Ayuda

Julio de Ardanaz Crespo

Biografía

Ardanaz Crespo, Julio de. Santander (Cantabria), 22.V.1860 – ?, 1939. Teniente general del Ejército, ministro de la Guerra, miembro de la Asamblea Nacional, consejero de Estado.

Hijo de Eulalio Ardanaz Zualdondo y de Cándida Crespo de la Cuesta. A los catorce años ingresó en la Academia del Cuerpo de Estado Mayor, siendo promovido a teniente el 11 de julio de 1878. Tras realizar las prácticas reglamentarias en unidades armadas, fue destinado al Estado Mayor de la Capitanía General de Madrid, donde quedó adscrito a la comisión del Mapa Militar de España, con el cometido específico de elaborar las hojas de la provincia de Segovia.

Ascendido a capitán el 25 de enero de 1883, pasó a desarrollar la misma labor en Tenerife y en 1885, en Santoña, donde contrajo matrimonio con Luisa Durán en 1887. El 21 de marzo de este año solicitó traslado al Ejército de Filipinas, en plaza de superior categoría, y durante los seis años que pasó en Manila se dedicó básicamente a levantar los mapas de las diversas provincias de la isla de Luzón.

El 18 de agosto de 1894, al año de regresar a Madrid en comisión de servicio no indemnizable, le correspondió el ascenso a comandante del Cuerpo de Estado Mayor y fue destinado a Tenerife, adonde no llegó a incorporarse por solicitar el pase a la situación de reemplazo en Santander.

En diciembre de 1895 volvió al servicio activo como jefe de Estado Mayor del Gobierno Militar de Bilbao, y de allí, tras ascender a teniente coronel el 18 de noviembre de 1896, pasó a desempeñar la segunda jefatura del Estado Mayor de la Capitanía General de Burgos. De agosto a noviembre de 1898, fue destacado a Santander como jefe de la comisión encargada de gestionar y supervisar la repatriación de los soldados que volvían de Cuba y Puerto Rico.

En 1900 solicitó un año de excedencia en Santander, a cuyo término y hasta 1907, se trasladó a Tenerife para levantar el plano de la isla. Finalizado el trabajo de campo, fue destinado al Depósito de la Guerra de Madrid para supervisar su publicación. En junio de 1908, culminado el trabajo y recompensado con una Cruz Blanca del Mérito Militar pensionada, marchó a Pamplona como director de la comisión del plano de la frontera hispano-francesa.

La campaña de Melilla condicionó su nombramiento como jefe de Estado Mayor de la División de Cazadores del Ejército de Operaciones, llegando a la plaza africana el 5 de agosto de 1909, a la semana de producirse la masacre del Barranco del Lobo. Su participación en el combate de Taxdirt le valió la Cruz Roja del Mérito Militar pensionada y el de Zoco el Jemis, la propuesta para el ascenso a coronel. Además, el jefe de la División, Antonio Tovar, se sirvió de su amplia experiencia topográfica para encargarle numerosas acciones de reconocimiento que solventaran la total carencia de planos de la zona de operaciones.

En enero de 1910, disuelta la División de Cazadores tras desfilar triunfalmente por las calles de Madrid, regresó a su destino en Pamplona hasta el 21 de marzo, en que, ascendido a coronel por los méritos adquiridos en Melilla, quedó agregado al Ministerio de la Guerra. En octubre de 1911, el ministro Agustín Luque le destinó a su Estado Mayor y, en mayo de 1912, le nombró jefe de la Oficina Central de Tropas y Asuntos Indígenas de la Capitanía General de Melilla, cargo que llevaba aparejado el mando de la recién creada Policía Indígena.

Durante los siguientes tres años, su principal tarea fue extender la influencia española en la zona oriental del nuevo Protectorado, mediante la construcción de comisarías, escuelas, ambulatorios, hospitales, etc., aunque en numerosas ocasiones también se vio obligado a implicar a sus policías en los combates de la llamada campaña del Kert.

El 21 de septiembre de 1915, el gobierno de Eduardo Dato recompensó la importante labor desarrollada con el ascenso a general de brigada, quedando de cuartel en su ciudad natal. En enero siguiente, fue nombrado jefe de Estado Mayor de la Capitanía General de Aragón, donde permaneció casi cuatro años.

En noviembre de 1919 se le encomendó la Sección de Justicia y Asuntos Generales del Ministerio de la Guerra, y el 1 de marzo de 1921, ascendido a general de división, fue nombrado gobernador militar de Vizcaya y jefe de la división con cabecera en Bilbao.

El 2 de diciembre del mismo año, Juan de la Cierva, titular de la cartera de Guerra del llamado Gobierno Nacional, presidido por Antonio Maura, le confió la Subsecretaría del Ministerio, participando como tal en la Conferencia de Pizarra (Málaga), donde se debatió la mejor forma de abordar la conflictiva situación del Protectorado marroquí, después del desastre de Annual y el hundimiento de la Comandancia General de Melilla.

Al hacer crisis el gobierno de Maura en marzo de 1922, José Olaguer-Feliu, ministro de la Guerra del gabinete de José Sánchez Guerra, le nombró comandante general de Melilla, cargo del que dimitió a los cuatro meses por un enfrentamiento con el general Dámaso Berenguer, alto comisario de España en Marruecos, sobre la forma de llevar las operaciones.

A su regreso a la Península, quedó disponible en Santander hasta que, el 24 de octubre del mismo año, Sánchez Guerra le nombró gobernador civil de Barcelona, cargo del que cesó en diciembre al hacer crisis el gabinete. En enero de 1923, Niceto Alcalá Zamora, ministro de la Guerra del Gobierno presidido por Manuel García Prieto, le nombró gobernador militar de Álava y jefe de la 3.ª División de Caballería, y dos meses después, segundo jefe del Estado Mayor Central, cuyo titular, el teniente general Luis Aizpuru Mondéjar, le mantuvo en el cargo cuando, en mayo, sustituyó a Alcalá Zamora en el Ministerio.

El 23 de septiembre, a las órdenes de Valeriano Weyler, nuevo jefe del Estado Mayor Central, se sumó al golpe de Estado por el que Miguel Primo de Rivera se convirtió en presidente del Directorio Militar.

Éste le mantuvo en su puesto, y le encomendó además los de presidente del Consejo Superior Geográfico, inspector general de Cartografía, vocal de la Real Sociedad Geográfica y presidente de la comisión para la reforma del catastro parcelario de la propiedad urbana y rústica.

El 17 de febrero de 1925, Primo de Rivera le ascendió a teniente general, nombrándole primero capitán general de Galicia y poco después de Madrid. En septiembre de 1926, desde este puesto, hubo de hacer frente al primer conato de amotinamiento de los oficiales del Cuerpo de Artillería, vejados por la supresión de la escala cerrada decretada por Primo de Rivera, que se saldó satisfactoriamente en diciembre del mismo año.

En mayo de 1927 pasó a presidir el Consejo Supremo de Guerra y Marina, lo que llevaba aparejado un escaño en la Asamblea Nacional Consultiva, cesando en el cargo el 9 de noviembre de 1928, al pasar a la situación de primera reserva por cumplir la edad reglamentaria. A los veinte días, el 1 de diciembre, Primo de Rivera le confió el recién creado Ministerio del Ejército, donde continuó hasta que dimitió el dictador a finales de enero de 1930.

El 16 de mayo, el nuevo presidente, Dámaso Berenguer, le nombró vocal del Consejo Supremo del Ejército y Marina, y el 31 de enero de 1931, consejero de Estado, puesto que ocupaba al proclamarse la República.

El 18 de mayo, Manuel Azaña le cesó y le pasó a la situación de disponible, y el 14 de septiembre ordenó su procesamiento por colaboración con la Dictadura y fue internado en la Prisión Militar de San Francisco de Madrid, quedando a disposición de la Comisión de Responsabilidades de las Cortes Constituyentes. El 26 de mayo de 1932 se decretó su pase a la situación de segunda reserva por cumplir setenta y dos años, y el 7 de diciembre, el Tribunal Supremo de Justicia le halló culpable del delito de auxilio de alta traición y le impuso las penas de seis años de destierro, a más de doscientos cincuenta kilómetros de Madrid, y doce años de inhabilitación absoluta, con las accesorias de expulsión del Ejército y pérdida de sueldo y pensiones.

El único dato documentado a partir de ese momento es la constancia de su fallecimiento en 1939, sin que haya sido posible localizar lugar ni fecha exacta. Tampoco hay datos sobre sus actividades y paradero desde 1933, ni sobre su actitud y situación durante la Guerra Civil.

 

Obras de ~: La isla de Tenerife desde el punto de vista topográfico militar, Madrid, Imp. del Depósito de la Guerra, 1885.

 

Bibl.: A. Serra Orts, Norte de África. Recuerdos de la Guerra del Kert de 1911-12, Barcelona, Imprenta Elzeviriana, 1914; J. Ramos Winthuyssen, Tropas indígenas y ejército colonial, Sevilla, Imprenta de Gómez Hnos., 1921; J. A. Primo de Rivera, Las responsabilidades políticas de la Dictadura. Un proceso histórico. Los alegatos de Calvo Sotelo. La defensa de Primo de Rivera. El voto particular de Casanueva. La sentencia, pról. de J. Calvo Sotelo, Madrid, Imprenta de Galo Sáez, 1933; Servicio Histórico Militar, Historia de las Campañas de Marruecos, t. II, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1951; M. Alonso Baquer, Aportación militar a la cartografía española en la historia contemporánea, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972; J. de Sotto y Montes, “Notas para la historia de las fuerzas indígenas del antiguo protectorado de España en Marruecos”, en Revista de Historia Militar, 35 (1973), págs. 117-154; F. Gómez-Jordana Souza, La tramoya de nuestra actuación en Marruecos, Madrid, Editora Nacional, 1976; M. T. González Calbet, La Dictadura de Primo de Rivera. El Directorio Militar, Madrid, El Arquero, 1987; F. Puell de la Villa, “La cuestión artillera”, en Hispania, 165 (1987), págs. 279-308; C. Navajas Zubeldia, Ejército, Estado y Sociedad en España (1923-1930), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1991; F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, Madrid, Alianza, 2000; E. Baldovín Ruiz y E. Gregori San Ricardo, Historia del Cuerpo y Servicio de Estado Mayor, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; R. Muñoz Bolaños, “La campaña de 1909” y “Operaciones militares (1910-1918)”, en J. L. de Mesa Gutiérrez, Las Campañas de Marruecos (1909-1927), Madrid, Almena, 2001, págs. 8-127; F. Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, 2.ª ed., Madrid, Alianza, 2005.

 

Fernando Puell de la Villa