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Pero Niño Laso de la Vega

Biografía

Niño Laso de la Vega, Pero. Conde de Buelna (I). ?, 1378 – Cigales (Valladolid), 17.I.1453. General de la Armada de Castilla, merino mayor de Valladolid, célebre justador y lidiador.

Su padre Juan Niño, de ilustre familia venida a menos por haber sido fiel a Pedro I, escudero en la Casa del Rey, había casado con Inés Laso de la Vega, señora del Valle de Buelna (Cantabria) y tía de Leonor Laso de la Vega (madre del marqués de Santillana).

Algo más de un año después del nacimiento de Pedro Niño, su madre tuvo otro hijo, y también nació el futuro Enrique III, cuya abuela, la reina Juana Manuel, ante la aversión que las nodrizas al uso producían a la Reina, buscaba una “de buen linaxe”. Llamaron a Inés Laso, pero se negaron ella y su marido, pues “no hera aquel ofiçio para persona de grand linaje, como ellos eran”. Huyeron hacia Aragón y el Rey ordenó su búsqueda. Por sus servicios recibieron las villas de Cigales, Berzosa y Fuente Bureba en 1386, y una educación en la corte para su hijo Pedro, quien, como se dice en El Victorial, con diez años fue “dado a criar e a enseñar a un honbre savio e entendido”, que entre otras cosas, le aconsejó: “Servid al rey e guardadvos dél, que es como el león: jugando mata e burlando destruye”. Se incorporó así desde niño a la vida cortesana y, muy pronto, a la militar, iniciando una biografía que, como dice J. de Mata Carriazo, contiene los elementos de una “doctrina de la caballería”.

En 1394, con sólo dieciséis años, se hallaba con las tropas de Enrique III en el ataque a Gijón (entrando en batalla con las armas del propio Rey), en poder entonces de Alonso Enríquez, conde de Gijón y de Noroña. Destacó enseguida por su gran fuerza y su valentía, tanto en acciones militares (segundo sitio de Gijón, sitio de Alcántara, entradas en Portugal) como civiles, algunas de ellas con sabor mitológico (lucha con un jabalí, corte de una maroma “tan gruesa como la pierna de un hombre” que atravesaba el Guadalquivir), así como en justas, torneos y juegos de cañas. Gran jinete, también toreaba “ansí a pie como a cavallo, esperándolos [a los toros], poniéndose a grand peligro con ellos, haziendo golpes de espada tales, que todos heran maravillados” (este pasaje de El Victorial, escrito en el siglo XV, constituye, se cree, la primera referencia nominativa a un lidiador).

Gran amigo de Ruy López Dávalos, condestable de Castilla, valido de Enrique III, contrajo su primer matrimonio con Constanza de Guevara y Ayala, hermana de la mujer del condestable. Pronto quedó viudo, y en 1403 le envió el Rey a luchar contra los corsarios del Mediterráneo, recorriendo las costas de Marsella, Cerdeña y Túnez. Dos años después se le encomendó la misión, al frente de tres galeras, de hostigar a los ingleses, en apoyo de Francia, que había vuelto a declarar la guerra a Inglaterra después de que el rey de este país, Ricardo II, fuera asesinado. En numerosas acciones, destacó por su osadía: remontada por el estuario del Gironda hasta Burdeos, entonces en poder de los ingleses, saqueando cuanto pudo; navegación por el Támesis (llamado, deliciosamente, “Artamisa” en El Victorial) hasta el mismísimo Londres, que sólo pudo ser una escaramuza, y desembarco en la isla de Jersey. Contó con la colaboración de amigos franceses como Charles de Savoisy, pero no pudo concertarse con la flota de Ruiz de Avendaño. Estuvo en París, reclamando ayuda económica ante el débil rey de Francia, con “muy fuertes palabras”. Fue agasajado en Sérifontaine por Renaud de Trie, almirante de Francia.

Finalmente, en 1406, recibió la orden de regresar a España, donde el Rey, satisfecho, le prometió enviarle a una “conquista [...] que vos será honrrosa e buena”. Pero murió Enrique III sin haberse concretado nada y Pedro Niño acompañó al regente Fernando de Antequera a la Guerra de Granada, participando en la reconquista de Zahara, Priego, Setenil y otros lugares. En 1409 contrajo sin licencia, siendo capitán de la guardia de corps, nuevo matrimonio con Beatriz de Portugal, señora de Alba de Tormes, hija del infante Juan de Portugal duque de Valencia de Campos, (hijo éste del rey Pedro I de Portugal y de la célebre Inés de Castro, “Cuello de Garza”), y de Constanza de Castilla (hija bastarda de Enrique II de Castilla). Pero Fernando de Antequera se opuso a este matrimonio, porque Beatriz había estado años atrás tratada en casamiento con su propio hijo el infante Enrique, futuro maestre de Santiago. Amenazó con graves castigos e hizo presa a la novia en el castillo de Ureña. Pedro Niño se refugió en Bayona (Francia) durante año y medio, período en el que, dada su osadía, realizó varias visitas a su mujer. Finalmente, tras una negociación en la que se cedió el señorío de Alba, el regente dio su consentimiento y la boda se celebró en Cigales en 1410.

Siguió después el partido que encabezaba el infante Don Enrique, al que pertenecían el condestable Ruy López Dávalos, el adelantado Pedro Manrique y otros, que pretendía hacerse con la voluntad de Juan II quien, aunque declarado mayor de edad, tenía sólo catorce años y era débil de carácter. Fue Pedro Niño uno de los que intervinieron en 1420 en el asalto a la cámara del Rey en Tordesillas, ocupándose específicamente de la detención de Juan Hurtado de Mendoza, mayordomo mayor de Juan II. Tras el traslado a Talavera, el Rey consiguió escapar con Álvaro de Luna y refugiarse en el castillo de Montalbán, que fue sitiado. En 1422, cuando el infante Don Enrique fue hecho prisionero, el condestable (que perdió su cargo en beneficio de Álvaro de Luna) y el adelantado se refugiaron en Valencia, donde también pasó un tiempo Pedro Niño, hasta que pudo volver a Castilla, aunque lejos de la corte. Finalmente, en 1429, con ocasión de la entrada que quisieron hacer en Castilla los infantes de Aragón, se incorporó, como tantos otros, al bando del Rey y de Álvaro de Luna. La guerra se evitó porque la Reina de Aragón, hermana del Rey de Castilla, montó su propia tienda en el campo que separaba los dos ejércitos. Niño asistió junto al condestable a los sitios de Montánchez y de Alburquerque, y ahora, en plena amistad con Álvaro de Luna, fue nombrado miembro del Consejo Real y le fue concedido en 1431, a instancias del condestable, el título de conde de Buelna el día anterior a la batalla de La Higueruela, en el Reino de Granada (que Felipe II ordenaría representar al fresco en la Sala de Batallas del Monasterio de El Escorial).

Años más tarde, prácticamente retirado en Cigales, la inestabilidad de la corte hizo que nuevamente se uniera al bando del infante Don Enrique y del rey de Navarra contra don Álvaro, y fue uno de los testigos instrumentales del Acuerdo de Castronuño de 1439, que desterró temporalmente al condestable. Nuevamente volvió a la fidelidad a Juan II y asistió con él al sitio de Peñafiel.

Viudo otra vez en 1446, contrajo tercer matrimonio con Juana de Zúñiga, posiblemente hermana del conde de Nieva, su yerno, con quien no tuvo sucesión. De su primer matrimonio tuvo a Pedro, ilustre soldado y comendador de Mérida, que falleció soltero. Del segundo sólo tuvo descendencia perdurable en sus hijas: María, que casó con García de Herrera, mariscal de Castilla y señor de Pedraza, progenitores de los duques de Frías; y Leonor, que casó con Diego de Zúñiga, futuro I conde de Nieva, hijo del mariscal de Navarra Íñigo López de Zúñiga y de Juana de Navarra (hija natural del rey Carlos III de Navarra), con larga sucesión. Fue enterrado, igual que su segunda mujer, Beatriz de Portugal, en la iglesia de Santiago, en Cigales (Valladolid), con un epitafio altivo que, aunque ciertamente lo ordenó en su primer testamento, no lo hizo en el último: “[...] fue siempre vencedor e nunca vencido, por mar e por tierra [...]”. En San Felices de Buelna sigue existiendo la llamada Torre del Almirante Pero Niño.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de La Historia, Colección Salazar y Castro, C-15 fol. 26, D-31 fols. 202r.-v., D-32, fol. 12.

A. López de Haro, Nobiliario genealógico de los Reyes y Títulos de España, Madrid, Luis Sánchez, 1622 [reimpr. en Ollobarren (Navarra), Wilsen Editorial, 1996, vol. I, págs. 209-216, y vol. II, págs. 528-529]; J. de Vargas y Ponce, Vida de Don Pedro Niño, primer Conde de Buelna, Madrid, Imprenta Real, 1807; A. González Palencia, “D. Pedro Niño y el Condado de Buelna”, en Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo (Santander), n.º extr. en homenaje a D. Miguel Artigas, vol. II (1932), págs. 105-146; G. Chacón (atrib.), Crónica de Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, Maestre de Santiago, ed. de J. de Mata Carriazo, Madrid, Espasa Calpe, 1940, ad indicem; G. Díez de Games, El Victorial. Crónica de Don Pero Niño, Conde de Buelna, ed. de J. de Mata Carriazo, Madrid, Espasa Calpe, 1940; L. Suárez Fernández, “Pero Niño”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, t. II, Madrid, Revista de Occidente, 1952, pág. 649; F. Pérez de Guzmán (atrib.), “Crónica del Serenísimo Príncipe Don Juan II”, en Crónicas de los Reyes de Castilla, ed. de C. Rosell, t. II, Madrid, Atlas, 1953 (Biblioteca de Autores Españoles, LXVIII); A. y A. García Carraffa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana. Diccionario de Apellidos, t. LXII, Madrid, 1956, págs. 75 y ss., s. v. “Niño”; R. Pérez-Bustamante, “Propiedades y vasallos de Pero Niño, Conde de Buelna en las Asturias de Santillana”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. CLXXIII (enero-abril de 1976), págs. 97-109; A. Franco Silva, “El Mariscal García de Herrera y el marino D. Pedro Niño, Conde de Buelna. Ascenso y fin de dos linajes de la nobleza nueva de Castilla”, en Historia, Instituciones, Documentos (Sevilla), 15 (1988), págs. 181-216; M.ª T. Ferrer Mallol, Corsarios castellanos y vascos en el Mediterráneo medieval, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000, págs. 9-98; A. de Ceballos-Escalera y Gila, Norma y ceremonia de los almirantes de Castilla, Madrid, SEK-Universidad Camilo José Cela, 2006.

 

Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca

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