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Julia Fons de Checa

Biografía

Fons de Checa, Julia. Julita Fons. Sevilla, 27.VIII.1882 – Madrid, 4.I.1973. Cantante lírica y cupletista.

Sevillana de nacimiento, Julita Fons recibió una esmerada educación; no en vano su padre era director de la Escuela de Magisterio de Sevilla y eso se percibía en sus refinados ademanes y exquisita compostura. Culta y aficionada a la lectura, se decantó por el mundo de la lírica, género en el que su hermana Elena había comenzado su carrera. Sus primeras incursiones fueron como corista en el Apolo de Madrid, pues la familia se había trasladado a la capital española cuando ella contaba ocho años de edad. Enseguida destacó entre sus compañeras, no sólo por su belleza física sino por su voz, bien timbrada y muy apropiada para la opereta y la zarzuela. De hecho, en un principio se hizo popular interpretando diversas operetas, género en el que fue considerada como verdadera musa. No obstante, su vida transcurrió muy discretamente aunque, a veces, se permitía declaraciones tan liberales como las aparecidas en la sección “El Confesionario” de la publicación La Hoja de Parra: “Y hablando del amor [...] El matrimonio es una tontería, la mayor que puede cometer una mujer [...]”. Con este desparpajo se expresaba la Fons en la primera década del 1900 cuando, prácticamente, el único destino de la mujer era el matrimonio. Alguna otra declaración en tono semejante recogió en un pequeño libro que escribió en 1908 titulado Lo que yo pienso.

A partir de 1903, formó parte de la compañía de Casimiro Ortas que actuaba en Málaga en el teatro Vital Aza logrando cada noche grandes aplausos. En Madrid debutó en 1906 en el teatro Cómico para pasar al año siguiente al Eslava, teatro en el que fue la máxima estrella. El 14 de octubre de 1907 interpretó La alegre trompetería, pasatiempo lírico en un acto, original de Antonio Paso y música de Vicente Lleó, pero el éxito llegó a su cénit sobre todo a partir de 1910, tras su interpretación en La Corte del Faraón, cuyo libreto pertenecía a Perrín y Palacios y la música a Vicente Lleó, resultando una de las obras más completas del género chico; y, después de estrenarse, el 19 de octubre de 1910, El príncipe Carnaval con texto de Juan José Cadenas y arreglos musicales también del maestro Lleó sobre partitura de Franz Lehar, que constituyó un éxito colosal gracias a la españolización de Cadenas y la versión de la Fons.

El teatro Martín (1915), el Reina Victoria (1917), el Centro (1919) o el Romea (1920) también fueron testigos de su triunfo. Fue a partir de 1920, quizás recordando el éxito obtenido con el Vals de la regadera con el estribillo “Tengo un jardín en mi casa / que es la mar de rebonito,/ no tengo quien me lo riegue / y lo tengo muy sequito […] ¡Ay!”, es decir, un intencionado cuplé aunque perteneciente al pasatiempo lírico La alegre trompetería, por lo que Julita Fons prefirió dedicarse al frívolo género, pues, entre otras cosas, le reportaba más satisfacciones económicas. En todo caso, alternó a lo largo de su carrera los géneros ínfimo y chico destacando, sobre todo, en la interpretación de operetas vienesas, destacando, entre otras muchas, en Las grandes cortesanas de Quinito Valverde y Fernández Shaw o La gatita blanca de Amadeo Vives y Jackson Veyán. Pero si en escena era frívola y coqueta, nunca se vio envuelta en escándalos, si bien se extendió el rumor de su relación con Alfonso XIII, algo que nunca se pudo demostrar.

Aquellos años fueron de pleno triunfo siendo mimada y adorada.
Cuando decidió dejar la escena inició una vida regalada y tranquila. Gustaba de pasear en landó por el Retiro siempre elegantemente vestida despertando la admiración de cuantos con ella se cruzaban. En su domicilio de la calle de la Alameda pasó sus años de retiro en compañía de sus sobrinos Ramón y Carmen que la adoraban.

Se mantuvo lúcida hasta el final, feliz entre sus recuerdos y liando sus propios cigarrillos.
Falleció a los 90 años dejando el postrer deseo de que la enterraran junto a su adorado perrito al que había disecado tiempo atrás. Su sobrino nieto Eduardo me explicaba las dificultades que tuvo para despegar de la peana al can; ambos no cabían en el féretro. Finalmente, y tras concienzuda lucha, logró separarlos y el perrito descansa ya para siempre junto a su ama.

Algún tiempo después de su fallecimiento, el escritor José Altabella escribió una interesante reflexión a la que pertenecen estos bellos párrafos: “Julia Fons, que alborotó tantos corazones en su vida, acelerándoles los ritmos al compás de su seductora belleza, soñó por última vez la Noche de Reyes. Soñó con su pasado, condensando lustros en horas y años en minutos. Miró dulcemente amarillentas cartas de amor, polvo de un tiempo pasado, y hojeó, con inerte serenidad, viejas revistas ilustradas —Blanco y Negro, La Esfera, Nuevo Mundo...— con las portadas exultantes de sus ojos garzos, su sonrisa innumerable, sus cabellos engarzados en pequeños diamantes... Mientras, apoyada en el bastón mágico de Priestley, veía a los Reyes Magos bajar por el ‘scalextric’ de la glorieta de Atocha, eje urbanístico del corazón de su última morada, de su castizo barrio enmadreleñizado...”.

 

Obras de ~: Lo que yo pienso, Madrid, Tipografía de Archivos, 1907.

 

Bibl.: M. Díaz de Quijano, Tonadilleras y cupletistas, Madrid, Editorial Cultura Clásica y Moderna, 1960; Á. Retana, Historia del arte frívolo, Madrid, Editorial Tesoro, 1964; M. Vázquez Montalbán, Cien años de canción y music-hall, Barcelona, Editorial Difusora Internacional, 1974; J. Villarín, El Madrid del cuplé, Madrid, Dirección General de Medios de Comunicación de la Comunidad de Madrid, 1990; E. Casares Rodicio, “Fons, Julia”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, t. V, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, pág. 207; O. M.ª Ramos, De Madrid al cuplé, Madrid, Editorial La Librería, 2001.

 

Olga María Ramírez de Gamboa Ramos

 

Relación con otros personajes del DBE

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