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Miguel Barnades y Mainader

Biografía

Barnades y Mainader. Miguel. Puigcerdà (Gerona), 1708 – Madrid, 1771. Médico y botánico.

No son muchos los datos que se conocen acerca de este médico y botánico catalán, de la escuela de Montpellier, en cuya universidad obtuvo el doctorado, y donde comenzó su labor botánica. Fue médico del rey Carlos III y del duque de Alba. Como el propio Barnades registra, con la muerte de José Quer, hasta entonces profesor del Real Jardín Botánico, fue nombrado Barnades primer profesor de botánica en 1764. A Quer y a Juan Minuart, boticario del ejército, le habían encargado con anterioridad la enseñanza de esa disciplina en el citado jardín situado en el Soto de Migas Calientes. Tanto Quer como Minuart y Barnades pertenecían a la Academia Médica Matritense que se había creado en 1734. Este último compartió su labor en la enseñanza de la botánica con la teórica y práctica, de escribir y herborizar. Recorrió así el Principado (Asturias), Valencia, Castilla y Mallorca, acopiando un buen número de especímenes botánicos. La experiencia adquirida en este campo y sus numerosas lecturas le sirvieron para publicar sus Principios de Botánica en 1767.

Mientras Quer y Minuart eran defensores del sistema clasificatorio de Joseph Pitón de Tournefort, que difundieron y aplicaron en el Real Jardín, Barnades se inclinaba por el de Linneo. Esto no quita para que en su libro elogiase a Quer, y aparezca la recomendación de Minuart de que se publicase, pues contenía los fundamentos más necesarios para quienes desearan aprender esa ciencia, ya que estaba conforme con los autores más clásicos y explicado con propiedad, precisión y claridad.

Barnades coincide con la visión utilitaria que caracterizó al siglo xviii, y que consideraba a la botánica como una de las profesiones más necesarias a la salud pública y la más útil para la prosperidad de un país a través de la agricultura, la cría de ganados, los tintes, varias manufacturas y el comercio que, en su opinión, importaban mucho a la economía del Estado.

Su libro incluye un resumen histórico de la botánica; un capítulo dedicado a la necesidad y recomendación de esa materia; otro de la botánica en general, otros de las plantas y sus divisiones o partes de las plantas, fructificaciones o frutos, y un preludio sobre la faz o traza de las plantas. Barnades pensaba publicar —como reconoce en el prólogo al lector— una segunda parte de su libro al año siguiente, donde expondría lo concerniente al método de conocer clara y distintamente las plantas y nombrarlas con propiedad.

Propondría, además, el sistema de su distribución por clases, órdenes y familias que estimaba más fácil y adaptable a los principiantes; y al final de cada parte añadiría un índice alfabético de los términos botánicos latinos y otro de los equivalentes en castellano.

Ese mismo principio que animaba a otros autores de la época más modernos, sobre todo en Francia e Inglaterra, a no escribir en latín sino en las lenguas vernáculas, por cuanto ofrecían mayores matices a la hora de describir los especímenes y partes en las ciencias naturales, explica el trabajo de quince años que dedicó Barnades a recoger en los diccionarios y autores más acreditados en botánica las voces más adecuadas; pero no sólo se ciñó al lenguaje culto, sino que también se apropió de las de los términos de “la gente de campo que trabaja la tierra y apacienta el ganado”; y cuando no encontró los términos adecuados, los inventó, tal y como hacían griegos, romanos y botánicos.

En la primera parte de la historia de la botánica hace un recorrido, partiendo de los griegos, pasando por los árabes y confluyendo en los siglos xvii y xviii. Al primero de éstos lo califica como la época de los ordenadores (de la botánica), y al segundo, la de los reformadores.

Aquí se detiene en Linneo, cuya obra, dice, ha enriquecido la botánica; y expresa que no se detendrá en ella porque su doctrina está acreditada en toda Europa. Recomienda su Filosofía Botánica y el Genera Plantarum. Asimismo hace referencia a los trabajos de Ludovico, Haller, Sauvages, Duhamel, y en especial de Oeder y Adanson. Todo ello revela lo actualizado que estaba Barnades en su materia. Por ejemplo, resume el plan botánico seguido por Adanson que había publicado su obra sobre las Familias de Plantas en 1763-1764; y de Oeder, los Elementos de Botánica, de los que había publicado la primera parte, y estaba en esos momentos publicando la segunda, como le informó a Barnades.

Como estos reformadores, Barnades parece inclinarse por Linneo, pues consideró sus obras claras, precisas y porque su método clasificatorio artificial se basaba en la fructificación (flores y frutos) de más de mil géneros de plantas, como elementos esenciales para dicha clasificación. Debe tenerse en cuenta que ya se había probado la existencia del sexo en las plantas, un viejo debate entre los botánicos. Sin embargo, su posición es algo ecléctica, por cuanto pone junto a Linneo, a Adanson, un defensor de las clasificaciones naturales, basadas sobre todos los caracteres más que en unos pocos, como hacía Linneo, lo que provocó la desaprobación de este último. Recomendó, por tanto, a ambos autores, especificando que la obra de Adanson podía servir de modelo a los escritores de botánica, y seguir sus consejos podía encaminar esta ciencia a un grado de certeza del que carecía por entonces; aseguró, además, que, junto con la de Linneo, eran importantes para la botánica médica, pues “las plantas de una misma familia natural y mucho más la de un mismo género natural” tenían unas virtudes semejantes, por lo que el conocimiento de las “afinidades naturales” de las plantas era muy útil para conocer sus posibles aplicaciones.

Según Camarasa, Barnades preparaba su obra Specimen Florae Hispanicae cuando murió en 1771 sin haberla concluido; dejó una buena cantidad de manuscritos y herbarios, que su hijo —el doctor en medicina por la universidad de Montpellier— Miguel Barnades y Claris (c. 1750-1801) intentó completar.

Este último herborizó en Murcia, Valencia, Madrid, Albacete por 1875, acopiando un buen número de especies y logró recopilar los trabajos en seis volúmenes con un gran número de ilustraciones, que se encuentran en el Real Jardín Botánico de Madrid. También el botánico Mariano Lagasca se interesó por el Specimen y lo presentó como parte de un proyecto de la Flora española. La obra de Barnades ha sido reeditada por el citado Jardín y la Universidad de Córdoba.

 

Obras de ~: Principios de botánica sacados de los mejores escritores, y puesto en lengua castellana por el doctor Don Miguel Barnades, primer profesor de Botánica en el Real Jardín de Madrid y Socio Honorario de la Real Academia Médica Matritense. Parte Primera con las estampas necesarias, Madrid, en la Imprenta de Antonio Pérez de Soto, 1767; (reed. Madrid, Real Jardín Botánico [c. 1996] y Córdoba, Universidad, 1999).

 

Bibl.: M. A. Puig-Samper, “La enseñanza de la botánica en la España Ilustrada; el Jardín Botánico de Madrid”, en La Real Expedición a Nueva España, 1787-1803, Madrid, Real Jardín Botánico, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987, págs. 59-78; J. M. Camarasa, Elements per a una historia de la botánica i els botànics dels paísos catalans; abans u després de la introducció del métode natural d’Augustin Pyrame de Candolle a la primera meitat del segle xix, Barcelona, 1988; Botánica i botanics del paisos catalans, Barcelona, Enciclopedia Catalana, 1989.

 

Miguel Ángel Puig-Samper

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