Candela Outeriño, Félix. Madrid, 27.I.1910 – Raleigh, Carolina del Norte (Estados Unidos), 7.XII.1997. Arquitecto y constructor.
Aunque el apellido es de origen siciliano, los Candela procedían del levante español. Su madre, Julia Outeriño Echeverría, era gallega, hija de un sargento de alabarderos, y su padre, Félix Candela Magro, era un comerciante valenciano que había heredado la representación en Madrid del negocio familiar de derivados del cáñamo: alfombras y alpargatas.
Instalados en la capital, Félix nació en plena calle Mayor, muy cerca del ayuntamiento, en el corazón del Madrid de los Austrias, el 27 de enero de 1910. A Félix seguirían dos hermanos, Antonio y Julia. Tras la muerte del padre, largamente enfermo de tuberculosis, en 1929, la familia decidió vender la pequeña zapatería en que había derivado el negocio paterno y vivir de las rentas, “con estrechez, ciertamente”, los años que duraría la carrera de Arquitectura del hijo mayor.
Compagina sus estudios con una intensa actividad deportiva, que le hace destacar en varias especialidades, como el esquí, el rugby y el atletismo. Obtiene la licenciatura en 1935, tras una carrera en la que destacó de forma notoria en las materias técnicas del programa, especialmente Geometría Descriptiva y Cálculo de Estructuras. Enseguida abre un pequeño estudio, con Antonio Robles Rodríguez y Fernando Ramírez Dampierre, dedicándose a dar clases particulares a estudiantes y a colaborar con otros arquitectos madrileños en trabajos de delineación y cálculo de estructuras.
Al año siguiente de su graduación obtiene la beca Conde de Cartagena, otorgada cada año por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a un pintor, un escultor y un arquitecto. Pensaba emplearla en ampliar sus estudios en Alemania, donde pretendía contactar con dos de los más renombrados especialistas del momento en hormigón armado y estructuras laminares: Franz Dischinger y Ulrich Finsterwalder, para los que disponía de sendas cartas de presentación.
La Guerra Civil española interrumpe sus académicos planes, enrolándose junto a las fuerzas republicanas oficiales. Tras la larga y multitudinaria retirada de Cataluña, hacia los Pirineos, ya acabada la guerra, recala, en febrero de 1939, en uno de los campos de refugiados preparados al efecto por el Gobierno francés: el de Saint Cyprien, en Perpiñán. Allí tiene que pasar cuatro meses y coincide con un nutrido grupo de arquitectos que, corriendo la misma suerte, comenzaron a hacer gestiones para emigrar hacia alguno de los países dispuestos a recibirlos, no importaba demasiado cuál. La mayoría creyeron, como Candela, que la diáspora sería provisional y duraría poco tiempo; apenas el necesario para que, tal como se suponía, Franco cayera. Alguien le incluyó en el contingente más numeroso que arribaría finalmente a Veracruz, México, el 13 de junio de 1939, a bordo del buque Sinaia.
Pasa sus primeras semanas en México sin trabajo, sobreviviendo con alguna ayuda del Servicio de Evacuación a los Republicanos Españoles (SERE). Ya en la capital, y con cierto apoyo de representantes de la caída causa republicana, consigue su primer trabajo como arquitecto en una colonia de españoles a unos cien kilómetros al norte de Chihuahua: la Colonia Santa Clara. En pocos meses se erigió como centro neurálgico de la Colonia un pequeño poblado con viviendas, pequeñas fábricas y talleres; en referencia al manantial que allí existía se le denominó Ojos Azules. En esa época, además de intentar revalidar sin éxito su título de arquitecto, consigue traer de España, el 3 de mayo de 1940, a su novia Eladia Martín, a quien había conocido en Madrid. Con ella se casa en la ciudad de México, regresando a vivir, durante unos meses, a Ojos Azules, cuando el proyecto de la Colonia comenzaba a deteriorarse por rivalidades políticas.
De vuelta en la capital se asocia con un contratista español, González Bringas, para llevar unas obras que éste tenía en Acapulco. También por estas fechas, el 20 de octubre de 1941, los Candela adoptan la nacionalidad mexicana. Trabajaron en Acapulco dos años muy útiles para asimilar la práctica local y adquirir una mayor holgura económica. Aprovechando la circunstancia de que iba a ser padre por vez primera, Candela trae de España a su madre y hermana, Julia, que llegarían a México en diciembre de 1945; a ellas seguiría, en septiembre de 1946, su hermano Antonio, que ejercía su profesión de aparejador en una empresa madrileña.
Los Candela reciben algunos encargos profesionales, como un edificio de unos setenta apartamentos de renta baja con sótano, en la calle Gorostiza, 46, en México D. F., o el Hotel Catedral, aún en funcionamiento en la calle Donceles, 96, detrás de la catedral de la capital. En el año 1948, mientras construían el hotel, Antonio gana un importante premio en la Lotería Nacional. Con ello crean la productora Películas Paricutín y realizan pintorescas incursiones en la industria del cine —La Virgen desnuda, La Venenosa— que, lógicamente, acaban enseguida con el dinero del premio. Una utilización algo más sensata de este dinero fue un largo viaje que Candela realiza por Europa, visitando Londres, Ámsterdam, Rótterdam, París, La Haya y otras ciudades europeas.
En el año 1949 Félix Candela se interesó por una obra que su amigo, el arquitecto Raúl Fernández, estaba construyendo con láminas cilíndricas de hormigón armado. Intercambiaron impresiones y experiencias sobre la oportunidad de poner en el mercado una tipología arquitectónica con una demanda potencial enorme, dado el incipiente y vigoroso desarrollo industrial que en aquellos años se daba en México y que llegó a denominarse “el milagro mexicano”. Así nació, en 1950, la empresa de diseño y construcción Cubiertas ALA S.A., Especialistas en arquitectura industrial, de la cual Candela sería presidente hasta 1969. Ello marca un hito de importancia capital en la vida de Candela que coincide con —o inicia— una nueva etapa del desarrollo de su personalidad como creador y como persona. Candela había ido adquiriendo un sólida preparación: primero durante su época de estudiante en Madrid y después, ya instalado en México y de forma autodidacta, mediante el laborioso estudio de la literatura científica especializada, muchas veces en idiomas que no hablaba y que penosamente traducía diccionario en mano. Todo ello le proporcionó una gran seguridad que él mismo relacionó con “la llegada de la madurez, un fenómeno del que fui muy consciente”.
La fundación de esta empresa constructora, de carácter familiar, constituye el punto de arranque de su actividad como contratista y constructor, actividad que arranca con unos incipientes experimentos con bóvedas funiculares o catenáricas experimentales y algunos proyectos menores, como la escuela rural (1950) cerca de ciudad Victoria, en Tamaulipas. Durante los dos o tres primeros años de la década de los cincuenta, Candela experimenta con una gran variedad de tipos de lámina: sinusoides, cilindros cortos, largos, conoides, láminas plegadas o prismáticas, conoides, cúpulas elípticas, etc. A estos primeros años corresponden las cinco casas construidas por encargo del diario Novedades, el cual las sorteaba cada seis meses entre sus suscriptores. En 1951 se produce otro hecho significativo: Candela construye su primer paraboloide hiperbólico, hypar. Lo hizo a propuesta del arquitecto Carlos Lazo y para solucionar la cubierta de un pequeño pabellón, de unos doce por diez metros, que se quería construir en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para albergar un laboratorio especializado: el Pabellón de Rayos Cósmicos. La cubierta tenía que ser muy delgada y Candela la llevó a cabo con quince milímetros de hormigón armado. La obra adquiere enseguida gran notoriedad y genera nuevos e importantes encargos. Multitud de arquitectos acuden a Candela para abordar la construcción de una amplia variedad de estructuras laminares, proporcionándole un impresionante torrente de ideas y novedosas propuestas que Candela no desaprovecharía para avanzar en el desarrollo de nuevas soluciones estructurales.
El primero de los trabajos importantes sería el de unos almacenes para las Aduanas de México (1953), en la estación ferroviaria de Pantaco, Cuitláhuac, en México D.F. En esta obra, de presupuesto más holgado de lo habitual, Candela experimentó con una de las tipologías que después más intensamente repetiría: el paraguas. Éste consiste en un elemento modular para cubiertas, de planta cuadrada o rectangular, compuesto por cuatro fragmentos de paraboloide hiperbólico. Una especie de lámina u hoja rectangular que se alabea mediante el desplazamiento del centro hacia abajo, dejando los bordes horizontales.
En el punto inferior se ubica un pilar central.
Con sólo cuatro centímetros de espesor y una superficie de unos cien metros cuadrados, se reveló como una alternativa extremadamente competitiva para la construcción de edificaciones industriales de bajo costo. Junto a la enorme demanda que generaba la situación económica y social mexicana de la época, explica el impulso a la frenética actividad de esta agitada década.
La iglesia de la Virgen de la Medalla Milagrosa (1953-1955), en la colonia Navarte, D.F., fue la primera edificación religiosa construida por Cubiertas Ala y uno de los pocos proyectos realizados íntegramente por Candela. En ella se recrea una suerte de virtuosismo, quizá algo abigarrado y forzado, que genera uno de los edificios más interesantes de toda su carrera.
En 1955 el arquitecto Fernando López Carmona y Enrique de la Mora y Palomar, el pelón, habían diseñado una cubierta para la Bolsa de Valores de México en bóveda de arista, formada por la intersección de dos paraboloides hiperbólicos con los bordes curvos. Una rueda de consultas con varios ingenieros casi les habían hecho desistir de la idea, hasta que Candela vio el proyecto y le pareció: “Interesante, perfectamente lógico, estable y no difícil de construir”. Esta obra muestra por primera vez una de sus aportaciones características: las estructuras laminares en forma de paraboloide hiperbólico con el borde curvo y sin elementos de refuerzo perimetrales. Además principia una colaboración profesional fecunda y duradera, la más exitosa de todas las que Candela estableció con sus colegas mexicanos, y que daría lugar a alguna de las obras maestras erigidas en los siguientes años como la capilla de Nuestra Señora de la Soledad (1955) y la iglesia de San Vicente de Paúl (1959), ambas en Coyoacán, México D.F., y la de San José Obrero (1959), en la colonia Cuauhtémoc, San Nicolás de los Garza, a las afueras de Monterrey, Nuevo León.
Con borde libre curvo Candela construyó, además de la mencionada Bolsa de Valores (1955), la iglesia de San Antonio de las Huertas o de Padua (1956), calzada México-Tacuba, Tlaxpana, en México D.F., la desgraciadamente desaparecida cubierta del pequeño cabaret La Jacaranda (1957), en los jardines del Hotel El Presidente de Acapulco, la capilla abierta en Lomas de Cuernavaca (1958-1959), en Morelos, y, sobre todo, la estructura del restaurante Los Manantiales (1957-1958), en Xochimilco, México D.F., probablemente la más simbólica de todas las construidas por Candela y Cubiertas Ala, acaso la preferida de su autor y la más difundida en las publicaciones especializadas.
También la más imitada. Sin embargo, las mayores y más espectaculares bóvedas de este tipo construidas por Cubiertas Ala fueron las de la planta embotelladora de Bacardí (1960), en Cuautitlán, al norte del D.F. Permanecen excelentemente conservadas y aún reflejan la espectacularidad propia de la maestría con que Candela supo resolverlas. En esta época realizó con Fernando López Carmona, ya separado de Enrique de la Mora, la iglesia de Santa Mónica (1960), en el parque de San Lorenzo del D.F.
Y en Madrid, con Enrique de la Mora, la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe (1963), en la confluencia de las calles Ramón y Cajal y Puerto Rico, frente al parque de Berlín, aunque en esta obra Candela actuaría exclusivamente como calculista inicial.
Sólo en este último lustro, el de mayor actividad de la empresa, Cubiertas Ala construyó un total de trescientas noventa y cinco obras, además de otros estudios, proyectos y colaboraciones no llevadas a cabo, tanto en México como en otros países de la zona, generalmente asociado con arquitectos o constructores locales que se servían del apoyo técnico que suponía la centralización de la oficina de cálculo en México D.F. Esta actividad comenzó a decaer en los primeros sesenta, especialmente cuando, en 1964, el presidente Díaz Ordaz promulgó una ley estableciendo el salario mínimo. Candela, que acababa de sufrir el fallecimiento de su primera esposa, Eladia, distribuía sus energías en varios frentes, y Cubiertas Ala inició una lenta decadencia que la llevó, a partir de 1967, a su final desaparición en 1976. Durante su actividad se desarrollaron un total de 1.439 proyectos, de los cuales se construyeron 896, con una predominancia muy destacable de edificios industriales.
Como postrera obra, antes de marcharse a vivir a Estados Unidos, Candela proyecta, junto a Antonio Peirí y Enrique Castañeda, el Palacio de los Deportes para la celebración de la XIX Olimpiada de México D.F. del año 1968. El edificio destaca por su generosa cúpula de cobre cuyo brillo inicial, hoy algo atenuado por la contaminada atmósfera mexicana, le hizo merecedor del apodo popular de “palacio de los cien soles”. Entonces, alguna postura poco ortodoxa en relación con las revueltas estudiantiles del mismo año 1968 y una serie de ácidos artículos en materia de desarrollo provocan un enfrentamiento con el propio presidente Gustavo Díaz Ordaz, lo que le decide a aceptar el ofrecimiento de incorporarse a tiempo completo a la Universidad de Illinois, en Chicago.
Al principio de los años sesenta comienza a recibir los primeros galardones internacionales importantes, mientras prosigue la exposición internacional de su obra construida y sus fundamentos teóricos. Durante el VI Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), celebrado en Londres en 1961, Candela recibe el Premio Auguste Perret. El mismo año se le hace entrega, por parte de The Institution of Structural Engineers de Londres, de la Medalla de Oro destinada a los más destacados profesionales. La colonia de refugiados españoles le ofrece un homenaje en el Ateneo Español de México, el 8 de junio de 1961. En España, sin embargo, no se dudaba de su origen y, después de años de cierta atenuación de unos triunfos ya evidentes a nivel internacional, se le empieza a reivindicar como colega y español por muchos de sus antiguos compañeros. Fue invitado, en 1964, a volver para recibir un homenaje y dictar algunas conferencias, pero la propuesta fue rechazada en una carta con rasgos inequívocos de abatimiento.
El año anterior había fallecido de cáncer su primera esposa, Eladia, con quien había tenido a sus cuatro hijas (Antonia, Manuela, Teresa y Pilar). Contradictoriamente es en esta época, veinticinco años después de su llegada a México, concretamente el 27 de abril de 1964, cuando la Dirección General de Profesiones de México expide la cédula que acredita como arquitecto a Félix Candela Outeriño, cuando ya había construido todas las obras que le hicieron mundialmente famoso. Algo más tarde, en 1967, se casó con la arquitecto norteamericana Dorothy Davies, quien ha sido su compañera hasta el final de su vida.
Candela vuelve a España en 1969, a pesar de que había proclamado reiteradamente que no lo haría hasta que Franco muriera. Pero como esto no ocurría, su impaciencia pudo más que su prurito antifranquista.
Lo hace por primera vez en dicho año, para participar en un Congreso de la Asociación Internacional de Estructuras Laminares (IASS). A raíz de esta visita la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid le nombró profesor honorario. En 1971 traslada su domicilio a Nueva York, obtiene la nacionalidad estadounidense y es galardonado en España con la Orden del Mérito Civil.
Durante este período ejerce también la profesión libre asociado con la firma Praeger-Kawanagh-Waterbury y Planning Ass, y entra en contacto con el consulting International Design Engineering and Architecture Center —IDEA Center—. Vinculado a éste, acepta trasladarse a Atenas, donde organiza una oficina técnica, en junio de 1978. A los pocos meses de estancia en Grecia, Candela enferma por primera vez del corazón, y regresó a Estados Unidos para ser intervenido quirúrgicamente. A su vuelta, unos dos meses después, y tras un breve período de estancia en Jedah, Arabia Saudita, el equipo se traslada a París, donde prosiguió el trabajo en IDEA Center, hasta la disolución de la oficina en junio de 1979. En este período realiza diversos viajes asistiendo a congresos profesionales e impartiendo conferencias en varios países; entre ellos España, invitado a participar en un concurso de proyectos para sustituir el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid.
Con dicho motivo, a partir de 1980, compatibiliza su domicilio en Nueva York con largas temporadas en Madrid, donde había adquirido un piso en una noble casa de la plaza del Cordón, muy cerca de donde vivió con su familia en su ya lejana infancia y primera juventud. Colaboró con el estudio del arquitecto Fernando Higueras y con la consultoría madrileña Typsa. Al año siguiente, en Granada, recibió la Medalla de Oro del Consejo Superior de los Colegios Oficiales de Arquitectos de España. En 1985 se le entregó en Madrid el I Premio Antonio Camuñas, que la fundación que lleva su nombre acababa de constituir.
Este mismo año, la editorial Xarait publicó su más conocido libro: En defensa del formalismo y otros escritos, en el cual se recogen algunos de sus más significativos escritos teóricos. Pero el más amplio reconocimiento en su país natal tuvo lugar en 1994, cuando fue investido doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Madrid, donde en los primeros años treinta estudió su carrera. Por primera vez en dicha universidad un arquitecto recibía tal honor. A los pocos meses, el 10 de octubre de 1995, los Colegios Oficiales de Arquitectos y de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, ofrecieron a Félix Candela, en un significativo acto conjunto, un homenaje en reconocimiento a su trayectoria profesional.
Candela dedicaba los últimos meses de su vida a la elaboración de apuntes y recopilaba datos para la redacción de unas memorias encargadas por el Gobierno autónomo levantino. Además, colaboraba con Santiago Calatrava, públicamente reconocido admirador suyo, en el proyecto del Parque Oceanográfico Universal de la ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia.
En contra de sus predicciones, el maltrecho corazón de Félix Candela, del que había sido intervenido por dos veces, dejaría de latir el 7 de diciembre de 1997 en el Duke Hospital de Raleigh, Carolina del Norte, donde residía con su segunda esposa, Dorothy.
Obras de ~: Edificio de apartamentos, c/ Gorostiza, 46, México D.F., 1948 ant.; Hotel Catedral, c/ Donceles, 96, México D.F., 1948 ant.; Escuela rural, Ciudad Victoria, Tamaulipas (México),1950; Cinco casas construidas por encargo del diario “Novedades”, 1950; Pabellón de Rayos Cósmicos, Universidad Nacional Autónoma de México, 1951; Almacenes para las Aduanas de México, estación ferroviaria de Pantaco, Cuitláhuac, México D.F., 1953; Iglesia de la Virgen de la Medalla Milagrosa, colonia Navarte, México D.F., 1953-1955; con F. López Carmona y E. de la Mora y Palomar, Cubierta para la Bolsa de Valores, México D.F., 1955; Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, Coyoacán, México D.F., 1955; Iglesia de San Antonio de las Huertas o de Padua, calzada México-Tacuba, Tlaxpana, en México D.F., 1956; Cabaret La Jacaranda (1957), Hotel El Presidente de Acapulco, 1957 (desapar.); Estructura del restaurante Los Manantiales, Xochimilco, México D.F., 1957-1958; Capilla abierta en Lomas de Cuernavaca, Morelos, 1958-1959; Iglesia de San Vicente de Paúl, Coyoacán, México D.F., 1959; Iglesia de San José Obrero, Cuauhtémoc, San Nicolás de los Garza, Monterrey, Nuevo León, 1959; Planta embotelladora de Bacardí, Cuautitlán, 1960; con F. López Carmona, Iglesia de anta Mónica, Parque de San Lorenzo, México D.F., 1960; con E. de la Mora, Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, Madrid, 1963; con A. Peirí y E. Castañeda, Palacio de los Deportes para la celebración de la XIX Olimpiada, México D.F., 1968; Proyecto para nuevo estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, 1979; con S. Calatrava, Parque Oceanográfico Universal de la ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia, 1997 (proyecto).
Escritos: “Simple Concrete Shell structures”, en ACI Journal, Detroit, 1951; “Hacia una nueva filosofía de las estructuras”, en Ingeniería, México, 1952; “Una pequeña demostración práctica de la validez de la teoría de la membrana en superficies alabeadas”, en Ingeniería, México, 1952; “Estéreo-estructuras”, en Espacios, México, 1953; “The shell as space closer”, en Arts & Architecture, Los Ángeles, 1955; “Fórmulas generales para el cálculo de esfuerzos en cascarones parabólico-hiperbólicos”, en Ingeniería, México, 1960; En defensa del formalismo y otros escritos, Madrid, Xarait, 1985.
Bibl.: J. Joedicke, Schalenbau. Konstruktion und Gestalung, Stuttgart, 1962; C. Faber, Las estructuras de Candela, México, Continental, 1970; H. Engel, Sistemas de Estructuras, Madrid, H. Blume, 1970; I. Canals y R. Guerin, Cascarones parabólico- hiperbólicos, México, Limusa, 1976; VV. AA., Catálogo de la exposición monográfica, Madrid, MOPTMA, 1994; Y. Saito, Félix Candela, Tokio, TOTO Shupan, 1995; L. A. Basterra, Las estructuras arquitectónicas de Félix Candela: una revisión actual, tesis doctoral, Universidad de Valladolid, 1998.
Luis Alfonso Basterra Otero