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San Francisco Serrano

Biografía

Serrano Frías, Francisco. Huéneja (Granada), 4.XII.1695 – Hu (China), 28.X.1748. Dominico (OP), evangelizador y mártir en China, obispo, santo.

Era el quinto hijo del matrimonio formado por Juan Serrano Ximénez y María de Frías Treviño. Los pocos medios familiares bastaron para otorgarle los conocimientos en lengua latina y demás estudios exigidos para ser admitido en la Orden de Predicadores.

Tras superar el año de noviciado y dar muestras de sobrada aptitud, el 23 de abril de 1714 hizo su primera profesión religiosa en el Convento de Santa Cruz la Real de Granada. Allí mismo comenzaría y completaría los años de formación en Filosofía y Teología.

Concluidos con lucimiento los siete años de formación, los superiores le nombran Lector de Artes y le encomiendan la enseñanza de la Filosofía en el mismo convento. Tras un trienio ocupado en estos quehaceres, decide alistarse en un grupo de dominicos que parte para Filipinas y China. Con ellos embarca en el puerto de Santa María (Cádiz) el 13 de julio de 1725.

Tras una normal travesía atlántica llegaron a Veracruz el 20 de septiembre de ese mismo año. Les quedaba por recorrer a pie todo México, animados con la esperanza de hallar pronto una nave que los trasladara de Acapulco a Manila. No fue así. Forzados por las circunstancias hubieron de permanecer dieciséis meses en la casa de San Jacinto de México. Aquella casa se convirtió en convento de vida reformada y centro de estudios, ejerciendo nuestro personaje de lector de Teología y formador de los frailes más jóvenes de la expedición.

Finalmente, desaparecidos todos los impedimentos, se embarcaron en Acapulco el 5 de abril de 1727, en el navío Nuestra Señora de los Dolores, y tras varios meses de navegación, la expedición llegó a Manila durante el mes de julio de 1727.

Su estancia en la capital filipina fue corta: según consta en las Actas de Consejos de la Provincia, el 6 de agosto de 1727, los superiores hicieron realidad los sueños del fraile granadino. La cruel persecución iniciada en China había reducido drásticamente el grupo de evangelizadores. Para reemplazarlos serán enviados los PP. Francisco Serrano, Manuel Tenorio y Mateo Villafaña. De inmediato parte de Manila hacia Macao, desde donde intentará introducirse secretamente en la gran región de Fogán. Disfrazado, unas veces de campesino y otras de soldado, y en medio de enormes penalidades logró llegar a su destino.

Su primera tarea fue aprender la difícil lengua china, instrumento necesario para realizar la misión que se le había encomendado. Cuando la vigilancia era más laxa, fray Domingo se valió de los más arriesgados ardides para penetrar en ciudades amuralladas, a fin de llevar el consuelo espiritual a aquellos cristianos perseguidos. En otras ocasiones, escondido en casas, tumbas, pozos o alacenas fue sobreviviendo gracias a los cristianos chinos. Con esas penurias, sin poder moverse por la estrechez de los lugares; pasando fríos, malnutrido y lleno de pesadumbres, no es de extrañar el retrato que el P. Alcocer nos deja de él: “nuestro Serrano es una estatua viva de la muerte, con el estómago perdido y vahídos de cabeza. Pero trabaja como un león”.

Con tremendo coraje fray Domingo cruzó bosques y ríos para confortar con los sacramentos a sus fieles.

La noche era su aliada para trasladarse de casa en casa, bautizar a unos, consolar a otros. Basta leer las Estadísticas que él mismo nos ha dejado para descubrir que a pesar de las persecuciones, el cristianismo siguió extendiéndose en aquella región. Su actividad apostólica fue reconocida por los superiores de Manila, quienes le nombraron superior de aquella misión en 1735-1739 y 1745-1747, pero también su fama llegó a Roma, donde el papa Benedicto XIV le nombró obispo Coadjutor del vicario apostólico de Fukien, con derecho a sucesión. Pero la bula de consagración le llegó el 26 de septiembre de 1747, estando ya en la cárcel, como el mismo P. Serrano nos dice en su Relación del 28 de septiembre de 1747.

El 26 de junio de 1746, cuando se encontraba en el pueblecito de Kitung, cayó en manos de los esbirros del virrey de Fukien y recibió su primer castigo: veinte bofetadas (“con una suela de cuero de carabao, con tres o cuatro dobleces”). El 5 de julio de ese mismo año, cargado de cadenas y rodeado de soldados, fue enviado a Foochow. Allí le sometieron a interminables interrogatorios (sólo en lo que restaba de 1746 fueron “juzgados y molestados por quince mandarines; cuatro de Fogan y once en esta metropoli”) y crueles castigos durante los veintiocho meses en los que permaneció recluido en una mísera cárcel. Entre los castigos más frecuentes se hallaban los azotes o las bofetadas, motivo por el que llegó a perder la audición de uno de los oídos.

A finales de 1747 el virrey Chen-Kio-Kien redactó su sentencia de muerte, pero no podía ser ejecutada sin el refrendo de la Corte Imperial. El 28 de octubre de 1748, el virrey Coc recibió el decreto imperial, pero en él se ordenaba dilatar la ejecución para el invierno del año siguiente. Se burla la orden y esa misma noche el P. Serrano fue ejecutado en la cárcel de Hu: le sentaron en una silla de caña; prepararon una pasta que extendieron sobre un papel de estraza empapado en aguardiente; con ella le cubrieron la nariz y la boca, hasta ser sofocado. Después incineraron su cuerpo. En aquel momento contaba con cincuenta y dos años de edad, y llevaba veintiún años de misionero en China. Fue beatificado solemnemente el 14 de mayo de 1893 por León XIII, y canonizado el 1 de octubre de 2000 por Juan Pablo II.

 

Obras de~: Cartas y relaciones (cincuenta), s. l., 1732/1748; Lista de administración de Sacramentos, s. l., 1734, 1738, 1739 y 1740; Certificado de bautismo y confirmación de Matías Yen, s. l., 1741; Estadística general de los sacramentos administrados en toda la Misión, s. l., 1746; Relación de la cruel persecución que padeció nuestra cristiandad de Fogan el año próximo pasado de 1746. Dase noticia de la prisión de los RR. PP. Misioneros de la Orden de N.P.S. Domingo, con algunos cristianos..., s. l., 1747 (en el Archivo provincial dominicano de Manila); Breve extracto de nuestra prisión. 1746-1748 (en el Archivo de la Orden, Roma).

 

Bibl.: D. Collantes, Cuarta parte de la Historia de la Provincia del Santísimo Rosario de Filipinas, China y Tunkin de la Orden de Predicadores, Manila, Imp. del colegio de Santo Tomás, 1783, págs. 531-533; C. G. Cienfuegos, Reseña histórica de la vida y martirio de los Venerables señores Sanz y Serrano y los Padres Alcover, Rojo y Díaz, Madrid, 1893; E. Fernández Arias, El Beato Sanz y compañeros mártires, Manila, Est. tipogáfico del Colegio de Santo Tomás, 1893; Vida de los mártires de China, Manila, Est. tipográfico del Colegio de Santo Tomás, 1894, págs. 346-347; J. M. González, Historia de las misiones dominicanas de China, vol. II, Madrid, Imp. Juan Bravo, 1964, págs. 257, 270-280, 319-322, 598-599; M. González Pola, “Serrano, Francisco”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Instituto Enrique Flórez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1975, pág. 2442; AA. VV., Testigos de la fe en Oriente. Mártires dominicos en Japón, China y Vietnam, Hong Kong, Secretariado Provincial de Misiones, 1987, págs. 182-184; H. Ocio-E. Neira, Misioneros dominicos en el extremo oriente 1587-1835, vol. I, Manila, Misioneros Dominicos del Rosario, 2000, págs. 298-299.

 

Miguel Ángel Medina Escudero, OP