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Baltasar Mercader y Carroz

Biografía

Mercader y Carroz, Baltasar. Valencia, c. 1607 – Milán, 1676. Militar, caballero de la Orden de Montesa.

Fue hijo de Baltasar Mercader y Carroz (c. 1570- 1629 post.) —caballero de la Orden de Santiago, baile general de Valencia, hermano del conde de Buñol— y de su esposa Elena Carroz y Peralta, ambos naturales de Valencia. Comenzó a servir muy joven, enrolándose con dieciséis años cumplidos en el tercio de Juan Claros de Guzmán y Silva (c. 1580-1640), II conde (consorte) de Fuentes, con el cual partió a Flandes, vía Génova y Lombardía, en 1623. Se halló de capitán en el socorro de Brujas (1631) y en 1636 era sargento mayor del tercio de Enrique de Alagón y Pimentel (1602-1651), VIII conde de Sástago, a cuyas órdenes se halló en la invasión de Francia y toma de Corbie (16 de agosto), así como en la reconquista del fuerte de Kallo, junto a Amberes (21 de junio de 1638), siéndolo también bajo el mando del sucesor en el tercio, Jerónimo de Aragón y Tagliavia (c. 1598- 1668), hermano de dos duques de Terranova que fueron caballeros del Toisón. En 1640 ascendió a teniente de maestre de campo general, empleo que fungió en dos batallas de distinto signo, pero en las cuales desempeñó la misma función: el mando de un cuerpo de arcabuceros, escogidos entre los Tercios españoles, desplegados y emboscados en orden abierto. En la de Honnecourt (26 de mayo de 1642), su actuación impidió la fuga de los vencidos, infligiendo severas pérdidas al enemigo; sin embargo, en la de Rocroi (19 de mayo de 1643), fue sorprendido al comienzo de la lucha (posiblemente a causa de una delación) y cayó prisionero. Hallándose en dicha situación, Francisco de Melo (1597-1651), gobernador de los Países Bajos, le remitió fondos para la asistencia de los prisioneros capturados en la batalla “para socorrerlos y volverlos a aquellos estados cuando se escaparan de la prisión (como lo hizo) y asistió a más de 1.500 soldados” (Archivo Histórico Nacional, e, lb. 271). Rescatado en octubre del mismo año, a su regreso a Flandes fue proveído con el Tercio del duque de Alburquerque, vacante desde el mes de marzo anterior, aunque siguió coordinando, bajo el gobierno del marqués de Castel-Rodrigo, el socorro a los prisioneros de Rocroi, liberados finalmente tras un canje general en octubre de 1646.

Mandó su tercio el intento de socorrer a Gravelines, frustrado por la pérdida del fuerte de San Felipe (1644); en el socorro de Brujas y en el que se intentó meter en Dunkerque cuando cayó en poder de Francia (1645); en las reconquistas de Lannoy, Armentières, Menin, Commines, Landrecies y Dixmude (1647); en las de Furnes y Lens, en la batalla dada en su contorno contra el tardío socorro francés, en el malogrado socorro de Yprès y en la recuperación de Courtrai (1648); en las tomas de Saint-Venant e Yprès y en los socorros de Cambrai y Bouchain (1649), en los que tuvo destacadas actuaciones. En el primero de ellos, el 29 de junio, “acudió don Balthazar Mercader, con cavalleria y infanteria y acometió al enemigo con tal valor que los forçó a volver a sus trincheras” (Vincart, 1894), que poco después abandonaron marchando a Chatêlet. En agosto, intentaron los franceses sitiar la otra plaza, pero “Don Balthazar Mercader réussit à faire entrer des renforts à Bouchain sous les yeux du comte d’Harcourt” (Robert, 1899).

Aquella campaña, “una de las más gloriosas que han hecho nuestras armas”, según el conde de Fuelsaldaña (CODOIN, LXV: 556), concluyó con la reconquista de la Motte-aux-Bois. El año siguiente (1650), participó en la invasión de Francia, donde se tomaron las villas y plazas de Châtelet (hoy Le Catelet), Hirson, La Capelle, Aubenton, Verdun, Moncornet, Rethel, Mouzon y Stenay; en 1651, en las reconquistas de Bergues-St. Winocq (hoy Bergues-sur-Sambre), “en los sitios y tomas de Linque (Lynck), Burque [Burcht] y los demás fuertes de la ribera de Sambra” (exp. Bravo Zambrana); en 1652 en las reconquistas de Gravelines y Dunkerque y en las tomas de Chauni y Vervins, en Francia, donde el año siguiente cayó finalmente Rocroi en poder de los españoles. Le había tocado vivir una esplendorosa racha de victorias del Ejército de Flandes (1647-1653), sólo superada en los anales militares por las de Farnesio entre 1579 y 1592, y antepuesta a las de Spinola en Flandes (1603- 1607 y 1623-1627) o el Palatinado (1619-1621).

En 1652 ascendió a sargento general de batalla y al siguiente se le confió la castellanía de Amberes, la más importante de los Países Bajos. Allí se recibió en la Orden Militar de Santa Maria de Montesa (1654) y, en agosto del mismo año, se veía sorprendido con la llegada a la ciudad de Cristina de Suecia, que había abdicado de su dignidad real apenas dos meses antes en Upsala y entró de incógnito. Así lo narraba, días después, a su primo Laudomio Mercader y Centelles, conde de Buñol (1592-1654): “La señora rreyna de Suecia se me entró por las puertas desta villa a quatro deste, bestida de onbre y en un carro” (Clavería, 1954). El 22 del mismo mes le confiaba que “Me allo aquí con la Señora Reyna de Suecia y tan favorecido que soy todo su priuanza. Como está incógnita, suele pasear conmigo en mi coche y son mis hermanas sus balidas”. Sin embargo, Cristina marchó pronto a Bruselas, donde abrazó el catolicismo la víspera de Navidad de aquel año, y después a Roma, adonde llegaba en setiembre del siguiente. También Italia sería el último destino de Baltasar, que el 18 de marzo de 1658 partía hacia Milán para ejercer el cargo de maestre de campo general en Lombardía, que atravesaba una situación militar y política delicada. El conde de Fuensaldaña, uno de los artífices de los éxitos militares repasados, no había sido bien acogido cuando se hizo cargo del Gobierno milanés (1656), fue incapaz de organizar la recuperación de Valenza del Po (1657) y manifestó a la Corte su deseo de renunciar al cargo.

Atendiendo a sus razones, se decidió sustituirle por Íñigo Vélez de Guevara, VIII conde de Oñate (1597- 1658); sin embargo, una larga y grave enfermedad demoró su partida, que hizo inviable su muerte (6 de marzo de 1658). Anticipándose a ésta, Felipe IV había previsto que Mercader cooperase con Fuensaldaña, designando a Juan Antonio Pacheco, IV marqués de Cerralbo (c. 1606-1680), para sucederle en Amberes.

La entrada de la Inglaterra cromwelliana en la guerra (1656), aliada con Francia, había empeorado sensiblemente la situación española, sobre todo porque su armada capturó parte de la flota de Indias en 1656 y bloqueó en Canarias la 1658. El Milanesado carecía de recursos —“no se podía sacar sangre de una piedra”, decía un contemporáneo (Signorotto, 2001: 306)— y Francia contaba en Italia con aliados locales, los duques de Saboya y Módena. El 22 de julio de 1658 el Ejército coaligado se presentó ante Milán, intentando sorprenderla. Tras sostener algunas escaramuzas, el enemigo se retiró a Melegnano, pero el 4 de agosto ponía cerco a Mortara, que no pudo ser socorrida y hubo de capitular el 25. Francia acariciaba la posibilidad de atraerse a la república véneta a la coalición antiespañola, pero la muerte de Cromwell (3 de septiembre de 1658) y la dimisión de su hijo Richard como lord protector (25 de mayo de 1659), que preludiaban la restauración de los Estuardo, refugiados en Bruselas y protegidos del Rey de España, aceleraron los acuerdos de la Paz de los Pirineos (7 de noviembre de 1659). Valeza del Po y Mortara fueron restauradas el 30 de diciembre de 1659, a cambio de Vercelli —devuelta al duque de Saboya— y Correggio, al de Módena. Aunque Mercader no había tenido oportunidad de revalidar sus talentos militares, demostró gran capacidad en la solución de los problemas que planteaba la reducción compensada del Ejército, formando parte de una junta integrada, junto a él, por el marqués de Spinola, Vitaliano Borromeo e Íñigo de Velandia. Desde su llegada a Milán, y en razón a su cargo, formó parte del Consejo Secreto de Gobierno, al que siguió perteneciendo hasta el final de sus días. En 1661 sucedió como castellano del castillo sforzesco al fallecido Juan de Borja y Aragón, residiendo en la fortaleza, con su esposa e hijos, hasta su muerte. Los dos varones, Francisco y Diego, fueron también militares.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Montesa, exp. 290, Pruebas para la concesión del título de Caballero de la Orden de Montesa de Baltasar Mercader y Carroz, natural de Valencia, del Consejo de Guerra de Su Majestad y Castellano de Amberes, 1654; Estado, leg. 1287, apd. 1, Relación de servicios del coronel Juan de la Calancha y San Vitores y del soldado Juan Francisco Camargo, 1648; Estado, lib. 265, fol. 173v., El Marques de Cerralbo a D. Juan de Austria, sobre la toma de posesión del castillo de Amberes, Bruselas, 19 de marzo de 1658; Estado, lib. 271-D, fol. 153, Baltasar Mercader a la reina gobernadora, suplicando que por los oficios del sueldo se le ajusten las cuentas de la hacienda real que ha manejado [en Flandes], expidiéndosele certificaciones, Milán, 12 de abril de 1667; Nobleza, Fernán Núñez, 267, doc. 32, Donación realizada por Gastón Mercader a Baltasar Mercader y Carroz del castillo de Rida, una casa en la plaza de Buñol y de las tierras que poseía en la partida del Gallo, 1666; Archivo General de Indias, Indiferente General, 119, n.º 31, Relación de servicios de Román Montero de Espinosa, Cbº de Alcántara, 1661; Indiferente General, 161, n.º 259, Relación de servicios del capitán Miguel de Suescun y Jasso, 1648; Indiferente General, 128 n.º 129, Relación de servicios del sargento mayor Mateo de Torres Ramírez, 1679; Indiferente General, 161, n.º 303, Relación de servicios del capitán Sebastián Bravo Zambrana, 1655.

L. Pareto, Descrizione di Genova e del Genovesato, t. I, Genova, Tipografia Ferrando, 1846, págs. 242 y 265; J. A. Vincart, Relations des campagnes de 1644 & 1646, tirées des Archives du Royaume, ed. de P. Henrard, Bruxelles, Societé de l’Histoire de Belgique, 1869; C. de Vendegies, Biographie et fragments inédits extraits des manuscrits du baron de Vuoerden, Paris, 1870, pág. 27; J. A. Vincart, “Relación de los progresos de las Armas del S. M. Catholica el rey D. Phelipe IV, gobernadas por el Ilmo. y Excmo. señor D. Francisco de Melo, [...] de la campaña del año 1642”, en CODOIN (Madrid), t. LIX (1873), págs. 115-204; “Relación de la campaña del año de 1645 [...] dirigida a S. M. Católica, el Rey Phelipe IV”, en CODOIN, LXVII (1877), págs. 459-586; L. de Cevallos y Arce, Relación del socorro que envió S. M. desde el puerto de La Coruña a los Estados de Flandes, año de 1637 [...] en la cual van escritas las campañas de el año de 1638 y 1639 [...] y la campaña de 1640 [...], Madrid, M. Ginesta, 1880 (Col. de libros españoles raros o curiosos, XIV), págs. 179, 262, 277 y 288; J. A. Vincart, “Relación de la campaña del año de 1643, dirigida a S.M. el Rey Phelipe IV”, en CODOIN, LXXV (1880), págs. 415-483; “Relación de la campaña del año de 1650...”, en CODOIN, LXXV (1880), págs. 487-546; A. Pérez de Vivero, conde de Fuensaldaña, “Relación de lo sucedido en Flandes desde 1648 hasta 1653, siendo general del Ejército de S.M. católica el conde de Fuensaldaña”, en CODOIN, LXXV (1880), págs. 547-576; J. A. Vincart, “Relación de la campaña del año 1649”, en Bulletin de la Commission Royal d’Histoire (Bruxelles), serie V, vol. 4 (1894), págs. 361, 380 y 382; F. des Robert, Charles IV et Mazarin (1643-1661) d’après des documents inédits, Nancy, Sudot, 1899, pág. 332; A. Rodríguez Villa, “Dos viajes regios 1679 y 1666. Noticias del viaje de la Infanta doña Margarita Maria, desposada con el Emperador Lepoldo I, desde Madrid hasta Roveredo (Tirol) en 1666”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. 42 (1903), págs. 376-391; G. Mercader, El Prado de Valencia, introd. et des notes par H. Mérimée, Toulouse, Privat, 1907, pág. 224; C. Clavería, Estudios hispano-suecos, Granada, Universidad, 1954, pág. 132; J. L. Sánchez Martín, “Un plano inédito de la batalla de Honnecourt en 1642”, en Researching & Dragona, vol. 5 n.º 12 (2000), págs. 26-41; “Rocroi, 1643: el triunfo de la propaganda”, en Researching & Dragona, n.º 16 (2002), págs. 4-35, y n.º 21 (2003), págs. 18- 43; G. Signorotto, Milán español, Madrid, La Esfera de los Libros, 2006, págs. 314 y 319.

 

Juan Luis Sánchez Martín

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