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Ramón de Campoamor y Campoosorio

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Biografía

Campoamor y Campoosorio, Ramón de. Navia (Asturias), 24.IX.1817 – Madrid, 12.II.1901. Escritor.

Nació en el seno de una familia acomodada en el mismo año que Zorrilla, uno de los poetas románticos más significativos. En 1821 quedó huérfano de padre. Estudió Humanidades en Puerto de Vega (1826), obtuvo el certificado de Latinidad y Retórica (1832) y, protegido por su cuñado y su hermana Rafaela, realizó estudios de Filosofía en Santiago (1833), en el colegio de Santo Tomás (Madrid) y con los jesuitas en Torrejón de Ardoz (1834). En la capital cambió radicalmente de orientación y cursó estudios científicos en el Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos (1835). Finalmente, “cansado de los resultados materiales del estudio de las ciencias físicas”, optó por dedicarse a las letras y a la política, influido sin duda por su admirado Espronceda, a quien conoció en su juventud.

En 1837 empieza a escribir versos e inicia sus colaboraciones en diversas revistas románticas, como No me olvides (1837-1838, donde publicó su primer texto crítico, de revelador contenido, “Acerca del estado actual de nuestra poesía”, en el que impugna el “romanticismo degradado” y recomienda la lectura de los clásicos y el conocimiento de las ciencias naturales), Las Musas (1837), Siglo XIX (1838), El Panorama (1838-1839) y El Alba (1838-1839), entre otras. Sus primeras obras impresas pertenecen al género dramático y datan de 1838, son una comedia en verso, Una mujer generosa, y un drama, El Castillo de Santa Marina, que no llegaron a representarse, lo que sí conseguirá en 1841 con la comedia El hijo de todos, cuya escasa repercusión le llevó a abandonar momentáneamente sus intentos de abrirse paso en el teatro, por entonces el género literario de mayor influencia social. De 1840 data su primer libro de versos, de clara filiación romántica, Poesías (que más tarde rebautizará como Ternezas y flores), publicado por cuenta del Liceo Artístico y Literario. Asimismo, escribe dos poemas a la entonces exiliada reina María Cristina (madre de Isabel II) que constituyen, según el poeta, su primer acto de afiliación al Partido Moderado y el inicio de su importante carrera política.

En 1842 publica dos libros de versos, Ayes del alma Fábulas, recomendadas por la Dirección General de Estudios para “su uso en las escuelas del reino”, y además el curioso inicio truncado de una novela, Los manuscritos de mi padre, que previamente había visto la luz en folletón. Inicia entonces una larga carrera política y literaria (Sartorius lo ficha para El Heraldo), en la que destaca el nombramiento como redactor del periódico político El Español en 1845, tras adquirir cierto renombre con la publicación de Historia crítica de las Cortes reformadoras Semblanzas de las Cortes reformadoras de 1845, retratos, en su mayor parte satíricos y deliciosamente mordaces, de los diputados redactores de la nueva Constitución.

El año siguiente es clave en su biografía: es nombrado auxiliar del Consejo Real, a la par que publica su reaccionario estudio Filosofía de las leyes y la primera edición de sus celebérrimas (más de treinta ediciones, sólo en España, en vida del autor) Doloras, censurado neologismo que el propio Campoamor define como “composición poética en la cual se deben hallar unidas la ligereza con el sentimiento y la concisión con la importancia filosófica” (muy conocidas y presentes en todas las antologías son “El gaitero de Gijón” y “Quién supiera escribir”). Al fin el poeta consigue una voz personal en su original registro irónico-realista, rompiendo en gran medida con el contexto literario dominante de la época, el romanticismo, y signo de un humorismo amable y “bien avenido con la vida real” que será la ideología de la nueva burguesía dominante para desautorizar las utopías revolucionarias; como señaló Manuel de la Revilla: “El escepticismo de Espronceda revela una época en que la duda es un tormento para el espíritu; el de Campoamor anuncia un estado social en que ya nos hemos connaturalizado con la duda”. En 1847, La Publicidad publica un volumen titulado Obras poéticas de Campoamor, que reúne los cuatro títulos citados con algunos cambios. En ese mismo año es nombrado por Sartorius jefe político (gobernador civil) de Castellón: “Instalado en mi ínsula, quise, como Sancho, ser justo y promover el bien. ¡Inexperto! No sabía yo que para hacer, mandando, estas dos cosas tan difíciles era menester por empezar por respetar los trámites”. Ejemplos de sus iniciativas políticas: propone la instrucción obligatoria y establece la beneficencia, además de preocuparse por los caminos y la apariencia de los pueblos; también ordena el fusilamiento de un revolucionario; al año siguiente dimite por presiones de los caciques de la provincia (la campaña de desprestigio le llevará a afrontar con éxito su primer duelo, “a pistola”) y acepta el mismo cargo en Alicante, donde en 1849 se casará con Guillermina O’Gorman, dama de excelente posición perteneciente a una familia católica irlandesa (para el ultracatólico Alejandro Pidal y Mon, Campoamor era “un pagano que no tiene de cristiano sino su mujer”; también escribió acerca de él: “Si fuera menos artista sería un escritor pornográfico”). En 1850 sale elegido diputado por Lucena del Cid (Castellón) por el Partido Conservador, pero renuncia para continuar como gobernador de Alicante, donde mejora la red viaria e impulsa la creación del paseo marítimo. En 1851 cae el ministro Narváez y cesan los gobernadores adictos a su partido. Campoamor se dedica a la composición de la epopeya Colón en la dehesa de Matamoros (luego “de Campoamor”), propiedad de su mujer. En 1853 es elegido diputado por Aspe (renunció al acta) y Alicante y nombrado gobernador de Valencia, hasta 1854, fecha en que se produce un levantamiento contra Isabel II, la “Vicalvarada”, y una insurrección en la propia capital levantina, aunque, según testimonio propio, las masas lo respetaron. “Después que la revolución del año 54 tuvo la bondad de no dejarme más cuidados que los de mi familia, me dediqué a poner en orden los manuscritos.” En ese mismo año el matrimonio Campoamor se traslada a Madrid y en la capital publica el autor El personalismo. Apuntes para una filosofía, es nombrado oficial en la secretaría del Ministerio de Hacienda, acepta la dirección del periódico El Estado, sale elegido diputado por Játiva y Vinaroz (puesto al que renuncia) y pronuncia en el Congreso un discurso sobre la libertad de imprenta.

En 1858 publica un relato escrito en su juventud, Acasos y providencias, y una nueva edición aumentada de las Doloras, a las que en 1861 añade su colección de Cantares, que divide en amorosos, epigramáticos y filosófico-morales, en la línea de la estilización de la poesía popular (“Ten paciencia, corazón,/que es mejor a lo que veo/deseo sin posesión/que posesión sin deseo”) que en nuestra tradición poética culmina con la figura de Bécquer. En ese mismo año es nombrado académico de la Española y lee su discurso de ingreso en 1862.

Del mismo año son sus Polémicas con la democracia (previamente recogidas en libro bajo otro título, Manifestación dedicada a la población española en el Río de la Plata, 1861; y con una segunda versión ampliada en 1873), recopilación de sus artículos periodísticos en defensa de la doctrina moderada, que formaban parte de una polémica con Castelar y Canalejas que tuvo lugar en las páginas de El Estado a raíz de un folleto del primero sobre La fórmula del progreso, que no era otra que la democracia, que Campoamor, partidario de la oligarquía y de la propiedad privada, consideraba absurda. Castelar retrató certeramente al poeta asturiano: “Ligero en sus juicios, ingenioso en sus conceptos, brillante y vario en su estilo, poco respetuoso con las altas ideas humanas, dispuesto a sacrificar a un chiste todo un sistema [...] será siempre a mis ojos un refinado sofista”. En efecto, Campoamor escribió en la polémica cosas como ésta, que también aparece jocosamente en una de sus doloras: “¡Tened presente que el hablarles mal del freno de la autoridad a los que han de obedecer, es tan peligroso como si en este siglo de descubrimientos se presentase uno diciendo a nuestras mujeres que él había descubierto que no había infierno! ¡Dios mío, Dios mío! ¿Qué harían nuestras mujeres?”. Posteriormente, ambos fueron buenos amigos. Debe mencionarse también un curioso incidente biográfico que le convierte en paladín de la causa tradicionalista: en 1863 —el mismo año en que es elegido diputado por Pego (Alicante)—, tras una polémica sobre la vacante en el Ministerio de Marina, con O’Donnell como primer ministro, se bate en duelo, esta vez a sable, hiriendo al entonces capitán de navío Juan Bautista Topete, que será en 1868 un destacado partícipe en el levantamiento de Cádiz.

En 1865 publica su libro filosófico Lo absoluto (declarado en 1866 libro de texto en algunas universidades pero “humorismo puro” según Menéndez Pelayo o una dolora más para Giner de los Ríos) y es diputado por Alcoy (Alicante); en 1866 aparece otra nueva edición de sus Doloras y Cantares, con prólogo de Ventura Ruiz Aguilera y notas de Menéndez Rayón, y de 1869 es su extenso poema alegórico-simbólico, pretendidamente de inspiración dantesca, El drama universal. En 1867 fallece en Navia su madre, a la que según parece el poeta hacía veinte años que no visitaba, y en 1868, como es sabido, se produce la Revolución septembrina y el destierro de Isabel II a Pau (Francia), adonde acude a rendirle homenaje y a testimoniarle su adhesión. Los Campoamor abandonan Madrid y se instalan en su finca de Alicante.

Aprovecha el poeta su fama para volver a los escenarios y estrena diversas doloras dramáticas: Guerra a la guerra (estrenada el 3 de noviembre de 1870 en el Teatro Español de Madrid), El palacio de la verdad (1871), Cuerdos y locos (1873, su mayor éxito), Dies Irae (1873), El honor (1874), Así se escribe la historia (1875, estrepitoso fracaso). En 1872 lee en la Academia la necrológica a González Bravo y publica la primera serie de Pequeños poemas (en 1873 y 1874, las siguientes series, asimismo se publican varios poemas sueltos; hasta 1894 publicará diversas ediciones corregidas y aumentadas hasta alcanzar un total de treinta y un poemas, el más célebre de ellos “El tren expreso”). A decir del propio autor, se trata de “doloras amplificadas”, algunas de ellas auténticas “novelas en verso” que tratan los mismos temas que preocupan por entonces a los novelistas del realismo, con técnicas psicológicas afines que hacen del poeta un irónico narrador omnisciente, con descripciones y diálogos vivos y una clara preferencia por la forma epistolar y los monólogos dramáticos. Su pretensión: “Sustituir a la novelería en prosa, que, una vez leída, se arrincona para siempre, por el cuento en verso que por el atractivo del ritmo se suele volver a escuchar con gusto, lo mismo que sucede con las obras musicales”.

A partir de 1874, con la Restauración monárquica y el Gobierno de Cánovas del Castillo, Campoamor ocupa diversos cargos políticos: director general de Beneficencia y Sanidad (1875-78); diputado en varias legislaturas por Santa Cruz de Tenerife (1876), Antequera (1879) y Madrid (1884); consejero de Estado (1878-1881 y 1884-1888), y finalmente senador del reino (tras haber fracasado una primera propuesta de Cánovas, al que Campoamor le dedicó una laudatoria biografía, por la oposición de Pidal, denunciada por Clarín en “Entre bobos anda el juego”, recogido en Ensayos y revistas.) Será senador por Murcia, 1889, León, 1891, y Orense, 1896).

Asimismo participa en diversas polémicas: sobre el krausismo (con Francisco de Paula Canalejas y Manuel de la Revilla), originada por su prólogo al libro de poemas de Revilla Dudas y tristezas (1875), en el que atacaba a los krausistas; sobre la originalidad y el plagio: a raíz del estreno de su drama Así se escribe la historia (1875) se le aclama por su originalidad desde el diario La época, pero El Globo. Diario ilustrado le acusa de plagiar a Víctor Hugo (Campoamor se defendió declarándose “abeja literaria” y afirmando que “un poeta para ser bueno no necesita ni ser original siquiera” o que “en literatura no hay plagio: o se copia o se imita”); o la polémica con Juan Valera sobre la metafísica y la poesía, iniciada en 1889 en las revistas La España Moderna La Ilustración Española y Americana, en respuesta a un editorial de El Ateneo que rezaba: “se insertará toda producción referente a cualquier rama de la ciencia, sin desdeñar la poesía”. Esta polémica se añadirá a la Poética en su segunda edición (1890) como capítulo XII (“¿Está la forma poética llamada a desaparecer?”) y se publicará en libro aparte en 1891, La metafísica y la poesía. Polémica por don Ramón de Campoamor y don Juan Valera.

La edición de 1879 de Los pequeños poemas reproduce ampliada, en el prólogo, la conferencia que “como expresión y defensa de su sistema literario” pronunció en el Ateneo, germen de su posterior Poética (1883), tratado de capital importancia por su valor de exégesis de su propia obra poética y por sus renovadores propósitos estéticos: aproximación de la poesía a la prosa y del lenguaje escrito al lenguaje hablado, su deliberado prosaísmo como intento de “desviejar la poesía” y desterrar “el antiguo dialecto poético”, la necesidad de emparentar la poesía con los problemas contemporáneos, así como otras muchas propuestas realmente sorprendentes por su modernidad.

Asimismo, ve la luz otro de sus peculiares libros filosóficos, El ideísmo. En 1881 publica completo su mejor —según Leopoldo Alas— pequeño poema: “Los buenos y los sabios”, para el crítico el inicio de la poesía naturalista.

En 1886 publica las Humoradas (1888, segunda edición aumentada, pero seguirá escribiéndolas hasta su muerte), con lo que su sistema poético queda completo al concebirlo como una interrelación de unidades líricas: “¿Qué es humorada? Un rasgo intencionado. ¿Y dolora? Una humorada convertida en drama. ¿Y pequeño poema? Una dolora amplificada. De todo esto se deduce que mi modo de pensar será malo, pero no se me podrá negar que, por lo menos, es lógico.” Poesía muy breve, lapidaria, sentenciosa, humorística, próxima al epigrama, al concepto o al chiste, a veces al ripio (“La conciencia, al final de nuestra vida,/sólo es un laberinto sin salida”); las humoradas son la quintaesencia de su obra lírica, que Clarín denominó “detritus de una ilusión”, “lecciones bruscas de experiencia”; en ocasiones “anticipo de greguerías” para Luis Cernuda. Además publica otro poema extenso al modo de Byron o Espronceda, El Licenciado Torralba (1888), donde fusiona los mitos donjuanesco y fáustico.

De sus últimos años cabe destacar su larga corresponsalía para el diario La Época de Santiago de Chile (1880-1892), sus dos viajes a París o su anecdótica asistencia, a los sesenta años, a la cátedra de Química de la Escuela de Farmacia, donde se distrae preparando quinina y bebidas gaseosas. Se suceden los homenajes, los estudios críticos y el reconocimiento culto y popular de su obra. En 1890 fallece su esposa y desde esta fecha Campoamor no volverá a publicar ningún libro nuevo. En 1892 se inaugura, con una sesión de ópera, el Teatro Campoamor de Oviedo, bautizado así gracias a la iniciativa de un concejal del ayuntamiento, Leopoldo Alas, “Clarín”, el crítico literario más culto, exigente y temido, para quien Campoamor era nuestro primer poeta contemporáneo.

Los últimos años de su vida transcurren con tranquilidad: rechaza un título nobiliario ofrecido por Sagasta y rehúsa hasta tres veces ser coronado poeta (honor que en su siglo habían merecido Quintana, Zorrilla y Núñez de Arce): “Parece que anteriormente en dos ocasiones se ha intentado esa espléndida humorada en acción, pero el poeta ha protestado por tan vistosos honores y se ha encerrado en su casa a pasar sus últimos años en la burguesa existencia de un rentista que padece reumatismo”, escribe el joven Rubén Darío en una de sus crónicas. Dimite Campoamor de sus cargos públicos para cuidar de su maltrecha salud y comprobar, como decía en una de sus humoradas, “lo que dura un hombre bien cuidado”. Hacia 1899, el citado poeta nicaragüense, remedando la dolora “Cosas del tiempo”, lo retrata en un penoso estado físico: “Mientras un criado le llevaba el alimento a la boca —¡santo Dios, y éste es aquél!— aquella ruina venerable movía la cabeza, y con la mirada decía muchas doloras crepusculares llenas de cosas tristísimas.” Muere en Madrid en 1901, a los ochenta y tres años de edad, mientras se iniciaba la publicación de sus Obras completas en ocho volúmenes (1901-1903), revisadas y compulsadas con los originales autógrafos, a cargo de Urbano González Serrano, Vicente Colorado y Mariano Ordóñez. En una última jugada estratégica, el poeta —gran propagandista de sí mismo— renunció en su testamento a los derechos de autor sobre sus Doloras Humoradas, con lo que se sucedieron multitud de ediciones.

La importancia de su legado poético decreció a principios del siglo XX (son paradigmáticos al respecto los ataques de Azorín en La voluntad ), pese o quizás debido a mantener un gran prestigio popular (Clarín: “En España, la mayor parte de los desengaños y contradicciones de la vida se expresan ya por el vulgo con versos de Campoamor”), fue denostado por prosaico y apenas mereció la atención crítica, a pesar de su influencia en Bécquer, Darío o los Machado, hasta que Luis Cernuda o Vicente Gaos lo reivindicaron y actualmente, y aunque todo es según el color del cristal con que se mira, puede apreciarse un nuevo interés crítico por su obra y su influencia en poetas consagrados.

 

Obras de ~: El Castillo de Santa Marina: drama original en cinco jornadas y en verso, Madrid, Imprenta de T. A. de Romeral, 1838; Una muger [sic] generosa: comedia original en dos actos y en verso, Madrid, Imprenta Hijos de doña Catalina Piñuela, 1838; Poesías (después denominado Ternezas y flores), Madrid, Liceo Artístico y Literario, Imprenta de Mellado, 1840; La fineza del querer: comedia, Madrid, Imprenta de Albert, 1840; El hijo de todos: comedia en dos actos original y en verso, 1841 (estreno) (Madrid, Vicente de Lalama, 1853); Fábulas originales, Madrid, Est. Tipográfico de la calle del Sordo, 1842; Ayes del alma, Madrid, Boix, editor, 1842; Ternezas y flores; Ayes del alma; Fábulas, Madrid, La España Moderna, 184?; Los manuscritos de mi padre: novela original, Madrid, Imprenta de F. Suárez, 1842; Historia crítica de las Cortes reformadoras (con Semblanzas de las Cortes reformadoras), Madrid, Imprenta de Uzal y Aguirre, 1845; Doloras, Madrid, Establecimiento Tipográfico P. Madoz y L. Sagasti, 1846 (eds. 1858, 1861 [con Cantares], 1864, 1885, 1890 ss.; Filosofía de las leyes, Madrid, Boix, 1846; Obras poéticas de Campoamor, Madrid, La Publicidad, Rivadeneyra, 1847; Obras poéticas, México, David, 1851; Colón, Valencia, J. Ferrer de Orga, 1853; El personalismo. Apuntes para una filosofía, Madrid, Imprenta y Estereotipia de Rivadeneyra, 1855; Acasos y providencias, Madrid, 1858; Pensamientos de Campoamor extractados de sus obras, por D. Damián M. de Rayón, Madrid, Rivadeneyra, 1861; Polémicas con la democracia, Madrid, A. Vicente, 1862 (Madrid, Imprenta J. M. Pérez, 1873); La Metafísica, limpia, fija y da esplendor al lenguaje. Discursos leídos ante la Real Academia Española, en la recepción pública del Sr. D. ~ en el día 9 de marzo de 1862 [contestación del Excmo. Sr. D. Mariano Roca de Togores], Madrid, Rivadeneyra, 1862 (ed. Madrid, Rivadeneyra, 1865); Lo absoluto, Madrid, 1865 (ed. de Á. Ruiz de la Peña, Oviedo, Hércules-Astur de Ediciones, 1992); Doloras y Cantares, Madrid, Librería de Alfonso Durán, Imprenta Rivadeneyra, 1866; El drama universal: poema en ocho jornadas, Madrid, Rivadeneyra, 1869; Lima, Benito Gil, 1869; Guerra a la guerra: dolora dramática, Madrid, Imprenta D. C. Frontaura, 1870; El palacio de la verdad, Madrid, 1871; Epístola necrológica a Don Luis González Bravo, Madrid, Rivadeneyra, 1872; Obras poéticas de ~, Paris, Baudry, Librería Europea, 1872; Los pequeños poemas, Madrid, Victoriano Suárez, 1872 [eds. 1873, 1874; English y Gras, 1879; Sevilla, Francisco Álvarez, 1881 y (1894); Valencia, Pascual Aguilar, 1886 (ed. 1887 ss.)]; Cuerdos y locos: comedia en tres actos, Madrid, V. Suárez, Imprenta Rivadeneyra, 1873; Dies Irae: drama en un acto, Madrid, V. Suárez, 1873; El honor: comedia en tres actos y en verso, Madrid, Imprenta Aribau y Cía., 1874; Así se escribe la historia, Madrid, 1875; Química conyugal, Madrid, 1877; Nuevos pequeños poemas y Doloras, Sevilla, Francisco Álvarez, 1877; Poética, Madrid, Victoriano Suárez, 1883; Poética [Polémicas literarias], Valencia, Pascual Aguilar, 1890 (2.ª ed. aum.) (ed. de J. L. García Martín, Gijón, Universos, Libros del Pexe, 1995); El ideísmo, Madrid, Imprenta Central, V. Sáiz, 1883; Poesías escogidas, Barcelona, Francisco Pérez, 1883; Estudio y semblanza de D. Antonio Cánovas del Castillo, Madrid, Imprenta Central, 1884; Cómo rezan las solteras, Madrid, 1884 (publicado como Pequeño poema); Glorias humanas: drama en un acto (estrenada como La pierna de cordero), Madrid, V. Sáiz, 1885; Obras escogidas, Leipzig, Brockhaus, 1885-1886; Humoradas, Madrid, Librería de Ricardo Fé, 1886, 1888; Valencia, Pascual Aguilar, 1889; Doloras y poemas, Paris, Garnier, s. f. [1886]; Poemas, Montevideo, Imprenta a vapor de La España, 1887; El licenciado Torralba (poema en ocho cantos), Madrid, Fé, 1888; Obras completas (sic, contiene sólo la poesía), Barcelona, Montaner y Simón, 1888; con J. Valera, La metafísica y la poesía: polémica, Madrid, Sáenz de Jubera Hermanos, 1891; Nuevos poemas, Madrid, Ricardo Fé, 1892; Obras poéticas completas, Barcelona, Luis Tasso, 1900; Obras completas, revisadas y compulsadas con los originales autógrafos bajo la dirección de los Sres. U. González Serrano, V. Colorado y M. Ordóñez, Madrid, Felipe González Rojas, editor, 1901-1903, 8 vols.; Obras poéticas completas, Madrid, Aguilar, 1929; Obras poéticas completas, Barcelona, Ramón Sopena, 1934; Poesías, intr., ed. y notas de C. Rivas Cherif; pról. de F. Ros; Madrid, Espasa Calpe, 1956 (recoge ed. anteriores de 1921, 1932 y 1943); Poesía, ed., est. y notas de V. Gaos, Zaragoza, Ebro, 1962; Poesías, intr. de J. Campos, Madrid, Alianza, 1983; Obras selectas, ed. de Á. Ruiz de la Peña, Oviedo, Hércules, 1992; Releer a Campoamor, ed. de V. Montolí, Barcelona, PPU, 1995; Antología poética, ed. de V. Montolí, Madrid, Cátedra, 1996; Obras filosóficas, pról. de G. Bueno, Oviedo, Fundación G. Bueno, Pentalfa, 2000.

 

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Víctor Montolí Bernadas

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