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Aurelio Prudencio Clemente

Biografía

Prudencio Clemente, Aurelio. Calahorra (La Rioja), c. 348 – ¿Calahorra (La Rioja)?, ? Poeta cristiano.

Son escasas las noticias que se conocen sobre su vida, y proceden del Praefatio de sus obras. Posiblemente nació en el seno de una familia cristiana hispano romana, de buena posición económica. Su familia pertenecía a la aristocracia hispano romana, de la que se sirvió Teodosio I para gobernar. Debió de ser bautizado de niño. Recibió una buena educación. Al final de su vida no parece que contara con muchas riquezas.

El lugar de su nacimiento ha sido motivo de discusión.

Las tres ciudades propuestas son Zaragoza, Calahorra y Tarragona, siendo la segunda la que tiene más probabilidades y la que se señaló como patria ya en el siglo X y aún, posiblemente, antes.

Vida: La fecha de su nacimiento es segura, el año 348, ya que publicó sus poesías completas en el año 405, a los cincuenta y siete años de edad. Su disputa contra Símmaco sobre el altar de la Victoria, colocado en el Senado de Roma, se fecha en el año 403. Su viaje a Roma lo hizo entre los años 401-403. Las causas que motivaron el viaje de Prudencio a Roma son desconocidas.

Se ha pensado que obedecían a alguna acusación, por eso se siente preocupado durante su viaje.

Frecuentó la escuela de un exigente gramático. A los diecisiete años vistió la toga viril, según era costumbre.

Frecuentó los estudios de Retórica y Dialéctica.

Su profesión fue la de abogado, profesión en la que tuvo amargas experiencias. Estas experiencias le indujeron a abandonar la abogacía y a dedicarse a la Administración del Estado. Desempeñó altas magistraturas como prefecto de importantes ciudades, en las que administró justicia con gran rectitud. En premio a la excelente administración con que gobernó, el Emperador le llamó a la Corte. Su carrera administrativa se desarrolló en la provincia tarraconense, de la que conocía bien sus ciudades. Prudencio da prueba de conocer bien el Derecho y todos los tecnicismos jurídicos, frecuentemente mencionados en sus obras.

Se ha supuesto que desempeñó algún cargo palatino, pero no se conoce qué cargo en concreto. Algunos investigadores han pensado en un cargo militar, pero no es probable. El Emperador que le llamó a la Corte fue el hispano Teodosio I, a quien alaba, al igual que a sus hijos Arcadio y Honorio. Probablemente fue dos veces gobernador de una provincia, ignorándose si en la misma provincia o en otra. No está claro qué cargo desempeñó en la Corte imperial. Por las expresiones utilizadas por el propio Prudencio, debió ser proximus, que sólo tenía como superior al jefe del departamento.

El cargo llevaba aparejada el título de clarissimus, con derecho de sentarse en el Senado, y el de spectabilis, que lo equiparaba en dignidad a los gobernadores de la diócesis. Prudencio debió de ser gobernador de la provincia como corector.

Prudencio, ya de mayor, juzga su vida pasada un tanto perdida. Su vida se divide en dos etapas. En la primera, se dedicó a ejercer cargos de mundo. La segunda, se consagró a la vida cristiana. En esta segunda época se entregó a la poesía, como medio de propagar las ideas cristianas y de santificar su vida, esperando la recompensa en la otra vida.

Ascetismo de Prudencio: El Cathemerinon expresa magníficamente la concepción espiritual de Prudencio.

Su vida espiritual se caracterizó por una profunda religiosidad y por un cristocentrismo muy marcado.

El poeta vive en la presencia de Dios. La Trinidad y Cristo gobiernan todos los aspectos de la vida humana.

La oración es la parte central de la vida espiritual de Prudencio. Por esta razón en el Cathemerinon hay nueve himnos para ser recitados. A estos himnos se añade otro para ser usado en los funerales de los difuntos y otros dos para ser cantados en las fiestas de Navidad y de Epifanía.

Su ascética se basa en la frugalidad de las comidas por razones religiosas. En el himno III, Prudencio describe poéticamente la caza de las aves, la pesca y la recolección de los frutos del campo. No es partidario de la bebida ni de los banquetes a base de carnes. El ayuno debe ir acompañado de la limosna a los necesitados, de dar comida a los hambrientos, de ayudar a los suplicantes, no olvidando que no existen diferencias de naturaleza entre los poderosos y los necesitados.

Es característica fundamental de la espiritualidad de Prudencio su idea de que el mejor medio de servir a Dios, es componer poesías al servicio de Cristo.

Prudencio, salvo en el Dittochaeon, escribió una serie de composiciones variadas al servicio del cristianismo, utilizando todos los géneros literarios de la poesía clásica, la lírica, la epopeya, la elegía, el mimo, la tragedia, los himnos y los epinicios.

Ideas políticas de Prudencio: Están expresadas principalmente en los dos libros Contra Símmaco. La estatua de la Victoria con su ara, que presidía el aula del Senado en Roma, Constancio II mandó retirarla en el año 357, lo que irritó a los senadores, que eran paganos.

Volvió a colocarse en su sitio hasta que Graciano volvió a retirarla en el año 382. Símmaco, que había desempañado las más altas magistraturas, fue el encargado de presentar las súplicas del Senado pagano al Emperador, que no le recibió. Graciano murió en el año 383. Símmaco presentó de nuevo la relación a su sucesor Valentiniano II que contaba doce años.

Nada consiguió Símmaco por la oposición de Ambrosio.

El usurpador Eugenio restituyó la estatua a su lugar. Prudencio conoce la relación de Símmaco y la refutación de Ambrosio. La respuesta de Ambrosio es polémica. Prudencio separa la cultura romana y la pagana, que Símmaco consideraba unidas. Ataca las leyendas de los dioses y que Roma se haya igualado con los pueblos bárbaros en su culto. Prudencio se siente orgulloso de la acción de Roma, pues ha dado leyes a los pueblos sometidos y ha humanizado las armas y las costumbres de todo el orbe. Desea que Roma se desembarace de las fiestas, de los ritos y de los sacrificios paganos. Rechaza la religión, pero no la cultura de Roma. Los triunfos de Roma no se pueden atribuir a los dioses, sino a los designios providenciales de Dios, que quería reunir los pueblos dispersos.

Dios decidió unir a todos los pueblos bajo las mismas leyes y hacerlos romanos. Esta política favoreció la venida de Cristo, y trajo la paz y la concordia pública.

Para Prudencio no hay ruptura, al asumir Cristo los éxitos del Imperio y al encarnar su Reino en el de Roma. Para Prudencio, Roma y su Imperio era el único mundo auténtico. Esta idea trasciende la idea de patria tal y como hoy se entiende. La Hispania de Prudencio es la Hispania Romana que forma parte del Imperio y de la Iglesia. La romanidad es para Prudencio, cristianismo, y el reverso de la romanidad, barbarie, paganismo y tontería.

Obras: Siguiendo al poeta Virgilio, Prudencio, en el prólogo de sus obras indica el argumento general de las mismas. Salvo la Praefatio y los dos libros Contra Symmachum, los títulos están redactados en lengua griega.

La obra poética de Prudencio es considerable. Se ha dividido su producción poética en lírica y didáctica, pero estos dos géneros se entremezclan frecuentemente en la obra poética del vate hispano. Serían líricas el Cathemerinon y el Peristephanon, y didácticas la Apotheosis, Psichomachia, Hamartigenia, Contra Symmachum y Dittochaeon. Las obras van precedidas de un Praefatio y terminan con un Epilogus.

Prudencio se retiró a la vida privada poco antes del 395, fecha de la muerte de Teodosio I. El poeta afirma que redactó su obra poética siendo ya viejo. Toda la actividad literaria de Prudencio se fecha entre los años 392 y 405. Los himnos II y XV del Peristephanon parece que fueron redactados antes de su viaje a Roma.

Prudencio organizó poco a poco la producción poética, quizás ya iniciada antes de retirarse de los cargos públicos. El fin que se propuso queda bien manifiesto en la Praefatio: “que mi alma pecadora componga himnos a lo largo de todos los días, y no pase una noche sin cantar al Señor; que combata las herejías y manifieste la fe católica”. Estas líneas parecen aludir al Cathemerinon y evocar los poemas de la Apotheosis y del Hamartigenia. Anuncia la polémica contra el paganismo, que son los dos libros Contra Symmachum y la alabanza a los mártires. No se alude a obras como la Psychomachia, a la lucha de los vicios y las virtudes, ni a los epigramas del Dittochaeon. Estas dos composiciones podían ser posteriores a la publicación de toda su obra. La obra de Prudencio se subdivide en dos grupos. El primero es de carácter lírico. El segundo de carácter épico y dialéctico. Pero la obra está concebida como una unidad y como una ofrenda lírica, como un sacrificio espiritual bajo forma literaria.

La poesía de Prudencio es típicamente religiosa y se vincula con la liturgia mediante los himnos. Como precedente, en este aspecto, está la obra poética de Ilario de Poitiers y de Ambrosio de Milán.

Argumento de los poemas: Aunque los poemas tratan temas diferentes, están muy relacionados unos con otros. El Cathemerinon son oraciones para todas las horas del día. El poeta trata diferentes problemas también, como el origen del mundo, del hombre y del mal, la inmortalidad del alma y la naturaleza de Dios y de Cristo. El último tema tratado le conduce a la Apotheosis, pues la creación está subordinada a Cristo, como a su Hacedor, que es el rey de Universo y Salvador del mundo, al rescatar al hombre del pecado. Para cumplir este cometido, Cristo se encarnó.

La Apotheosis trata de la divinización del hombre. El obstáculo es el pecado. En la Hamartigenia se plantea el origen del mal y de la perdición del hombre. La Psychomachia se dedica al combate del alma. Al final de la obra se describe el templo grandioso erigido a Dios como morada. Los dos libros Contra Symmachum atacan el paganismo, aún vigoroso en su época, como lo indica la disputa del Altar de la Victoria. Los mártires cristianos son los héroes victoriosos que han obtenido la corona de la inmortalidad.

El Cathemerinon consta de doce himnos dedicados a santificar todo el día, el año y toda la vida humana. El libro se subdivide en dos partes bien diferenciadas. La primera, se consagra a las horas del día. La segunda, al año y a la vida humana. Dos cánticos se dedican a cada momento principal del día. El primer binario de poesía se consagra a la aurora, cuando el cristiano tiene que hacer la oración litúrgica. El segundo binario trata de la comida acompañada de la oración, es decir, el alimento del alma y del cuerpo.

El tercer binario se dedica al descanso corporal, tema con el que termina la primera parte.

En el primer binario de poesía de la segunda parte, habla del ayuno. El centro de la obra es el himno VII, referente al ayuno. Continúa un binario en que examina otros temas, y termina el poeta con un binario en honor de la Natividad de Cristo y de la Epifanía, que en la Iglesia primitiva era una fiesta de gran importancia.

En la Apotheosis refuta las herejías de los patripasianos, de los unionistas y sabelianos, de los judíos, de los homuncionitas, de los ebionitas, de los gnósticos, de los maniqueos, de los fantasmáticos y de los docetas. Canta la resurrección de Cristo y de los hombres.

El Hamartigenia es un poema didáctico y polémico. Sólo ataca el dualismo de Marción. Caín es la personificación del dios malo. El poeta se sirve de argumentos bíblicos y filosóficos. Satanás es el padre del mal. Nosotros damos armas al demonio. Imágenes fuertes dan mucho colorido a la descripción.

La Psychomachia, poema épico y dialéctico, es el que más ha influido en el pensamiento europeo. Se describe la lucha en el alma de los vicios y de las virtudes.

El poeta presenta ocho cuadros de gran vigor: el combate entre la Fe y la Idolatría; entre la Pudicitia y la Libido; entre la Paciencia y la Ira, entre la Sobriedad y la Lujuria, entre la Obra y la Avaricia; entre la Concordia y la Discordia. Al final agradece a Cristo sus enseñanzas.

Los dos libros Contra Symmachum se escribieron con motivo de presentar Símmaco un escrito para que se restableciese el culto pagano y se volviera a colocar la estatua de la diosa Victoria.

En el Peristephanon el poeta es libre de celebrar sus temas preferidos. En este libro Prudencio cuenta la verdad histórica. Exalta el poder de interpretación de los mártires. Exhorta a los fieles a que en la celebración de su martirio se canten cánticos y se hagan plegarias.

Comienza alabando a los mártires de Calahorra, Emeterio y Celedonio. El último himno, el XIV, celebra el martirio de Inés, mártir romana. El himno VIII está dedicado al baptisterio de Calahorra. El himno II también celebra a un mártir de Roma, Lorenzo. El himno III, a Eulalia, mártir de la capital de Lusitania, Augusta Emerita, que alcanzó después gran veneración en Hispania. El himno IV, a los mártires de Zaragoza, que es el conjunto más numerosos de mártires hispanos de la persecución de Diocleciano, que eran dieciocho.

En este himno IV del Peristephanon menciona a otros mártires hispanos, como Fructuoso y sus dos diáconos de Tarragona; Félix de Gerona, Cucufate de Barcelona; Eulalia de Mérida; Justo y Pastor de Alcalá de Henares y Vicente de Valencia. En los himnos IV y V del Peristephanon, recuerda el poeta el nombre del perseguidor Daciano. Un mártir importante de esta persecución fue Vicente, en cuyo honor Prudencio compuso el himno V. Vicente fue mártir cuya fama llegó hasta el norte de África. Agustín le dedicó un sermón recordándole y alabando sus virtudes. El campo de Prudencio no se centra en los mártires hispanos de tiempos de Diocleciano. Cantó en el himno VI a Fructuoso, obispo de Tarragona, martirizado con sus dos diáconos durante la persecución de Valeriano, en el año 259. Se conservan las actas de su martirio, que son de fecha posterior. El interés de Prudencio por los mártires le lleva a componer el himno VII en honor de Quirino, obispo de Siscia, en Croacia. Otros mártires celebrados por Prudencio son, igualmente, de fuera de Hispania, como Casiano, del Foro Cornelio, himno IX; Román de Antioquia, himno X; Hipólito de Roma, himno XI; Pedro y Pablo, himno XII y Cipriano, obispo de Cartago, himno XIII. Los mártires hispanos cantados por Prudencio son pocos.

En el Peristephanon quedan bien reflejados algunos aspectos fundamentales del pensamiento del poeta. La vida cristiana se compara con las virtudes militares.

A la profesión de las armas opone la virginidad en el himno II. Contrapone el diácono al legionario, el ministro de Cristo al siervo del emperador y el levita al militar. En el himno III alaba la fortaleza de una joven de doce años, Eulalia, a la que el perseguidor no busca, sino que se presenta voluntaria, que se opone al paganismo derrumbando los altares de los dioses y tirando los incensarios del culto. Escupe en la cara del perseguidor. Este himno está consagrado a la valentía de la mujer, que se presenta voluntariamente al juez y sin ser requerida, como lo fueron Emeterio, Celedonio y Lorenzo, himnos I y II. El himno IV, dedicado a los mártires de Zaragoza, es un canto a un grupo relativamente numeroso y variado de mártires hispanos, de distintas profesiones y sexos. En cambio, el himno V es una alabanza a un único mártir, Vicente, diácono de profesión. En el himno VI vuelve el poeta a cantar a un grupo de mártires, al obispo Fructuoso y a dos de sus diáconos. En el himno VII celebra Prudencio a un mártir de fuera de Hispania, Quirino de Siscia. Muy probablemente se fijó el vate hispano en él para demostrar la universalidad de la Iglesia. En la primera parte celebra Prudencio a mártires hispanos.

En la segunda compone himnos de triunfo en honor de mártires de fuera de su patria, Casiano, Román, Hipólito, Pedro y Pablo, Cipriano e Inés, con lo que remacha la idea expresada antes de la universalidad del cristianismo. Destaca la importancia de la cristiandad de Roma, al fijarse en los martirios de Hipólito, de Pedro, de Pablo y de Inés. Esta segunda parte de la obra se centra, principalmente, en mártires de Roma. Prudencio deja bien claro que sus dos grandes pasiones fueron Hispania y Roma, capital de la cristiandad. En su viaje a Roma describe muy bien el lujo de la basílica de San Pablo, en la vía Ostiense. Esta descripción es la única que se conoce de esta basílica con anterioridad a la restauración de Inocencio I (402-417).

El himno X celebra a un mártir excepcional, Casiano, que fue martirizado por sus propios discípulos usando los instrumentos de escribir. La universalidad del cristianismo llevó al poeta a acordarse de un mártir del Oriente, Román de Antioquia, la capital de la riquísima provincia de Siria. Es un canto a la fe y a la esperanza cristiana. Describe la resurrección de los muertos con bellos colores. La resurrección al final de los tiempos exige enterrar el cuerpo, que en vida fue morada de Dios y de Cristo. Alude al paraíso terrenal y a los adornos que los cristianos ponían en los sepulcros.

El himno XI es importante por proclamar Hipólito, el primado romano, que era de honor y no de jurisdicción, como ya afirmó Cipriano en sus cartas al obispo de Roma. Los himnos III y XIV dedicados a Eulalia e Inés, son un contraste con el I, que celebra a Emeterio y Celedonio, que eran legionarios romanos, probablemente de la legión VII Gemina, con acuartelamiento en León. Este himno es de una importancia grande, pues sería el único testimonio de la existencia de la legión después del gobierno de Decio (249-251). Los metros empleados en el Peristephanon son muy variados. El primer binomio de himnos está escrito en dímetros yámbicos. Prudencio alterna los metros, entremezclando los cultos con los sencillos y populares. Los dos primeros himnos y los últimos utilizan los metros más sencillos, al igual que los himnos IV, V y XII. En cambio, en los himnos III, VIII, IX y X, el poeta emplea los metros cultos.

El Dittochaeon, doble alimento, es una concordia del Antiguo y del Nuevo Testamento. Prudencio explica 24 escenas del Antiguo Testamento y 25 del Nuevo. El valor literario de esta obra es bajo. Prudencio compuso el Epílogo refiriéndose a Dios como destinatario de su obra. Emite un juicio humilde del valor de su obra.

Cronología de las obras: Todas las poesías se escribieron entre los años 392 y 405. Se ha establecido el siguiente orden cronológico: 398-400, Cathemerinon, Apoteosis, Hamartigenia, Psichomachia y Peristephanon, I-VIII; 401, viaje a Roma; 401-403, Contra Symmachum I y II, Peristephanon VII y X durante su permanencia en Roma; 404, regreso a Hispania, Peristephanon XI-XIV; 405, Epilogus, edición completa de las obras.

La ordenación de las obras de Prudencio remonta al poeta. El Cathemerinon es la primera obra. La Praefatio y el Epilogus se compusieron en el año 405. Prudencio ha conjugado la unidad orgánica de cada obra con la variedad.

Fuentes de los poemas: Prudencio se inspiró muy frecuentemente en las Sagradas Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El Cathemerinon y el Peristephanon son las obras con más citas de las Sagradas Escrituras. Utiliza la interpretación alegórica principalmente en la Psichomachia, Praefatio, y en los dos libros Contra Symmachum. Maneja 47 libros de la Biblia con más de 544 citas.

Prudencio utilizó mucho la liturgia como fuente de inspiración, en el Cathemerinon y en el Peristephanon; también los escritos de los padres de la Iglesia, especialmente Cipriano. La obra de Ambrosio, la liturgia, es la principal fuente para los dos primeros cantos del Cathemerinon. Las Constitutiones Apostolicae están presentes en los himnos V y VI del Cathemerinon. En los dos himnos VII y VIII que tratan sobre el ayuno, se añaden algunos episodios bíblicos y se rastrea un eco de la Didaché, la primera y principal obra de la era postapostólica. También se entresacan ideas de Hermas y de Tertuliano. El Evangelio es la fuente principal de inspiración para el himno IX y, quizás, dos obras atribuidas a Juvenco.

La literatura sobre los difuntos, que comenzó con Pablo y continuó con escritores cristianos latinos, como Tertuliano, Cipriano, Ambrosio, Agustín, Paulino de Nola y otros griegos, como Justino, Hipólito y Crisóstomo, pueden ser una excelente fuente de inspiración para Prudencio. Los himnos XI y XII del Cathemerinon, que son los más antiguos que se conocen referentes a la Natividad de Cristo y a la Epifanía, parten de los relatos evangélicos.

La obra de Tertuliano Contra Marción, y la del obispo hispano Olimpio, están presentes en la Hamartigenia.

Ecos de Tertuliano se rastrean en la Psichomachia, que es el poema más original de Prudencio.

Los dos libros Contra Symmachum responden a las dos cartas de Ambrosio enviadas al emperador Valente en el año 384. Todo lo referente a la mitología pagana procede de Minucia Félix, Tertuliano, Arnobio y Lactancia.

Las Actas de los mártires, la tradición oral y la liturgia son la fuente principal para el Peristephanon.

Los epigramas de Dámaso a los mártires influyeron en la segunda parte del Peristephanon. El himno II es el documento más antiguo de que se dispone para el martirio de san Lorenzo. En el himno III se encuentra una detallada descripción de una iglesia y de sus pinturas, la única que se conserva de las de Hispania. En los himnos IV y V, sobre los mártires de Zaragoza y Vicente, además de las perdidas Actas utilizó la tradición oral, al igual que en el himno VI, de Fructuoso.

También usó Prudencio como fuente histórica, las pinturas de la iglesia de Imola para el himno IX. Del martirio de Román trataron Eusebio de Cesarea, Juan Crisóstomo y muchas leyendas que conocía bien Prudencio: himno X. Para el himno XI de Hipólito, la fuente de inspiración fueron las noticias que recogió en Roma. Varios autores cristianos de primera fila, como Dámaso, Ambrosio, Jerónimo y Agustín, trataron del martirio de Inés. Prudencio se informó bien para su himno XIV.

Prudencio, en sus poemas, denota un buen conocimiento de la literatura cristiana referente a los temas que trata.

Estilo literario de Prudencio: Prudencio toma como modelo a Horacio. Imita también a Virgilio. Demuestra una gran libertad. Las estrofas son creaciones personales suyas. Domina la retórica y usa frecuentemente figuras retóricas. Su poesía tiene un tinte retórico.

Emplea expresiones clásicas; ello se debe a que introduce nuevos conceptos cristianos, como trinidad, sacramento, carisma, que necesitan nuevas expresiones.

En este aspecto, es Prudencio un creador original. Estas nuevas expresiones pasaron al lenguaje de la poesía cristiana al difundirse mucho sus obras.

También se encuentran en la poesía de Prudencio construcciones especiales. Emplea algunos giros no clásicos al escribir para el pueblo. En algunas poesías, como el himno V a Vicente, abundan las expresiones del Derecho.

La poesía de Prudencio es una poesía culta y refinada, hecha por un laico. Prudencio conoce bien la obra poética de los grandes poetas latinos, como Lucrecio, Virgilio, Horacio, Catulo, Ovidio, Lucano y otros poetas posteriores. Queda un eco en la poesía de Prudencio de la poesía del siglo IV, como de Optaciano Porfirio, que fue su maestro en la poesía figurada.

El influjo en Prudencio del profesor y poeta Ausonio (310-390) fue profundo.

Prudencio ha sabido entremezclar y unificar estas varias corrientes literarias y las diversas tendencias poéticas.

No se trata de un neoclasicismo. Es un poeta interesado en la estética de la Antigüedad tardía. Los himnos líricos son los que mejor expresan su proyecto espiritual.

Métrica: Los principales metros de la poesía clásica están usados en las composiciones poéticas de Prudencio.

Son muy variados. Prudencio los mejora con soltura. Horacio fue el principal modelo a imitar.

Valoración de la obra de Prudencio: Los defectos que se han achacado a la obra de Prudencio son la enumeración excesiva, la acumulación de sinónimos, la tendencia a descripciones horripilantes y al realismo crudo.

Entre sus cualidades literarias, cabe destacar la formación de versos nuevos con estrofas antiguas, su unión de cultura pagana y cristiana y su concepción de la poesía como instrumento de participación en la espiritualidad del hombre. Prudencio es un innovador.

Maneja la obra de los escritores antiguos con gran libertad. Es partidario de conservar y no destruir las grandes creaciones de la escultura pagana. El fin que se propone es cristianizar toda la poesía y a los grandes poetas paganos del pasado, como Lucrecio, Virgilio y Horacio. Margina del paganismo sólo lo que es inútil para un cristiano. Prudencio fue el mayor poeta cristiano de la Antigüedad tardía. Supo fusionar magníficamente la cultura pagana y la cristiana.

Fue muy hábil en el manejo de la poesía lírica, la didáctica, la satírica, la alegórica y la dramática.

También cultivó la poesía popular y el género litúrgico.

Expresó de modo magistral su concepción de Dios, de la Iglesia, de los santos, del mundo y del hombre. Prudencio es el mejor ejemplo del humanismo cristiano del Bajo Imperio.

Pervivencia de la poesía de Prudencio: Prudencio fue el educador de la Europa cristiana hasta la Reforma protestante. Nada más morir, ya alcanzó gran fama.

A mitad del siglo V Sidonio Apolinar (431-487) equipara a Prudencio con Horacio. Entre los años 490 y 500, Germadio catalogó toda su producción poética.

Avito (450-518) imitó la Psichomachia. Conocen la obra poética de Prudencio, Paulino de Nola, Paulino de Pellas y Paulino de Petricordia, Próspero de Aquitania y San Pedro Crisólogo. Boecio (475/480- 524/526) imita el estilo del vate hispano. Gregorio de Tours (538-579) le recuerda con alabanza y le imita.

Isidoro de Sevilla, en el siglo VI, le compara con otros grandes poetas. Beda el Venerable (673-735) ilustra su arte métrico con ejemplos sacados de la poesía de Prudencio. Teodulfo, en el siglo IX, recomendaba fundar escuelas y leer a Prudencio. Alcuino (742-814), encargado de la instrucción pública en la Corte de Carlomagno, estudió de joven las poesías de Prudencio en la escuela monacal de Cork, donde se encontraban sus obras. Grandes alabanzas hace del vate hispano Rabano Mauro.

En las escuelas monacales se estudiaba a Prudencio, como en la de Reichenau. St. Gallen glosó toda la obra de Prudencio. En el siglo X, Eugenius Vulgarius siguió la métrica de Prudencio. También imitaron a Prudencio algunos monjes, como Hrotsvit de Gandesshein y Santa Hildegarda. Bruno de Colonia, arzobispo y hermano de Otón I (912-973), leía continuamente a Prudencio y regalaba sus obras a las iglesias.

En el siglo X, Prudencio es el autor más leído en toda Europa. En el siglo xi, el vate hispano fue admirado entre los monjes. En los siglos XII y XIII, las obras de Prudencio se convirtieron en un libro de texto, y se mantuvieron hasta el siglo XIV, como se deduce de la gran cantidad de manuscritos que se conocen en las bibliotecas antiguas.

El teatro de Navidad se inspiró en Prudencio.

Erasmo, en el Renacimiento, es al poeta que prefiere. Llegó a comentar algunos himnos, como el XI y el XII del Cathemerinon. Recomienda el estudio de la obra del vate hispano. Luis Vives conoce bien toda la obra poética de Prudencio y la recomienda para la formación de la juventud. La liturgia española, principalmente el rito mozárabe, aceptó muchos himnos de Prudencio. Algunas iglesias celebraron a los mártires cantando los himnos del poeta hispano.

 

Bibl.: A. Sotomayor, Historia de la Iglesia en España. I. la Iglesia en la España romana y visigoda, Madrid, BAC, 1979, págs. 328-333; J. Fontaine, Etudes sur la poesie latine tardive d’Ausone à Prudence, Paris, Les Belles Letres, 1980, págs. 1-23, 184-212 y 415-507; Naissance de la poesie dans l’Occident chrétien, Paris, Etudes Augustiniennes, 1981, págs. 143-160 y 177-194; A. Ortega e I. Rodríguez, Aurelio Prudencio. Obras completas, Madrid, BAC, 1981; L. Rivero, Prudencio, I y II, Madrid, Gredos, 1981; A. Pérez Rodríguez, “La organización de la enseñanza en la Calahorra romana a través de los datos biográficos de M. Fabio Quintiliano y de Aurelio Prudencio Clemente”, en Calahorra. Bimilenario de su fundación, Madrid, Ministerio de Cultura, 1984, págs. 311-315; A. González Blanco, “La Calahorra de Prudencio”, en Kalakorikos, 1 (1996), págs. 57-67; J. M.ª Blázquez, “El legado de los escritores hispanos del Bajo Imperio: Orosio y Prudencio”, en G. Bravo y R. González Salinero (eds.), La aportación romana a la formación de Europa: naciones, lenguas y culturas. Actas del II Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos, Madrid, Signifer, 2005, págs. 13-24.

 

José María Blázquez

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