia de una hemoptisis el 1 de julio de 1876. Entre 1869 y 1873 Gaudí cursó los estudios preparatorios en el instituto y en la Facultad de Ciencias, situados en el ruinoso convento del Carmen de Barcelona, con dudosas expectativas, ya que hasta 1871 no se estableció en Barcelona la Escuela Provincial de Arquitectura, existiendo solamente hasta entonces una modesta Escuela de Maestros de Obras en los desvanes de la Casa Lonja de Mar. En 1870, junto a sus amigos Eduardo Toda Güell y José Ribera Sans, visitó el arruinado monasterio de Santa María de Poblet (Tarragona) imaginando complejas formas de reutilización de los edificios monacales, aunque todo quedó reducido a una memoria escrita por Toda e ilustrada con un dibujo de Gaudí, actualmente en el archivo de Poblet. Los tres mozalbetes llegaron lejos en sus vidas respectivas.

Ribera fue catedrático de Medicina en Madrid, Toda famoso diplomático, historiador, negociante y restaurador de Poblet. Lo que hizo Gaudí bien a la vista está. En Barcelona Gaudí no conocía a nadie en 1869 y como tenía que ayudar a su padre en el pago de los estudios, trató de buscar trabajo entre arquitectos durante los años de estudio de su carrera. La relación con José Fontserè Domènech y sus hijos Josè y Eduardo Fontserè Mestres, el primero arquitecto municipal y los hijos ambos maestros de obras, le permitió iniciar el contacto con algunos profesionales.

Fontserè Domènech era hijo de Vinyols, un pueblo muy cercano a Reus y Riudoms, y su padre fue carpintero, menester que lo relacionaba con el padre de Gaudí. Trabajó para Fontserè Mestres en los proyectos del parque de la Ciudadela y mercado del Borne. Mientras tanto seguía sus estudios de Arquitectura en la Escuela, situada desde 1874 en el segundo piso de la nueva Universidad en la Gran Vía, con buenas notas y aunque se ha afirmado que fue un pésimo estudiante, solamente cosechó cuatro suspensos en toda la carrera, según se deduce de la consulta a las actas de examen en las que aparecen excelentes notas en las asignaturas de Proyectos. Con todo estuvo más tiempo de lo normal en la Escuela debido al trabajo de delineante que simultaneó con los estudios y con el servicio militar que inició en julio de 1874, en plena Guerra Carlista. Pasó a la reserva el mes de abril de 1878.

Algo de su vida privada se conoce a través de un dietario manuscrito de sus tiempos de estudiante, aunque muy poco, porque Gaudí no era dado a la escritura.

En toda su vida sólo vio un artículo periodístico publicado, en 1881. El 8 de septiembre de 1876 falleció su madre un mes después que su hijo Francisco, luctuosos hechos que afectaron muchísimo a Gaudí.

Como delineante trabajó para José Fontserè Mestres, Francisco de Paula del Villar Lozano, Emilio Sala Cortés y Leandro Serrallach Mas. El 4 de enero de 1878 fue aprobado de reválida y el 15 de marzo se le otorgaba el título de arquitecto, aunque previamente había preparado distintos proyectos para la Cooperativa Mataronesa (1873-1885) de Salvador Pagès, quien quiso que sus obreros llegasen a ser dueños de la fábrica en un intento socialmente avanzado para aquellos tiempos. Gaudí, procedente de la revolucionaria ciudad de Reus, conoció a gentes que ahora se llamarían progresistas y se interesó por los problemas de la clase obrera, conociendo las teorías socialistas de Marx y las anarquistas de Bakunin. Pudo haber seguido este camino, pero prevaleció su educación cristiana recibida en familia y también en los escolapios, hecho que da valor a su elección, ya que tuvo posibilidad de escoger. Se ha intentado por diversos autores atribuirle una juventud anticlerical y anarquista, pero el testimonio de un compañero de carrera desmiente tal posibilidad. Después de algunos proyectos insignificantes y de frecuentar el taller de Eudaldo Puntí en la calle de la Cendra, donde conoció al que fuera su constante colaborador el modelista Lorenzo Matamala Piñol, recibió el encargo de proyectar una vitrina para la guantería de Esteban Comella. La vitrina de bronce, madera y cristal fue al pabellón español de la Exposición Universal de París de 1878, donde encantó a Eusebio Güell Bacigalupi, el rico y culto hombre de negocios que se hizo presentar al joven arquitecto, con el que inició una relación profesional y de amistad que se prolongó durante cuarenta años, hasta la muerte de Güell el 9 de julio de 1918.

Mientras, Gaudí ingresó en la Associació Catalanista d’Excursions Científicas, donde trabajó con el grupo de apasionados patriotas defensores del arte, el paisaje, la cultura y el idioma de Cataluña.

No es extensa la producción arquitectónica de Gaudí, en su mayor parte dedicada a Güell, en su finca de Les Corts (1884-1887), su palacio de Barcelona (1886-1888), su colonia obrera de Santa Coloma de Cervelló (1908-1917) y su parque (1900-1914), trabajos que simultaneó con la obra del templo expiatorio de la Sagrada Familia, y los demás clientes importantes, como Manuel Vicens Montaner, que le encargó una casa en el barrio de Gracia (1883-1888), Pedro Milà Camps, dueño de la Pedrera (1906-1911), José Batlló Casanovas, para el que preparó la reforma de la casa del paseo de Gracia (1904-1906), Hijos de Pedro M. Calvet (1898-1899) con la casa de la calle Caspe, el colegio de las religiosas teresianas del barrio de San Gervasio (1888-1889), el palacio del obispo de Astorga (1987-1893), la casa de María Sagués, en Bellesguard (1900-1909) y Juan Artigas para el proyectó un jardín en La Pobla de Lillet (1902-1907). Su vida sentimental no pasó de una apenas iniciada relación con Pepita Moreu de Mataró. En 1910 y 1911 se vio obligado a descansar por enfermedad en Vic y Puigcerdà, donde hizo testamento en junio de 1911, creyendo cercana su última hora. Vivió durante casi veinte años en su casa del Parque Güell y nunca hizo nada que no fuera arquitectura. Apenas viajó y nunca participó en política. Era adusto pero bondadoso y cuantos lo trataron guardaron de él un emocionado recuerdo. El último año de su vida lo pasó en la Sagrada Familia y, el 7 de junio de 1926, fue atropellado en la Gran Vía entre las calles de Bailén y Gerona, por un tranvía del disco n.º 30. Llevado al Hospital de la Santa Cruz, falleció el 10 de junio de 1926, rodeado de sus colaboradores y amigos. Fue enterrado en la capilla de la Virgen del Carmen de la cripta de la Sagrada Familia. Su inconmensurable obra arquitectónica, original y sorprendente, sigue asombrando al mundo tres cuartos de siglo después de su muerte y esto es lo que importa, pues de su vida privada bien poco se sabe, ya que nunca se preocupó de divulgar su íntimo pensamiento. Fue un ferviente católico amigo de varios obispos y sacerdotes que le informaron de las disposiciones litúrgicas de los templos, información que concentró especialmente en la obra de la Sagrada Familia y también en la inconclusa iglesia de la Colonia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, donde ensayó de forma magistral su particular sistema de estructuras a compresión, con utilización de bóvedas tabicadas y formas de la geometría reglada. De profundos e intensos ojos azules tuvo un carácter al modo que describió Cervantes, tardo en airarse y presto en deponer la ira. Fue un trabajador infatigable. Apenas participó en actividades sociales, excepto a poco de terminar la carrera y, en sus últimos años practicó las teorías higiénicas del abate Kneipp, con una extrema frugalidad en las comidas y largos paseos diarios, sumido constantemente en su particular visión de la arquitectura.

Se interesó por las formas de la naturaleza, especialmente por las estructurales y su intento continuado fue llevar estas formas a la construcción arquitectónica.

Utilizó el arco catenárico entendiendo que era el arco mecánico por excelencia y, siendo el más funcional tenía que ser el más hermoso. Comprendió que la Naturaleza produce formas bellísimas sin intención de ganar concursos ni medallas. Buscando la funcionalidad, decía, se llega insensiblemente a la belleza, buscando directamente la belleza, se entra en el mundo teórico de la estética, la filosofía y la teoría del arte. Consideró al estilo gótico el más estructural de la historia, pero comprendió que el arco ojival, en realidad dos arcos de circunferencia, tiende a abrirse en el punto de unión, razón por la cual se colocaban pesadas claves de bóveda que corrigieran el vicio constructivo.

Veía a los arbotantes como muletas ortopédicas destinadas a soportar, fuera del edificio, los empujes de las bóvedas. Usando arcos catenáricos no se necesitan claves de bóveda y construyendo pilares inclinados, se puede prescindir de los arbotantes. Gaudí decía que no se trata de inventar nada, basta con tomar lo existente y tratar de mejorarlo un poco.

Su arquitectura es a veces mejor comprendida por los niños que por los arquitectos. Se le ha tildado de barroco, pero si Gaudí es barroco, barroca ha de ser la naturaleza, que, por el contrario, es pura y exquisitamente utilitaria y funcional. Originalidad es volver al origen, repetía Gaudí, y el origen es la naturaleza, obra del Creador. En este sentido toda la obra de Gaudí está impregnada de un profundo sentido de trascendencia y de espiritualidad, un sentido místico cristiano o una iluminación según la filosofía oriental.

Este misticismo está muy patente en obra máxima, el templo expiatorio de la Sagrada Familia (1883- 1926). A raíz de la proclamación de san José como patriarca de la Iglesia Universal en el Concilio Vaticano I (1869-1870), se construyeron iglesias dedicadas a san José y a la Sagrada Familia, al tiempo que se creaban asociaciones y cofradías en honor de san José, la Virgen y el Niño Jesús. Un librero y editor barcelonés, José María Bocabella Verdaguer, fundó la Asociación de Devotos de San José y publicó la revista El Propagador de la Devoción de San José que se editaba desde 1866. En 1882 se puso la primera piedra del templo expiatorio de la Sagrada Familia en el pueblo de Sant Martí de Provençals a las afueras de Barcelona. En 1877 el arquitecto diocesano Francisco de Paula del Villar y Lozano proyectó el edificio e inició los trabajos de la cripta, pero una discusión con la Junta de Obras ocasionó su dimisión, siendo designado en su lugar Antonio Gaudí, cuyas primeras trazas son del año 1884 aunque ya en el año anterior intervino en un informe con el arquitecto de la Junta Juan Martorell Montells, informe que provocó la dimisión de Villar. En marzo de 1885 se presentó el primer plano de planta del edificio firmado por Gaudí al Ayuntamiento de Sant Martí de Provençals. Este proyecto difería mucho del de Villar y el propio Gaudí lo modificó sustancialmente en 1892 cuando expuso a la junta lo que podría llamarse plan director del edificio.

Hasta 1906 no se publicó un plano de alzado preparado por Gaudí y realizado por su ayudante Juan Rubió Bellver.

Gaudí gustaba proyectar mediante maquetas y en el caso de la Sagrada Familia elaboró cuatro soluciones distintas de la estructura hasta completar la maqueta a escala 1:10 de las naves que ha servido de base para la continuación de las obras después de su muerte.

Gaudí dejó a su muerte perfectamente explicado el simbolismo de las distintas partes del templo y las formas estructurales orgánicas en la maqueta de yeso, pero no mencionó ningún tipo de técnica constructiva, ya que supuso, con razón, que el progreso técnico suministraría nuevos materiales y sistemas para mejorar la obra. Si hubiese establecido un proyecto completo, en el momento presente se estaría construyendo un edificio del siglo XIX en tanto que ahora se usan los materiales y sistemas sin problema alguno, ya que el sistema estático propuesto por Gaudí a base de elementos estructurales trabajando a compresión permite la utilización de todo tipo de técnicas. Gaudí hizo uso de la piedra de Montjuïc de unas canteras ya agotadas, ahora se utiliza hormigón armado, material que Gaudí no empleó salvo en contadas ocasiones.

Cuando el arquitecto abandonó la dirección de las obras de la casa Milà en 1911 por desacuerdo con la propiedad, prácticamente dejó todo encargo que no fuera la Sagrada Familia.

Estuvo trabajando hasta 1914 en la restauración de la catedral de Mallorca, pero disensiones con el constructor y la muerte del obispo Pedro Campins Barceló en 1915, hicieron que no concluyera su proyecto. En febrero de 1914 falleció su principal ayudante, Francisco Berenguer Mestres (1866-1914), y en 1918 Eusebio Güell, su mecenas y amigo. Desde entonces se dedicó exclusivamente a las obras del templo que dejaba sólo para acudir a la iglesia de San Felipe Neri, donde residía su director espiritual, el padre Agustín Mas, o para retirarse de noche a su domicilio en la casa del Parque Güell. Los últimos ocho meses de su vida pernoctó en su taller del templo. Cuando en 1916 se celebró un congreso nacional de arquitectos hubo una visita de los congresistas al templo y Gaudí se entretuvo explicándoles el sistema constructivo de las Escuelas Provisionales (1909) cuya cubierta de bóveda tabicada presentaba forma de conoide consiguiendo con ello gran resistencia mecánica y ahorro económico. La Sagrada Familia es una iglesia de cinco naves con un transepto o crucero de tres naves con bóvedas de formas paraboloidales soportadas por columnas inclinadas de simple e ingeniosa generación geométrica. Como en los demás edificios de Gaudí no existe diferencia entre estructura y decoración, ambas se integran en una unidad por la sencilla razón de que por ser formas tomadas de la naturaleza encuentran su belleza en la propia funcionalidad. En las celebraciones del 1952 y 2002 en ocasión del centenario y el sesquicentenario de su nacimiento, se ha comprobado que el interés por Gaudí no ha decaído y se ha podido constatar que su arte no depende de los estilos o las modas y permanece como permanece la naturaleza, su inspiradora, que sigue complaciendo a las gentes a pesar de repetir siglo tras siglo las mismas formas. El hecho de inspirarse en la naturaleza le permitió a Gaudí proyectar un conjunto de edificios que no sólo no se parecen a ningún otro de la historia de la arquitectura, sino que ni siquiera se parecen entre sí. Para cada construcción se parte de cero y su proceso proyectivo es independiente del que originó las demás obras de Gaudí. Jamás repitió una solución, ya que tenía donde escoger. Los domingos por la mañana asistía al oficio divino de la catedral y luego daba largos paseos acompañado de alguno de sus admiradores.

Andando llegaban hasta la escollera del puerto, donde Gaudí observaba cómo las olas batían contra los bloques cúbicos de hormigón. No le interesaba la forma geométrica simple del hormigón, sino las cambiantes formas del agua de mar que componían una geometría natural y brillante que luego trasladaba a sus obras. Su arquitectura es plenamente intuitiva, no deriva del estudio de los libros o de los edificios históricos, sino de la observación del entorno natural del hombre. Si bien sabía que las ecuaciones corresponden a líneas o superficies, Gaudí llegó a la comprensión de las mismas por simple intuición considerando las ecuaciones matemáticas como especulaciones intelectuales no aptas para un oficio tan antiguo y reconocido como es la construcción arquitectónica.

La admiración por Gaudí está actualmente presente en todos los niveles de la arquitectura, pero esta admiración no es de ahora, ya en vida del maestro su obra fue estimada en su justo valor, muy especialmente por los más documentados profesionales y críticos.

Buen ejemplo lo constituye el escrito del arquitecto, ingeniero y profesor de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, Félix Cardellach Alivés (1875-1919), publicado el 20 de enero de 1906 en el periódico barcelonés La Veu de Catalunya que finaliza con las siguientes frases, del todo lapidarias: “En fin, la libertad sensata y admirable con la que se mueve Gaudí dentro de sus obras, se podría definir diciendo simplemente que se trata de la emancipación de todas las doctrinas, con prevalecimiento de la razón” y “Ni siquiera él mismo se ha anunciado la nueva ciencia, vive lleno de conocimientos fundamentales, y las leyes en vez de turbar su marcha son instrumento y juguete de progreso”. No se puede decir más en menos palabras. Cardellach, contemporáneo de Gaudí, conocedor de sus obras que visitó con sus alumnos y publicó varias veces en sus libros, define perfectamente el carácter intuitivo de la concepción arquitectónica de Gaudí, más allá de las doctrinas, basada en conocimientos fundamentales que le permiten jugar con las rígidas leyes que convierte en juguetes al servicio de su inspiración que el propio Gaudí no consideraba mérito propio sino don de Dios. Dios continúa la creación a través del hombre, solía decir, y se sometió siempre a este dictado superior que lo revistió de una personalidad bien distinta de la que informa a los demás profesionales. Hay un punto de misticismo en su obra, un aura espiritual que admira y sorprende a quienes se acercan a Gaudí de buena fe y con espíritu abierto.

 

Obras de ~: L’Exposició d’Arts Decorativas en l’Institut del Foment del Travall Nacional.l “La Renaixensa”, Barcelona, 1 y 2 de febrero de 1881; El Capricho, Comillas (Cantabria), 1883- 1885; Pabellones de la Finca Güell, avenida de Pedralbes, n.º 7, Barcelona, 1883-1887; Casa Manuel Vicens, calle Carolinas, n.º 24, Barcelona, 1883-1888; Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, calle Mallorca, n.º 401, Barcelona, 1883-1926; Palacio Güell, calle Nou de la Rambla, n.º 5, Barcelona, 1886- 1888; Palacio Episcopal, Astorga (León), 1889-1893; Casa Botines, plaza de San Marcelo, León, 1892-1893; Casa Calvet, calle Caspe, n.º 48, Barcelona, 1898-1899; Park Güell, barrio de Gracia, Barcelona, 1900-1914; Restauración de la catedral, Palma de Mallorca, 1903-1914; Casa Batlló, paseo de Gracia, n.º 43, Barcelona, 1904-1906; Casa Milà, paseo de Gracia, n.º 92, Barcelona, 1906-1911.

 

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Juan Bassegoda Nonell