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Rafael González Madrid

Biografía

González Madrid, Rafael. Machaquito. Córdoba, 2.I.1880 – 1.XI.1955. Torero.

Machaquito, el famoso tercer califa del toreo cordobés (los primeros fueron Lagartijo y Guerrita, y los siguientes Manolete y El Cordobés), trabajó en el matadero de su ciudad al tiempo que frecuentaba las capeas y los cerrados de las ganaderías. Antes de darse definitivamente a conocer, Rafael González toreó en modestas cuadrillas como banderillero. Según Cossío, en septiembre de 1895 actuó en Palma del Río como subalterno de Antonio Haro Malagueño, “y a petición del público le cedió el último toro de la corrida para que lo estoqueara, estrenándose así como matador. No abandonó ya el estoque, y como novillero continuó por modestas plazas pueblerinas, señalándose ya por su valor y alegría”.

En 1897 comenzó a frecuentar los cosos importantes. En Granada, el 23 de mayo, alternó por primera vez con Rafael Molina Martínez Lagartijo Chico (sobrino del célebre Rafael Molina Sánchez Lagartijo, conocido como el Grande), formándose a partir del año siguiente una cuadrilla de jóvenes toreros cordobeses de gran fama y recorrido. Los dos novilleros cordobeses torearon en numerosas ocasiones con los sevillanos Rafael El Gallo y Algabeñito, en un “duelo” taurino que dio muchas satisfacciones a los aficionados de esas dos regiones. Sobre esta competencia, Cossío afirmó que “pronto empezó una enconada competencia entre las dos cuadrillas, hostigados por las pasiones de los aficionados sevillanos y cordobeses. Fueron campos de pelea las plazas de Córdoba y Sevilla, y la de Madrid. Los unos y los otros consiguieron triunfos y ovaciones, aun en el campo contrario”. El 1 de septiembre de 1899 torearon en Madrid (Cossío afirma que fue el día 8, pero ese día actuaron los matadores Padilla y Guerrerito) las cuadrillas de sevillanos y cordobeses.

Machaquito y Lagartijo Chico hicieron su debut ese día en la capital, mientras que Gallito (así se anunciaba entonces Rafael) y Algabeñito (o Algabeño Chico, como le nombra Pérez López), se habían presentado el 15 de mayo. Los novillos del día 1 de septiembre fueron de Esteban Hernández. Los cordobeses repitieron actuación el siguiente día 3, en esa ocasión mano a mano, con novillos de Veragua.

Un año después, el 16 de septiembre de 1900, Machaquito y Lagartijo Chico tomaron juntos la alternativa en Madrid, después de torear nueve y ocho novilladas, respectivamente, esa temporada en esa misma plaza. Machaquito recibió el doctorado de manos de Emilio Torres Bombita, mientras que Algabeñito fue investido doctor en tauromaquia por Luis Mazzantini.

El toro de la alternativa de Machaquito se llamó Costillares, y el de Lagartijo Chico llevaba como nombre Jardinero. Los ocho ejemplares lidiados pertenecían a la vacada de Veragua. Ese día se realizó de manera improcedente el sorteo de las antigüedades de los nuevos matadores, sin tener en cuenta que Machaquito venía toreando como novillero por delante en los carteles de Lagartijo Chico. El azar quiso que a partir de ese día se invirtiera el orden de intervención en la lidia. Sin embargo, como más adelante se verá, no fue con su antiguo compañero de novilladas con quien Machaquito formó pareja de matador, sino con Ricardo Torres Bombita. El día de su alternativa, tanto Machaquito como Lagartijo Chico lucieron signos de luto en sus trajes de torear, en homenaje a Lagartijo El Grande, fallecido en Córdoba el anterior 1 de agosto. Los dos nuevos matadores alternaron con Ricardo Torres Bombita Chico el 23 de septiembre, y Lagartijo Chico aún toreó otra corrida más en Madrid, el 21 de octubre, en festejo de seis matadores celebrado a beneficio de la familia de Domingo del Campo Dominguín, herido mortalmente el 7 de octubre anterior en la plaza de Las Arenas de Barcelona por el toro Desertor, de Miura.

Como anécdota, cabe señalar que Lagartijo Chico se casó con Angustias Sánchez, quien, ya viuda, contrajo segundas nupcias con el matador Manuel Rodríguez Manolete, naciendo de ese matrimonio el futuro y fundamental cuarto califa del toreo cordobés.

Ya desde esos primeros momentos de su trayectoria, Machaquito puso de manifiesto las cualidades que Néstor Luján dibuja como resumen de su carrera: “Representa el valor desmedido, aunque lúcido, dentro de unos cánones de valentía sobrehumana, pero siempre dentro de unos cánones. No fue un valor alocado y confuso, sino que siempre intuyó el terreno que pisaba, y lo pisó con una seguridad incomparable. No ha sido un gran artista, sino tan sólo un torero bizarro y con gesto bravo que conseguía a veces ablandarse, y se convirtió en el más oportuno adorno. En cambio, mataba lanzándose alborozado y feroz, como un ave de rapiña sobre su presa, metiendo el brazo hondo y rompiéndose el pecho entre los cuernos. Fue un matador a lo Frascuelo que tuvo, como aquél, desplantes y arrogancias, y se agigantaba al perfilarse a matar, abalanzándose por lo recto de un modo fulminante, como una descarga exterminadora. Mató en su vida 2.155 toros, y de ellos rodaron sin puntilla, aterrados a la primera estocada, 1.042”. Respecto a los datos estadísticos de su carrera, el propio Machaquito señala en una entrevista con El Caballero Audaz que toreó setecientas cincuenta corridas (ciento trece en Madrid) y más de cien novilladas, y que estoqueó mil setecientos cincuenta y tres toros y trescientos ocho novillos. Sufrió veinte cornadas, siendo la más grave la que padeció el 4 de julio de 1909 en Palma de Mallorca, que le hizo perder treinta y dos corridas; también tuvo mucha gravedad la dislocación del cuello que el 6 de octubre 1904 le provocó en Madrid un toro de Gamero Cívico al propinarle una fuerte voltereta, y que le tuvo varios meses atado a un aparato ortopédico.

Sobre su importancia en la Fiesta añade Don Ventura: “Los percances sufridos no relajaron sus bríos [...]. Su pundonor profesional y sus grandes estocadas le abrieron las puertas de la fama y labraron su prestigio; lo hacía todo, y si no brilló por su finura, su vergüenza torera y la firmeza de su voluntad fueron resortes poderosos para facilitar su encumbramiento”.

Según Claramunt, “a partir de 1903 los públicos enfrentan a Bombita con Machaquito”, rivalidad que Néstor Luján considera que “era planteada puramente por los periodistas”. Y añade: “Ante el torero de Tomares [Bombita], Machaquito sólo poseía su palpitación y su arrebato que en el momento de entrar a matar obligaban a parpadear a los ojos más enfriados, a los públicos más ateridos. En todos los demás momentos Bombita, con sus defectos y afectaciones, le apagaba por andar sobrado de riquezas y de repertorio. La competencia de Machaco [así conocieron los aficionados a Machaquito, y así ha quedado como nombre de un aguardiente duro y peleón] con Vicente Pastor era más razonable”.

Durante más de diez años, Rafael González se mantuvo en la primera fila del toreo, considerado en todo momento como figura indiscutible. En 1905 alcanzó la cúspide de su profesión, manteniéndose en ese puesto en los años siguientes. En 1907 realizó al toro Barbero, de Miura, una de sus más grandes faenas, rematada de una excelente estocada. Según Cossío, “el crítico Don Modesto, en una entusiástica crónica, pedía a Mariano Benlliure que modelara un monumento a Machaquito, y para él le brindaba la siguiente idea: ‘un toro herido de muerte con una estocada monumental, hasta el puño, se tambalea como un beodo.

En el pitón derecho lleva prendido un trozo de pechera de la camisa del matador...’. Benlliure cumplió el encargo. Tal fue el origen de la famosa escultura La estocada de la tarde”. Con anterioridad le fue concedida la Cruz de Beneficencia por su comportamiento el 29 de agosto de 1902 en la localidad cordobesa de Hinojosa del Duque, cuando estando él en el ruedo se hundió una parte de la plaza, viéndose los espectadores obligados a saltar al ruedo. No hubo mayores percances porque Rafael González estoqueó de manera fulminante a su toro. Una de sus tardes más tristemente triunfales tuvo lugar el 7 de septiembre de 1910, en Murcia, en el festejo en que resultó herido de muerte José Claro Pepete; Machaquito lidió entera la corrida, a cada toro le mató de una estocada y en todos recibió una oreja.

Sin llegar su carrera a entrar en declive, aunque los éxitos ya no se sucedían como en años anteriores, Machaquito toreó la última corrida de su vida el 16 de octubre de 1913 en Madrid, alternando con Rafael El Gallo y Juan Belmonte, que tomaba la alternativa.

El último toro que lidió se llamó Lunarejo, y pertenecía a la ganadería de Prudencia Bañuelos. Añade Don Ventura: “Cinco días después, el 21, hallándose en un hotel madrileño con su familia, y en un momento de cariñosa expansión, tuvo un arranque de los suyos, propio de su carácter, de su nerviosidad, pidió una tijera y se cortó la coleta. Dos días antes se había despedido Ricardo Bombita. Empezaba la época de Joselito y Belmonte”. Esa temporada, la última de su vida de torero, Machaquito toreó doce corridas en Madrid, las mismas que Vicente Pastor, y dos más que Gallito y Rafael El Gallo.

Relata Claramunt que Machaquito y el escritor Benito Pérez Galdós, que era profundamente antitaurino, mantuvieron buena amistad. Amigos comunes llevaron al autor de Fortunata y Jacinta a los toros en Santander, y el diestro cordobés le brindó un toro, recibiendo como regalo una pitillera firmada que ni el propio don Benito sabía que llevaba en el bolsillo de su chaqueta. Luego, el diestro incluso llegó a vestirse de torero en casa del escritor, en cuyo despacho éste tenía una foto del torero cordobés junto a otras de políticos, literatos y gentes del teatro. En 1906, “conforme perdía la vista le leía a don Benito lo que necesitaba una hija de Machaquito”.

Cuenta José Luis de Córdoba en la biografía que en El Ruedo escribió a la muerte de Rafael González, que éste se apodó Machaquito porque Guerrita así le bautizó como torero cuando, tras verle torear con doce años una vaca en el matadero de su ciudad, preguntó su hombre y le dijeron que era hermano de Machaco, el zapatero. Una vez retirado de los toros, Machaquito vivió en Córdoba y disfrutó de su fortuna hasta el día de su muerte, que, según Cossío y Don Ventura, se produjo el día de Todos los Santos de 1955. Néstor Luján escribe que murió el día 2, pero José Luis de Córdoba confirma en la revista El Ruedo que el óbito se produjo a las once y media de la mañana del día 1 de noviembre de 1955.

 

Bibl.: Curro Algaba (seud.), Rafael González “Machaquito”, Barcelona, Editorial El Gato Negro (Los grandes toreros), s. f.; Uno al Sesgo (seud. de T. Orts Ramos), Rafael González Madrid (Machaquito). Su vida, sus hechos, Barcelona, B. Bauzá (col. Los Reyes del Toreo), s. f.; L. Vázquez y Rodríguez, Rafael González (Machaquito), Madrid, Tipografía Ambrosio Pérez, 1900 (Bib. taurina, XII); A. Sancho, Machaquito y el Renacimiento del toreo, Madrid, Hijos de T. Marqués, 1906; Rafael González (Machaquito), Madrid, Editorial Ginés Carrión, 1906 (Bib. Sol y Sombra VI); J. de la Loma, Desde la barrera. dos palabras sobre el Guerra, cuatro sobre Fuentes y algunas más acerca de Bombita, Machaquito y Gallito, pról. de Sobaquillo (seud.), Madrid, Imprenta de El Liberal, 1910; Marcelo (seud. de M. Á lvarez), Las competencias. Bomba-Gallo. Machaco-Pastor, Madrid, Prudencio Pérez de Velasco, 1911; F. Gillis Mercet, El torero de la emoción, Rafael González (Machaquito), Madrid, Renacimiento, 1912; Don Quijote (seud. de J. Díaz de Quijano), La primera fila. Juicio crítico del toreo de Bombita, Machaquito, Pastor y el Gallo, Barcelona, J. Bastra Laborde, 1913; M. Serrano García-Vao, Historia taurómaca de Rafael González (Machaquito), Madrid, Hijos de R. Álvarez, 1913; Corinto y Oro (seud. de M. Clavo), Se fueron Bomba y Machaco. Otra época del toreo, Madrid, Hispano-Alemana, 1914; El Caballero Audaz (seud. de J. M. Carretero Novillo), “Machaquito, ‘el temerario’”, en El libro de los toreros. De Joselito a Manolete, Madrid, Imprenta Renacimiento, 1916 (2.ª ed. Madrid, Ediciones Caballero Audaz [Sáez], 1947; Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 65-70); J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vols. III y IV, Madrid, Espasa Calpe, 1943 y 1961, págs. 401-405 y pág. 493, respect.; Don Ventura (seud. de V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (Barcelona, de Gassó Hnos., 1970, págs. 105-106); J. L. de Córdoba y B. Bentura Remacha, “Ha muerto Machaquito”, en El Ruedo (Madrid, Prensa y Radio del Movimiento), n.º 593 (3 de noviembre de 1955), págs. 4-9; E. García Acebal, Bombita y Machaquito (Una época del toreo), Madrid, “Los de José y Juan”, Versal, 1958; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989, págs. 538-546; D. Tapia, Historia del toreo, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.), págs. 181-183; L. Nieto Manjón, La Lidia. Modelo de periodismo, Madrid, Espasa Calpe, 1993, págs. 109-111; F. Claramunt, “La España de Bombita y Machaquito”, en Toreros de la generación del 98, Madrid, Tutor, 1998, págs. 165- 189; V. Pérez López, Anales de la plaza de toros de Madrid (1874-1934), t. I (vol. 2) y t. II (vol. 3), Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2004 y 2006.

 

José Luis Ramón Carrión