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Antonio Pinilla Barceló

Biografía

Pinilla Barceló, Antonio. Valencia, 2.X.1876 – Gijón (Asturias), 21.VIII.1936. Militar y caballero Laureado de San Fernando.

Ingresó en la Academia de Infantería a los diecisiete años. En 1896 fue promovido al empleo de segundo teniente y destinado al Regimiento de La Albuera, al tiempo que ingresaba en el primer curso de la Escuela Superior de Guerra. En 1897, antes de haber terminado sus estudios, fue destinado a Filipinas, donde ascendió al año siguiente a primer teniente, continuando en aquellas islas hasta la terminación de la guerra.

Ya en la Península, fue destinado al Regimiento de Tetuán, en el que permaneció hasta su ascenso a capitán, en 1904, pasando entonces al Batallón de Reserva de Torrelavega y posteriormente al Regimiento de Valencia y al Batallón de Reserva de Cuenca, siendo nombrado en 1909 ayudante de la 2.ª Media Brigada de la 3.ª Brigada de Cazadores, de donde regresó al Regimiento de Reserva de Cuenca, para volver a desempeñar el cargo de ayudante, esta vez del general López Herrero, jefe de la 1.ª Brigada de Cazadores. En 1913 pasó destinado al Batallón de Reserva de Teruel y posteriormente al Regimiento de Ceuta, en el que fue ascendido a comandante en 1915.

En su nuevo empleo fue ayudante de campo del general Carvajal, subsecretario del Ministerio de la Guerra, más tarde pasó destinado al Regimiento de África y en 1919 fue nombrado ayudante de campo del teniente general López Herrero, capitán general de la 7.ª Región Militar, y al año siguiente del general Martín Sedeño, gobernador militar de Valladolid.

En 1923 ascendió al empleo de teniente coronel, desempeñando el cargo de ayudante de campo del general Cantón Salazar, gobernador militar de Valladolid. Los años siguientes los pasó en situación de disponible en Madrid y Zaragoza, trabajando en la Junta de Abastos de esta última ciudad. En 1930 fue destinado a la Caja de Recluta de Torrelavega y tres años después a la de Santander, siendo en 1935 ascendido a coronel y puesto al frente del Regimiento de Simancas, en Gijón, que mandaba al iniciarse la Guerra Civil, al tiempo que ejercía el cargo de comandante militar de dicha plaza.

Replegadas las fuerzas militares al cuartel el 20 de julio, unos cuatrocientos hombres, organizó la defensa del edificio, cercado primero y atacado luego por un enemigo muy superior en número y armamento, pues llegó a alcanzar la cifra de doce mil hombres, provistos de toda clase de medios, entre los que figuraban artillería de varios calibres, camiones blindados, granadas incendiarias y un heterogéneo conjunto de explosivos a base de dinamita. A lo largo del asedio, hizo acto de presencia en los lugares de mayor peligro, dio sus órdenes directamente, levantó la moral general con el ejemplo e inspeccionó y comprobó personalmente la ejecución de todos los servicios.

Durante los bombardeos de la aviación ordenó que la tropa se guareciera en los pisos bajos y refugios, mientras él se quedaba fuera para observar y disponer la forma de contrarrestarlos; a pesar de estar enfermo, se sometió al régimen de alimentación de sus soldados, que hubo de reducirse a una comida diaria; se puso al frente de los grupos que contraatacaban; consiguió mantener el enlace con el cuartel de Ingenieros, haciendo posible el repliegue de los zapadores al de Simancas, y planeó y dirigió las salidas para hacerse con víveres y medicamentos, cegar galerías de minas e inutilizar piezas de artillería contrarias. No obstante los reiterados ataques del adversario, más intensos cada vez, así como el aumento de sus efectivos y disminución del número de defensores —que el 21 de agosto quedaban reducidos a unos ciento treinta, en su mayoría heridos—, a pesar de haber sido herido ese día, aún conservó energías para disponer la salida del recinto del cuartel, bajo su mando directo, a fin de ganar la playa y establecer contacto con la tripulación del crucero Almirante Cervera, propósito que se frustró porque coincidió con un potente asalto enemigo, que obligó a los defensores a replegarse a las ruinas humeantes del edificio. Una vez agotados los cartuchos de su pistola, tomó un machete para continuar la lucha cuerpo a cuerpo, pero fue abatido con rápidas descargas. Momentos antes había ordenado a su elemental servicio de transmisiones que dirigiera al citado crucero aquellos partes: “Coronel Simancas a Cervera: -Disparad sobre nosotros; el enemigo está dentro”; y al ser requerido para que lo repitiera cifrado, añadió: “No hay tiempo para cifrar”.

Por orden de 22 de abril de 1946 se reconoció su heroísmo con la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando. La ciudad de Gijón puso a una de sus calles el nombre de “Coronel Pinilla”. Estuvo casado con Josefa Soliveres Vilar, siendo hijo de ambos el general Luis Pinilla Soliveres, creador del grupo Forja, que llegaría a ser director de la Academia General Militar y que abandonaría el Ejército voluntariamente con el empleo de general de división para dedicarse a trabajar desinteresadamente por los jóvenes y los más desfavorecidos.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. P-2063.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

José Luis Isabel Sánchez

 

 

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