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José Eudaldo Antonio Serra y Juliá

Biografía

Serra y Juliá, José Eudaldo Antonio. José María Benito. Mataró (Barcelona) 11.V.1810 – Benicasim (Castellón), 8.IX.1886. Benedictino (OSB), misionero, obispo de Puerto Victoria y Perth, fundador de la Congregación de Oblatas del Santísimo Redentor.

Fue bautizado al día siguiente de nacer, el 12 de mayo de 1811, con los nombres de José Eduardo y Antonio. Sus padres fueron José Serra Fuster y Teresa Juliá, los cuales le enviaron a estudiar al colegio de escolapios de Barcelona, donde fue confirmado y recibió la primera comunión, aunque en forma de viático. Acabó sus cursos de humanidades en 1821, pero como por entonces quedó huérfano tuvo que interrumpir los estudios y ponerse a trabajar en un comercio de Barcelona. Decidió hacerse benedictino y así fue encaminado al Monasterio de San Martín Pinario, de Santiago de Compostela, donde en el Consejo del 25 de septiembre de 1827 se leyó su genealogía y la licencia del abad general para admitirle; el 7 de diciembre se leyeron las informaciones de su limpieza de sangre y fue aceptado por votación al hábito, que recibió el 15 de diciembre de 1827, tomando el nombre de Benito. El 12 de diciembre del año siguiente, previo examen del candidato e información del maestro de novicios, fue admitido a la profesión, que emitió el 21 del mismo mes y año. Después fue enviado a estudiar Filosofía a la Universidad benedictina de Irache (Navarra) (1830-1833) y teología al Colegio de San Vicente de Oviedo (1833-1835), siendo ordenado de diácono en diciembre de 1834 y sacerdote el 18 de marzo de 1835. Después de la exclaustración general decretada por el Gobierno de Mendizábal, pasó al Monasterio de la Santísima Trinidad de la Cava, cerca de Nápoles, a primeros de diciembre de 1835, donde ejerció como profesor de teología y cánones, griego y hebreo, como rector del Seminario y examinador sinodal (1836-1845). En 1844, en compañía del P. Rosendo Salvado, se puso a disposición de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, que los envió a Australia, adonde llegó el 8 de enero de 1846. El obispo de Perth le nombró superior de la misión y vicario general de la diócesis, hasta que, tras la fundación del monasterio de Nueva Nursia, fue nombrado primer obispo de Puerto Victoria, el 9 de julio de 1847.

Posteriormente, partió para Roma, donde recibió la consagración episcopal de manos del cardenal Franzoni, asistido por los obispos de Corfú e Irlanda, el 15 de agosto de 1848. Antes de su regreso a Australia pasó por España, donde reclutó misioneros y limosnas para la misión. A su paso por Madrid conoció a Antonia María de Oviedo, institutriz de las infantas reales, y a santa María Micaela del Santísimo Sacramento, marquesa de Jorbalán, que mucho le ayudó y que él quería llevarse a Australia. El 26 de marzo de 1849 la reina Isabel II le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica. Y estando en Madrid, el 7 de agosto de 1849 recibió el nombramiento de obispo coadjutor de Perth, con título de Daulia. El 6 de octubre del mismo año regresó a Australia con treinta y nueve misioneros, pero pronto surgieron dificultades en la administración de los bienes de la diócesis de Perth, que produjeron la desaparición del monacato de la misma por decreto del sínodo de 1850. Envió a Roma al P. Salvado, que aclaró allí la situación, siendo nombrado administrador apostólico de Perth con derecho a sucesión, el 3 de octubre de 1851. Entonces fundó el monasterio de Nueva Subiaco para europeos residentes en Australia. En 1854 viajó de nuevo a Europa y el 25 de mayo fue nombrado por el papa Pío IX prelado asistente al solio pontificio. En 1855 regresó a Australia con más misioneros, pero por iniciativa del P. Salvado Nueva Nursia fue separada de la diócesis de Perth, lo que agrió las relaciones entre ambos misioneros, y en 1859 se cerró el monasterio de Nueva Subiaco. En 1860 volvió a Roma para recaudar dinero para la construcción de la nueva catedral de Perth, pero por diversas razones renunció a la administración de dicha diócesis el 12 de diciembre de 1861 y el Papa aceptó su renuncia el 21 de agosto de 1862. Se retiró entonces a España y se instaló primero en Valdemoro y luego en el colegio de San Fernando de las Escuelas Pías de Madrid, donde trabajó pastoralmente en diversas actividades e intentó restaurar la Orden de San Benito en España. En 1864 abrió el asilo de Nuestra Señora del Consuelo en la localidad madrileña de Ciempozuelos, para recoger y reeducar a jóvenes arrepentidas. Años después fundó con la mencionada Antonia de Oviedo, con el objetivo de atender a estas jóvenes, la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor —hoy extendida en diversas naciones—, tras un frustrado intento de confiar la dirección de la casa a las Terciarias Capuchinas de la Divina Pastora, fundadas en Barcelona por el capuchino exclaustrado fray José Tous y Soler; éste le envió para ello a la beata Mariana Mogas como superiora —que más tarde fundaría en Madrid las Terciarias Franciscanas de la Divina Pastora—. En 1869 asistió en Roma a la celebración del Concilio Vaticano I y desde entonces se dedicó por entero a su Congregación, colaborando en la restauración de la vida monástica benedictina en los monasterios de San Julián de Samos, Santo Domingo de Silos y Nuestra Señora de Valvanera. Años más tarde, en 1885, por ciertas acusaciones falsas del capellán del asilo de Ciempozuelos se le prohibió confesar a sus religiosas y vivir en la casa de las mismas. Entonces se retiró al desierto carmelitano de Benicasim (Castellón de la Plana), donde murió en olor de santidad y fue enterrado.

Allí estuvieron sus restos incorruptos, hasta que el 7 de junio de 1894 fueron trasladados a la capilla del asilo de Ciempozuelos y se le abrió el proceso de beatificación y canonización. Fue hombre tenaz, de convicciones profundas, de carácter un tanto impulsivo, pero de elevado espíritu y de un corazón abrasado de celo apostólico y de caridad cristiana. En Madrid trató con los santos Antonio María Claret, María Micaela del Santísimo Sacramento, Enrique de Ossó, Benito Menni, los beatos Domingo Sol y Ana María Mogas, y los venerables José Tous y Soler y Antonia María de la Misericordia. Fue una de las figuras más insignes del Madrid de su época y, junto con el P. Rosendo Salvado, el más grande misionero benedictino observante español en Australia.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Monasterio de San Payo de Antealtares, Santiago de Compostela, Libro del consejo de San Martín Pinario (1816-1835), lib. IV; Archivo Secreto Vaticano, Secretaria Brevium, 5119; 5599, fols. 340r.-348v.; Archivo Santa Madre, de las Religiosas Adoratrices del Santísimo Sacramento y de la Caridad, Madrid, serie III, carp. 1, “Cartas del P. Serra a la M. Sacramento”; Archivo Ministerio de Justicia, Sección Asuntos eclesiásticos, exp. 12680 (concesión de la Medalla de Isabel la Católica).

Acta Sagrada Congregación Propaganda Fide, vol. 213, fols. 368r., 406r., 428r.; vol. 229, fol. 257r.; El Heraldo (3 de marzo de 1849); V. Frond, Actes et histoire du Concile Oecumenique de Roma, Paris, 1869, 8 vols.; La regeneración católica, III (1851), págs. 24-26; Revista misiones católicas, Barcelona, 1880; S. Eiján, “Una gloria compostelana. El fundador de las Religiosas Oblatas (1810-1910)”, en El eco franciscano, Santiago, 1910, págs. 281-283; F. Curiel, “El Excmo. e Ilmo. P. Fr. José Benito Serra O. S. B. Apóstol de la Australia Occidental”, en Revista Monserratina, IV (1910), págs. 200, 266, 311, 351, 393, 429; B. P. Gamarra, “Centenario de un gran hombre. El Fundador de las Oblatas del Santísimo Redentor (1810-1910)”, en Boletín de Silos, 7 (1910), págs. 310-317; A. Pablos Villanueva, El Ilmo. Padre José Serra, de la Orden de San Benito, obispo de Daulia, fundador de la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor. Su Vida y obra, Madrid, Imp. Juan Pueyo, 1922; La Madre Antonia de la Misericordia, Madrid, Imp. Juan Pueyo, 1925; J. Pérez De Úrbel, Semblanzas benedictinas, II, Madrid, Voluntad, 1926, págs. 387-396; M. del Álamo, “Valladolid, Congregación de San Benito de”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo- Americana, 66, Madrid, Espasa Calpe, 1929, págs. 986-987, y 55, pág. 576; R. Ríos, Las misiones australianas de los benedictinos españoles: monografía presentada y leída en la Semana de Misiología celebrada en Barcelona en julio de 1930, Barbastro, 1930; E. Ros, Historia del Instituto de Religiosas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, Barcelona, 1952, págs. 224-250; V. Tiggeman, The administration of Church Property in Western Australia 1845-1867, disertación presentada en 1955 en la Law Faculty of the Pontifical University “De Propaganda Fide”; J. Pérez De Úrbel, Varones insignes de la Congregación de Valladolid, Pontevedra, Museo Provincial, 1967, pág. 356; E. Pérez, “Serra”, en Australian Dictionnary of Biography, t. III, Canberra, Australian National University, 1968; M. New Bold, “Serra and Subiaco. A Background”, en Tjurunga, 8 (1974), págs. 141-148; T. Moral, “Serra, José”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2439; J. Leclercq, “New Norcia et la mission bénédictine d’Australie Occidental”, en Bulletin de L’A. I. M., 20 (1976), págs. 30-39 (con bibliografía complementaria); F. Ferrero y M. A. Urdiales, Biblioteca histórica de las Oblatas del Santísimo Redentor. I. Orígenes de la Congregación, cronologías generales y documentos varios, Madrid, 1979, págs. 74-82, 115-145; E. Zaragoza Pascual, Los Generales de la Congregación de San Benito de Valladolid, vol. VI, Burgos, Aldecoa, 1987, págs. 410-412; “Correspondencia epistolar entre el P. José Tous y los Venerables José Benito Serra, Antonia de Oviedo y María Ana Mogas”, en Scripta et Documenta, vol. 36, Montserrat, 1990; “Libro de gradas de los monjes de San Martín Pinario, de Santiago de Compostela (1502-1833)”, en Estudios Mindonienses, 7 (1991), pág. 555.

 

Ernesto Zaragoza Pascual

Relación con otros personajes del DBE

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