Tello de Portocarrero, Hernán (o Fernando). Salamanca, c. 1552 – Amiens (Francia), 4.IX.1597. Militar.
Hijo natural de Jerónimo Portocarrero, hijodalgo, regidor de Toro, habido con María de Velasco, cuando el primero estudiaba en la Universidad salmantina.
Su padre le reconoció a corta edad y le llevó a Toro, donde se crió en la casa de sus abuelos, Hernán Rodríguez Portocarrero y María Deza. Aunque los tratadistas coetáneos (Coloma, Vázquez, Villalobos, etc.) le hacen natural de dicha villa, cuna de su solar, lo cierto es que vino al mundo en Salamanca.
Tales circunstancias, así como la fecha de su enganche militar, se conocen por una deposición testifical publicada por Fernández Duro (1895: 35), aunque dicha prueba contraviene lo aportado por Carlos Coloma, prestigioso y afamado militar contemporáneo que le conoció personalmente.
Asentó de soldado en el otoño de 1571, partiendo hacia Messina el año siguiente. Sirvió primero en el tercio de Lope de Figueroa, llamado “de la Liga”, con el cual combatió a los turcos en el Mediterráneo y pasó luego a Portugal, tomando parte en la sumisión de las Azores (1583), siendo sargento de la compañía de Manuel de Vega. Ascendió a capitán en 1585 y recibió una compañía en el Tercio de Francisco de Bobadilla para servir en Flandes, distinguiéndose en la isla de Bomel en la jornada conocida como “el milagro de Empel” (7 de diciembre de 1585) y en el combate y retirada de Engelen (13 de julio de 1587), cerca de Eindhoven. En 1591 fue designado sargento mayor del tercio, entonces al mando del maestre de campo Alonso de Mendoza, a quien hubo de suplir como jefe del mismo en varias ocasiones. En una de ellas, durante la retirada tras el fallido socorro de Laon (1594), salvó a su tercio de una situación muy comprometida mediante un hábil recurso de ingenio. El año siguiente se halló en la captura de Doullens (28 de julio de 1595), plaza de la cual fue nombrado gobernador como recompensa a sus méritos durante el asedio. Sirviendo dicho gobierno, concibió el atrevido plan de apoderarse de la villa y plaza de Amiens, capital de Picardía, mediante una estratagema. Algunos soldados entraron en la villa disfrazados de aldeanos y, tras sorprender al cuerpo de guardia, lograron apoderarse de una puerta por la que entró la tropa apostada en las inmediaciones de una vecina ermita, tomando la ciudad por sorpresa (11 de marzo). Tello de Portocarrero, que disponía de escasos efectivos, había descontado el socorro del archiduque Alberto para conservar aquella importante conquista, pero hubo de defenderla en solitario ante la rápida reacción de Enrique IV, que la sitió con un fortísimo ejército a primeros del mes siguiente. A falta de la necesaria ayuda, el bravo soldado fue estimulado con sucesivas mercedes: el ascenso a maestre de campo (abril), el hábito jacobeo y la encomienda de Carrizosa (6 de julio de 1597), pero ni siquiera tuvo ocasión de recibirse en la Orden, porque murió de un cañonazo a punto de cumplirse el quinto mes de su heroica defensa.
La guarnición, desalentada por la muerte de su jefe, se rindió el 25 de septiembre de aquel mismo año, sin que hubiera llegado a ser socorrida.
La sorpresa de Amiens despertó la admiración de Europa, pero su rápida reconquista por los franceses permitió acuñar el famoso refrán popular “mucho ruido y pocas nueces”, que no solamente aludía al nulo fruto de aquella conquista, sino a los frutos del nogal utilizados como cebo para desviar la atención de la guardia francesa el día del ardid. Aparte de numerosas relaciones, avisos y hojas volanderas, el suceso fue llevado a los escenarios por Francisco A. Bances Candamo (1662- 1704) en la comedia Por su rey y por su dama, representada por primera vez en 1685. Acaso convenga apuntar que la hazaña de Hernán Tello no fue del todo estéril, porque Enrique IV, exhausto por el coste de recuperación de Amiens —donde aún hoy se conserva un indeleble rastro de las fortificaciones trazadas para su reconquista—, resolvió aceptar la Paz de Vervins (2 de mayo de 1598), rompiendo sus compromisos con Inglaterra y las Provincias Unidas de Holanda de no firmar ninguna paz por separado con España.
Fuentes y bibl.: C. Coloma, Las guerras de los Estados Bajos, desde el año 1588 hasta el de 1599, Amberes, P. y J. Bellero, 1625 [Madrid, 1948 (col. Biblioteca de Autores Españoles, XXVIII)]; D. de Villalobos y Benavides, Comentarios de la cosas sucedidas en los Paises Bajos de Flandes desde el año 1594 hasta el de 1598, introd.
y notas de A. Llorente, Madrid, 1876 (col. Libros de antaño nuevamente dados á luz por varios aficionados, VI); A. Vázquez, Los sucesos de Flandes y Francia del tiempo de Alejandro Farnese, Madrid, Viuda de Calero, 1879-1880 (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, LXXII-LXXIV), t. II, págs. 269 y 274-275, y t. III, pág. 401; C. Fernández Duro, Hernán Tello Portocarrero y Manuel de Vega Cabeza de Vaca, capitanes de gloriosa memoria. Bosquejo leído ante la Real Academia de la Historia, Madrid, Fortanet, 1895; E. Fernández Prieto, “El linaje de los Portocarreros de la ciudad de Toro”, en Cartela Heráldica (Madrid), n.º 4 (1972); J. Roco de Campofrio, España en Flandes. Trece años del gobierno del Archiduque, 1595-1608, Alcántara, Ayutamiento, 1973; G. Hurpin, “Diego de Villalobos, témoin et chroniqueur du siège d’Amiens”, en VV. AA., Actes du colloque international tenu au Musée national du château de Pau et à l’Université de Pau et des Pays de l’Adour les 8, 9, 10 et 11 octobre 1998, Paris, 2000, págs. 127-150.
Juan Luis Sánchez Martín