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Nicanor Piñole Rodríguez

Biografía

Piñole Rodríguez, Nicanor. Gijón (Asturias), 7.I.1878 – 18.I.1978. Pintor.

Fue, junto a Evaristo Valle, el principal responsable de la renovación del panorama artístico regional asturiano.

En 1892 comenzó sus estudios en la Escuela de San Fernando como discípulo de Carlos Haes y Antonio Muñoz Degrain, con el que obtuvo un premio de paisaje en 1897. A través de este último, ingresó en el estudio de Alejandro Ferrant, donde entabló amistad con los hermanos Valentín y Ramón Zubiaurre y Cristóbal Ruiz.

Tras un breve período en su ciudad natal, en 1900 se trasladó a Roma, donde compartió un estudio con Gili y Roig en Villa Straufera y fue asiduo del Círculo Internacional de Bellas Artes. Las experiencias vividas en Roma y su paso previo por París ejercieron una influencia determinante en su obra. En este período, su personalidad artística queda plenamente definida en Familia pobre que presentó a la Exposición de Arte Moderno celebrada en Roma en 1902, a la Nacional de 1904 y a la Internacional de Buenos Aires de 1910, donde obtuvo una Medalla de Bronce. El tema central es una maternidad recogida y melancólica en la que Piñole deja constancia de su opción estética, basada en la sobriedad cromática, con un dominio de tonos ocres delicadamente matizados, y una sabia aplicación de las manchas de color que estructuran sólidamente el conjunto de la composición.

En 1902 regresó a Gijón, donde estableció su residencia definitiva, alternándola con prolongadas visitas a Madrid, ciudad en la que frecuentó tanto el Círculo de Bellas Artes, como las tertulias madrileñas de renovación artística. En estos lugares, trabó amistad con figuras tan representativas como Santiago Rusiñol, Ricardo Baroja y Miguel Anselmo Nieto, entre otros.

Vinculado a los concejos de Gijón y Carreño, y muy especialmente a la Quinta de Chor, residencia estival del pintor, cultivó con asiduidad la pintura de paisaje al aire libre. Son obras de pequeño formato, pintadas al óleo sobre cartón, en las que el soporte adquiere protagonismo cuando la pincelada se alarga y aligera de materia, en contraste con otras zonas en las que el trazo es más rico en empaste, corto y dinámico.

Son visiones vitales y hedonistas, con una clara delimitación entre la zona ajardinada y la naturaleza abierta del valle de Prendes, que le servirán para desarrollar obras de mayor envergadura, alguna de las cuales presentó a la Exposición Nacional de 1904.

A partir de 1912, con motivo de sus excursiones al puerto de Tarna y Pajares, comenzó a pintar sus primeros paisajes de montaña, tema que será recurrente en su producción posterior y muy especialmente a partir de 1941, cuando inició su amistad con José Ramón Lueje y se integró en la Agrupación Montañera Astur Torrecerredo. En ellos parte de una observación rigurosa de la realidad, pero trasciende su descripción meticulosa, en favor de lo esencial de una naturaleza intensamente vivida.

El retrato es otro de los géneros que Piñole cultivó con mayor asiduidad. De primera época son una espléndida serie de retratos de su madre, Brígida Rodríguez Prendes, sus tíos, Manuel y Manuela Prendes, sus primos y amigos más íntimos, protagonistas absolutos de gran número de dibujos con los que el pintor perseguía la rápida comprensión de lo esencial del carácter. Estos trabajos harán posible la extraordinaria profundidad psicológica y perfección técnica de sus retratos al óleo. En este género, Piñole es un claro exponente de la tendencia velazqueña que dominaba la pintura de aquellos años, especialmente destacable en el retrato que pintó a su tío Manuel Prendes en 1914, con el que obtuvo una Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917. A la influencia de Velázquez, incorporó la de Goya, cuyas obras copió en el Museo del Prado, y muy especialmente la de James McNeill Whistler, cuyos retratos pudo admirar a su paso por París. En ellos se inspiró para los retratos de Félix Fernández Balbuena y Felipe Mon Camarasa que presentó a la Nacional de 1912, y para el de sus primos Ramón y Pepita Prendes de 1904, uno de sus mejores retratos. La austeridad de la paleta, la ligereza de la capa pictórica, que deja entrevista la textura de la trama del soporte, y las composiciones meticulosamente estudiadas, son algunas de las características más destacadas. Además, dentro de este género cabe destacar los numerosos autorretratos que realizó a lo largo de toda su vida con técnicas diversas, como lápiz, pastel, acuarela, tinta y óleo.

Las romerías y otras escenas de carácter popular, rural o marinero, fueron abordadas por Piñole en obras de gran formato, en la mayor parte de los casos concebidas para ser presentadas a las Exposiciones Nacionales.

El tratamiento retratístico de los personajes y la fidelidad en la recreación paisajística, destaca en estas composiciones, sólidamente construidas, con las que el pintor perseguía una visión renovada de los temas regionalistas que se alejara definitivamente de la pintura realista costumbrista de finales de siglo. Marineros en el puerto de Gijón (1906), La barraca (1916), De promesa al Cristo de Candás (1920), Recogiendo la manzana (1922), La primavera (1924), La hija del patrón (1924) y Estibadores (1927), son algunas de las obras más significativas con las que Piñole participó no sólo en las Nacionales, sino también en los llamados frentes de vanguardia, como la exposición celebrada en Madrid, en 1925, por la Sociedad de Artistas Ibéricos y las promovidas por la Fundación Carnegie de Pittsburgh en Estados Unidos.

Frente a ellas, destacan sus obras más íntimas, aquellas que se inspiran en la realidad cotidiana, en la que Piñole buscaba captar la belleza del pequeño detalle, en un canto poético que no está exento de melancolía.

Son escenas de la vida cotidiana familiar, de mujeres charlando en la playa y de niños en rincones urbanos, en las que priman unos valores formales que dotan a la obra de un profundo lirismo. En algunas, como Bazar o vida gris (1929), los objetos adquieren un inquietante significado, una presencia que va desplazando al elemento humano hasta llegar a la serie de “naturalezas muertas” que pintó entre 1927 y 1935, con la ayuda de unos muñecos articulados. Son obras que se vinculan a las corrientes plástico-literarias en boga a finales de la década de 1920, con las que Piñole entró en contacto a través del poeta Gerardo Diego.

A partir de la Guerra Civil el pintor se retiró definitivamente a Gijón, donde vivió junto a su madre, de la que realizó un magnífico retrato en 1951. El final de la contienda marcó el inicio de un período tranquilo y de aislamiento, dedicado a la pintura, que se verá interrumpido en la década de 1950 por la llegada del reconocimiento oficial. Piñole falleció en su ciudad natal el 18 de enero de 1978.

 

Obras de ~: Retrato de Dolores Velázquez-Duro y Fernández- Duro, 1899; Retrato de Pilar Velázquez-Duro y Fernández- Duro, 1899; El niño de la cesta, 1901; Familia pobre, 1902; Retrato de Pepita Prendes, 1903; Maternidad, 1904; Retrato de Pepita y Ramón Prendes, c. 1904; El pino de la Reboria, 1905; Jardín de la Quinta de Chor, 1905; Marineros en el puerto de Gijón, 1906; Eduardo Prendes, futbolista, c. 1907; El río Viñao, c. 1912; Retrato de Félix Fernández Balbuena, 1912; Retrato de Felipe Mon, 1912; Retrato de Pepita y José Manuel, c. 1914; Retrato de don Manuel Prendes, 1914; La calle de los Moros, 1914, La vuelta de la romería, 1915; Retrato de Baltasar Toral, 1916; En la barraca, 1916, La calle Corrida, 1916; Subiendo la montaña, 1918; El pienzo, 1918; De promesa al Cristo de Candás, 1920; Recogiendo la manzana, 1922; Retrato de Melquíades Álvarez, 1922; Primavera, 1924; El marmitón, 1924, La hija del patrón, 1924; Corpus en Carrió, 1925; Pepita Prendes en un banco, c. 1925; El Cristo de Candás, 1927; Estibadores, 1927; Bazar o vida gris, 1929; Alegoría de las Artes, 1929; Libros y muñecos, 1930; Primera comunión, 1933; La cuesta de Begoña, 1934, El torito, 1935; La retirada, 1938; El refugio, 1937-1938; Los Campinos, 1938; El cuartel de Simancas, 1938; Retrato de la señora de Lueje, 1948; Retrato de doña Brígida Rodríguez Prendes, 1951; La rula, 1952.

 

Bibl.: E. Lafuente Ferrari, Nicanor Piñole. El pintor centenario de Asturias, Gijón, Ayuntamiento, 1978 (col. Monografías de pintores asturianos); J. Villa Pastur, Nicanor Piñole. Su vida y su obra, Madrid, Publicaciones Españolas, 1978; R. Álvarez Caravia, “Nicanor Piñole, su vida y sus técnicas”, en VV. AA., Pintores Asturianos, t. V, Oviedo, Banco Herrero, 1982; J. Villa Pastur, Autorretratos de Nicanor Piñole, Oviedo, 1988; J. Barón Thaidigsmann, Nicanor Piñole. Galería de retratos familiares, Gijón, Museo Nicanor Piñole, 1995; C. Cid Priego, “Evaristo Valle y Nicanor Piñole”, en VV. AA., El Arte en Asturias a través de sus obras, Oviedo, La Nueva España, 1996, págs. 821-836; Piñole en Carreño, Gijón, Museo Nicanor Piñole-Centro de Escultura de Candás, 1996; La mar en un espejo. Evaristo Valle/Nicanor Piñole, Oviedo, Museo Nicanor Piñole, Fundación Evaristo Valle, Banco Herrero, 1997; F. Carantoña Dubert, Nicanor Piñole. Vida obra y entorno del pintor, Gijón, 1998.

 

Lucía Peláez Tremols

 

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