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Francisco de Toledo

Biografía

Toledo, Francisco de. La Horcajada (Ávila), 1497 – Siena (Italia), 1555. Noble, canónigo, conciliarista, embajador imperial en Trento.

El primer señor de La Horcajada don García Álvarez de Toledo, hermano del II duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo, estuvo en primeras nupcias casado con Leonor de Vega, hija de Gabriel, I conde de Osorno. Al enviudar, se casó con Mayor de Toledo y Solís, hija de Gutierre, conde de Coria, y de Francisca de Toledo, señora de Pasarón e hija del I conde Oropesa. Tuvo cuatro hijos al menos: Jerónimo, que debió de morir pronto, Pedro, fraile dominico, Fernando, II señor de la Horcajada, y Bohoyo, casado con Isabel de Lima, dama de la reina Leonor de Portugal, y Francisco, el personaje biografiado. Salazar, de quien se han tomado los datos que preceden, añade que Francisco fue arcediano de Ávila, canónigo de Salamanca y de Burgos. Murió en Siena, siendo gobernador de esta ciudad italiana.

Después de una excelente educación en el propio hogar y terminados los estudios universitarios, acompañó pronto a Carlos V en sus viajes a Italia y Alemania.

Aparte de los cargos ya anotados, en septiembre de 1546 el Emperador le concedió el priorato de Roncesvalles. Posiblemente no llegó a residir en dicho monasterio. Consta que era clérigo, pero no que llegara a ser ordenado sacerdote. Documentalmente se sabe que su nombre fue propuesto para una sede episcopal.

“En diciembre de 1545, escribe C. Gutiérrez, lo nombró él para sustituir en Trento a Diego Hurtado de Mendoza, enfermo, representante suyo ante el Concilio. Toledo presentó algunas excusas, pero, no admitiéndolas él, hubo de emprender el viaje, llegando a su destino el 15 de marzo de 1546. Unos meses más tarde salía para Florencia. Inmediatamente regresó. Meses adelante fue llamado a la Corte del Emperador y no parece volviera a Trento hasta reanudarse allí (29 de abril de 1551) las sesiones del Concilio bajo Julio III: había sido nombrado embajador por Carlos V, el primero de los tres que debían representarle ante los Padres”.

Para aproximarse a la importancia que tuvo Francisco de Toledo en el desarrollo positivo del Concilio de Trento, hay que leer al menos la magnífica obra de C. Gutiérrez, titulada Trento: Un Concilio para la unión, tres gruesos tomos. Los dos primeros son de fuentes, el tercero es un estudio concienzudo sobre el Concilio, a base de las mismas. Basten ya por ahora unos párrafos que el propio autor escribe en el epílogo del tomo tercero: “Toledo llevó a cabo en Trento, afirma, el peso de las negociaciones diplomáticas.

Con su tacto y ponderación sacó adelante el Concilio. Contuvo a los protestantes y supo mantenerles esperanzados cuando su causa parecía desesperada.

Si después de muchos avatares lograron ser oídos del Concilio, a Toledo se lo debieron. Él entretuvo también durante meses la marcha apresurada de los Electores, que hubiera arruinado el Concilio. Sin él no hubiera alcanzado éste su progreso y desarrollo, ni hubiera salido de tantas situaciones apuradas.

Porque él calmaba a los prelados y sabía moderara sus iras o acallarles los escrúpulos que la política antirreformista del Legado hacía nacer en sus conciencias.

En definitiva, un observador imparcial no dudaría en afirmar que el Concilio le debe tanto, y en no pocos aspectos más aún que a Crescendi. Por algo Julio III, haciéndose eco de la fama que le circundaba y del influjo que ejercía, denominaba a este periodo conciliar jugando con el equívoco, un concilio toledano.

La expresión puede aludir también a la preponderancia de los prelados españoles, pero es indudable que el papel desempeñado por este embajador superaba a cualquier otra influencia”.

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Colección Salazar; Archivo Catedralicio de Ávila, Actas Capitulares, t. 2, fol. 1150.

A. González Palencia y E. Mele, Vida y obras de Diego Hurtado de Mendoza, t. I, Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, 1961; C. Gutiérrez, “Toledo, Francisco de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2572; C. Gutiérrez, Trento, un Concilio para la unión, Madrid, CSIC, 1981; F. López Hernández, Personajes Abulenses, vol. I, Ávila, Obra Social Caja de Ávila, 2004, págs. 267-269.

 

Francisco López Hernández

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