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Pedro Nolasco Aurioles Aguado

Biografía

Aurioles Aguado, Pedro Nolasco. Ronda (Málaga), 31.I.1818 – Madrid, 1884. Político y jurista.

Nacido en el seno de una familia de la hidalguía rondeña, hijo de José Aurioles de la Torre y de Presentación Aguado y de Oquendo, tras terminar los estudios de Filosofía, cursó Derecho en la Universidad de Sevilla, ejerciendo a continuación como abogado y asesor de la Comandancia de Ronda.

En 1844 se trasladó a la capital de España, donde ocupó el puesto de asesor de rentas de la Subdelegación de Madrid, para incorporarse posteriormente a la judicatura, desempeñando el cargo de juez en diversos juzgados de primera instancia hasta su designación como titular del juzgado del distrito de Palacio, ocupando este puesto cuando en 1852 el cura Merino atentó contra Isabel II, por lo que le correspondió instruir la causa que terminó con la condena a muerte del reo. En 1853 fue nombrado fiscal de la Audiencia de Madrid, para luego ser fiscal de lo contencioso del Consejo de Estado y, ya en la “Restauración”, presidente de Sección de esta alta institución.

Atraído por la política, inicialmente se integró en el Partido Moderado, siendo elegido en 1850 diputado en Cortes por el distrito de su ciudad natal, permaneciendo en la Cámara Baja hasta 1852. Tras la Vicalvarada, se afilió a la Unión Liberal, mostrándose como uno de los partidarios más decididos del omnipotente general O’Donnell y resultando elegido nuevamente diputado nacional en 1857 por el distrito malagueño de Campillos. Desde este último año y hasta 1864 ocupó ininterrumpidamente un escaño del Congreso, siempre en representación del mencionado distrito.

No obstante, el nombramiento político más importante que obtuvo en esta época, pese a la fugacidad en su desempeño, fue el de ministro de Gracia y Justicia en el Gabinete presidido por el duque de Tetuán, cargo que ocupó, sustituyendo al dimisionario Nicomedes Pastor Díaz, del 9 de febrero al 2 de marzo de 1863, fecha en la que el Gobierno presentó en bloque su dimisión debido a la crisis política originada por las tensiones internas de la propia Unión Liberal.

En 1866, cuando era consejero del Consejo de Ministros, de nuevo resultó elegido diputado por el distrito de Ronda.

No participó en la Revolución de 1868, pero durante el Sexenio Revolucionario se alistó en el Partido Constitucional dirigido por el general Serrano, siendo elegido senador por la provincia de Málaga en 1871, viéndose obligado a dimitir como consejero de Estado por incompatibilidad entre ambos cargos, revalidando esta elección en 1872, permaneciendo en la Cámara Alta hasta la proclamación de la Primera República. Durante su paso por el Senado, se distinguió por ocupar relevantes puestos parlamentarios, siendo miembro de las comisiones de apertura, permanente de actas y proyecto de ley de organización del poder judicial, así como presidente de la importante comisión de actas, calidades, incompatibilidades e incapacidades, además de realizar diversas intervenciones plenarias, como en el discurso de contestación al de la Corona.

Desencantado con el movimiento revolucionario de 1868 que finiquitó la Monarquía de los Borbones, se pasó a la causa del futuro Alfonso XII y, con la Restauración, su carrera política-administrativa se catapultó de nuevo, reincorporándose al Consejo de Estado como presidente de sección —institución en la que formó parte de la Comisión de Códigos, dados sus vastos conocimientos en Administración y Derecho— y representando como diputado en Cortes por el Partido Liberal-Conservador al distrito de Ronda de forma ininterrumpida desde 1876 a 1881 —además, fue vicepresidente de la Cámara Baja (1876)—.

En 1879, al igual que ocurriera en 1863, en el marco de una grave crisis institucional, y en esta ocasión por indicación del estadista y padre de la Restauración Cánovas del Castillo, ocupó la jefatura del Ministerio de Gracia y Justicia en el Gobierno del general Arsenio Martínez Campos, permaneciendo en este puesto desde el 7 de marzo al 9 de diciembre de aquel año, en que el Gabinete cayó.

Del mismo modo, interesado por el desarrollo cultural de la España de su época, fue socio del Ateneo de Madrid.

 

Bibl.: P. E. de Tébar y J. de Olmedo, Las segundas Cortes de la Restauración. Semblanzas parlamentarias. Congreso de los Diputados, Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, 1879, págs. 76-78; J. Valera, Historia General de España desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII continuada desde dicha fecha hasta nuestros días por don Juan Valera con la colaboración de don Andrés Borrego y don Antonio Pirala, t. VI, Barcelona, Montaner y Simón Editores, 1882, págs. 595-596; J. M. Cuenca y S. Miranda, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998, págs. 362-365; J. R. Urquijo Goitia, Gobiernos y ministros españoles (1808-2000), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001, pág. 160; E. de Mogrobejo, Diccionario hispanoamericano de heráldica, onomástica y genealogía: adición al “Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos”, por Alberto y Arturo García Carraffa, t. XXIII, Bilbao, Mogrobejo-Zavala, 2003, pág. 54.

 

Francisco Miguel Espino Jiménez

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