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Alonso González de León

Biografía

González de León, Alonso. Señor de Brazuelos. ¿Valladolid?, p. s. XV – Valladolid, 1459. Contador del rey Juan II de Castilla, regidor de Valladolid, alcaide de Portillo.

Alonso González de León pertenecía al grupo de oficiales y letrados reales de procedencia humilde, muy característicos del siglo XV, que lograban ostentar una privilegiada situación dentro de la sociedad urbana de las más importantes ciudades castellanas.

Concretamente, los González de León conseguirían convertirse, en sólo un par de generaciones, y por su proximidad con la Corte, en un influyente linaje asentado en Valladolid. Se desconoce quiénes eran los progenitores de González de León, pero sí se sabe que Alonso era sobrino de Álvar González de León, bachiller en Leyes, que, a principios de siglo, había comprado unas casas cerca de San Pablo en Valladolid.

Probablemente oriundo de León, consta en la documentación su temprano protagonismo dentro de la carrera administrativa, como se demuestra en la ostentación del cargo de alcalde de los fijosdalgo desde 1416. Más tarde Álvar aparece como recaudador mayor y regidor del Concejo y, ya en 1428, actuaba como tesorero del Rey. El primer González de León se casó al menos en dos ocasiones, siempre con mujeres de familias de la oligarquía urbana —caso de los Virués—, si bien no tuvo hijos. Fallecido en 1423, fue su sobrino Alfonso su continuador y heredero. La evolución vital de Alonso González de León siguió las mismas pautas que la de su tío. Así aparece como contador a la sombra del también contador mayor, Fernán Alfonso de Robles, un importante letrado y personaje de la oligarquía urbana vallisoletana. Alfonso incluso llegó a ser el tutor del segundo hijo —Gutierre— de su mentor. También, y durante veinte años, González de León ejerció el cargo de mayordomo de la casa del conde de Buelna, Pero Niño, que en su codicilo otorgado el 6 de enero de 1453, se refería a él como despensero.

Emparentado con linajes tan distinguidos como Reoyo y Corral desde la década de 1430, consta que Alfonso fue, asimismo, alguacil del condestable Álvaro de Luna, el poderoso valido del rey Juan II.

Pronto comenzó a ejercer como alcaide de castillos y fortalezas, como en el caso de Urueña, lugar en el que se mantuvo preso al propio condestable. También ostentaría el señorío de Brazuelos. Como otros muchos hombres del entorno del condestable, Alfonso tomó parte en escaramuzas y talas en la frontera de Jaén al tiempo que se ocupaba de escribir las heroicidades de su señor. Y también, como otros personajes que habían medrado a la sombra del maestre de Santiago, no dudó en jugar un papel ambiguo a la hora de su desgracia, por no decir que traicionó abiertamente al de Luna.

Una de las formas de progresión en la escala social del contador se materializó, como en el caso de su tío, a través de los matrimonios. Alfonso contrajo primeras nupcias con Catalina de Villamicer para, una vez viudo, casarse con la también viuda de un alcalde del Rey, Mayor Sánchez de Virués, que ya aportaba un hijo a la unión, de nombre Jerónimo. Sus cargos y sus matrimonios le permitieron ostentar una posición singular dentro del patriciado urbano, debido a la acumulación de un rico patrimonio en Valladolid, compuesto por bienes raíces, huertas irrigadas por las fuentes del sur y unas tiendas en la plaza del mercado mayor. En 1440 tuvo que ceder al Rey, para que éste lo entregara a los benedictinos, una huerta y tres fuentes en Argales, al sur de la villa, así como otro lugar lindando con la huerta. Después de su muerte y como garantía de una manda que había hecho al convento de San Benito, su familia hipotecó una serie de tiendas en la plaza del mercado. Su segunda mujer, en 1438, entablaría un pleito con el convento de los dominicos por unos bienes de su abuelo y, una vez muerto el contador, junto con sus hijos, lo prosiguió hasta el año de 1460.

Con su segunda esposa tuvo Alonso González dos hijos varones a los que se sumó Jerónimo, del primer matrimonio de su mujer, más adelante miembro de la importante cofradía de Esgueva. Francisco de León, el primogénito de Alonso y Mayor, fue comendador y caballero de la Orden de Santiago, al igual que su hermano Pedro. Los tres hermanos ostentarían los cargos de regidores de la villa y los tres disfrutarían de un nada despreciable patrimonio —bienes inmuebles y juros situados en las alcabalas de Valladolid— que heredaron sus descendientes. Todos ellos, asimismo, gozaron de una estrecha relación con la Orden de Santiago, sin duda gracias a la relación de Alfonso con el propio maestre de la Orden, esto es, Álvaro de Luna.

La hija de Francisco —al que algunas fuentes literarias califican de converso, lo que podría indicar que el propio Alonso lo era—, de nombre Mayor, como su abuela, fue monja en Las Huelgas a la altura de 1504.

El segundogénito, Pedro de León, se casó con Elena de Villalpando, y la hija del matrimonio, Inés, se casaría con Juan de Hontiveros, más adelante, alcalde de Medina del Campo. El tercer hijo de Alonso González fue su hija María de Virués —o Tovar—, que se casó con Diego Osorio. El hijo del matrimonio, de nombre Álvar en recuerdo del primero del linaje, también sería comendador de Santiago. De esta manera, la familia de Alonso González de León, instalada en Valladolid gracias a las funciones ejercidas en la administración real y en particular en las instituciones fiscales, aparece integrada con los pequeños señores territoriales de los alrededores, con los grandes oficiales de la Corona y con la Orden de Santiago, culminando su ascensión social en la villa del Esgueva.

Una de las últimas noticias de Alonso González remite al episodio final de Álvaro de Luna, ya caído en desgracia ante Juan II. Según la información de la Crónica del Condestable, escrita por el fiel Gonzalo Chacón, Alfonso y su hijo Francisco custodiaron el tesoro de Álvaro en la fortaleza de Portillo de donde el padre era alcaide. Chacón muestra al contador como un hombre ambicioso que se negó a auxiliar al hijo del condestable, Juan, y que, ante la inminente llegada del Rey, defendió la fortaleza con desgana. Más tarde, codiciosos, padre e hijo llegaron a un acuerdo con el Monarca —“les paresçio más provechoso que honrroso desembargar la fortaleza y se la dieron al rey que les gratificó”—, de forma que consiguieron de Juan II parte de aquel tesoro que ellos “sotilmente habían amenguado”.

Alfonso González de León murió ya reinando Enrique IV sin poder arrepentirse, según Chacón, de sus malas obras “de muerte supitaña e sin confesión”, al igual que todos los que habían traicionado al condestable.

Sepultado en San Benito de Valladolid, monasterio que él mismo había protegido, González de León legó a sus herederos una considerable fortuna y los resortes necesarios para seguir presentes en el gobierno de la ciudad de Valladolid, como regidores, en tiempos de Enrique IV y de los Reyes Católicos.

 

Bibl.: G. Chacón, Crónica del Condestable Álvaro de Luna, ed. de J. de Mata Carriazo, Madrid, Espasa Calpe, 1940; L. de Barrientos, Refundición de la Crónica del Halconero, ed. de J. de Mata Carriazo, Madrid, Espasa Calpe, 1946; A. de Palencia, Crónica de Enrique IV, intr. de A. Paz y Meliá, Madrid, Atlas, 1973 (Biblioteca de Autores Españoles); Doctor de Toledo, Cronicón de Valladolid, 1333-1539, ed. de P. Sainz de Baranda, Valladolid, Caja de Ahorros, 1984; A. Rucquoi, Valladolid en la Edad Media: I. Génesis de un poder, II. El mundo abreviado (1367-1474), Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1987; A. Franco Silva, “El mariscal García de Herrera y el marino D. Pedro Niño, conde de Buelna. Ascenso y fin de dos linajes de la nobleza nueva de Castilla”, en Historia. Instituciones. Documentos, 15 (1990), págs. 181-216; I. Pastor Bodmer, Grandeza y tragedia de un valido. La muerte de Álvaro de Luna, Madrid, Caja de Ahorros, 1992 (col. Marqués de Pontejos), 2 vols.; P. Porras Arboleda, Juan II rey de Castilla, Burgos, Diputación Provincial de Palencia, 1995; J. M. Calderón Ortega, Álvaro de Luna: riqueza y poder en la Castilla del siglo XV, Madrid, Dykinson, 1998; Álvaro de Luna (1419-1453): Colección diplomática, Madrid, Universidad Rey Juan Carlos I-Dykinson, 1999; J. de Salazar y Acha, La Casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000; L. Suárez Fernández, Enrique IV de Castilla. La difamación como arma política, Barcelona, Ariel, 2001; F. de P. Cañas Gálvez, El itinerario de la corte de Juan II de Castilla (1418-1454), Madrid, Silex, 2007; “La cámara de Juan II: vida privada, ceremonia y lujo en la Corte de Castilla a mediados del siglo XV”, en A. Gambra Gutiérrez y F. Labrador Arroyo (coords.), Evolución y estructura de la Casa Real de Castilla, vol. 1, Madrid, Polifemo, 2010, págs. 81-196; Burocracia y cancillería en la corte de Juan II de Castilla (1406-1454): estudio institucional y prosopográfico, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2013; La cámara real de Juan II de Castilla: cargos, descargos, cuentas e inventarios (1428-1454), Madrid, La Ergástula, 2017.

 

Dolores Carmen Morales Muñiz

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