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Andrés Agustín de Orbe y Larreátegui

Biografía

Orbe y Larreátegui, Andrés Agustín de. Ermua (Vizcaya), 21.III.1672 – Madrid, 4.VIII.1740. Arzobispo, presidente del Consejo Real de Castilla, inquisidor general.

Hijo de Antonio Juan de Orbe y de María Ana Larreátegui, su familia era oriunda del valle de Angiotzar (Guipúzcoa). El 23 de marzo de 1687 fue tonsurado, ingresando en el Colegio de la Compañía de Jesús en Vergara, estudiando allí Retórica y Gramática, que concluyó en Pamplona. De aquí pasó a Salamanca, donde cursó Derecho Civil y Canónico graduándose como bachiller. Habiendo fallecido su padre, ocupó el mayorazgo, que cedió a su segundo hermano, Francisco Antonio.

Ingresó en 1698 como colegial canonista en el Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid. Bachiller en Cánones, obtuvo por oposición un beneficio en la iglesia de su pueblo. En 1701 fue visitador general de la diócesis vallisoletana por delegación de su obispo, Diego de la Cueva y Aldama. Posteriormente sería nombrado provisor, vicario general, gobernador eclesiástico, “sede plena” e inquisidor ordinario de esta ciudad por el nuevo obispo, Andrés de Orueta, entre 1709 y 1712. Fue sustituto en las Cátedras de Instituta, Pandectas, Código, Decretales y Prima de Cánones en la Universidad vallisoletana, ganando la de Decretales por oposición el 11 de febrero de 1715, de la que tomó posesión el día 19.

El 11 de noviembre del mismo año fue nombrado fiscal de la Inquisición de Sevilla. Se le dieron las cuatro órdenes menores y el subdiaconado los días 16 y 17 de marzo de 1716, pero antes de tomar posesión el inquisidor general, Francesco Giudice, le envió con el puesto de inquisidor apostólico y fiscal del Santo Oficio a Sevilla, siendo los días 20 y 27 de febrero de 1718 ordenado diácono y presbítero. Poco después, el 30 de agosto del mismo año, pasó como inquisidor al Tribunal de Cuenca.

El 16 de diciembre de 1720, fue promovido a la sede episcopal de Barcelona (para algunos la fecha de tal designación sería el 24 de agosto), de la que tomó posesión el 11 de febrero de 1721, gobernando esta diócesis sólo cuatro años, durante los cuales asistió al Concilio Tarraconense de 1722, en el que se resolvieron espinosas cuestiones de forma, que venían de anteriores pontificados, como el uso —por decreto real— por parte de los prelados del sillón la almohada en las procesiones del Corpus, defendido en Madrid por su predecesor en la diócesis, Diego de Astorga, que sería inquisidor general, no obstante lo dispuesto por el Ritual Romano y la Congregación de Ritos. El 18 de abril de 1725, fue trasladado a Valencia en calidad de arzobispo, sustituyendo a Folch de Cardona.

El 12 de enero de 1727, pasó por real nombramiento a presidir el Real y Supremo Consejo y Cámara de Castilla, de cuyo empleo tomó posesión el día 25 y lo sirvió en propiedad hasta mediados de 1733. Poco después de esta designación, “ofrecía, a fuer de buen bizcaíno, sus oficios y su influencia en el alto cargo que se le había confiado”, como escribe de Labayru y Goicoechea. En regimiento general celebrado en Bilbao el 11 de febrero de aquel año, además de acordar la calurosa felicitación que se resolvió dirigirle, se mandó que el día siguiente se celebrase en la Villa una corrida de toros, y que por la noche se iluminaran las casas y “otras públicas funciones”. Durante varios días, caso de Santurce, se celebraron festejos en diversos pueblos.

A su influencia y a la de su hermano Antonio se debió la resolución favorable del espinoso pleito de las aduanas, motivado por el traslado de las mismas, que dio lugar al motín como “la Machinada”.

A propuesta de Felipe V, el pontífice Clemente XII le nombró inquisidor general de los reinos y dominios españoles, sin exigirle la renuncia del arzobispo de Valencia, asumiendo el cargo el 1 de septiembre de 1740, sucediendo en el mismo a Juan de Camargo, obispo de Pamplona.

Consejero del Santo Oficio y comisario general de la Santa Cruzada en España, no tardaron, desde entonces, en recaer sobre él nuevas obligaciones que acabaron afectando seriamente su salud. Habiendo enfermado gravemente el obispo de Seleucia y nuncio de Su Santidad, Pedro Alemani, le sometió sus facultades y funciones como tal, hasta que el Papa designase su sucesor por un breve que se le comunicó el 24 de mayo de 1735, cosa que aceptó —pese a sus achaques— con su habitual espíritu de sacrificio.

Queriendo Felipe V recompensarle sus señalados servicios, le otorgó el título de Castilla, transferible a voluntad a sus herederos, el de marqués de Valdespino, que recayó sobre su sobrino de catorce años, Andrés Agustín de Orbe y Zarauz, para él y sus sucesores, exento de lanzas y medias annatas perpetuamente.

A partir de entonces su salud empezó a decaer notablemente, viéndose obligado a dimitir del arzobispado de Valencia. Tras su óbito fue enterrado provisionalmente en la iglesia del Convento agustino de Santa María de Aragón; en junio de 1742 fueron trasladados sus restos al rico mausoleo de jaspe morado rematado con una magnífica estatua orante suya, con los atributos de sus dignidades eclesiásticas, situado en el templo parroquial de Santiago en su villa natal. Le sucedió en su dignidad de inquisidor general el obispo de Jaén, arzobispo de Santiago y consejero de Estado, Manuel Isidro Manrique de Lara.

Puso de manifiesto siempre su especial empeño en atribuir a la villa de Vergara, ser la cuna del protomártir del Japón, el franciscano Martín de la Ascensión, donando, entre otras cosas, una de sus reliquias a la parroquia de San Pedro de aquella localidad, pese a que en Beasain reclamaban tal honor, y envió a Roma sus opiniones al respecto, opiniones que fueron aceptadas. En Ermua edificó un soberbio palacio en el solar de la casa en que nació, y en donde han venido residiendo los marqueses de Valdespino. En la actualidad dicho edificio es el Ayuntamiento de esta población, y estableció rentas para maestro de escuela, preceptor de Gramática Latina y organista de la parroquia.

 

Fuentes y bibl.: Informaciones aportadas por Francisco Javier Pastor Muñoz (arqueólogo), Madrid; Biblioteca del Hogar Vasco, Madrid.

VV. AA., “Orbe y Larreategui, José Agustín”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana, vol. XL, Barcelona, José Espasa e Hijos Editores, 1919, págs. 81-82; E. J. de Labayru y Goicoechea, Historia General del Señorío de Vizcaya, Bilbao, La Enciclopedia Vasca, 1974 (ed. facs.); VV. AA., Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco, San Sebastián, Editorial Auñamendi, 1977; A. Llin Cháfer, “Andrés de Orbe y Larreátegui”, en Arzobispos y Obispos de Valencia, Valencia, Arzobispado de Valencia, 1996, págs. 136-138; J. Pérez Villanueva y B. Escandell Bonet (dirs.), Historia de la Inquisición en España y América, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2000; J. M. Walker, Historia de la Inquisición Española, Madrid, Edimat S.A, 2001.

 

Fernando Gómez del Val

 

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