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Jaime de Silva y Mitjans

Biografía

Silva y Mitjans, Jaime de. Duque de Lécera (XVIII). Madrid, 8.VI.1893 – 27.IV.1975. Noble.

Segundo hijo varón de don Jaime de Silva y Campbell, XVII duque de Lécera, y de doña Agustina Mitjans y Manzanedo, de la familia de los duques de Santoña. Nació en Madrid el 8 de junio de 1893 y se educó, por formar sus padres parte de la alta sociedad de ambos países, entre España e Inglaterra. Miembro de una importante familia noble, fue gentilhombre de Cámara con ejercicio y servidumbre del rey don Alfonso XIII, quien en 1906 lo adscribió al servicio de su esposa la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, por su buen conocimiento de la lengua inglesa y de los usos de la Corte británica. El 26 de abril de 1919 contrajo un ventajoso matrimonio con la rica heredera María del Rosario de Agrela y Bueno, hija del primer conde de Agrela, notable empresario de la provincia de Granada. A partir de entonces, “los Lécera”, como siempre fueron conocidos en la Corte madrileña y entre la alta sociedad española, cobraron un papel cada vez más importante en el entorno de influencia de la reina doña Victoria Eugenia, ganándose su amistad y el acceso a su intimidad. Junto con otros nobles españoles afines a las nuevas formas culturales y fluidos en la lengua inglesa, durante la década de 1920 formaron parte de un reducido grupo de aristócratas muy cercano a la Reina conocido como “los elegantes” que, imbuidos de cierto elitismo, no ahorraban críticas a lo que consideraban el aburrimiento de la Corte de Madrid. En 1920 y 1921 fueron padres de dos hijos, y un año después don Jaime unió a su título de duque de Lécera y al de conde de Salinas otras varias dignidades nobiliarias de su familia, rehabilitando los marquesados de Torres, Vilanant, Rupit y Fuentehoyuelo de Campos, el condado de Castellflorit y el vizcondado de Alquerforadat.

Con el paso de los años, don Jaime y doña Rosario lideraron el pequeño sector de la Corte que ofrecía apoyo a la Reina, cada vez más sometida a un fuerte aislamiento por parte de don Alfonso XIII y de los sectores más conservadores de la Corte. Ello les granjeó no pocas críticas y dio pábulo a numerosos rumores según los cuales tanto el duque como la duquesa, acusados de aisladores y posesivos, estaban enamorados de doña Victoria Eugenia. Con la proclamación de la II República, los Lécera permanecieron fieles a la Soberana, a quien acompañaron la noche del 14 de abril tras la salida del Rey hacia el exilio. Aquella noche don Jaime montó guardia ante el cuarto del doliente príncipe de Asturias, saliendo al día siguiente hacia el exilio en Francia en compañía de la Reina y de los infantes. Desde entonces el ascendiente de la pareja ducal sobre doña Victoria Eugenia se fue tornando casi absoluto, dando lugar a crudas escenas de enfrentamiento entre los Reyes que, separados de forma no oficial, se dirigieron duras críticas y acusaciones generándose situaciones muy delicadas y de enorme tensión. Así, don Alfonso XIII, deseoso de ver a su esposa libre de lo que él consideraba la venenosa influencia de la pareja ducal sobre ella, llegó a solicitar a la Reina que eligiese entre ellos o él, decidiendo doña Victoria Eugenia dar apoyo a sus grandes amigos de los momentos amargos y rompiendo durante algún tiempo la relación con su esposo. Se habló entonces de monopolio de la pareja ducal sobre el ánimo y las decisiones de la soberana, y hasta llegaron a verterse acusaciones mucho más graves posiblemente animadas por el propio Rey, deseoso de terminar con la influencia de la pareja ducal sobre su esposa. Sin embargo, el duque y la duquesa aún permanecieron junto a la Reina durante algunos años, tal y como desvela el biógrafo de doña Victoria Eugenia, el británico Gerard Noel. Según algunos Rosario Lécera influyó tanto en las actitudes de la Reina para con el Rey y su propia familia en aquellos años que, la relación familiar se tornó insostenible, pues ella no parecía poder prescindir del apoyo de aquellos amigos que nunca la habían abandonado, a pesar del escándalo que producía una intimidad excesiva y para muchos incomprensible, si bien nunca existió una relación amorosa real entre ellos. Algunos años más tarde, como la propia Reina contaría a algunos de sus íntimos mucho tiempo después, la asfixia producida por la pareja ducal llevó a doña Victoria Eugenia a romper de manera completa su relación con ellos, regresando don Jaime y su esposa a sus propiedades españolas en Andalucía. De regreso en España, el duque y la duquesa retomaron su vida al margen de la Familia Real, y todavía en 1961 el duque sucedió a su hermano Guillermo en el ducado de Bournonville.

Don Jaime falleció en Madrid el 24 de abril de 1975.

 

Bibl.: P. de Baviera, Don Alfonso XIII. A Study of Monarchy, Londres, John Murray, 1931; G. Noel, Ena, Spain’s English Queen, Londres, Constable, 1984; J. Balansó, Trío de príncipes, Barcelona, Plaza & Janés, 1995; J. L. de Vilallonga, La cruda y tierna verdad. Memorias no autorizadas, Barcelona, Plaza & Janés, 2001; J. M. Zavala, Don Jaime, el trágico Borbón, Madrid, La esfera de los libros, 2006; P. Eyre, Secretos y mentiras de la familia real, Madrid, La esfera de los libros, 2007.

 

Ricardo Mateos Sáinz de Medrano

 

 

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