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Luis Noval Ferrao

Biografía

Noval Ferrao, Luis. El cabu Noval. Oviedo (Asturias), 16.XI.1887 – Zoco el Had de Beni-Sicar (Melilla), 28.IX.1909. Militar.

Nació en el seno de una familia humilde; sus padres, Ramón Noval Suárez y Josefa Ferrao, estaban avecindados en la ciudad de Oviedo, y su hijo Luis nació el día 16 de noviembre de 1887, vecino de la calle de Santa Susana, n.º 10.

Con veintiún años entró en el reemplazo de 1908, teniendo entrada en Caja el 1 de agosto, habiéndole correspondido el número 148, hasta que el 4 de marzo fue llamado a filas, incorporándose al Regimiento de Infantería del Príncipe n.º 3, donde fue destinado, causando alta en marzo de 1909. Su lugar de trabajo fue la 3.ª compañía del 2.º batallón, quedando de instrucción y guarnición en la misma ciudad de Oviedo.

El 11 de abril de 1909 prestó juramento de fidelidad a la bandera, ascendió por elección a cabo en el mes de septiembre. El día 10 de dicho mes salió de Oviedo con dirección hacia Melilla, a las órdenes del coronel del regimiento Julio Moló Sanz; tras pernoctar en Madrid y continuar su viaje, embarcó en el Ciudad de Cádiz, llevándole a su destino de la plaza de Melilla el día 14 de septiembre.

El 9 de julio de 1909 se comunicó desde Melilla al Ministerio de la Guerra que unos grupos de moros habían atacado de improviso a los obreros españoles que trabajaban en las vías férreas en construcción, causando varios muertos; tropas de Melilla salieron para realizar batidas que costaron un gran número de bajas. Las hostilidades entre las kabilas del Rif estallaron el 9 de julio, el mismo día en que el embajador del Sultán llegaba a Madrid, era recibido por el ministro de Estado Allendesalazar; el Gobierno español se daba prisa en comunicar a el-Guebbas, delegado del Sultán en Tánger, los enfrentamientos con las cábilas de Kelaia. El general Marina hizo ocupar posiciones estratégicas que permitieron extender el dominio directo hasta la provincia de Kelaya. El lugar donde había sido la agresión quedaba rodeado de cuatro posiciones defensivas: dos en vanguardia (El Atalayón y Sidi Ahmed el Hach) y otras dos en la retaguardia (Segunda Caseta y Sidi Musa). En favor de una gran ofensiva española estuvieron con todos sus medios de propaganda los interesados accionistas de los yacimientos mineros del Rif, los Güell, Comillas, Macpherson y Romanones, sin contar la prensa oficial y la oficiosa que hizo todo lo que estuvo en su poder para exaltar las pasiones populares en nombre del honor y la gloria de la Nación, a fin de que se alistasen de cualquier manera como reservistas dispuestos al sacrificio. En respuesta a la ofensiva iniciada desde Melilla, se organizó la resistencia de los kabileños, que eran reforzados sin cesar por los contingentes del interior. Se produjo en las filas españolas el desastre militar del Barranco del Lobo, y se consideró luego como una proeza la conquista del Gurugú, aunque para ello hubo un gran número de muertos y heridos, entre ellos el general Pintos.

Empezó a hacerse presente una protesta generalizada contra la guerra de Marruecos y contra el envío de reservistas. Este movimiento opuesto al belicismo, tal como iban los resultados, que eran muy negativos, lo formaron conjuntamente anarquistas, socialistas, republicanos, obreros, burgueses, intelectuales. Era un hecho consumado la tragedia y el desastre español. Sobraba el sentido victorioso de 1859 y se empezaba a pensar que lo ocurrido en 1893 había sido una prórroga. El desastre de 1909 era otra Cuba ya que Marruecos en sí sería, por algunos años, la pesadilla de España. La respuesta popular más cruenta ante el problema marroquí se daba en Barcelona: el 28 de julio de 1909 se declaró el estado de guerra en Barcelona, Gerona y Tarragona, y el mismo día, por otro decreto, se extendió a todo el país la supresión de las garantías constitucionales.

Tras llegar a Melilla, el cabo Noval marchó con su compañía al fuerte de Cabrerizas Altas, posteriormente, el día 20, asistió con su regimiento a la batalla de Taxdirt, concurriendo bajo las órdenes del general Fernando Álvarez de Sotomayor, a la toma del Zoco el Had de Beni-Sicar; era una importante posición que dominaba los valles de Río de Oro y Frajana. Una vez tomada la posición se produjeron los correspondientes trabajos de fortificación y vigilancia; su columna formó además la vanguardia de avance, acampando a lo largo de los días 23 al 27 de septiembre en la posición nombrada, a las órdenes de la División Sotomayor. Si bien se había producido una serie de operaciones de reconocimiento en la región de Kebdana con el fin de controlar la llanura situada al sur de Mar Chica, ahora se trataba de avanzar hacia el Norte, para ocupar el territorio situado entre el monte Gurugú y el cabo de Tres Forcas. La harka rifeña, que reunía un contingente considerable, estaba dividida en dos partes, una situada en Beni Bu Ifrur y la otra en Beni Sicar. Había empezado una peregrinación, reclutando soldados por los zocos de las cabilas de Beni-Said, Beni-Tuzin, Tamsaman y Beni-Ulechek; el jefe marroquí Mizzian sabía que las divisiones de Orozco y Tovar estaban en Nador, pensando así atacar por sorpresa la posición de Beni Sicar. En la madrugada del 28 de septiembre es encargado al cabo Luis Noval para la realización del servicio de guardia en el flanco derecho del campamento. Tras producirse un ataque enemigo, el cabo Noval se retiró hacia posiciones fortificadas y al no encontrar la puerta de las alambradas, fue capturado por los rifeños; Noval es tomado prisionero por un enemigo que le obligó, tras estar inmovilizado, al avance con el salvoconducto de su persona, hasta las posiciones españolas, intentando así suspender el fuego y entrar en la avanzadilla. El cabo Noval gritó para advertir que eran enemigos los que se acercaban, además de animar a la tropa española para que abriera fuego, como así lo hizo. Al amanecer encontraron el cadáver del cabo Noval con su armamento reglamentario, junto a dos soldados enemigos. Los soldados Ortiz y Rico recogieron el cuerpo sin vida de Noval, examinándolo el médico Gaspar Araujo y Lucas, quien encontró tres heridas mortales, hechas por disparos de máuser. Por este suceso, de singular valentía, según testificaron sus compañeros, los soldados Manuel Patiño Barbeito y Honorato Martínez Montes, el cabo Saturnino Camarero y el sargento Joaquín Álvarez Lorenzo le fue concedida, a título póstumo, al cabo Noval la Cruz de 2.ª Clase Laureada de San Fernando, con una pensión anual de 400 pesetas para sus padres, por Real Orden Circular de 19 de febrero de 1910. El expediente instruido sobre el juicio contradictorio para la concesión de la citada condecoración, una vez depurado el mérito contraído, fue iniciado el 23 de octubre de 1909, en él se detalla minuciosamente el suceso, así el general Brualla, jefe del sector a que pertenecía el campamento declaró que hasta la mañana siguiente no tuvo noticia del hecho, limitándose a transmitir el parte por escrito recibido del coronel del regimiento; a su vez, el capitán ayudante, señor Rosa se enteró por referencias, de manera que disparando una sección oyeron voces de “¡Alto el fuego!”, mientras que el jefe de otras de las secciones oyó a Noval decir : “¡Vengo entre moros! ¡Tirar! ¡Viva España!”. Algunos testimonios más, el del teniente Álvarez desde su sección del ángulo derecho o el teniente Armendariz, desde el ángulo izquierdo, oyeron voces y vieron el trasiego de individuos. En última instancia, el juez instructor, en un detenido resumen, aprecia que según las declaraciones tomadas, los hechos, si bien no se desarrollaran exactamente en la forma consignada en el parte, son suficientes y verosímiles, exponiéndolos en diversos apartados.

Por todo ello, lo acontecido fue calificado de heroico y digno para la concesión de tan preciada distinción; y así, el cabo Noval, estando de servicio avanzado, equivalente al de centinela, cumplió lo establecido en el artículo 42 del Título Primero del Tratado Segundo de las Ordenanzas, siendo el mayor esfuerzo que se puede pedir a un soldado, calificando de heroica su actuación, por la Ley de 18 de marzo de 1862.

La euforia del heroísmo popular en la figura del cabo Noval es traducida con varios monumentos que se erigieron: en Madrid, levantado en la plaza de Oriente, por suscripción entre las madres españolas el día 7 de julio de 1912; Oviedo (cuartel del Regimiento de Milán n.º 3); en Valencia, Su Majestad el Rey puso en mayo de 1910 la primera piedra de un monumento conmemorativo; en Barcelona se inaugura una lápida en su honor el 24 de octubre de 1910 en el local de Academias del Regimiento n.º 63. Así como se dio su nombre a una de las calles de su ciudad natal (desde el 15 de abril de 1910 sería la de Martínez Marina).

Otra iniciativa es la creación del héroe de Melilla: el cabo Noval, Laureado de San Fernando, que consigue aglutinar en su mito la defensa del honor patrio. Y así, en 1910 se crea la mentalización y tradición popular suficientes para la realización de un programa literario dedicado al príncipe de Asturias y a su regimiento vencedor en África. El acto se realizaría en Gijón, el 1 de mayo de 1910. Constaría de un discurso preliminar y de dos partes. La primera, dividida en dos sesiones: el llamado “grito de guerra” y las consiguientes vistas cinematográficas; en cuanto a la segunda, estaría compuesta por una serie de escenas dramáticas. Posteriormente, en el intento de perpetuar en la conciencia popular el héroe de Melilla, aparecen en 1912 dos gacetas tituladas El eco de Noval; se publicaría una vez al mes y el director fue Julio Sánchez Godínez. Estas publicaciones pretenden crear una publicación periódica, algún monumento público, una obligada fundación que ayude a mantener presente el sentido patriótico y los pretendidos intereses españoles en Marruecos, aunque se vea limitado a las coplas y al recuerdo oral del castizo soneto al cabo Luis Noval.

Por último, dentro del entusiasmo popular, están los telegramas de adhesión y felicitación, junto con las suscripciones realizadas en favor de la campaña de 1909. Quizá, dentro de estas últimas, la más importante sea la iniciada por Su Majestad la reina Victoria Eugenia en favor de las familias de los reservistas y de los soldados heridos o muertos en la guerra del Rif, en la llamada Asociación de Señoras, siendo la tesorera de la Junta de Damas María Bernar Allendesalazar.

El cabo Luis Noval fue inicialmente sepultado en una fosa común, junto a un sargento y cuatro soldados del Regimiento del Príncipe, posteriormente los restos fueron exhumados el 21 de junio de 1915, depositándose en el panteón de las víctimas de la campaña del Rif, en Melilla. En 1916 fueron llevados definitivamente a Oviedo. Su traslado fue acordado con fecha de 13 de junio de 1916, donde sería transportado desde el cementerio de dicha plaza a la ciudad de Oviedo, pueblo de su naturaleza, con el acompañamiento eclesiástico y de comisiones del Ejército presididas por el sargento mayor de la plaza, haciéndose entrega de los citados restos al capitán del barco que a su vez los entregará al del barco Españoleto hasta Gijón. Los gastos del traslado fueron sufragados en parte por el Ministerio de la Guerra y en parte por la Corporación Municipal de Oviedo. Además, el citado Ayuntamiento acordó erigir un modesto mausoleo que perpetuase la memoria del cabo Noval. Una vez llegado el féretro a la ciudad de Oviedo se engalanaron los balcones de las casas del tránsito: Uria, Fruela, Jesús, Plaza Mayor, Magdalena, Arzobispo Guisasola, Luneta y San Roque. Finalmente, sus cenizas fueron depositadas en el cementerio de San Salvador.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio, Fondo Reinados, Reinado de Alfonso XIII, caja 12.811/10, caja 12.954/7, caja 15.509/4, caja 15.808/16; Archivo General Militar (Segovia), Célebres, caja 118, exp. 1.

El Correo de Asturias, 15 de octubre de 1909; P. Luis de Gálvez y F. Martínez, Por los que lloran (Apuntes de la guerra), Madrid, Imprenta de Gabriel López del Horno, 1910; “El cabo Noval ha caído prisionero”, en España en sus héroes: Historia bélica del siglo xx, t. 1, n.º 5 (1969), págs. 131-160; M. R. de Madariaga, España en el Rif, Ciudad Autónoma de Melilla, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1999; J. Ramiro de la Mata, Origen y dinámica del colonialismo español en Marruecos, Ciudad Autónoma de Ceuta, Archivo Central, 2001.

 

Javier Ramiro de la Mata

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