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Damián Forment Cabot

Biografía

Forment Cabot, Damián. Valencia, c. 1480 – Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), 22.XII.1540. Escultor, pintor y dibujante.

Hijo de Pablo Forment, carpintero o fustero (de ascendencia del Bajo Aragón turolense), y de Beatriz Cabot, hija de un pesador de harinas valenciano. Los años de juventud de Damián Forment transcurrieron en Valencia, donde el 13 de septiembre de 1499 contrajo matrimonio con Jerónima Alboreda, hija de Lorenzo Alboreda (miembro del gremio de carpinteros valencianos y pintor) y de Úrsula Gilbert.

El matrimonio vivió en la calle de San Vicente, parroquia de San Martín, y tuvo cuatro hijas: Úrsula, Magdalena, Isabel y Esperanza, de las cuales al menos las dos menores nacieron ya en Aragón. El escultor tuvo también otras dos hijas naturales, Jerónima y Margarita.

Su formación artística, de base goticista, tuvo lugar en el taller valenciano de su padre, con quien colaboraría en diferentes obras desde 1500. En ese año la duquesa de Gandía, María Enríquez, viuda de Juan de Borja, encargó a Pablo Forment el retablo mayor de la colegiata de esa localidad, destruido en 1936 y del que queda testimonio fotográfico; era de traza gótica, con decoración renaciente en las pilastras que enmarcaban la hornacina donde se alojaba la bella imagen de la Virgen titular, quizás una de las primeras obras de Damián. Las escenas de pintura se encargaron a Pablo de San Leocadio. En torno a 1500 de nuevo Pablo Forment contrató el retablo de la capilla de la Virgen María, de madera policromada, destinado al monasterio de la Puridad, y en el que está documentada la participación de sus hijos Damián y Onofre. Es la única obra conservada del taller valenciano de los Forment y actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia. En algunas de las figuras de bulto se reconoce la mano de Damián; el óculo-expositor de la calle central y los profetas-tenantes del guardapolvo serán característicos de los retablos de su etapa aragonesa. También pudo colaborar con su padre (†1508) en el retablo de la capilla de San Miguel y San Francisco en la iglesia parroquial de San Nicolás de Valencia, financiado por la viuda de Diego Torres, consejero del Rey y baile general del reino de Valencia.

Desde 1504 Damián Forment comenzó a recibir diversos encargos aunque permaneció ligado al taller familiar.

En ese año los jurados de Valencia lo contrataron para hacer las imágenes en madera de San Vicente Ferrer y San Vicente mártir, destinadas a dos galeras para guardar la costa. En la misma fecha trabajó en el palacio de la Generalidad de Valencia, realizando en piedra una imagen de la Virgen con el Niño, otra de San Jorge, además de dos porteros. En 1505 ejecutó un Crucifijo de madera para la catedral de Valencia.

Hacia 1507 efectuó un retablo para la localidad valenciana de Museros, posiblemente de pintura, dado que en la documentación se le cita como pictor. En junio de ese mismo año se comprometió con los jurados de Valencia a realizar en el plazo de diez días un puente de madera en el Grao de la ciudad, para el desembarco de Fernando el Católico y de su esposa Germana de Foix de su viaje desde Nápoles. En febrero de 1509 Onofre y Damián Forment, mestres de fer retaules, fueron contratados para hacer el retablo de San Eloy destinado a la capilla que el gremio de plateros tenía en la iglesia parroquial de Santa Catalina en Valencia; la labor pictórica y diseño “a la italiana” del mismo fueron obra de los pintores Fernando de Llanos y Yáñez de la Almedina. Los Forment tuvieron problemas con el retablo y se inició un proceso que se resolvió en 1518, después de que realizaran una serie de modificaciones en el mismo. La última obra de Damián Forment en Valencia fue un Crucifijo de madera para la catedral de Valencia, por el que cobraba en junio de 1509 cuando ya se había trasladado a Zaragoza. A lo largo de su etapa valenciana fue incorporando las corrientes artísticas renacentistas, introducidas por figuras como el italiano Pablo de San Leocadio y por Fernando de Llanos y Yáñez de la Almedina, que representaban la nueva oleada italianizante y cuyos modelos fueron claves en la formación del escultor. Su hipotético viaje a Italia, que desde Jusepe Martínez (siglo XVII) se viene barajando, si bien es viable tampoco es imprescindible para el acercamiento del escultor al arte del Renacimiento.

En la primavera de 1509 se produjo un hecho crucial en la biografía de Forment, su venida a Zaragoza.

Aquí completó y afianzó el lenguaje renacentista, además de hacer más sólida su formación en los valores plásticos. Su llegada supuso una revitalización del mundo artístico de la capital, que se convirtió en un gran centro escultórico por la coincidencia, además, de una gran generación de maestros. Forment suplantó al escultor real, Gil Morlanes el Viejo, en los grandes proyectos y, como él, se relacionó con comitentes del más alto nivel dentro del estamento religioso y civil. A partir de entonces proyectó grandes retablos, en madera y alabastro, se ocupó de destacados trabajos de tipo funerario y se solicitaron sus diseños para obras de orfebrería, escultura, pintura y vidrieras.

Forment aparece documentado en Zaragoza el 1 de mayo de 1509, como un escultor con pleno conocimiento de la profesión, cuando en esa fecha contrató con el Cabildo del Pilar la obra del banco del retablo mayor de la iglesia, de alabastro. Finalizada esta parte, contrató el 8 de marzo de 1512 el cuerpo del retablo, todo un reto para Forment que tuvo que reforzar y ampliar su taller con nuevos aprendices y oficiales. Lo terminó en 1518 y fue tasado por el escultor Felipe Vigarny, con quien Forment mantuvo lazos de amistad durante toda su vida. El extraordinario retablo mayor del Pilar es una de las piezas escultóricas capitales del Renacimiento español y punto de partida de la plástica aragonesa renacentista. Sigue el esquema tradicional del retablo mayor de la Seo de esa ciudad y en él se autorretrató el artista y también hizo el retrato de su esposa, quien falleció un año antes que el artista. En las esculturas utilizó modelos de Leonardo y grabados de Alberto Durero. Dadas las dimensiones del proyecto colaboraron en la mazonería los canteros Miguel Árabe y Juan de Segura y en el guardapolvo el carpintero Juan Vierto. Forment se vio asistido por diferentes aprendices de procedencia muy diversa.

Entre 1511 y 1517 se constata la presencia en su taller de los guipuzcoanos Domingo de Urrutia y Juan de Elizalde, del burgalés Lucas Giraldo, del sevillano Francisco de Troya, del oscense Martín Jurdán, del castellano Hernando de Arce, del zaragozano Juan de Salas, del francés Nicolás de Orliens, de Juan de Callurúa y del valenciano Miguel de Peñaranda. Es posible que también formaran parte del mismo el imaginero francés Gabriel Joly y Onofre Forment, que vino de Valencia con sus criados y mozos, y que en Zaragoza llegó a contratar nuevo personal.

Casi simultáneo al encargo del retablo del Pilar contrató el diseño y alma de madera de un busto de plata de Santa Bárbara (1509), destinado al convento del Carmen de Zaragoza. El taller en los años de realización del cuerpo del retablo del Pilar trabajó a pleno rendimiento y la fama de Forment estaba consolidada, como sugieren otros encargos en la misma ciudad. El retablo mayor en madera de la iglesia de San Pablo, contratado en 1511 y finalizado en 1517, presenta la monumental imagen del titular realizada por el propio escultor, mientras en el resto del retablo hay una participación importante del taller; en los altorrelieves de la Pasión, donde empleó grabados de Durero, definió las composiciones de obras posteriores. Han desaparecido el retablo y sepulcro de alabastro, además de imágenes en piedra (1516-1517), del secretario real Miguel Pérez de Almazán, para su capilla en el claustro del Pilar, y el retablo del impresor Jorge Coci en el monasterio de Santa Engracia (1517-1519), ambos proyectos en Zaragoza.

El éxito y el reconocimiento profesional por la realización del retablo del Pilar fue primordial para que Forment decidiera afincarse definitivamente en Zaragoza, adquiriendo en enero de 1519 unas casas, para vivienda y taller, en la calle de San Blas, parroquia de San Pablo. Además, el momento era muy propicio porque se estaba planteando la renovación del mobiliario artístico en los templos de la ciudad, en algún caso como fruto de la estancia en la misma del joven monarca Carlos I y de la Corte. Forment no sólo fue el escultor más sobresaliente de los de su generación que trabajaban en Aragón, sino que también fue magnífico dibujante —una de las claves de su éxito— y es posible que sus creaciones se reprodujeran en el mundo gráfico, suponiendo la venta de estampas para el maestro una fuente importante de ingresos y una difusión de sus modelos. Se sabe con certeza que un argentero de Zaragoza había tallado planchas en boj para Forment en 1519, reservándose el escultor la propiedad intelectual de la difusión de las imágenes.

Esta nueva faceta explicaría su asidua relación con el impresor alemán, Jorge Coci y con numerosos profesionales de la platería.

En ese año de 1519 contrató dos nuevas obras de madera en Zaragoza conservadas: el retablo de la iglesia de San Miguel de los Navarros y el banco del retablo de la iglesia de la Magdalena. El primero, promovido por el arzobispo de la Casa Real, Alonso de Aragón, en la sede de Zaragoza, y que ayudó a financiarlo el papa León X, presenta una estructura plenamente renacentista y una bella imagen de san Miguel; en él nuevamente se emplearon grabados de Durero.

La década de 1520, muy viajera para el escultor, fue la etapa más productiva en número de realizaciones de toda su carrera profesional, si bien la mayor parte de obras han desaparecido. Debido a las dimensiones de los proyectos para Aragón y fuera, Damián Forment hubo de configurar una importante “empresa” de escultura sin parangón en toda la Corona de Aragón durante el siglo xvi. Coincidiendo con la realización del retablo mayor de la catedral de Huesca y otros muchos encargos, amplió de forma potente el taller con nuevos aprendices y colaboradores, desdoblándolo entre Zaragoza y Huesca, con un tercer frente entre 1527 y 1529, en tierras tarraconenses de Montblanc y Poblet. Esta última circunstancia obligó a ese segmento del obrador a visitar la ciudad de Lérida. Ya en 1520 entraron como aprendices el santanderino Esteban de Solórzano, Diego García, de Ágreda, y Miguel Oliver, de Cariñena. Al año siguiente lo hizo el valenciano Pedro Muñoz y a la vez contrató Forment a su propio criado, el francés Juan de Lorena, para esculpir imágenes. Con el mismo cometido fue la capitulación con el imaginero Miguel de Ganmis en 1522, cuando también se incorporó Sebastián Ximénez, de Alfaro. En los dos años siguientes la nómina de aprendices y colaboradores se incrementó con el guipuzcoano Martín de Urreta, el catalán Bernat Batlle, el valenciano Luis Muñoz, el francés Andrés Bles, “maestre Enrique”, y se efectuó contrato con su antiguo discípulo Juan de Salas para hacer imágenes. En 1525 tuvo lugar la carta de aprendizaje de Paulo de Huert y Guillaume Tomás, ambos de Brabante, y firmó como testigo Guillén de Robays. A finales de la década accedieron al taller el castellano Juan de Frías y Juan de Zarauz, de Daroca.

Otros nombres aparecen en los documentos vinculados a obras de Forment, así los mazoneros Guillemín Lebeque, Enrique de Borgoña o Juan de León y el fustero Juan de García. A este gran taller de Damián Forment hasta 1530 respondía el trabajo masivo realizado.

En septiembre de 1520 capitulaba el escultor el retablo mayor de la catedral de Huesca, de alabastro, su segunda gran obra, a donde se trasladó al año siguiente con su familia, obra ya finalizada en 1532.

Este magno proyecto, punto de inflexión y cambio en la poética de Damián Forment, se sitúa en la cúspide del Renacimiento escultórico aragonés, con una incorporación de la tradición clásica. Si bien continuó basándose en grabados de Durero y modelos de Leonardo, también empleó grabados de Raimondi que reproducían composiciones de Rafael, incorporó ecos miguelangelescos de La batalla de Cascina y del grupo escultórico del Laocoonte. Muchas de estas novedades pudo utilizarlas después de haber visto la obra dejada por Alonso Berruguete en la capilla del canciller Jean de Sauvage (1518-1520), en el monasterio de Santa Engracia de Zaragoza. Se volvió a autorretratar Forment en el retablo de Huesca junto a su hija Úrsula, cuyo matrimonio con un infanzón se celebró en la ciudad en 1527.

El mismo año de 1520 que contrató la obra anterior se debió de encargar del retablo de Santa Ana y de la estatua orante del canónigo Martín de Santángel —ambos en alabastro— para su capilla en la catedral de Huesca, además pudo regalar el relieve alabastrino de la Adoración de los Magos, hoy en el mismo templo, y para Zaragoza capituló dos obras desaparecidas, el retablo mayor del convento de Santo Domingo (sólo queda la escultura de san Onofre de alabastro) y el del convento del Carmen, sufragado por Carlos V. Entre 1521 y 1525 realizó los retablos siguientes: el de la Trinidad, de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza); el dedicado a santa Engracia, para San Mateo de Gállego (Zaragoza); el cuerpo del de Santa María Magdalena de Zaragoza y el mayor de Binéfar (Huesca); además del busto procesional y peana de Santa Bárbara, en Épila (Zaragoza), el guardapolvo del retablo de San Pablo de Zaragoza y diseños para vidrieras destinados a la iglesia del Pilar de la misma ciudad.

El escultor, ya de reconocida fama, comenzó a trabajar en Cataluña quizás a partir de 1526, a la vez que continuaba el retablo de la catedral de Huesca.

Se le atribuye como obra primera el sepulcro de alabastro del arzobispo Pedro de Cardona en la catedral de Tarragona. Sin embargo, la primera noticia documentada en tierras catalanas corresponde al 2 de abril de 1527, cuando contrató el monumental y mutilado retablo mayor de alabastro de la abadía de Poblet, de tipología novedosa respecto a la producción anterior y cuya técnica de los relieves son de labra italiana. Estaba concluido en 1529, sin embargo, los monjes, descontentos con el alabastro, con las continuas ausencias de Forment durante su realización —dejada en manos de sus discípulos— y las medidas del mismo, le denegaron el último pago, lo que desencadenó un enojoso pleito durante el cual Forment propuso a Felipe Bigarny para juzgar su obra. Además del retablo mayor, Forment labró para el monasterio de Poblet un Crucifijo de madera, varias imágenes de alabastro que regalaría a los monjes, una Virgen con san Bernardo y la lápida del abad Domingo Porta, la única que se conserva. La estancia del taller en tierras catalanas la aprovechó Forment para hacer otras obras en Lérida y en el monasterio de Vallbona de los Monges.

Estos trabajos no lo desvincularon de Aragón, así en agosto de 1527 figuraba como asesor de la construcción de un templete y en diciembre comenzaba nuevamente a realizar una serie de obras para la iglesia del Pilar de Zaragoza, ninguna de las cuales se ha conservado.

Primero contrató el retablo de la Resurrección de alabastro del obispo de Lérida, Jaime Conchillos, debiendo realizar además el diseño de la pintura de las puertas y de las vidrieras. Después el sepulcro de alabastro del mismo prelado. Intervino también en la capilla del Corpus del mismo templo, con retablo, tabernáculo y participación del taller en la decoración escultórica de la misma. En abril de 1528 a su paso por Alcañiz (Teruel) aprovechó para capitular un altar del Santo Cristo para la colegiata.

El año 1529 fue fecundo en contratos, si bien nada se conserva. Para la familia Conchillos capituló un retablo de San Juan Evangelista para la iglesia de la Magdalena de Tarazona y con destino a Zaragoza eran el retablo del monasterio de San Lázaro y el de la iglesia de Nuestra Señora del Portillo. A la vez cobró por dos lápidas realizadas para la iglesia de San Pablo. De entonces puede ser el grupo escultórico de alabastro de los Innumerables Mártires de la basílica de Santa Engracia de Zaragoza.

La etapa final de su actividad en la década de 1530 no supuso una merma ni de la creatividad ni del prestigio de Forment, si bien la actividad artística del taller se orientó preferentemente fuera de Zaragoza.

Renovó aprendices y colaboradores, con destacadas figuras que después mantendrían una actividad profesional abundante. Hubo una primera fase en la configuración del obrador correspondiente a 1531 y al año siguiente. Primero los discípulos que ingresaron fueron el aragonés Juan de Liceire, el castellano Baltasar de Castro y Gaspar Pereda, de Santo Domingo de la Calzada. Se registraron otros nombres vinculados con el maestro, como el jacetano Pedro de Lasaosa, criado e imaginero, Blay de Maseres y Juan de Landernain, mazonero en piedra. En noviembre de 1532 vino a ampliar estudios con Forment el burgalés Gregorio Bigarny Pardo. A partir de esa fecha los archivos aragoneses silencian las noticias relacionadas con nuevas entradas en su taller hasta agosto de 1536, cuando informado de nuevos proyectos de escultura, amplió el taller contratando a dos nuevos oficiales, el abulense Francisco Navarro y una figura de la envergadura de Arnao de Bruselas. Finalmente, accedieron su sobrino Bernal Forment, Martín de Frías, maestre Cristóbal y Juan de Beaugrant.

La primera obra documentada de esa década, concertada en febrero de 1531 y no conservada, era un retablo de madera y alabastro para la capilla de Jaime de Luna, señor de Zaidín, en la colegiata de Caspe (Zaragoza), y presumiblemente haría la sepultura del mismo. A finales de ese año reanudó su actividad en Cataluña contratando un retablo para la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Barcelona, en colaboración con Martín Díez de Liatzasolo y Juan Tours, escultores residentes en esta ciudad. Forment rescindió ese contrato, pero lo hicieron los otros dos artistas según la traza presentada por él.

En enero de 1532 la Generalitat de Cataluña nombró a Forment, residente en Tarragona, para hacer visura del sepulcro italiano de Ramón de Cardona en Bellpuig. Entonces pudo aprovechar para la realización del sepulcro de alabastro del arcediano Juan de Soldevila en la iglesia de Santa Tecla de Tarragona.

En marzo de ese mismo año, su esposa contrató en su nombre el retablo mayor de alabastro de la ermita de San Nicolás de Velilla de Ebro (Zaragoza) y en julio, de vuelta el escultor a Zaragoza, firmó una concordia con el escultor Juan Moreto para trabajar juntos en la portada de piedra y retablo de madera de la iglesia de San Juan de Vallupié en Calatayud (hoy en la iglesia de Sediles) y en el retablo mayor de Híjar (Teruel).

Es posible que diera dibujos para las imágenes del retablo mayor de la catedral de Teruel, contratado por Gabriel Joly en 1532.

En febrero de 1533 se estableció en Barcelona con la mayor parte del taller, mientras que otra muy reducida quedaría en Zaragoza. Entre esa fecha y agosto de 1536 residió habitualmente en Cataluña y allí se encuentran sus obras, salvo los trabajos menores constatados para la iglesia del Pilar de Zaragoza, donde también se le localiza en 1534, lo mismo que en Huesca para cobrar por el retablo de la catedral ya terminado.

El escultor debió de buscar nuevos mercados, pero también su prolongada estancia en tierras catalanas sería para reclamar el último pago por el retablo de Poblet y al enojoso pleito que desencadenó. En esos años realizó: el retablo mayor de la abadía de Montserrat, el retablo del hospital de San Severo de Barcelona, los relieves de la tumba de Jaime II y la lápida del abad Bernardi Tolrá en el monasterio de Santas Creus, el relieve del Bautismo de Cristo para Montblanc y la Dormición de la Virgen de la iglesia barcelonesa de San Miguel, hoy en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Además debió de facilitar dibujos para la Resurrección del trasaltar de la catedral de Valencia, contratada por su discípulo Gregorio Pardo en 1535. La estancia de Forment en Cataluña le permitió conocer nuevas obras italianas y también se dejó influir por los trabajos de Bartolomé Ordóñez en el coro de la catedral de Barcelona.

En noviembre de 1536 cobró por hacer la cabeza de madera para el busto de plata de San Indalecio del Pilar de Zaragoza y a comienzos de 1537 reanudó sus proyectos destacados en Aragón con dos costeados con los bienes del difunto virrey de Aragón, Juan de Lanuza. Se trata de los diseños de todas las pinturas del retablo mayor de Sallent de Gállego (Huesca) y del destrozado sepulcro de alabastro del mismo personaje para la capilla del castillo de Alcañiz. En noviembre de ese mismo año contrató el monumental retablo mayor de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, a donde se trasladó con el grueso del taller.

La obra, conservada y realizada en madera policromada excepto el basamento en alabastro, culminó la carrera artística de Forment. El maestro recapituló aquí lo mejor de sus creaciones anteriores e incorporó otros modelos nuevos, con imágenes en posturas inestables y cabezas de gran expresividad. En el reverso de algunas tablas del retablo hay dibujos, a carboncillo y grafito, apuntes utilizados como muestras para la talla.

Con esta obra se puso en marcha la escuela renacentista riojana de escultura.

Todavía en junio de 1539 y ante la buena marcha del retablo riojano, dio poderes al imaginero Juan de Landernain para que contratara un retablo de san Juan destinado a la localidad francesa de Perpiñán.

También tuvo tiempo para formalizar una capitulación con el orfebre Pedro de Lamaisón, comprometiéndose a facilitarle los modelos de cuarenta esculturas para la gran custodia de la Seo de Zaragoza. De Forment son los dibujos figurativos que acompañan al documento notarial firmado el 27 de junio de 1539, conservados en el Archivo Histórico de Protocolos de Zaragoza, en el protocolo de Juan de Gurrea. La relación del escultor con el Pilar se mantuvo en ese año a través de su taller.

Vinculados con Forment y de esos años son un grupo de dibujos, diez hojas, que representan diversos estudios de desnudo anatómico y posturas, ejercicios prácticos de cabezas y paños, diseños de bóvedas y de perspectiva arquitectónica, un dibujo completo de San Jerónimo, otro de Santa Elena y un boceto de la Pentecostés. Han sido atribuidos a su discípulo Arnau de Bruselas y se encuentran en paradero desconocido.

De esta etapa final es también el banco de alabastro, labrado al romano, que a su muerte se hallaba inconcluso en su taller zaragozano. Legado a sus hijas, fue vendido en septiembre de 1558 por su discípulo Juan de Liceire al Concejo de Barbastro (Huesca), colocándolo en el altar mayor de la catedral de esta localidad.

Mientras Forment y su taller trabajaban en el retablo de Santo Domingo de la Calzada, el escultor cayó enfermo, lo que supuso que el 22 de diciembre de 1540 hiciera testamento, nombrando herederas universales a sus hijas Isabel y Esperanza. Al parecer falleció ese mismo día y fue sepultado en el claustro de la catedral riojana. Sus discípulos terminarían el retablo.

Con él desaparecía uno de los grandes escultores del Renacimiento hispánico y artista famoso, cuyo interés radica también en el papel de maestro educador de futuros escultores de procedencia muy diversa. Además su influencia rebasó la órbita aragonesa y valenciana para pasar a Mallorca, Cataluña y La Rioja, y algunas zonas de Castilla. Damián Forment, artista reconocido entre sus contemporáneos, pronto fue elogiado por la crítica y su prestigio se mantuvo bastantes años después de su muerte.

 

Obras de ~: (conservadas): Retablo de la Puridad, Museo de Bellas Artes de Valencia, c. 1500; Retablo mayor de la basílica del Pilar, Zaragoza, 1509-1518; Virgen con el Niño, Barcelona, Museo Federico Marés, c. 1510-1515; Retablo mayor de la iglesia de San Pablo, Zaragoza, 1511-1517; Dios Padre y Epifanía, Museo de Zaragoza, c. 1517; Retablo mayor de la iglesia de San Miguel, Zaragoza, 1519-1521; restos del Retablo mayor de la iglesia de la Magdalena, Zaragoza, 1519-1524; San Onofre, Museo de Zaragoza, c. 1520; Retablo mayor de la catedral de Huesca, 1520-1532; Retablo de Santa Ana y estatua orante del canónigo Martín de Santángel, catedral de Huesca, c. 1520- 1522; relieve de la Epifanía, catedral de Huesca, c. 1520-1525; Santa Ana, la Virgen y el Niño, iglesia de Tauste (Zaragoza), c. 1520-1525; Retablo de Santa Engracia, banco de pintura en el Museo de Zaragoza e imagen titular en la iglesia de San Mateo de Gállego (Zaragoza), 1523; Virgen con el Niño y Santa Ana, ermita de Salvatierra de Escá (Zaragoza), c. 1525-1530; relieve de la Adoración de los pastores, iglesia de Sobradiel (Zaragoza), c. 1525-1530; Santa Ana, la Virgen y el Niño, Zaragoza, colección particular, c. 1525-1530; Sepulcro del arzobispo Pedro de Cardona, catedral de Tarragona, c. 1526; Lápida del abad Porta, monasterio de Poblet, 1527; Retablo mayor de la abadía de Poblet (Tarragona), con dos imágenes en el museo de l’Enrajolada de Martorell, 1527-1529; relieve del Nacimiento de la Virgen, Madrid, Museo Nacional del Prado, c. 1529; relieve del Nacimiento de la Virgen, Barcelona, Museo Nacional de Arte de Cataluña, c. 1529; Los Innumerables Mártires, basílica de Santa Engracia de Zaragoza, c. 1529-1530; Tres apóstoles de una Dormición de la Virgen, monasterio de Vallbona de los Monges (Lérida), c. 1530; relieve de la Epifanía, Lérida, Museo Diocesano, c. 1530; Sepulcro de Juan de Soldevilla, iglesia de Santa Tecla de Tarragona, c. 1532; Relieve de las tres doncellas, iglesia de Velilla de Ebro (Zaragoza), 1532; Profetas del retablo de San Juan, iglesia de Sediles (Zaragoza), 1532; relieves de la Anunciación y Epifanía, abadía de Montserrat (Barcelona), 1533; Retablo de San Severo, Barcelona, Museo Diocesano, 1534; Relieves de la tumba de Jaime II y lápida del abad Bernardi Tolrá, monasterio de Santas Creus (Tarragona), c. 1535; relieve del Bautismo de Cristo, Montblanc (Tarragona), Museo Comarcal, c. 1535; Apóstoles de la Dormición de la Virgen, Barcelona, Museo Nacional de Arte de Cataluña, c. 1536; Sepulcro de Juan de Lanuza, castillo de Alcañiz (Teruel), 1537; Retablo mayor de la catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), 1537-1540; Virgen con el Niño, Casa de Ejercicios de Santurde de Rioja, c. 1537-1540; grupo de dibujos atribuidos a Arnau de Bruselas, c. 1537-1540 (desapar.); dibujo de Ángel y soldado para custodia, Zaragoza, Archivo de Protocolos Notariales, 1539; parte del banco del retablo mayor de la catedral de Barbastro, c. 1539-1540.

 

Bibl.: J. Martínez, Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, c. 1670 (Madrid, 1853); A. Ponz, Viage de España, t. XV, Madrid, 1788; M. Abizanda y Broto, Documentos para la historia artística y literaria de Aragón, vols. I y II, Zaragoza, La Editorial, 1915 y 1917; Damián Forment, escultor de la Corona de Aragón, Barcelona, Biblioteca de Arte Hispánico, 1942; G. Weise, Die Spanische plastik der Renaissance und des Frühbarock in Nördlichen Spanien, Tübingen, Hopfer, 1957; M.ª T. Cardesa García, La escultura del siglo xvi en Huesca. I. El ambiente histórico-artístico. II. Catálogo de obras, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1993; A. I. Souto Silva, “Biografía del escultor Damián Forment”, en El retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, Zaragoza, Gobierno de Aragón, Departamento de Educación, Cultura y Deportes, 1995, págs. XIX-LV; C. Morte García, “Damián Forment, escultor de la Corona de Aragón”, en Damián Forment escultor renacentista, Logroño, Gobierno de La Rioja, Consejería, Cultura, Deportes y Juventud, 1995, págs. 117- 175; J. Yeguas i Gassó, L’escultor Damià Forment a Catalunya, Lérida, Universidad, 1999.

 

Carmen Morte García